Detrás de la puerta, esto

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Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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jueves, 13 de diciembre de 2007

Volver al algodón

En tiempos del gobierno de Francisco Solano López el Paraguay tenía una de las mejores producciones algodoneras de América del Sur. Michael Mulhall era el corresponsal en Buenos Aires del diario "The Standard" de Liverpool. En diciembre de 1863 había visitado Asunción para observar la producción del textil; luego, en una de sus crónicas escribiría: "veo algodón a cada paso". Esa materia prima paraguaya llegaba a las hilanderías de Inglaterra.
Durante la guerra contra la Triple Alianza, en 1867, López premiaba a los mejores productores de algodón de Paraguay. El premio instituía desde su cuartel en Paso Pucú. El general López tenía clara en qué rubro estaba depositada la suerte económica del país.
Entre los años 1920 y 1935 el Paraguay vivió un tiempo de oro en la explotación algodonera; con decir que con el algodón se llegaron a cubrir los grandes déficits fiscales acarreados por las constantes revoluciones y hasta por la guerra de tres años contra Bolivia.
Durante la administración de Alfredo Stroessner, especialmente en los años en que el Ministerio de Agricultura y Ganadería tuvo por cabeza al ingeniero agrónomo Hernando Bertoni, se puede decir que el algodón paraguayo llegó a su más alta cumbre. Los resultados científicos encarados por los profesionales paraguayos de dicha cartera de Estado ya son lejendarias. Las añoradas variedades Reba B-50 y la Reba P-279, salidas de la Dirección de Investigación y Extensión Agropecuaria y Forestal del ministerio mencionado, han permitido la tranquilidad económica de más de 130.000 familias campesinas.
Al salir Stroessner el algodón comenzó a decaer en el Paraguay. Muy pronto dejamos de producir nuestras valiosas semillas rigurosamente seleccionadas. Se prefirió la foránea que en menos de tres temporadas hizo perder mercados externos a los desmotadores nacionales. Hubo un precipitado abandono de la siembra, se cerraron varias industrias desmotadoras, creció el índice de desocupación en el campo, aparecieron las deudas impagas, los embargos pasaron a ser costumbres y se iniciaba el largo éxodo de campesinos hacia la Capital, primero y; al exterior, después.
Los investigadores del Ministerio de Agricultura y Ganadería también tuvieron que irse; las costosas infraestructuras utilizadas por la ciencia para el algodón fueron abandonadas. Los bancos privados sintieron los efectos de la recesión empujada por la producción disminuída y muchos quebraron y con aquellos, otras pequeñas, medianas y hasta grandes empresas. El efecto dominó comenzaba su apocalíptica carrera.
Ahora, a pocos meses de tener nuevas autoridades en Paraguay, bien vale volver a poner como eje para la recuperación económica paraguaya la vuelta al algodón. Comenzar de cero, pero empezar y con firmeza y decisión incorruptible. Nuestra nación no pretenda fabricar, por ahora al menos, piezas para transbordadores o automóviles de competición. No, ese no es el camino para que vuelva a generar riqueza. Debe mirar al campo y, en especial, al algodón. Debe trabajar su rica tierra. Debe volver a ser, alguna vez, uno de los mejores productores de algodón en el mundo. Esto también ayudará a que los emigrantes paraguayos volvamos a nuestro país y encontrarnos con una oportunidad de trabajo. La reactivación algodonera puede ser una respuesta oportuna a tanta desesperanza.