Detrás de la puerta, esto

Detrás de la puerta, esto
Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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sábado, 12 de febrero de 2011

Tílburi

El carro tipo Tílburi siempre me llamó la atención. No sé por qué. Quizás por la descripción de Doyle en sus novelas policiales o, tal vez, por los carumbés de Villarrica a los que subía de polizón y que de un zurriagazo el cochero me hacía bajar.
Se trata de un transporte de dos ruedas inventado por un inglés de apellido Tilbury. En el diccionario de la Real Academia Española se lo describe como un vehículo de dos ruedas grandes, ligero y sin cubiertas. En las fotos antiguas, en cambio, se lo ve que también tiene una capota, quita y pone. Es para dos personas y tirado por un caballo ("caballería", define la RAE, palabra que en Paraguay no usamos para referirnos al animal sino a una tropa de jinetes, sobre todo militares).
También tiene cierto parecido con el Calesa.
Para mi imaginario, el transporte aristocrático de la segunda mitad del siglo XIX y primeras dos décadas del XX era el Tílburi,comparable a lo que hoy sería el coche deportivo para dos personas, el "antisuegra", como le decíamos por la década de 1970, tiempos en que los novios no salíamos sólos sino con el riguroso acompañamiento de la madre de la novia o de una "Tomasita" de plena confianza de esta.
El Tílburi es un tipo de carruaje, de los varios: Americana, Berlina, diligencia, Landó, Simón, etc. Era el transporte ligero del médico, el comerciante, la madame, de los jóvenes, incluso de las jovencitas, por excelencia.
Elisa Alicia Lynch importó de Europa este y otros modelos de carro. Hizo lo propio Venancio López, hermano de Francisco Solano, para sus "trajines diarios en los días lluviosos y de mucho sol", escribió a un amigo en Buenos Aires, cuenta Arturo Bray.
En tiempos del coronel Albino Jara, los primeros 11 años del siglo XX, Asunción tenía muchos tílburis en sus calles que, según Jaegli ("Albino Jara, un varón meteórico"), algunos andaban "a trote cancino" y que sus caballos no eran precisamente fogosos. Los asuncenos pudientes se movilizaban en estos carruajes, explica.
Por aquel tiempo, relata Bray, en Asunción había una sola peinadora de oficio, Mariquita, que atendía "a las damas de alto coturno" a domicilio. Andaba de aquí para allá abordo de su Tílburi, "famoso en las calles asuncenas".
Este carro era generalmente de color negro y lustroso, como la mayoría de los carruajes de la época. Para andar a la noche, que no era muy frecuente en Asunción, contaba con uno o dos faroles a querosén. Una novela de Pío Baroja, "Las noches del Buen Retiro", describe un viaje nocturno en Tílburi.
Antiguas crónicas refieren que en noches lunadas de verano, los jóvenes aristócratas villarriqueños acostumbraban pasear en Tílburi entre la catedral y la plaza de Yvaroty, extremos de la ciudad. Hoy hacen lo mismo en motos y coches de altos cilindrajes en el trayendo denominado popularmente "Bobódromo".
Afines de 2010 estuve en Mbuyapey, a unos 200 kilómetros de Asunción, donde observé el carro tipo Tílburi de la familia Ayala, con el que, de niño, se paseaba Eligio Ayala - luego presidente de la República - en compañía de su madre. Una foto de este carro publiqué en Facebook.
En algunas ciudades, como Miami y Sevilla, hay carruajes tirados por enérgicos potros para pasear a los turistas. A ver si algún empresario entusiasta y creativo pone una flota de estos, sobre todo tílburis, para paseos en, por ejemplo, el parque Ñu Guasú.