Detrás de la puerta, esto

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Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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lunes, 19 de octubre de 2009

Naranjas asuncenas

Un refrán decía que no se ha de exprimir tanto la naranja que amargue el zumo. No sé si esta frase se habrá utilizado o no para que las plantas de cítricos desaparecieran de las calles asuncenas. En verdad, esta especie sufrió en diversos periodos los efectos de los hachazos y machetazos de las autoridades de turno. Sin embargo, debemos reconocer el esfuerzo de la intendenta Evanhy de Gallegos por retornarlas a nuestras calles.
Todas las ciudades tiene un olor, al menos para mi. Buenos Aires me huele a café y salsas; Taipei, a cloaca (disculpen mis amigos chinos) y; Asunción, a azahares, no tanto por el aroma propiamente dicho sino por la guarania "Canto al Paraguay, de Heriberto José Altimier, un médico argentino, en la parte que dice "tus naranjos y tus flores los recuerdos sin igual".
Gaspar Rodríguez de Francia fue el primer verdugo de los naranjos asuncenos. Mando cortar todos aquellos que entorpecían, al igual que las casas, para enderezar las calles. No quizo saber nada. Y conste que frente a la Casa del Gobernador, donde residía, había una planta de naranja que a más de darle frutas le servía para que, a su sombra, se fusilaran a sus enemigos, cosa que le producía un extraño placer.
Hasta por la década de 1960, las calles asuncenas estaban llenas de estas plantas reventadas de frutas y de aromas de azahares. Eran preferentemente de las llamadas "naranja hai", a las que el artista luqueño Bernardo Galeano compuso una música, con ese nombre.
Habían zonas identificadas con la fruta, como "Naranja ty", entre las actuales avenidas Fernando de la Mora, Choferes del Chaco y Eusebio Ayala. Vestigio de aquella abundancia cítrica es la calle "Naranjales" en el barrio San Pablo, de Asunción, nombre adoptado por ordenanza municipal en 1981.
Augusto Roa Bastos gustaba mencionar a la naranja en sus obras. incluso su primer trabajo se llamó "El naranjal ardiente" que no se publicó sino muchos años después de haber terminado de escribir. Algunas de sus frases evocando al cítrico dicen, por ejemplo, "que alzan en meridianos de luz los naranjales", "bajo un sol de verano con naranjas de amor", "hermano de oprimidos naranjales", "de estos altos naranjos atajados por la muerte", etc, mencionadas sobre todo en poesías varias.
Concepción Leyes de Cháves en su obra "Tava´i" también dedica espacios a los cítricos: "sin más árboles que las chilcas y las naranjas plantadas por los jesuítas", "plantas de limón y naranjas en las casas", "espina de naranjo para hilvanar ropa", etc, con los que va pintando las costumbres en un pueblo paraguayo.
Desde hace un par de décadas, en el sur del país se producen las naranjas más ricas de la región y que bajo la conocida marca "Frutika" llega al mercado nacional y extranjero convertidos en jugos (zumo le dicen los españoles) higiénica, atractiva y estéticamente envasados.
En el año 2008, la intendencia municipal de Asunción volvió a colocar plantas sobre la calle Benjamín Constant con la intención de cubrir otras calles. Parece, cosa de no asombrarse, que la idea se esfumó; al menos no se dió a conocer nada sobre el particular.
Bueno, no insistiré mucho en esto, no sea, como dice el refrán, que se amargue el jugo.