Detrás de la puerta, esto

Detrás de la puerta, esto
Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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sábado, 17 de agosto de 2013

Día de la bandera


Antes, el Día de la Bandera era el 14 de agosto. A lo mejor sigue en pie eso de que esa fecha se marca como el día de la tricolor pero de ahí a que se festeje tengo mis dudas. Últimamente no andamos haciendo tanta fiesta a la bandera, al contrario …
Las maestras nos enseñaban en las escuelas que nuestra bandera flameó por primera vez al frente del ejército paraguayo que antes de 1811 apoyó al de Buenos Aires contra la invasión inglesa. Yo no sé si eso se enseña hoy en las instituciones escolares. Hace tiempo que dejé de concurrir a las aulas y que, dicho sea de paso, mucha falta me hace.
Hoy pareciera que la tricolor bandera paraguaya no tiene más uso que en los días en que la Albirroja hace buen papel, cuando hay alguna manifestación cachiai contra algún despreciable, que nunca falta, o alguien se encadena frente a alguna institución solicitando mejor salario.
Nuestra bandera es el símbolo de todo lo que somos los paraguayos, no solo de nuestra geografía e historia. En sus colores se reflejan nuestra ser nacional, cada costumbre, cada idea, del cómo encaramos el compromiso como nación. Ella identifica soberanía, paz, justicia, trabajo, amor, solidaridad, decencia, humildad, fortaleza, dignidad de cada uno de los paraguayos.
Sin embargo, todo esto que les digo como que es mucho discurso al pensar en la realidad que nos consume en el día a día. Por ejemplo, eso que hizo Lugo el año pasado, el de dejar entrar a unos cuantos diplomáticos extranjeros (matones extranjeros) para que se haga lo que a ellos les canta: entregar la patria a los comunistas.  La bandera paraguaya casi fue entregada por el ex cura engendrador.
Si la bandera paraguaya hablara, fantaseo, pegaría una filípica contra algunos paraguayos que aceptaron los maletines chavistas que no tenían otras intenciones que arriarla de su alto mástil.
Y se sacudiría la bandera tricolor contra los paraguayos que no la honran, ni a ella, ni a sus escudos, ni a sus colores, ni a su historia llena de sangre, sudor y lágrimas.
Felizmente, todavía quedan muchos paraguayos que entienden que a la bandera tricolor para cantarla son poetas y; para defenderla, soldados. Una bandera a la que honra, no solo un 14 de agosto, fecha cada vez más desteñida para la memoria del símbolo, a la que entone la fiesta de los días de paz.

Y todavía quedan, y muchos, paraguayos que aman y respetan a la bandera de nuestra patria tan querida, a la bandera de nuestro cielo guaraní; a esa cintita tricolor que orgullosos lucíamos en nuestros pechos de niño en los días de los desfiles estudiantiles de mayo y de agosto y que hoy, si se realizan estas marchas, no son sino con ánimo carnavalesco que patriótico. 

lunes, 12 de agosto de 2013

EJUMINA YVYTU


Yvytú ka´aru gua
Reipejuva kanguy mi,
Erumina hyakuangüe ta hetu sapy´ami.
Jha, ahayhueteva,  ipyvore michimi
Aniquena renvogûe.

Uperupi, norte yvytu,
Rehecharamo mitakuña
Tupasyicha iporava
Emosaraki minte hi´ava
Ichupé emomoranduvo
Hese minte aikoteve.

Ejumina yvytu,
Ehasakuevo sapyaité
Ñe´e mbeguemime emombe´ú
Noimeipa rehecha upérupi
Mitakuña sarovy.

Efraín Martínez Cuevas
Palma Loma, Luque, 12 de agosto de 2013

sábado, 6 de julio de 2013

Del revés, nuestro derecho villarriqueño


Nosotros, los gua´i, contamos con el pasaporte dorado, universal y eterno para hacer las cosas del revés. El día que dejemos de lado ese magno derecho habremos renunciado a nuestra territorialidad, a nuestra misma esencia, de nuestro eterno yo.
Expresada esta memorable defensa ñanandy a favor de mis coterráneos y del mío propio, quiero destacar que nuestro ejemplo va cundiendo en todo el Paraguay porque, la verdad de la sagrada milanesa es que últimamente andamos haciendo las cosas no tanto como el sentido común plantea a la humanidad toda sino absolutamente del revés.
Por ejemplo,
En nuestras casas tenemos las frutas pero no se aprovecha como corresponde. De los cítricos podemos hacer los jugos como se hacía en tiempos de nuestros mayores, pero como que tenemos vergüenza para llevar a la mesa a la hora de almorzar una jarra e jugo y que, por el contrario, es chururú, más digno, por decir, exponer una botella de gaseosa en el encuentro familiar
En mi barrio veo esos mburucuja osaingo pava y que sirven solo para que los pajaritos se llenen sus barriguitas. Unas frutas usan sus dueños y después dejan que se echen a perder.  Eso sí: no dudan gastar por una botella de guaraná o un jugo importado de Brasil y que se hizo de ¡mburucuyá!
Dicen que la caña paraguaya es muy buena pero los que gustan chupar prefieren la caña importada, entre los que está el llamado whisky.
Dicen expertos alemanes que la cerveza paraguaya es muy buena por la calidad del agua, pero ni ahí para aquellos que prefieren la cerveza, por decir, norteamericana, que no pasa de ser una cosa simple, insulsa, insípida. Pero ñande ningo upeicha: importado debe ser.
No hablemos de las hamburguesas, un negocio marca registrada de los norteamericanos. El paraguayo se cuestiona para comer, por ejemplo, el chipa caburé en público pero, itavyta, quiere que la gente le vea con una hamburguesa en la mano comprada por un platal y que traiga aipo “cajita feliz” mbaembo (que todavía no estoy seguro si se come o qué).
De tanto comer hamburguesas no pocos paraguayos (y paraguashas) son fofos, candidatos a enfermedades cardiovasculares y que después se mueren luego si que.
Ganado vacuno es lo que más abunda en Paraguay (unas 14.000.000 de cabezas) suficiente como para tener cuero para fabricar calzados. Pero los zapateros se quedan con la tarea de remendar los sapatu tujakue y no fabricarlos porque preferimos comprar los calzados chinos, brasileños, argentinos.
Y después nos quejamos porque no hay fuente de empleos en Paraguay. ..
Me preocupa eso de que nosotros los gua´i ya no seamos los únicos de hacer las cosas al revés. La plaza está dura para nosotros, la competencia es feroz.

El otro día dije que las calles están llenas de vehículos, que no cabemos más en nuestras calles con nuestros autos sobre todo en horas picos. Y propuse que se deje de importar los coches de Chile para dar un respiro al tráfico automotor. No pocos me salieron al paso y casi me linchan. La gente prefiere seguir importando autos usados de Chile, así no haya más lugar para poner un pie en la calle.

