Detrás de la puerta, esto

Detrás de la puerta, esto
Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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jueves, 10 de enero de 2008

Aquellas radios de la década de 1960

La década de 1960 fue apasionante en la radiofonía paraguaya. Fueron tiempos de muchos agradables cambios venidos de la mano del rock and roll de Elvis Presley, del radioteatro nocturno de Ricardo Turia y de los programas de boleros de Herma Sosa Montanía. Era la década de la creación de radio Ñandutí y de la vigencia de aquellos respetables noticieros de radio Paraguay y, como si todo fuera poco, de la creación y puesta al aire de Canal 9, TV Cerro Corá, desde su pequeño estudio del edificio del IPS sobre la calle Pettirossi.

Los años ´60 me recuerdan los programas en vivo de radio Ñandutí sobre la calle Antequera al 654, de los sábados al anochecer y; de los de Paraguay, los domingos desde las 10.00 y que arrancaba con la presentación de Rafael Rojas Doria y César Alvarez Blanco (Los Compadres) para seguir con la presentación en vivo de orquestas asuncenas famosas de la época como los Blue Caps, artistas exclusivos de las grandes fiestas del prestigioso Sportivo Sajonia.

Aquella década era la de los radios con, en, para y por el espectáculo. Las grandes fiestas de los clubes Sol de América, Cerro Porteño, Mbiguá, Emiliano R. Fernández, Sport Colombia de Fernando de la Mora, River Plate, Guaraní, eran transmitidas por las radios que, para dichos eventos, enviaban a sus mejores animadores: Alejandro Ortíz Aquino (Chicle); Narciso Ríos, Papi Nuñez, Papote Fretes, Blanca Navarro, Arturo Rubín, Rodolfo Schaerer Peralta y tantos otros que, junto a los integrantes de orquestas típicas y modernas eran verdaderas estrellas del escenario.

Juan Bernabé Apodaca, el propietario de radio Comuneros, era el exclusivo relator de los corsos del carnaval asunceno organizados por la comuna. Bernabé falleció el 8 de junio de 1974.

Memorables fueron aquellos programas de músicas paraguayas, mejicanas, valses y modernas. Aquel con Britez Monín y su "Mañanitas paraguayas" por radio Guaraní; el "Levántese contento y con ganas" de Miguel y Nery Fernández, por radio Comuneros desde 1961; el espacio "Compases de valses", de las 9.00 por radio Nacional del Paraguay. Por esa época un jovencito de pelo largo y ojos claros, Juan Carlos "Coco" Bernabé, enloquecía a los jóvenes con toda la "pesada" de Palito Ortega, Juan Ramón, Los Iracundos, Beatles, Rolling Stones, Elvis Presley, desde su famosisimo "El club de los discómanos".

¡Y los radioteatros!: ¡qué tiempos de Ricardo Turia y su "Drácula" y de Luís Roberto Volpi y Mabel Saenz con "El león de Francia"! El elenco de Carlos Lacentre Junior no quedaba atrás. Toda la tarde de radio Comuneros era de los radioteatros. Y el relator infaltable de esos imperdibles capitulos era Silvio Noguera Ayala y el operador, también infaltable, Lucio Ovelar Santacruz. Los radioteatros no tenían competencia, se cortaban solos ya que la televisión apareció recien en 1965 e iniciaba su transmisión a las 17.00.

La radio paraguaya de la época también guarda memorables recuerdos de "La pensión de Ña Lolita" (radio Paraguay); "La fonda de ña Filomena" (Comuneros), con la dirección de José Estigarribia y las tardes folclóricas - humorísticas con José L. (Leandro) Melgarejo en radio Guaraní.

Cambia el más fino brillante / de mano en mano su brillo / cambia el nido el pajarillo / cambia el sentir un amante escribió la tucumana Mercedes Sosa. Y así como todo cambia, también cambiaron los programas radiales, las mismas radioemisoras de las que sólo algunas quedan hasta hoy (Nacional, Ñandutí y Cáritas) y los estilos de hacer radio. Ahora la radio es informativa y musical, dejando de lado el espectáculo y, por tanto, sus famosas fonoplateas.

Acaso sea un modesto homenaje a aquellos tiempos de la radio paraguaya las nuevas letras del uruguayo Jorge Drexler: Cada uno da lo que recibe / y luego recibe lo que da / nada es más simple / no hay otra norma / nada se pierde / todo se transforma.

Sí, todo se transforma...

¿Mis manos curan?

