Detrás de la puerta, esto

Detrás de la puerta, esto
Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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miércoles, 20 de julio de 2011

Viejo ridículo

Uno llega a determinada edad en que corre el riesgo de ser acusado de anticuado hasta de ridículo. Creo que le pasa a todo el mundo. A mi también. De repente todavía seguimos vistiendo aquella camisa Christian Dior de 1985, de esa que habíamos comprado de alguna tienda famosa de Buenos Aires, Nueva York y Madrid en viajes de juventud. Sin percatarnos pasaron casi 30 años.

Y ahí sigue, impasible, en el guardarropas, cubierto con un plástico blanco y que, hasta ahora, lo sacamos de vez en vez para lucirla en alguna boda de familiares o amigos. Delata su extemporaneidad los gemelos, el apreta corbata y el chaleco que son modas superadas aquí y en cualquier parte del mundo.

Lo único que nos faltaría es calzarnos las polainas para que terminemos siendo el hazmerreir de la gente.

De todas maneras, las nuevas generaciones no son muy dadas que digamos a tolerar la "vejentud" de los mayores.

Vean lo que dijo el periodista Juan Ramón Iborra en su libro "Confesiones, segunda parte" de Mario Vargas Llosa: "Podría comenzar esta entrevista con un repaso a su figura de escritor de primera, de político raro, de galán decimonónico..."

Galán decimonónico. Hombre que galantea a una mujer pero como en el siglo XIX. No puedo creer. Me resisto a aceptar que Iborra lo trate de viejazo. Y que conste, que este "galán decimonónico" es hoy el Premio Nobel de Literatura.

Por eso es lo que dice la RAE cuando define la palabra: perteneciente o relativo al siglo XIX y, como segunda acepción, "anticuado, pasado de modo". Así que ya sabe, cuando digan de usted que es un decimonónico, no es que quieran contar que usted es tan sano que duerme hoy diez veces más que antes, ni que es diez veces más atractivo, ni que diez veces más tendrá suerte en la vida. No. Le están diciendo que es un viejo anticuado.

Un amigo mío, currutaco, que ya andará por cerca de los setenta años, suele pasear en su Mercedes, super sport, descapotable de los años 70 ¿Es ridículo por andar paseandose con los pocos cabellos que le quedan revoloteando al viendo? Ya habrá quién diga de él que es otro "galán decimonónico".

Si uno quiere usar polainas, manejar un coche modelo 1928, usar sombrero panamá o llamar "plaza" al mercado, pasa a ser un ridículo, porque no sube al carro de la moda, porque es un desatento con la movida provocada por los modistos.

Sin embargo, de que se lo trate de ridículo no mueve ni un pelo al adulto. La vida le enseñó, después de mucho, a tolerar lo que digan los demás, a contemplar, y esos logros son, de verdad, generadores de paz a cada instante en este tramo final de la vida.


(Foto: Fotolia.com)

Registro Oficial

El Bicentenario de Paraguay permitió la publicación de muchos libros sobre nuestro país. Los escritores, editores, libreros y, sobre todo, el gobierno, tiraron la casa por la ventana. Eso está bien. Me sirvió para juntar toda la producción posible que vio la luz, sobre todo aquellos publicados en los diarios. Mi hemeroteca agradecida.

Desde luego, y esto es un poco como la basura que preferimos guardar bajo la alfombra, también algunos artículos francamente no eran completos como espera cualquier lector que guste de la investigación histórica. De todas maneras bien valió el esfuerzo.

A lo largo de este tropel de materiales sobre la historia paraguaya no encontré interés hacia el Registro Oficial (RO), el corazón de la historia paraguaya. Y que conste que está disponible en la Imprenta Nacional donde se imprimía en papel desde mil ochocientos setenta y pico.

El Registro Oficial hubiera ayudado a muchos historiadores que publicaron sus trabajos este año a presentarlos completitos.

Yo tengo algunos volúmenes del RO y les puedo garantizar que es, en verdad, sumamente útil para quién escriba con seriedad sobre la historia paraguaya.

Supongo que los nuevos investigadores obvian esta fuente porque 1)- No saben donde encontrarla y/ó 2)- Trabajar el RO demanda mucha paciencia y capacidad de clasificación de los decretos y leyes que guardan sus voluminosas unidades.

No hay nada más agradable que, sentado junto al buró, se empiece a escribir en base a los datos identificados y clasificados. Esa sensación siempre me produce cuando mis apuntes del RO están a mi alcance cuando algo sobre la historia paraguaya me dispongo a escribir.

En el RO está todo - política, educación, salud, vivienda, deportes, modas, hasta lo más insólito - pero para encontrar los materiales hay que investigarlo con ganas, sin apuros, como cuando se disfruta de un buen puro o de un buen vino en la quietud de la biblioteca de casa.

Alguna vez las universidades darán mayor importancia al RO, incluso la Academia Nacional de la Historia. Alguna vez...

(Foto: Fotolia.com)