Voy a tener que sugerir a mi amigo y colega Caio Scavone, gua´i de alma como yo, a promover un gran congreso de guaireños para saber qué medidas tomar ante este acoso paraguayo sobre nuestros genuinos y exclusivos derechos a hacer las cosas al revés; ya todo el mundo nos está copiando y eso no puede ser; no hicimos la democracia para andar robándonos nuestros respectivos derechos autorales. No estamos dispuestos, los guaireños, a renunciar a lo que es de nuestra inconfundible peculiaridad. Hacer del revés las cosas es cosa nuestra…

sábado, 22 de junio de 2013

La barriga paraguaya

                                                  Esta barriga "bandeó" todito mal al otro lado. 
El Gordo es el nombre de una chipería. Antes también había una parrillada sobre la avenida Eusebio Ayala que se llamaba El Gordo y era de César de Brix. Así también se le llamaba al premio mayor de la Lotería Paraguaya hasta que vinieron los bingos y desapareció la Lotería. Algunas mujeres querendonas dicen “gordo”, “gordi” a sus parejas que son gordos o gorditos.
Pero no es de esto el tema, aunque sí. No sé si me explico. 
Todos tenemos una persona a la que visualizamos cuando hablamos de gordos.  Todos ellos aparentan bonachones, buenos y simpáticos. Y lo son.
Pero muchos de ellos, felices como aparentan, sufren, todo porque tienen alguna deficiencia en el sistema gástrico que pide y pide más comidas a cada rato.
Bueno, de lo que quiero hablarles es de la barriga de los paraguayos. De esos que tienen asieté de grande. 
Los paraguayos comemos mal. La cuestión se nos empeora con las comidas chatarras. Al paraguayo le gusta el karakú del puchero al que le hace syryku y la verdad es que es una verdadera delicia. Empanadas, panchos con pan, hamburguesas, asados, cerveza ¡Asieté sus barrigas!
Varones y mujeres desde edad temprana empiezan a tener enormes panzas.  Sus papadas se caen, el cuello desaparece en algunos, sus ojos se vuelven oblicuos porque sus cachetes se hinchan y sus aortas saltan y se vuelven rojos.
                                            A esta barriga a más de bajar le falta una buena afeitada. 
A algunas mujeres gustan los gordos y, entonces, no tiene otro plan más que llenarle el buche con eso que a su barrigota le haga crecer cada vez más. Él aporta lo suyo, su cerveza por hectólitros. De terror.
Pero también hay maridos que dan de comer como a chanchos a sus parejas porque les gustanlas gorditas, las de abundante y pecaminosa carne. Cuanto más desparramada, mejor. El tema es que en la intimidad se encuentre con abundancia, nada de escasez.
Así las cosas, el varón se siente orgulloso de su prominencia y, amo hapope, la mujer igual sin darle importancia al reclamo callado del corazón que no sabe cómo administrarse con tantas grasas que bloquea cada vez más las aortas, todas las venas y los capilares.
Los choferes de colectivos, los funcionarios públicos, los políticos ymá,  son de esa clase abdominal a los que no hay botones que soporten en sus camisas.  Ty´e re ko ñañe´e hina. Umi peichaiteva….
Muchos paraguayos se mueren relativamente jóvenes porque comen mal. Se suicidan literalmente y así y todo no falta quién se asombre por su temprana muerte, “si era sano, gordo, ikyra guasu”. Y ahí está el detalle pues. Su corazón no aguantó más y caputi. Upeante ningo.
                                                           Una barriga llena, sin dudas. 
En la escuela luego se vende comidas chatarras, en la casa de miles de paraguayos no se tiene en cuenta las consecuencias de comer frituras y gorduras y de la necesidad de consumir verduras, frutas, carne magra sin abusar de esta.
Uno se enferma por lo que mete por la boca dicen los médicos. Pero umía ndoikei lo mitâ re. “Ja karu vaerâ ningo”, decía el colega Papucho. Sí, pero comer bien y hacerlo bien no es más caro, a lo mejor es más barato.
El gordo es muy simpático, ijagraciado ningo. Pero la gordura en ningún caso promete consecuencias felices. Hay que ir al médico para hacerse ver y no terminar cualquier día muerto de un paro cardiaco porque el pobre corazón dijo que no da más y todo acabó.
“Ñande gordo pata”, frase acuñada por un ex militar, es gracioso pero esconde por detrás una amenaza fatal para todos los que “lucen” gorduras.

Anivéna jakarú vaí, lo mitâ…

martes, 4 de junio de 2013

Yerba mate


Esto de tomar mate a la mañana es una costumbre paraguaya rentable.  Estuve haciendo mis cálculos ñanandy y noto que bien vale atender este renglón que genera, a su vez, miles de puestos laborales.
Atiendan mi cálculo:
Si bien es cierto que nunca me entretuve a medir la cantidad de yerba que todas las mañanas pongo a mi guampa, supongo que debe andar por los 30 gramos.
El precio promedio de la yerba anda por los 10.000 guaraníes el kilo.
Pienso que no exagero al creer que al menos 2.000.000 de paraguayos consumen mate diariamente.
Entonces calculo: 30 gramos de yerba cuesta 300 guaraníes por 2.000.000 de consumidores me da la cantidad de 600.000.000 de guaraníes por día generados mediante el consumo del mate mañanero.
Multiplicado 600 millones de guaraníes por 30 días tenemos la respetable suma de 18 mil millones de guaraníes al mes; esta suma se reparten productores, industriales, distribuidores, supermercadistas, despenseros, etc.
Buena plata.

Pero esta última cantidad debiera multiplicarse por dos, ya que a la media mañana viene el tereré; entonces, la generación de dinero movido por la yerba mate al día es de 1.200.000.000 guaraníes y; al mes, 36.000.000.000 de guaraníes.
La cifra suma y sigue porque a la tarde al menos 1.000.000 de paraguayos consumen de nuevo tereré, costumbre que genera al día 300.000.000 de guaraníes; es decir 9.000.000.000 de guaraníes más al mes. Ya estamos, sumados todos, en 45 mil millones de guaraníes.
Por consumo diario de cocido “Chaco” y “quemado” agreguemos otros 5.000.000.000 por mes (y a lo mejor quedo corto)  de manera que tengamos una cifra redonda: 50 mil millones de guaraníes mensuales que se opera en Paraguay mediante el consumo de la yerba mate.
Ante semejante respetable suma  de dinero pienso:
Algunas costumbres paraguayas son muy sanas y muy rentables, como el tomar mate todos los días,
Los precios de la hoja están un poco elevados y no se compadecen con los ingresos del asalariado promedio.  Ijetu´u,

No tengo la menor idea de la cantidad de empleos generados mediante el consumo de la yerba, pero supongo que debe ser importante. Y si la cosa es así que el consumo de mate y tereré, lo mismo que del cocido, no pare.