Llevo diez años y pico entre quienes eligieron - parafraseando a Deepak Choppra - el sendero del mago. A menudo, yo concurría a un pequeño salón de ventas de artículos esotéricos, sobre una concurrida y céntrica calle asunceña, a los efectos de adquirir fichas de estacionamiento que, entonces, en la misma tienda se vendía. Entraba a ésta sólo para esta compra.
Un día, mientras aguardaba que la cajera (quien despachaba las fichas) terminara de atender a algunos clientes observé los libros sobre metafísica ofertados. "Sus manos curan" era el título de uno de los tanto en venta.
"¡Que mis manos curan?" me pregunté mientras, por curiosidad, tomé el pequeño libro.
En esos momentos ganas no me faltaban de decir al autor del libro que le felicitaba por sus conocimientos de márketing pero de ahí a que me convenza, pensé, había un gran trecho. "Le voy a decir una cosa, conozco muy bien a mis manos; desde hace muchos años convivimos y nunca, que yo sepa, curó nada. ¿Que mis manos curan?, ¡vaya tontería!", me hubiera gustado decirle en aquel momento.
Pero, en el fragor de mi escepticismo, algo me impulsó a comprar el libro. Me picó la curiosidad de saber con qué argumentos me viene para que, sin preámbulos, me afirme campantemente que mis manos curan.
Salí del negocio con el libro en la mano.
Aquel fue mi inicio en el Sendero. Hoy sé que mis manos curan, como las suyas, lector, como las de los demás. De todos. Curan y actúan mucho más de lo que nos imaginamos. El verbo se hizo carne. Actué en consecuencia y me involucré con la metafísica, con Cony Méndez, Choppra, Yo Soy, y con la energía y con la Llama Violeta. Y tomé el camino hacia el silencio, los ángeles, el mentalismo, la correspondencia, la vibración, polaridad, ritmo, causa y efecto y hacia la generación.
Me involucré con las enseñanzas de Jesús, Saint Germain, la Virgen María y del Espíritu Santo.
De repente, un nuevo mundo estuvo al alcance de mis manos, de mis pensamientos. Un mundo ignorado y absurdamente manoseado por mi ignorancia.
En los comienzos, la curiosidad era como una llamada que me envolvía día y noche. En vigilia y en sueño. Felizmente. Y no solo "devoré" aquel libro, sino también concurrí a las charlas, conferencias, talleres, cursos y me interesé en el Reiki y compré más libros y me sumergí en lo casi infinito de Internet en busca de más verdades. Y me embelesaba escuchando a los que ya caminaron un largo trecho.
Desde hace años tengo la maestría en esta práctica oriental que no es otra cosa sino la conciencia mía en acción sobre la sanación a través de las manos.
De buscar fichas para estacionar mi vehículo en una concurrida calle céntrica asunceña hoy soy un caminante de un sendero limpio y tranquilo donde aprendí muchas cosas: paz, abundancia, fe, paciencia, tolerancia, alegría, respeto, fidelidad, conocimiento, amor. ¿Qué más puedo pedir a la vida?
Desde entonces, muchas, muchísimas, cosas me son diáfanas. Con decirles que antes de estas experiencias no sabía ni qué quería decir el cura cuando repetía las palabras de Jesús: "Sólo la verdad os hará libres". Y que les conste que ya por entonces yo concurría a misa en mi carácter de católico mariano sin tener idea del contexto y de los detalles de mi religión.
Hoy soy un feliz poseedor del billete premiado.
Alguna vez todos tuvimos la agradable experiencia de haber ganado un premio. Hoy, yo soy un agraciado con el primer premio. Gané todo. Todo tengo (y esto no es fantasía ni fanfarronería mía). En esto consiste para mi la verdad a la que se refería Jesús. Es la misma verdad que me hace libre y que deseo para la humanidad toda.
Escucha: ¿hay algo mejor que dormir, plácidamente, todas las noches?, ¿hay algo mejor que saber la verdad y actuar en consecuencia? Esa verdad me arrimó a la paz. Por eso digo: tengo todo. Y todos podemos tener todo. Muy pronto, a lo mejor, todos estaríamos en ese todo.
El sendero me esperaba. Yo lo caminé. Es misteriosamente maravilloso. Hoy, a más de diez años, sé que aquella adquisición del libro no fue por casualidad, sino por causalidad. Felizmente descifré el código y me introduje en ese maravilloso mundo de la sabiduría sencilla, fresca y transparente.
Finalmente me permito una corrección al autor de aquel libro que cambió mi vida. Yo no curo. Dios cura a través de mis manos, como también lo hace por medio de mis pensamientos, intenciones y deseos; a través de mi mirada, de mi presencia, de mi paz.
Esta es la verdad que me costaba creer y al cual me resistía hasta que leí aquel pequeño pero sustancioso libro (Luque, Paraguay, 4 de marzo de 2006)