Detrás de la puerta, esto

Detrás de la puerta, esto
Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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domingo, 16 de marzo de 2008

El San Isidro casi olvidado en Paraguay

Cuando el Ministerio de Agricultura y Ganadería de Paraguay estaba bajo la administración del ingeniero agrónomo Hernando Bertoni el día de San Isidro Labrador (el domingo siguiente al 15 de mayo, para no mezclarlo con las festividades patrias) era celebrado con todas las de la ley. A lo largo de aquella fructífera época de esa cartera de Estado en manos del nieto de Moisés Santiago Bertoni Torreani el santo español fue guía y protector de cada uno de los productores rurales del país sudamericano.
Después de aquel ministro, como que San Isidro Labrador ya no tuvo mucho por hacer entre los agricultores paraguayos; al fin de cuentas, ya ni algodón sembraban por la dejadez de los responsables ministeriales. Pero esto es otro asunto.
Queremos referirnos a San Isidro Labrador:
Nació en Madrid en 1080 y falleció el 15 de mayo de 1130. Fue labrador y se cuenta entre sus milagros, aquel en que los ángeles le ayudaban a arar la tierra en compensación por su tiempo dedicado a la oración en las iglesias de los pueblos. Es el santo patrón de Madrid; Alameda y Estepona, provincia de Málaga; San Isidro del Curuguaty, Paraguay; San Isidro, provincia de Buenos Aires; Las Piedras, provincia de Canelones, Uruguay, y de varios otros.
Isidro pertenecía a una familia campesina muy pobre en cuyo seno aprendió a respetar a Dios y amar al prójimo. Se casó con una campesina que luego sería elevada a la condición de santa de la Iglesia Católica y que se la conocería como "Santa María de la Cabeza".
En 1163, 43 años después de su muerte, al ser destapada la tumba su cadáver estaba incorrupto. Fue canonizado en 1622 junto a Santa Teresa, San Ignacio, San Francisco Javier y Felipe Neri.
En España se realiza en su honor una de las fiestas taurinas más famosas del mundo, la "Feria de San Isidro".
Sus restos reposan hoy en la Catedral de Santa María la Real de la Almudena en Madrid (foto).

Primavera en Madrid

Como visualizando pista, la primavera procede a aterrizar en Madrid. Esta última semana de invierno es "robada" por esta estación de flores y brotes nuevos. El sol empieza a ser distinto en esta península elegida; cómo que incita a los nórdicos a venir a su encuentro en esta capital hispana. Y se me ocurre escribir lo escrito por Pablo Neruda: "podrán cortar todas las flores pero no podrán detener la primavera" y, añado, al menos esta que ya está en España. Porque con la nueva estación ya están aquí los miles de jóvenes concentrados en la Plaza Mayor para hacer uso de cada instante del nuevo tiempo. Y porque en sus parques y jardines como en la Plaza España (foto) las flores se abren paso luego de las hojas secas, de los tallos y ramas desnudos, del viento frio y hasta de las heladas y de las nieves. Y en los rostros de cada español, de los turistas y los inmigrantes como que brotan esperanzas nuevas. En este domingo 16 de marzo de 2008, la primavera hizo presencia en la antigua ciudad y pintó sonrisas en cada rostro y puso color en los gramados públicos; y aroma de flores y canto de aves recien llegadas de grises lejanías.

Ramos en la Catedral de La Almudena

Me imaginaba una de esas películas que rememoran las celebraciones eucarísticas de siglos pasados; el coro convertía a la catedral como en un lugar donde miles de ángeles revoloteaban a lo largo y ancho de sus extensas y altas naves. Daba la impresión que, en efecto, Jesús entraba en Jerusalén mientras cien voces entonaban "bendito es el que viene en nombre del Señor..." desde lo alto del coro, los vitrales y el órgano castellano de altos y macisos tubos. Mediodía del 16 de marzo en la Catedral de Santa María la Real de la Almudena.
La nave de éste templo católico no está silenciosa como la catedral descripta por Pio Baroja en su "Las tragedias grotescas". De vez en vez, retumba el coro y los acordes escapados de los tubos a fuelle, hasta sus 73 metros de altura. En el interior de esa mole me siento muy pequeño y me remonto a Gustave Flaubert para quién se juzga una catedral por la altura de sus torres.
Los fieles rezan, con los ramos de olivos y palmas en manos. Los cientos de turistas toman fotos de la ceremonia, y de la tumba de José de Escribá de Balaguer, y de San Isidro Labrador, patrono de Madrid, y de la imágen de la Virgen de la Almudena. El constante alumbrar de flashes hacen del sitio un lugar de espectáculos, de oraciones, de fe, de maravilla arquitectónica, del gran poder católico.
Esa pareja de madrileños mayores - él de riguroso traje azúl marino; ella, de conjunto blanco y negro estilo Cocó Chanel - no presta atención a la turista de blusa ligera y al rubio de bermuda y ojota verde que salpican con sus fogonazos cada instante de su oración al Jesús de aquel domingo en Jerusalén.
En esta Almudena consagrada por Juan Pablo II se siente este mediodía dominguero la esencia de esta Madrid cristiana. Hoy sus gargantas entonan con unción sacramental el "bendito el que viene en nombre del señor" como cuando, después de cenar con Lázaro y sus hermanas María y Marta, Jesús entrara al lomo del borrico en la ciudad de David y Salomón.
Hay religiosidad católica en cada centímetro cuadrado de esos 102 metros de largo de la imponente catedral. Hay presencia de Escribá de Bálaguer, de San Isidro Labrador, de ángeles y arcángeles que cantan el eterno "Santo, Santo, Santo", que retumba en sus altos muros y en sus imponentes columnas escapando hacia el cielo azul bañado de sol de este domingo primaveral madrileño a través de sus altos y coloridos vitrales. Sí, hoy La Almudena de los reyes españoles es como de esas escenas de cine que asombra hasta al más pintado.
En sus entrañas ha comenzado el ritual de la Semana Santa.