Reitero que mis cálculos son a “ojímetro”, a lo mejor por eso mis cifras están muy lejos de la verdad. Pero es lo que imagino, ya me dirán los “yerbólogos” la verdad y nada más que verdad. 

sábado, 25 de mayo de 2013

San Expedito




San Expedito es calidá total ¿Qué hubiera pasado de nosotros si no existía San Expedito?, yo no entiendo cómo se hubiera desenvuelto la gente sin el santo en medio de un montonazo de problemas. Y a los pasacalleros omboricoité. El 19 de abril es su día. 
Cuando yo vivía en Madrid me iba a la iglesia San José (en esta se había casado Simón Bolivar con María Teresa del Toro y Alayza) donde había una imagen michimi de San Expedito y como todo migrante añenvo´e chupe para pedirle protección para que me proteja de los policías porque, como la mayoría, yo era un indocumentado.
Yo digo que San Expedito es milagroso porque ni una vez me fui preso en casi tres años que anduve por España y tampoco me faltó trabajo, así que pe ñe encomendánte al ex guerrero romano.
Porque era soldado San Expedito y que vivió a principios del siglo IV (upea hina por el año 300 d/C. y pico por ahí) Y se convirtió al Cristianismo aunque el mal oñeha´a maite para hacerle desistir de la idea. ¨Na´ape”, le dijo el soldado y se hizo cristiano.
San Expedito es calidá total porque, junto a Santa Rita de Casia y San Judas Tadeo, resuelve los problemas más urgentes en menos que cante un gallo. Por eso es que la gente le sigue tanto y en todo el país.
Hasta umi ivaiveva pone en orden. Los paraguayos por eso le quiere mucho ¿No ven esos pasacalles que se pone por las alambradas en los pueblos?, eso es porque, me parece, hubo milagros del santo, no importa que sea un milagrito o un milagrote, la gente pide y él concede y listo. Un milagro.
Antes en los diarios nomás se publicaba esos avisitos en la sección clasificados que dice “Gracias San Expedito por los favores recibidos”, pero ahora se hace en pasacalles; da igual, lo mismo San Expedito lee todos los agradecimientos. Los pasacalleros irricoité ….
Ahora en las redes sociales también se pone “Gracias San Expedito por los favores recibidos”.
Nosotros, los paraguayos, felizmente, somos demasiado santularios y sobre todo no renunciamos a venerar a los santos por eso en casi todas las casas de antes había un nicho en la casa con varias imágenes junto a la de Jesús y de la Virgen María.
San Antonio, San Judas Tadeo, San Cayetano, San Miguel Arcángel oimbaité en el nichito que nunca le falta el tataindy modesto que huele a cebo de vaca. Y un rosario también hay en el espacio santo de la casa.
Eso nomás les quería decir, que San Expedito es el purete para los milagros tipo express, de esos tipo delivery que nunca deja en bolas a los que le piden algo.
Yo le suelo pedir algunos milagros a San Expedito, pero de lo que le pido (y me concede) les hablaré otro día porque ya no hay más espacio. Eso nomás.

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ORACION A SAN EXPEDITO
Nuestro santo Expedito "de las causas justas y urgentes":
Intercede por nosotros junto a nuestro Señor Jesucristo. Auxílianos en esta hora de aflicción y desesperación.
Santo nuestro Expedito:
tú que eres el santo guerrero,
tú que eres el santo de los afligidos, tú que eres el santo de los desesperados,
Tú que eres el santo de las causas urgentes:
protégenos, ayúdanos a superar estas horas difíciles,
protégenos de todos los que puedan perjudicarnos,
protege a nuestra familia,
y atiende nuestro pedido con urgencia:
(PEDIDO)
¡Devuélvenos la paz y la tranquilidad, nuestro santo Expedito!
Seremos gratos por el resto de la vida y llevaremos vuestro nombre a todos los que tengan fe.
Muchas gracias. AMEN

Rezar un Padre Nuestro, un Ave María y hacer la señal de la cruz.
Con aprobación Eclesiástica.
(Para que los pedidos sean atendidos, es necesario que sean justos)

domingo, 19 de mayo de 2013

El mate, Bertoni y nuestro descaro


                                          (Foto: www.argentur.com)
Yo les puedo decir que el mate nos vuelve desvergonzados. En serio, a mí y a un grupo de amigos nos volvió descarados, desfachatados. Y les adelanto que en mi grupo de “materos” estuvo el entonces ministro de Agricultura y Ganadería, Hernando Bertoni. 
Les cuento cómo viene la mano y de qué se trata.
Una vez, allá por 1986, fui a cubrir periodísticamente la Exposición Rural de Palermo en Buenos Aires. El ministro Bertoni viajó en compañía de tres de sus principales directores, entre ellos el director general del ministerio (lo que sería hoy el viceministro), ingeniero Luís Pampliega Caballero.
La noche antes del retorno a Asunción el ministro me invitó a viajar con ellos en el avión Cessna 210 con el que habían llegado a Buenos Aires. Acepté. Temprano fuimos al Aeroparque y mientras esperábamos los trámites aduaneros en el salón vips nos pusimos a tomar mate. Los minutos corrían y seguíamos tomando mate.
No terminaba la gestión aduanera pero no nos importaba. Estábamos muy cómodos en la sala de espera con nuestro mate, por demás delicioso y oportuno visto y considerando que hacía frío.
Terminó el agua en el termo y volvimos a pedir más agua caliente. Interín, el ministro plantea la idea de, camino a Asunción, desviáramos a Uruguay para visitar una estancia donde se cría ovejas. Aceptada la idea seguimos tomando mate.
Cuando abordamos el avión monomotor me entraron ganas de hacer pipi. Pregunto al piloto, Angel Valle, si cuanto demoraremos para llegar a la estancia uruguaya y me dijo que unos 40 minutos. De acuerdo, aguantaré cuarenta minutos.
                                          Cessna 210 semejante al que hicimos el épico viaje.
Decolamos, la nave toma altura y velocidad crucero, estamos sobre el gran estuario del Río de la Plata y, las ganas de hacer pipí crecía. En la otra orilla, pensé ya estaba Uruguay, nos bajamos y allí a desagotarme.
A los 20 minutos de vuelo, el ministro dice que prefería continuar viaje hasta Asunción (son unas tres y media de vuelo en ese avioncito) y yo empezando a inquietarme. Mal de otros, consuelo de tontos, los demás también estaban igual que yo.
Y como si todo fuera poco no funcionaba la calefacción de la máquina. Había un frío espantoso en la carlinga lo que nos daba más ganas aún de mear allí nomás ya. Fue el viaje más largo de mi vida, insoportable, dramático, épico. Todos estábamos desesperados por encontrar un mingitorio por el amor de Dios, pero en ese espacio tan reducido, con casi cero grado de temperatura y hacinados como estábamos entre seis hombres que solo querían evacuar aquello se convertía en un micro infierno.
En fin….
Llegamos a Asunción, aterrizó la máquina, fuimos hacia el hangar pero, dijo el ministro al piloto, “aquí nomás quedate Valle”, junto a lo que nos pareció un alto yuyal al lado de uno de los hangares. El aviador apagó el motor, nos tiramos los seis ocupantes y nos fuimos hacia el “yuyal” (unas plantitas de crotos) donde unos al lado de otros nos pusimos a hacer pis todo el tiempo que necesitábamos, pienso que habremos estado fácil unos cinco minutos desagotando vejiga.
Entre tanto, pasaba la gente por cerca nuestro lo que nos importó un pito. Los pitos reclamaban lo suyo y le dimos el gusto.
Por eso les digo que el mate nos vuelve desvergonzados. A uno le puede hacer cosas extremas como lo del hangar, así sea uno un científico y ministro como lo fue Bertoni.
Sí, el mate nos vuelve desvergonzados….
Solo para ilustrar, entrevista a Hernando Bertoni de cuando era periodista en Abc Color. El de la derecha es Andrés Colmán Gutierrez. 

