Detrás de la puerta, esto

Detrás de la puerta, esto
Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

Temas disponibles en este blog

viernes, 3 de julio de 2009

¿Primero el sexo en el amor?

Es interesante la seguidilla de respuestas que mis amigos me hacen llegar a mi correo sobre el amor asomado a través de Internet. Yo agradezco a todos la preocupación de hacerme llegar sus respectivas opiniones y comprendo la timidez de la mayoría por la que no me dejan esas respuestas en el mismo blog donde dice "comentario". No importa. Lo importante es la opinión que surge a partir de un artículo que, de todos modos, es un punto de vista.
Víctor, de quién poco he sabido en estos últimos meses, me dice desde Madrid que la vida pasa muy pronto y que casi no hay tiempo para flicteos y, por lo tanto, prefiere el sexo inmediato con la persona con quién se relaciona a cuentas pasionales a través de Internet.
María Teresa, me dice desde Asunción, que prefiere una previa de ablandes para llegar posteriormente al sexo fuerte y duro.
Malena, desde Villarrica ("soy gua´i ñe´e kare, pava lata", se autodefine) opina que ni lo uno ni lo otro sino que, dependiendo de las circunstancias, una relación iniciada demorará un poco más o un poco menos para llegar al sexo.
En fin, agradezco también - de paso - los comentarios de Estefana, desde Málaga y doble agradecimiento a Marisa, desde Barcelona, por haberse animado a poner el suyo en el mismo blog.
No sé si mi opinión, en esta segunda vuelta sobre el mismo tema, deba ser importante. Por si haya quién no leyó el anterior yo repito que en esto de buscarse amores por Internet nos lleva a situaciones en las que muchos quieren el sexo de entrada y de salida, en el génesis y en el apocalípsis, arriba como abajo, sexo y sexo y ya está.
Yo creo que no debe ser así. Creo, reitero, que por los medios que fueren los relacionamientos, el sexo debe ser la consecuencia y no la causa. Debe ser una feliz consecuencia, sobre todo si se busca una relación posterior a la intimidad y que, probablemente, sea la mejor en la pareja.
De lo contrario no es relación de pareja, sino unas canas al aire; una manera de sacarse de encima tantos deseos acumulados. La pareja es otra cosa mucho más placentera que dos horas de sacudidas en la cama, acaso entre dos personas que ni saben donde vive la otra con quién está intimando.
Subrayo esto de la búsqueda de parejas por Internet porque pareciera que peligrosamente los tantos se mezclan; es decir, deseos de una mera y momentánea búsqueda sexual o una verdadera relación de pareja.
Creo que hay casos en que algunos empiezan con el sexo y se llevan muy bien por mucho tiempo, acaso hasta la muerte. Pero, creo igualmente que la mayoría de las relaciones que comienzan en la cama termina por agradecerse haberse conocido y si te he visto no me acuerdo.
Sigan poniendome sus puntos de vista. Esto se pone interesante.

