Detrás de la puerta, esto

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Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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viernes, 18 de septiembre de 2009

¿Quiere saber qué pasa en Paraguay?, lea diarios extranjeros

¿Ustedes me creerían que en Paraguay hay gente que para saber qué pasa en Paraguay recurre a los medios periodísticos del exterior? Y me dirán que sí, que puede haber porque Internet, los teléfonos celulares, el servicio satelital todo, así lo permiten. Pero, no es por eso.
Hoy fui a mi médico, un osteópata francés. Tras la atención médica nos dimos el gusto de charlar unos minutos sobre el periodismo paraguayo; todo, porque él estaba escuchando una preciosa música clásica. "Yo no escucho las noticias por la radio ni leo los diarios", me dijo, para añadir algo que me resultó nuevo, hasta insólito: que para saber sobre Paraguay (está radicado aquí desde hace más de 20 años) entra en Internet y lee los diarios extranjeros, como "El Mercurio" de Chile, por ejemplo.
Y justificó:
En el periodismo paraguayo hay demasiada maldad, mucha rabia. "Nunca vi una prensa tan destructiva y manipuladora".
Conociendo el manejo de la comunicación por parte de los dueños de medios y de los periodistas, el médico decidió cortar por lo sano: no lee diarios paraguayos, no escucha radios paraguayas ni ve televisión nacional. Escucha buena música clásica y recurre a los diarios extranjeros para ver qué pasa en nuestro país.
"Yo no creo nada de lo que dicen los periodistas paraguayos; en el mejor de los casos creo hasta la mitad, porque manipula mucho la noticia. Nos cuentan como quieren", se quejó, sabiendo que yo soy periodista.
¿Importa esta reacción al dueño de un poderoso diario, al de la radio más escuchada o a los propietarios del canal con mayor audiencia la decisión de esta persona? Han pasado 20 años del derrocamiento del dictador Stroessner. Ya no podemos decir los periodistas y dueños de medios que la prensa no puede ser mejor porque hay una férrea intervención estatal en el periodismo nacional.
No.
Los comunicadores fuimos llevados contra las cuerdas por el público porque a 20 años de libertad de prensa los hicimos papa, los fumamos en pipa. Pero no sólo los periodistas, también Humberto Rubín, Aldo Zuccolillo, Los Vierci, los mejicanos dueños de Canal 9.
No estoy en plan de francotirador.
Debemos reconocer nuestra chambonada para que el público nos retire, en masa, su confianza. No creen en lo que hacemos desde la prensa. Y esto es un problema excesivamente grave que debemos revertir.
Son contados con los dedos de las manos los verdaderos periodistas; me refiero a los que se preocupan en saber donde queda la provincia de Andalucia, España, donde están radicados al menos 30.000 paraguayos; el que hable y lea inglés; a los que saben las verdaderas causas de nuestra independencia política de Paraguay; los que pueden explicar por qué se dejó de producir algodón en el país; los que leyeron y entendieron "La República" de Platón y; los que se llevan bien con el sujeto, el verbo y el predicado.
La mayoría de los periodistas paraguayos somos muy ignorantes.
Cuando todos los de esta profesión debíamos de haber leído y releído de cabo a rabo las obras completas de Roa Bastos; "El Quijote", de Cervantes; a los pocos historiadores que escribieron un poco de la historia paraguaya; algunos textos sobre castellano y gramática; la Biblia (somos un país cristiano); algunas obras universales como "La Celestina" de Fernando de Rojas; "La vida es sueño" de Pedro Calderón de la Barca; "El Principito", de Antoine de Saint-Exupéry, por mencionar unas pocas obras elementales, no son sino poquísimos los que los tienen en sus bibliotecas después de leerlos detenidamente.
Leerlos para tener entendimiento, cuando, en realidad, la prensa necesita no sólo del que entiende sino del que sabe y porque sabe orienta. Nuestro país necesita de la gente que sabe, necesita de líderes pero, así las cosas, seguirá conformándose con caudillejos de medio pelo y del color que fueren.
La limitación académica de la mayoría de los periodistas es una falta grave para el periodismo paraguayo y esta deficiencia no se compadece para nada con la libertad de prensa que existe desde que se fue el dictador.
Entonces, por manipulación y por ignorancia (aquella por causa de esta) la gente comienza a dejarnos solos. Y una prensa muere cuando no hay quién lea, escuche o vea el servicio que hacemos. La mayoría de quiénes estamos en el oficio de comunicar hemos hecho muy mal nuestros deberes después de la censura stronista. Una consecuencia de esa falta de rigor es que, por ejemplo, alguien, en Paraguay, lea los diarios extranjeros cada vez que quiera saber qué pasa en Paraguay.