Los Reyes Magos



Esto de los reyes, más que satisfacción para los niños es un akarasy de novela para los papás. Es que el día de los Reyes es justo el 6 de enero cuando la plata sencillamente desapareció de carteras, billeteras, bolsillos, cajeros y alcancías. Yo me pregunto si a quién se le ocurrió crear el día de los Santos Reyes a seis días de la fiesta de Año Nuevo. Pero, en fin, cada uno se ingenia para salvar el compromiso, que – eso sí – se debe salvar. Y esto me recuerda a lo que yo gozaba cuando niño….
Ya no tengo hijos pequeños, de modo que yo estoy como por encima del bien y del mal de este compromiso anual.  Recuerdo aquellos álgidos años de cuando mis niños aguardaban la madrugada del 6 de enero, era todo un tema que solo comprenden los que cruzan por las coordenadas de este delicada responsabilidad.
No tengo idea de lo que pedirán hoy los chicos; deben ser de esos celulares “aifon” mbaembo o, a lo mejor, una “nobuc” o algo teledirigido que ya hay en las jugueterías o en las tiendas de Ciudad del Este.
En mi época la cosa era menos complicada.
Recuerdo aquellos regalos de 1959 en Villarrica que consistieron en una camisa sin manga de color celeste clarito, una bolsita de caramelos y una sandía. Para conseguirme semejante “los reyes” tuve que ir a la casa de mi madrina. Mi “maina” era de esas señoras pitucas que tenía dos perritos fifí cuyos nombres todavía recuerdo: “clavo” y “clavito”, era de esos jagua´i paquetes insoportables. En su casa pasé la noche, casi sin dormir, porque eso de recibir regalos me generaba muchísima ansiedad.

No pude haber estado más feliz que aquel día, 6 de enero de 1959. Al despertar encontré la bolsita de caramelos, la camisita sin manga y la sandía sobre mi zapato ¡Todo para mí! Mi felicidad no tenía límites, salí de la casa de mi “maina” con todos mis regalos y fui caminando hasta mi casa, unas cuadras hacia abajo, cerca de la Escuela “Pasopé”. Recuerdo bien que no dije ni hasta luego. Demasiado feliz estuve.
Lo de los Reyes es algo importante, a propósito, que marca a los niños. Esa cándida inocencia les hace valorar una enormidad cada regalo que recibe, más aún si es de los Tres Reyes Magos porque aquel, el regalo, viene cargado de fantasías, de esas imaginaciones que solamente en la niñez se llega a desarrollar.
De ahí que, así sea el último pataleo de las fiestas, bien vale la adquisición de ese juguete o de lo que sea el regalo que aparecerá en el amanecer del 6 de enero en los zapatitos. Esa ilusión, en verdad, no tiene precio y los padres no lo deben olvidar.
¿A quién no le gustaría amanecer con un regalito en los zapatos?; hasta a mi me agradaría recibir algo. Y, pienso, así se manifiesta la entelequia y que debemos construir y sostener en los niños.  Un chiquillo es sobre todo fantasías a granel y cuanto dolor generaríamos en sus rosadas almas si les sacáramos la oportunidad del vuelo de sus angelicales imaginaciones. No logro imaginarme restándole esta alegría.

Por eso quiero decir hoy a los papás y a las mamás que hagan lo suyo para que Los Reyes traigan a los hijos tan siquiera una camisita sin mangas, o un bolsita de caramelos o una sandía porque un regalo esperan los niños nada menos que de esos señores que vienen en camellos sedientos.
El 6 de enero es el día más importante para los niños. Yo, como papá, nunca tuve el coraje de puentearlo. No pude, así haya necesitado de ese dinero que ya se gastó en las dos fiestas anteriores.
Entonces, por el amor de Dios, dense un esfuercito final, pónganse las pilas, y háganse de ese dinero mínimo necesario para regalar una sonrisa que no se borra en días. Háganme el favor…. Instalen una felicidad en el rostro de sus niños. 

Un presidente en calzoncillos


                                                                       Carlos Antonio López
Hablando de elecciones presidenciales ¿se imagina usted, elegante, siendo recibido por el presidente de la República en calzoncillos?, planteo este escándalo mental porque,  repasando mis apuntes encontré con que el Mariscal López se vestía muy bien, que durante los gobiernos de Francia y los López el paraguayo disponía, generalmente de una sola ropa y que andar descalzo fue costumbre generalizada en el interior del país hasta hace unas cuantas décadas.
Voy al grano: supóngase que usted fue convocado al Palacio de Gobierno y que para el efecto se vista de lo mejor pero que el presidente lo reciba ¡en anatómico!
William Barret en “La Amazona” escribió a fines de la década de 1930 que Carlos Antonio López recibía a veces en calzoncillos a las personalidades. Y en su descargo digo que habrá sido porque hacía mucho calor (imagino que exponía su imperial desnudez en verano y no en invierno) y porque era un gordo de aquellos, aunque no son excusas suficientes como para martirizar al digno cargo con semejante desenfado.
A esta altura de la civilización digo que un presidente es un presidente y que no puede andar en cueros recibiendo gente solo porque hace calor. Y, como que ya nos estábamos yendo hacia ese lado,  últimamente con un presidente que concurría al Palacio en chancletas y se fotografiaba semi en bolas en su jacuzzi comiendo pastelitos.
Felizmente en esto de vestirse nuestros gobernantes retornó la sensatez y de nuevo tuvimos a uno que concurre a su trabajo vestido como Dios manda.
                                                           Elisa Alicia Lynch

