Detrás de la puerta, esto

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Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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martes, 19 de febrero de 2008

Naranjo, herencia árabe en nuestras calles

"...tus naranjos y tus flores, los recuerdo sin igual", dice la conocida canción paraguaya. Sí, recuerdo de niño, por los primeros años de la década de 1960, todavía las calles asuncenas tenían naranjos. Eran los agrios, dentro de los cuales está el que en Paraguay se conoce con el nombre de "apepú". A cuatro décadas de aquello, hoy prácticamente han desaparecido de las calles de la capital paraguaya, como se puede ver en la foto.
Las naranjas en sus calles es, evidentemente, directa herencia de los españoles de Andalucía, donde todavía lucen bellas, frescas y aromadas mediante sus mágicos azaháres, en sus antiguas calles. Málaga, Sevilla, Granada, Córdoba, Jerez de la Frontera (por mencionar ciudades que conozco) mantienen el cultivo de naranja agria (citrus aurantium var.amara) como parte de su vegetación urbana. "Sevilla" es una variedad cultivada en el sur español.
Cuentan que los califas de Córdoba (siglos IX y X) dieron al naranjo agrio el carácter de planta ornamental por excelencia, plantando en las calles, jardines y patios privados de las mezquitas, como el llamado "patio de los naranjos", de la de Córdoba y; los jardines de Alcázar, de Sevilla. En el Palacio de la Generalitat, Barcelona, también hay un "patio de los naranjos".
Los árabes incorporaron el naranjo agrio (se dice indistintamente naranjo o naranja) en el sur español, mientras que el naranjo dulce, por los romanos, varios siglos antes. Desde la Península Ibérica el mismo Cristobal Colón, en su segundo viaje, llevó la semilla y lo plantó en las islas del Caribe.
Este cítrico es originario del sur de Asia y que se lo conoce ya llevan, al menos, cuatro milenios. La mitología griega lo menciona como parte del jardín de Hespérides, en el monte Atlas, junto al árbol de las manzanas de oro.
Lo de las naranjas en las calles asuncenas, pues, es una herencia árabe venida de la mano de los primeros andaluces que llegaron a poblar las colinas junto a la bahía de los carios. La desaparición de estas plantas de las arterias asuncenas, supongo, debe ser por el desconocimiento de los orígenes de eso que forma parte de la cultura de los españoles del sur y que, también, debía de haber sido parte de la cultura paraguaya.