Detrás de la puerta, esto

Detrás de la puerta, esto
Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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martes, 14 de julio de 2009

Postres paraguayos

Cuando frecuentaba a la hora del almuerzo la cantina del diario Crónica, de donde me retiré en junio de este año, propuse a la administradora del bar que añadiera postres al menú del día. Preparaba budines, arroz con leche y otras delicias. Días después de iniciado, suspendió los postres. Me comentó que no vendía, no porque eran caros ni porque, mucho menos, eran ricos, sino porque la cincuentena de clientes diarios no acostumbran añadir el postre a la comida.
El paraguayo clase media para abajo, que es la mayoría de la población nacional, no recurre al postre como parte de su almuerzo diario.
En mi niñez, recuerdo que mi madre era de preparar idefectiblemente la mazamorra, el quibebé o el arroz con leche.
En la casa de mi abuela Dolores, en Buena Vista, disfrutaba de su miel negra con queso, o miel negra con mandioca ¡Un regalo para el paladar! después de las albóndigas que llenaba en mi plato, del puchero o de los tallarines dominicales.
Pero el promedio de las familias paraguayas no apelan al postre como complemento del alimento del mediodía. "Mi choza es limpia, mi comida austera", escribió Augusto Roa Bastos en su poema "Buscando olvido".
En este sentido diría que en Paraguay se produce desde los albores del coloniaje un dulce de leche con mani (cacahuete) y azúcar al que los paraguayos llaman "dulce de mani cu´i", o "ka´i ladrillo" (ladrillo del mono, por su parecido a un pequeño ladrillo). En el recreo, en la escuela de Villarrica, era un disfrute celestial comer un ka´i ladrillo dentro de un pancito.
Este dulce de leche y mani es un sabroso postre desaprovechado en las mesas paraguayas.
En la Asunción de los inicios de la independencia la chipa y los dulces de leche, de guayaba y de cáscaras del apepú (naranja agria), el famoso "kosereva", eran partes ineludibles de los almuerzos de las familias de la capital.
Por mediados del siglo XIX, Elisa Lynch preparaba a Francisco Solano López un apetitoso budín de naranja, sabiendo de su glotonería. Juana Carrillo, madre de Francisco, conociendo que los asuncenos de su época eranbuenos consumidores de dulces, tomó el monopolio de la producción de, destaca Guido Rodríguez Alcalá en "El peluquero francés".
Silvestre Aveiro cuenta en "Memorias militares" que a francisco Solano López se iba matar en el norte con unos dulces envenenados preparados por su madre en el marco de una conspiración abortada a tiempo por el mariscal.
En otro artículo publicado en este blog me referí a la "torrija" española, un pan bañado en leche y azucar y puesto a fritar en aceite, como a una milanesa. Algunos ibéricos le llaman "el postre de los pobres".
En Buenos Aires el postre popular es el dulce de batata con queso al que llaman "vigilante".
En Paraguay son varios los que pueden ser el "postre de los pobres", por su descomplicada receta sobre todo, como la mazamorra,el quibebé o el arroz con leche. Y por ahí cerca debe estar el sabroso "k´i ladrillo".


La misteriosa mano de la foto en el Orkut


Mónica, mi hija, alzó en su Orkut una buena partida de fotos familiares. Varias son de cuando ella era niña. Cuando mi fijé me causó mucha gracia varias de ellas y, debo reconocer, mucha nostalgia. Una de la tanda de fotos corresponde a una visita que hicimos en familia, hace muchos años, al cementerio de Villarrica donde están los restos de Justo Pastor Martínez, mi papá.
Esta foto yo la había tomado junto a la tumba de papá. Era un día domingo, coincidente con el aniversario de su muerte, que se produjo el 15 de julio de 1954.
A esta foto alzada al Orkut de Moni, David, su hermano mayor, añadió un comentario que dice "si mirás bien la foto vas a ver que abuelo hace al pelo al lado de tu pié". No le di importancia.
Comentando la tanda de fotos de Moni, David me preguntó si vi la mano de su abuelo, como emergiendo por detrás de un nichito que está sobre tu tumba. Me reí, volví a no darle importancia. "Es que es una mano con el pulgar arriba", me insiste. En medio de mi trabajo le pido que me muestre. Me mostró. Y noto para mi sorpresa que, efectivamente, una especie de mano aparece con el pulgar hacia arriba.
Me causó mucha gracia seguida de una formidable confusión.
Me recuerda la anécdota que mamá, quién aparece también en la referida foto (ella murió en agosto de 1999), contaba sobre una de sus visitas diarias a la tumba de papá en aquellos días de julio de 1954. Siempre nos contaba que ella escuchó la voz de papá, "claramente", cuando ella estaba, sola, junto a la nueva tumba en una de sus visitas. Ella se asustó y no volvió por varias semanas al cementerio.
Tal experiencia yo no tuve jamás.
Me decían, de pequeño, que cuando rugían las casuarinas de los fondos del cementerio, la gente abandonaba a sus muertos y se marchaban de allí antes que se produjeran "cosas extrañas" que anoto en la agenda de los miedos.
Hay fotos, volviendo a la del Orkut de Moni, que de repente hace que los que no estaban aparecieran. La hago simple: aparecen fantasmas. De estos casos hay miles.
¿Y si la mano que aparece en la foto (en círculo) sea efectivamente del abuelo Justo como respondiendo desde el más allá su alegría por la visita de los suyos? Sabiéndo, por mamá, que papá era capaz de dar sorpresas, no dudo que esta sea una más de él ...