Y eso del calzoncillo de don Carlos me anima a rescatar la ingente labor de Elisa Alicia Lynch para que los paraguayos (y las “paraguashas”) se vistan mejor ¡y lo logró! Francisco Solano López, a propósito, no era de vestir mal y menos con una mujer como doña Elisa a su lado que, seguro, le marcaba el compas del buen gusto.
Vaya elegancia la que habrá sido la del mariscal López que el coronel Silvestre Aveiro relató en sus memorias militares que en diciembre de 1868 en Lomas Valentinas, durante el fragor de la batalla, “una bala llevó la punta de la corbata del mariscal desatándosele”.
Le siento pena, en el tiempo, a la señora Lynch por todo el esfuerzo que habrá puesto todos los días para conseguir que los asuncenos  mejoren su manera de vestir. Por aquellos años de paz, antes de la guerra contra la Triple Alianza, los asuncenos preferentemente andaban descalzos. Correspondió a la pareja de López encarar y sostener una fuerte campaña personal para romper con dicha costumbre indígena.
Y hablando de nuestros ancestros nativos, cuenta el sabio Bertoni que los guaraníes andaban desnudos y que en verano se bañaban en los arroyos y manantiales, en abundancia de aquí para allá en todo el territorio de la nación, al menos 12 veces al día y que les resultaba incómodo las ropas impuestas por los españoles precisamente porque debían sacarse antes de cada baño. Bueno, si se bañaban 12 veces al día (en verano, obvio) eso de andar vestidos era casi una falacia.
                                                         Mcal. Francisco Solano López

El mandyju había en estas tierras cuando llegaron los españoles, las indígenas sabían el arte del hilvanar y tejer; o sea, se entiende que los nativos guaraníes no andaban desnudos completamente.
Cuadros pintados en tiempos de Francia por viajeros europeos muestran a hombres y mujeres de la época vestidos con ropas tejidas en lienzos y confeccionadas por las mujeres paraguayas vestidos elementales que tras la Guerra Grande comenzó a desaparecer lentamente no así la costumbre de andar descalzos en el interior del país y las periferias de Asunción y que, esta, comenzó a opacarse a partir de la década de 1950.
Pero un buen retazo de historia relatado sobre nuestras prendas de vestir no es suficiente para justificar que un presidente como don Carlos ande recibiendo a las personalidades en calzoncillos que, dicho sea de paso, no habrán sido precisamente slips capaces de seducir de un vistazo a doña Juana Pabla; aunque … quién sabe … 

sábado, 18 de mayo de 2013

Don Agüi, el tatacuacero


                                                       Constructor de horno (foto ilustración extraído de Internet)
Don Agustín, más conocido como don Agüi, era el “tatacuacero profesional” de mi pueblo y que por  hacer bien su tarea nunca le faltó trabajo. Sabía secreto por secreto de todo cuanto se refiera a la construcción de hornos que, por entonces, eran imprescindibles en todas las casas.
Todavía yo era niño cuando lo veía por Villarrica con sus cuchara, plomada y balde de albañil dirigiéndose a algún lugar a levantar un horno más. Era un señor retacón y extrovertido, tenía amigos por todo el barrio.
En las proximidades de la Semana Santa andaba a los trotes. Debía reparar unos cuantos que empezaban a caerse y mucho más debía construir. Tenía una manía: los ladrillos utilizados en su obra debían ser de la olería de don Aguilar, el vecino de la Escuela Paso Pe. “Upepe gua ijapu´a porâ ve”, justificaba. No sé si don Aguilar le pagaba alguna comisión que tampoco me importaba.
Don Agüi construía los hornos más redondos que jamás he visto en mi vida. Altos, bajos, grandes o pequeños, todos le salía a la perfección.
Un día quiso evangelizar en el trabajo al borracho de Chiripepé a quién por un tiempo lo tuvo consigo, confiándole los arcanos de su oficio y parecía que, en los transcurrir de los días, el ya legendario Chiripepé se alejaría del alcohol y se convertiría en un excelente constructor de hornos más su aprendizaje terminó abruptamente aquel día de cuándo, mamado, perdió equilibrio y cayó sobre el horno a punto de terminar en la casa de un vecino, en el barrio San Miguel, en pleno Lunes Santo, a las 5 de la tarde.
La preparación de la argamasa era otro de los secretos de don Agüi. Dicen que ya muy anciano contó que debía añadir un puño de pombero rekaka por cada tres baldes de arena y una de cal. Las setas debían ser de los bosques y no de las casas porque estas no ayudaban a calentar el horno con menos leña y en menos tiempo.  Así se decía, incluso después de mucho de haber fallecido aquel buen hombre.
El personaje casi no cobraba por su trabajo, eso sí, de la primera hornada le convidaba el dueño del flamante horno con unas cuantas chipas, ryguasú ka´e y sopas. Es que en aquellos tiempos casi no había circulantes en mi pueblo, una época muy dura de hambrunas y levantamientos cuerteleros.
Si el sacerdote es requerido con fogosidad en la Semana Santa, a don Agüi en los días previos a la Semana Santa; hombre lleno de buena voluntad y el más sabio de su época en “tatacuacerías” y él lo sabía por lo que se ufanaba andando por ahí.
Era un “tatacuacero profesional” como él mismo se hacía llamar.
Quién le habrá enseñado en tan singular arte el tiempo se encargó de esconderlo. Lo curioso de este compueblano era que se negaba rotundamente a construir una hilada de pared; “upea che nda japokua´ai”, aclaraba honesto. 
Sin embargo, un horno levantaba con paciencia y notable rapidez así sea del tamaño que fuere. Desde la primera hilada va administrando la curva ascendente hasta que, en la cima, con maestría daba el toque final a la tarea en un par de horas.
La Semana Santa en mi pueblo era el tun – tun acompasado de las moliendas del maíz en los morteros hogareños, el chillido salvaje del cerdo faenado el Lunes Santo,  el cernido del maíz molido, el encendido de la fogata y, la presencia de aquí para allá de don Agüi, el tatacuacero más formidable, querido y respetado de la comarca. 
                             Horno hecho con molde previo de arena húmeda (foto ilustración, Internet)

El implacable "se dice luego" ...


