Detrás de la puerta, esto

Detrás de la puerta, esto
Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

Temas disponibles en este blog

sábado, 25 de julio de 2009

Aprender a morir

Ustedes sabrán que Lucio Hanneo Séneca era romano. Había nacido en Córdoba, Hispania, territorio del imperio romano que luego sería de España. Él decía que necesitamos la vida entera para aprender a vivir "y también - cosa sorprendente - para aprender a morir".
Su frase siempre tengo en cuenta - más aún desde que estuve en esa Córdoba que luego se barnizaría de árabe - cuando visito la tumba de famosos que, si vivieran, acaso nunca yo habría estado cerca de ellos.
Cuando, en 1989, visité la tumba de Marilyn Monroe, en Hollywood, pensé que ella murió porque nunca se preocupó - y vaya que estuvo ocupada para ocuparse de esto - por aprender a morir. Todas las flores que rodean su panteón no son suficientes para que volviera a la vida, de la que estuvo enamorada hasta que entró en el vórtice de su desaliento.
¿Aprendió a morir Pio Barojas, que abandonó la profesión de médico para dedicarse a la literatura? Fui varias veces junto a su tumba en el cementerio de La Almudena, en Madrid, a pensar sobre si, no sólo él, sino todos, estamos preparados para la muerte.
En el mismo cementerio, me pregunté junto al panteón de Lola Flores si ella pensaba en su mejor momento artístico si alguna vez sus restos estarían en un ataúd del cementerio madrileño.
Lo mismo pienso cuando visito la tumba de mis padres, de Elisa Lynch, de los grandes nombres paraguayos, de esos silentes pensionistas de la eternidad, como escribiera Roa Bastos y de los que ya forma parte.
La maldad se hace de un buen espacio en la humanidad porque esta no llega a aceptar que cada una de sus células, la individualidad, morirá alguna vez. Adolfo Hitler, Jack, El Destripador, Calígula, Stroessner y millones como ellos, hicieron lo que hicieron porque habrán pensado que jamás morirían. Morir enseña a vivir decentemente. Y la decencia conduce en vida a la armonía, a la paz.
Saber que vamos a morir es como poner un paño frio sobre nuestros excesos. Tantas barbaridades se hacen todos los días porque, pienso, creemos que somos inmorales. "No lo entendería nunca tal vez, escribió Roa Bastos en "Madama Sui", salvo en el relámpago final que precede a la muerte; ese relámpago que lo revela todo, cuando ya nada tiene sentido para el que muere".
Aprender a vivir aprendiendo a morir.


Mujeres olvidadas

En junio pasado, la socióloga paraguaya Marilyn Godoy fue entrevistada por el diario Abc Color, a propósito de la publicación de su libro "Una audiencia postergada", sobre Elisa Alicia Lynch. En el artículo periodístico se menciona a otras mujeres alentándome ampliar nombres y otros detalles que tengo en mis apuntes.
Godoy se refirió a Juliana Insfrán, Laura Haedo, Gabriela Spanding, Marcelina Godoy y Francisca Peña, mujeres paraguayas contemporáneas de Elisa en Asunción.
Para quienes leen este artículo en el exterior y que no saben quién fue Elisa Alicia Lynch, le diré brevemente que fue una irlandesa que por los primeros años de la década de 1850 conoció a Francisco Solano López, un general de 28 años de edad, en París y, desde entonces, llevaría una vida en común con él hasta la muerte de éste, el 1 de marzo de 1870, en las cordilleras del Amambay, al norte de Paraguay, acontecimiento que marcó el final de los cinco años de la Guerra contra la Triple Alianza.
La Juliana Insfrán de la que Godoy se refiere fue sobrina de Carlos Antonio López, prima de Francisco Solano, niña a quién Elisa enseñó a ejecutar el piano. Fue una de sus amigas íntimas. Juliana se casaría luego con el coronel Martínez. Acompañó a Lynch en la guerra. Acusada por traición a la patria, fue fusilada.
Otras mujeres que estuvieron en el primer anillo de la pareja de Francisco Solano fueron, entre otras, María del Socorro Palacios, Mauricia Acosta, Isidora Díaz (hermana del general José Eduvigis Díaz), Nicolasa Sánchez, Ramona Martínez que han estado con ella como ayudantes con grado militar.
María del Socorro Palacios era de San Ignacio, Misiones a donde retornó desde Cerro Corá en carreta, tras ayudar a Lynch a sepultar los restos de López y de su hijo, el coronel Francisco López.
El 9 de diciembre de 1872, María del Socorro se casó con el correntino Guillermo González. Antes, en 1870, tuvo un hijo - Waldino Palacios - del general Bernardino Caballero.
Ramona Martínez fue una mujer llena de coraje y patriotismo. Fue la Juana de Arco de la batalla de Lomas Valentinas. Peleó como una gladiadora a cada soldado a su paso y sobrevivió.
Estas mujeres son escasamente conocidas, no así Pancha Garmendia, Juanita Pesoa, Inocencia López de Barrios, Rafaéla López y Carmelita Cordal (una mujer a quién pretendia Francisco Solano pero sin corresponderle).
Los nombres de mujeres vinculadas a Elisa Alicia Lynch son varios pero los historiadores negaron espacios a esas paraguayas, por bellas que fueran como dicen que fue Carmelita o; valientes al extremo del heroísmo, como Ramona Martínez.