Sabiduría

En 1959 hice mi primer grado en la escuela Santa Librada, de Villarrica. Como todo niño, mi primer día fue un festival de llantos por lo que mi hermana Chingola tuvo que quedarse durante toda la jornada escolar para mi tranquilidad. Desde el segundo día, felizmente, para mí aquello fue un placer; ya no necesitaba que mi hermana mayor me acompañara.
Aquella rápida adaptación a mi maestra, mis compañeritos de clase, a toda la escuela, fue mi primera enseñanza académica. Fue mi primer aprendizaje.
Me fascinaba, al volver de la escuela, escribir en el suelo lo que aprendí. Me sentía lleno de aire fresco al mostrar a mi madre de cómo es el número uno, cómo es la letra a, como se deletrea m a, ma, m á, ma, mamá, todo escrito con un palillo en el suelo, a falta de papeles y por abundancia de pobreza.
Recuerdo que me sentía incómodo al llegar al viernes, porque el sábado y el domingo no me iría a la escuela no sólo para aprender, sino para jugar, estar con los míos del mismo grado. No olvidaré la penumbra del invierno en la que nuestra maestra, cuyo nombre con el tiempo se me escapó, nos enseñaba. Y las rendijas de ventanas y puertas por donde se filtraba el frío que soplaba en nuestros pies descalzos. Y recuerdo las tortillas de harina que hacía la maestra para venderlas y juntar el dinero que siempre falta a la escuela pobre. Aquellas tortillitas eran un manjar, dicho sea de paso.
Aprender en esa maraña de limitaciones me resultaba entretenido. En casa, después de tantos atropellos de revolucionarios hambrientos de sangre, quedó nada. Ni hablar de libros. Aprendimos lo que debíamos aprender de la mano de la maestra y ese acceso al conocimiento me hacía bien, porque también me permitía charlar con Mamuchi, Nene y Yiyo González Agüero, mis amiguitos y vecinos. Lo recuerdo claramente.
Entonces, saber me resultaba una delicia.
Y si es una delicia, no entiendo aún por qué Augusto Roa Bastos dice, dos veces, en “Madama Sui” que la sabiduría es dolor entendiendo que el dolor es una sensación molesta y aflictiva.
Saber produce, creo, la sensación del aire fresco en el rostro, en medio de calenturientas ignorancias, las mismas que nos tienen de esclavos y; las que inspiraron la frase de Jesús: Sólo la verdad os hará libres. La verdad como el conocimiento y; libres, de la ignorancia.
La ignorancia no mata pero maltrata dice una frase en guaraní. Entonces, contrario al pensamiento de Roa Bastos, creo que nuestros dolores están en nuestra ignorancia, aunque para muchos el desconocimiento es un alcahuetero (“ojos que no ven…”) permanente, del cual se esclaviza.
No entiendo muy bien eso de que para acceder a la belleza a la sabiduría tengamos que pasar por la prueba de la desdicha.
Muchos se resisten a conocer convirtiéndose en refractarios a la verdad y, por tanto, en conductores del error y de la injusticia y así, seculá seculorum, por mayoría de votos, rige la sociedad ignorante acostumbrada a las limitaciones, los anti valores, a las decadencias.
Si muchos se resisten a conocer acaso sean más los que se niegan a saber. Recordemos que el conocimiento llega y; la sabiduría, queda. Y esa legión de adormilados hacen la comunidad dormida. Por eso se tiene una administración política como la que se tiene, por eso la buena salud de la mediocridad, nuestras conductas en la casa, con la pareja, con los hijos, con los amigos. Todo, por ignorancia.
Entonces vale reconocer el esfuerzo de la masonería que tiene por principal enemigo al tavycerio de generaciones. Así, el cinismo, uno de los hijos pródigos de la ignorancia, pasa por sabiduría en aquellos círculos agitados, como el nuestro.
Saber no duele, me arriesgo a afirmar sin temor a equívocos frente a lo que sostiene el escritor compatriota. A mi, personalmente, nunca me dolió. Al contrario. Cada día aprendo eso nuevo que hay en las pequeñas cosas del entorno y que me producen un py´a rory (alegría) indescriptible cuya particularidad es el de buscar más sobre las cosas que hacen a esa sabiduría. Provoca una sensación de contemplación constante. Y con semejante sensación sentimos la felicidad, también constante. Saber nos vuelven ingentes; ignorar, liendres.
Para llegar a ese estado, al de la sabiduría, solo falta activar la voluntad de aprender, de atrapar la enseñanza para bien de uno y de los demás. Todo para que seamos felices, para no dejarnos llevar por el egoísmo, la envidia, el rencor, la deslealtad, el desamor. A propósito, el amor es la sabiduría en acción.
Saber no es doloroso ¡Qué esperanza! ¡Vaya placer el de escribir en el suelo de nuestras voluntades lo que hemos aprendido hoy y, si fuera posible, aplicado de inmediato! Si todos nos adaptáramos al deseo de aprender y actuáramos en consecuencia el país sería otro, más benigno, de riqueza pura, de mútuos entendimientos.