A la hora de contar, nada más nuestro que el “He´i voi ningo …” de tal o cual persona medianamente famosa. El singular vivo y sonoro del disperso “lo mitâ ningo he´i” implacable, impertérrito. La verdad verdadera del paraguayo no viene por otro sino por esa puntual o difusa intermediación y que sin ella la conversación es irremediablemente incompleta, casi sin sentido, en cuyo caso más valga apelar al no  menos efectivo “dicen que”, “o je´e ningo”.
He aquí, a propósito, algunas frases de paraguayos famosos a fuerza de esta costumbre.
“Âgante, Montanaro” es la frase que cruzaría los últimos años del siglo XX hasta llegar al presente y que pertenece al recordado Humberto Domínguez Dibb (HDD); correspondía al título de uno de sus famosos sueltos publicados en la portada de su diario, Hoy. El padre de Goli  Stroessner no era de llevarse bien con el ex ministro del Interior, Sabino Augusto Montanaro, el centro de los disparos verbales de aquel. Y como Montanaro era un kangüe ro de aquellos caía simpático a la gente los comentarios de HDD.
“Shake oú José Gill”, la frase de nuestros abuelos. Gill era un montonero colorado. “Yaha vaivente hina, jaiuma jarro hovype”, es una frase frecuentemente utilizada por nuestros mayores, sobre todo entre los colorados.
“Ikatu a javy, he´i Médico Ju´ai” es más que el “dice que”, parte del refranero popular. Daniel López era un médico naturalista y que sufría de bocio (ju´ai) que en sus medicaciones era muy certero y que indicaba a sus pacientes al recetar “este para el jarro”. Se ufanaba de su conocimiento y para remarcarlo decía “ikatú ajavy”, de ahí la frase.
Perduran frases famosas que enriquecen las conversaciones entre paraguayos como “no hay caso, he´i Gamarra”, “adiomante che calandria”, “elementazo koa, he´i Mbopí Pucú”, “aguapyta sapy´a mi, he´i Gondra”, “tarde o temprano Quintana será su sastre”.
La gente fifí ,pero de esa pesimista, que no ve nada bueno en el paraguayo, dice que en Paraguay nadie pierde ni gana reputación. En junio de 2012, Rolando Niela escribió en Abc: “Cecilio Báez dijo alguna vez, ¨en Paraguay nadie gana ni pierde reputación¨”. Pudo haberlo dicho pero la frase se atribuye a un personaje más o menos de la época del ex presidente, a Ángel Peña.  En “Infortunios del Paraguay”, Teodosio González también utiliza dicha frase, lapidaria por cierto, al igual que Augusto Roa Bastos en “Madama Sui”.
Pero eso es al margen.
En Paraguay es deporte nacional el “0je´e ko” y se practica a sotto voce en todas las clases sociales. Se dice luego.
Walter Bauer era un adivino alemán radicado hasta su muerte en San Bernardino. Sus anuncios nunca fallaron, como aquel a Antoine de Saint-Exúpery (autor de “El Principito”) a fines de la década de 1920: de que éste sería famoso. En torno a aquel extraño personaje teutón se creó “ya lo dijo Bauer” cuando se pretendía avalar la certeza de una posibilidad o aseverar un vaticinio.
“Café o leche, no café con leche”, la famosa frase de Alfredo Stroessner, desentona con la que pronunciara el ex presidente Fernando Lugo durante su campaña política: “mbytetepe, poncho juruicha”. Con Stroessner no había media tinta y, contrario a Lugo, aquella frase está acuñada por él mismo.
A partir del “lo mitâ ningo he´i voi” todo puede resultar cierto: la homosexualidad del juez, la transformación en luisón del séptimo hijo de ña Eustaquia, la fortuna de aquel caudillo liberal que una noche extrajo una olla llena de oro en los fondos del cuartel de López en Pirayú. Cuando “la gente dice luego”,  el mariscal López bien puede bajar de su estatua ecuestre a darse un baño en la bahía en cualquier noche de viernes con luna llena, mientras su caballo pasta en los bajos del Parlamento.
Cuando “se dice luego” entre los paraguayos, respire hondo, relájese y disfrute…


FRASES QUE CRUZARON EL TIEMPO

·         “Partido nacional republicano, católico, apostólico romano” (“Mateo Ka´u”, personaje urbano)
·         “soy el piloto del ambiente de la vida trafalaria” (“Piloto del ambiente”, personaje urbano).
·         “Upeichante va´era voi ningo”, así nomás luego tiene que ser (expresión popular).
·         “No nos jodamos más” (Angela Agüero, llamadora de radio).
·         “Upepevente, upevente” (Bernardino Caballero a josé Domingo Decout, canciller por quinta vez, quién aspiraba ser presidente de la república). 

Nuestros hijos y la política


Aprendí en la vida que la educación no es rellenar ni acumular sino encender. La educación no es solo la enseñanza de los buenos modales, de los buenos ejemplos a los hijos de parte nuestra, los padres. Esa educación pasa varias coordenadas: por lo que comemos, por los fervores deportivos, por nuestras amistades, la religión, la política.
Ya no tengo hijos pequeños a quiénes educar en forma directa y constante. Y me hubiera gustado tenerlos para hacer lo que no hice antes, a tiempo, educarles en la política y para la política. Sí, en esa que se refiere a los partidos políticos, a las elecciones de autoridades, las votaciones, a esos temas cívicos delicados y abandonados.
Pienso así ante las próximas elecciones en Paraguay y la apatía de los jóvenes de cara a esa responsabilidad colectiva.
Me hubiera gustado decirles a la hora del almuerzo en casa que debemos ir todos a votar el 21 de abril por el candidato que mejor nos parezca, o no votarles, y entregar la papeleta en blanco. Pero cumplir con el compromiso ciudadano del voto.
Me hubiera gustado retroceder 10 años atrás y estimularles a participar voto en mano; hubiera conversado con ellos como padre y amigo sobre política y políticos dejándoles claro mi postura de padre: la autoridad nacional se elije a través de los partidos políticos y, por tanto, estos estamentos de la sociedad deben ser respetados y amparados por nosotros, ciudadanos.
Me muniría de paciencia, de mucha paciencia, para explicarles lo bueno que es la política e incluso lo bueno que deben ser todos los políticos de modo que se sientan alentados a concurrir el 21 de abril a depositar sus votos sin necesidad de que nadie pase a buscarles y, menos,  que por cumplir el compromiso se les pague; pago que me produciría muchísima vergüenza como padre.
Hablo de paciencia, porque se necesita en abundancia,  para conversar con ellos sobre política y elecciones de autoridades porque fuera de casa se habla en demasía contra los políticos y la política por causa de unos cuantos, del partido y color que fuera, que desprestigian a las doctrinas y a los que ejercen la actividad política. Les comprenderé al retornar a casa aturdidos, desmotivados, renegados contra la política y los políticos.
Debo lograr, con mi buena voluntad de padre, que mis hijos comprendan cuán importante es que concurran a votar el 21 de abril, pero para eso les transmitiré estímulos, así yo también haya sentido el peso de la desvergüenza de los malos agentes políticos.
La política bien entendida no crea adicción como crea la mala política por parte de los malos políticos.  Y la no creación de dicha adicción a la política bien entendida es un problema no solo de los actores políticos sino de todos, especialmente de los padres en ese templo de la sociedad, el hogar.


Si yo tenía hijos a mi cargo hubiera aprovechado todos los instantes para estimularles a ser incondicionales votantes, como ciudadanos respetados y respetables,  muy por encima de los humeantes cagajones dejados por los malos políticos.
Aprovecharía el desayuno, el almuerzo y la cena para educarles en la política, en esa necesaria herramienta para la convivencia armónica dentro de la sociedad paraguaya que es de nuestra directa e intransferible responsabilidad.
Como padre no me sentiría derrotado por tantas gestiones mal hechas por los malos políticos sino aprovecharía sus lamentables experiencias para insuflar más ganas en mis hijos de modo que con su voto se corrija a los indecentes.
Les diría que el voto es para los malos políticos lo que el agua bendita para los satanizados.
No les mostraría flaquezas en el sentido de vomitarles mis desilusiones contra los que desde la política no hacen sino dañar a los demás. No. Tragaría todo ese amargo y alentaría con todas mis ganas a cada uno de mis hijos a concurrir a votar porque esa es la medicina que curará el mal que empieza a enfermar a la sociedad paraguaya.
Encendería en ellos el entendimiento sano, fuerte, vital sobre el voto, sobre la participación en las elecciones, sobre lo que vale un voto. Les haría comprender que si todos votamos los delincuentes mimetizados en la política se marcharían para siempre del escenario político porque, sencillamente, nada tienen por hacer allí.
Sembraría en ellos el hábito de la elección.
Instalaría en ellos el concepto de la buena elección, sin titubeos.
Les enseñaría a ser más astutos a favor de las elecciones y contra los tramposos.
Encendería en mis hijos el gozo de votar. Para que a partir de ahí brote, sonoro, un canto inextinguible que ensalce al paraguayo y a la patria. 

Ese papel llamado mazorca de maiz



Voy a escribir sobre el baño campesino. Si me oriento por lo que me enseñaron en la escuela , con candor e ingenuidad, en aquella materia llamada “Lenguaje”, composición, empezaría así: El baño campesino. El baño campesino está en el fondo del patio, no tiene techo y su puerta es una lona. El baño campesino tiene mucho avati ygüe en su atukupe….
No tengo certeza de contar con la lectura de ustedes a partir de esta frase si les sigo escribiendo como me enseñaron en la escuela así que mejor nomás les cuento como yo sé y santas pascuas.
Me recuerdo siempre del baño de mis abuelos, allá en Buena Vista, Caazapá. Sobre todo de cuando llovía.
Pero antes una aclaración:
Por aquel tiempo no se llamaba “baño” sino “servicio”, como dicen los españoles en España (en serio les digo). Bueno, ir al servicio en tiempos de lluvia era todo un problema porque en el pequeño cuadrado rodeado de tablas nomás luego, parecía que llovía más fuerte.
En fin…
Liberado de lo que debíamos liberarnos salimos del servicio hecho sopa y para cuando llegamos a la casa, a unos 40 metros, debíamos arrimarnos al fuego de la cocina para secarnos la ropa so pena de pegarnos una gripe de aquellos y que tumbaba una semana con fiebre y todo.
Un dilema era ir al servicio en los inviernos buenavistenses de la década de 1950 cuando no había ni papel diario por aquellas desérticas comarcas rodeadas de montes y jaguareté para darle mejor uso que el que pretende un editor. Ni hablar del papel higiénico, cosa de los millonarios de la capital que tenían “baño moderno”.

No.
En Buena Vista de aquellos tiempos de revolucionarios y comunistas escondidos por sus montes el papel higiénico era el marlo del maíz; o sea, el avati ygüe, abundante y funcional en aquellos tiempos de generosas cosechas.
Un paso de este modo, media vuelta del zuro y otra repasada y, con la precisión de un arquero medieval a arrojarlo con fuerza y entusiasmo y sin mirar, de abajo hacia arriba, por sobre el entablado del fondo para que, en artístico vuelo por donde debía estar el techo, se deposite en la cumbre de los avati Ygüe en la parte externa y posterior del habitáculo para que desde ahí, como en cascada, fuera “bajeando” hasta ubicarse en su sitio definitivo.
Y ahí, en esa “papelera”, el marlo esperará que natura reproduzca a las simientes que pudieron quedar, como agazapados, en algunas de las puntas para que, tres meses después, con la primavera, un pequeño como frondoso maizal se vuelve a tener detrás del “servicio” pero cuya cosecha no se destina a la elaboración de apetitosas chipa guasu sino se dejaba para el deleite de los chanchos de mis abuelos y con los que quedaban gorditos para las navidades o para la Semana Santa.
Ahora entiendo esa frase bíblica: no todo lo que brilla es oro…

Me parece que por ahora los “servicios” ya se llaman también “baño” en el interior de nuestro país y que ya no se usa tanto el marlo del maíz, así tengamos alta producción anual del grano, incluso las “zafrinhas”, sino el papel higiénico comprado del supermercado (que no es tan suave y delicado como un avati ygüe, que conste en acta). Y esta modernidad me llena de nostalgias por aquellos días de cuando, apuro pe, corríamos bajo la lluvia para meternos en el “servicio” donde el torrente (el que viene de arriba, digo) nos daba con todo, mientras de alguna manera tratábamos de cubrir los marlos para que no se mojen porque si se mojaban, amontema ….

jueves, 20 de diciembre de 2012

Naranja Tapé


·         Para adentrarme a este tema me permitirán hablarles antes de esas frutas silvestres nacionales que estamos dejando de lado. La naranja no es paraguaya, es árabe; la trajo el español; tampoco es de España, es de China, introducida a la Madre Patria por los árabes. Si los que no saben qué es “naranja tapé”, están invitados a leer este artículo.

Me puse a pensar si qué les puedo escribir para la página de hoy y pensé en las frutas paraguayas así como en otro tema no tan anexo pero que por ahí anda, lo que se conoce como “naranja tapé”, que no es precisamente una fruta sino una costumbre nacional, de esas furtivas.  Se trata de la fruta no prohibida. Me explico….
Empecemos por lo primero, por las frutas del Paraguay. Y cuando hablo  de las de nuestro país no me refiero precisamente ni a la naranja, ni a la mandarina, ni al mango, ni a la sandía sino a esas que cuando desembarcaron aquí Juan de Salazar y sus españoles el 15 de agosto de 1537 fueron encontradas en abundancia como pacurí, ingá, araticú, yva hu, yva hai, pacova, guavirá, guavirá mi, guaviju, arasá.
En Villarrica se conoce el pacurí no así en Asunción. Se trata de una planta de mediano porte que gusta de los lugares húmedos, cercanías de los esteros. En cada diciembre sus ramas de llenan de cientos, miles, de doradas frutas, que compiten con sus rebosantes hojas de profundo verde por adueñarse de la planta.
Desde luego, los gua´i no comprendemos cómo es posible montar un pesebre navideño en la casa sin mezclar el ca´a vove´i, este otro arbusto tan paraguayo, con gajos enfrutados de pacuríes.
El otro día fui a visitar a una familia amiga de Villa Elisa donde encontré una planta de guaviramí que evoca a la caña y a las víboras. A la bebida porque la cáscara seca del guavirá mi se echa en un envase con caña para adoptar esta un agradabilísimo aroma que para qué les cuento.
El guavirá mi es un arbusto mientras que el guavirá guasú es un árbol. El primero tiene frutas verdeamarillentas mientras que el otro, anaranjadas. La fruta del guavirá mi tiene una capa más resistente que la del guavirá guasú que es de una delicada fina película protectora que, madura, al caer del árbol generalmente se rompe por lo que se inutiliza para comerla.

Cuando llegaron los españoles a estas tierras ya existía aquí el pacova; Félix de Azara escribió que había en abundancia en todas partes para alimentación de indígenas y de animales, durante todo el año.
La naranja, el apepú, la mandarina fueron introducidos a España por los árabes desde la China, sobre todo en el sur de la península de donde vinieron los primeros conquistadores y con ellos, en viajes posteriores al del descubrimiento, las semillas de los cítricos. A los árabes (expulsados de España en 1492, cuando se descubría nuestro continente por Cristobal Colón) les gustaba plantar naranjas en las calles de sus pueblos, Cadiz, Granada, Málaga, Sevilla, etc.  Esta costumbre, mantenida hasta hoy en el sur español, se trajo a Paraguay y así tenemos a una Asunción a la que se canta por “sus naranjos y sus flores”.
Por el año 2009 la municipalidad de Asunción mandó plantar cítricos en algunas cuadras de Asunción, costumbre auténticamente árabe, aunque no todos sepan.
En fin, lo de las naranjas me da pie para hablarles de lo que en la jerga criolla se da en llamar “naranja tapé”.  Este sí que es otro pito pu. Se trata de una suerte de marcante para la mujer fácil de encamar; pero me preguntarán los que no saben si qué tiene que ver una mujer fácil con la naranja de los caminos. Y precisamente eso: que es del camino y que, por tanto, cualquiera puede disfrutar de sus frutos maduros sin que por eso nadie se moleste. Es de todos y es de nadie.
Naranja tapé se dice a la mujer que, generalmente, sin pareja fija, da placeres al paso a los que se cruzan a ella sin que esta nada a cambio. Vivifica una parte de la costumbre sobre todo campesina, lo cual no quiere decir que en las urbes paraguayas no se encuentren protagonistas de ese perfil. Una mujer “naranja tapé” no crea problemas a nadie como nadie crea problemas;cumple con un rol, por decirlo, de carácter social que mucho aprecia la ansiosa y presta colectividad masculina.

No les hablé de las rojas sandías ni de los aromados melones y piñas y los dejo para cuando las fiestas navideñas estén cerca. Por ahora nos quedamos con los frutos silvestres mencionados y de la mujer que hace favores, la “naranja tapé” de los pueblos y comarcas, esa fruta no prohibida. 

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Hierbas medicinales

• Pero los médicos hacen la guerra, sobre todo a los curanderos.• El katuava, yerba mil hombre y el ginseng son super apreciados por los varones adultos.• El ka´a rê ya casi no dan las mamás a los hijos antes del desayuno. “Es cosa de ignorantes”, he´i algunas.

 

Me gusta andar por el interior de nuestro país. Aprendo un montonazo de la gente de campo en todas las áreas, en todo sentido. El domingo pasado fui con mi amigo Marcial González a la casa de nuestro amigo Silvio Segovia, en San Alberto, Alto Paraná a tomar mate, muy temprano. En su casa, en un pequeño espacio, en el jardín, tenía varias plantas medicinales y agarré viaje…

La esposa de Silvio, que es brasileña, planta un poco de todo en el jardín, incluso el sauco, ese mágico yuyo para los dolores de panza o para cuando la digestión se viene esquiva. Marcial, que tiene un patio grande en Villa Elisa, también planta hierbas medicinales para su consumo, mientras que yo traje unos gajos regalados por los dueños de casa para plantarlos en planteras.


Esto de curarnos con hierbas medicinales era la constante en mi niñez en Villarrica. Después nomás vinieron los remedios de farmacia, y las recetas médicas, y las exigencias ape ha epe para que los doctores ganen más a cuentas de nuestros dolores.

El otro día me contó una mamá que internó a su hija en un hospital del Estado que le costó una barbaridad sacarla del internado porque una médica se tomó con ella. Dice que la profesional le dijo que seguramente ella le sacará de la atención médica para llevarla a esas médicas ñaná nomás. Y bueno, antes las curanderas nomás sanaban.

Bueno, tomo y retomo he´i Calé, la señora de Silvio me regaló unos gajos de ginseng, cuyas hojas puestas en el mate ayudan a energizarse; o sea, es afrodisiaco y entonces, en medio del entusiasmo, le dije que yo quería comprarle toda la planta. Ella se rió nomás y comprendió mi ansiedad porque algunas canas ya llevo peinando mientras que algunas tejas ya, desde luego, me volaron a lo largo del temporal de la vida.

Los gajos de la hierba son para plantar en mi casa, claro.

En mi niñez mi mamá nos daba a tomar, en ayunas, a todos los hermanos el ka´a rê, santo remedio para combatir la lombriz. En aquellos tiempos andábamos descalzos nomás entonces el sevo´i nos entraba por los pies para alojarse en la barriga. Tenia saginata me parece que le llaman.

Vervena, sepacaballo, jaguareté ka´a, jaguareté i ka´a, burrito, suico, poleo í, yerba buena, yerba lucero, etc., que nuestra gente conoce y que usan en las casas para sanarse. La gente del interior sabe más de estas cosas que los de la capital y es lo que procuro aprender de ellos. Conocí a un cacique indígena, hace años, en Alto Paraná que se sabía de medicina natural como ninguno. Un día, tereré de por medio me explicó las bondades medicinales de algunos árboles.

Los médicos indígenas son verdaderos maestros de la sanación con hierbas. Desde luego, como son peligrosas competencias para los médicos egresados de las universidades, estos atacan a aquellos, todo por el interés no tanto de curar sino de ganar más dinero. Y suelo preguntarme hasta cuando será este sordo ataque a los que también curan y, tantas veces, mejor que los vestidos de blanco.

Como la enfermedad de moda de estos tiempos son el estrés, la hipertensión y toda esa onda, bien vale entonces, por ejemplo, tomar un buen mate diario con ginseng, o jaguareté ka´a, verbena, suico. Ñande gordo pama y mucha gente se muere joven porque el colesterol les hace pomada. Los paraguayos últimamente comemos muy mal, a lo mejor por esa moda venida de los Estados Unidos , hamburguesas umía, comidas chatarras.

Para cada caso hay un yuyo para curar. Los viejos, los que ya no dan más, deben tomar a más del ginseng, el milagroso katuava, este es otro remedio purete para por si la patrona anda demasiado exigente. Jaikua´a voi ningo.

En las ciudades vamos dejando de contar con plantas medicinales porque se los sustituye con lo que compramos de los supermercados en envases de polietileno, como burrito, Romero, etc.

En Villarrica mi mamá nos lavaba los piés todas las tardecitas luego del baño con zumo de tapekué para curar el pychai, llagas en los dedos de tanto tropezarnos. Esto del py chai, a propósito, era de no acabar porque por aquel tiempo andábamos descalzos. El tape kue, pues, era el santo remedio para curarnos.

Amoivo ape la despedida paraje del guabirá les diría que no dejemos de lado la idea de plantar hierbas medicinales en nuestras casas; que procuremos saber las propiedades de cada planta que tengamos en casa, y que las aprovechemos.

Las hierbas son fuentes de salud desde el génesis y seguirán siendo hasta el apocalipsis de manera que cualquier cosa que lean o escuchen por ahí contra aquellas no son sino posturas interesadas para beneficio de unos pocos contra la mayoría. Así nomás es este asunto.