Detrás de la puerta, esto

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Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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sábado, 2 de enero de 2010

Los tesoros enterrados de López

Decía doña Josefina Plá que en Paraguay la platería no era lujo, “sino una necesidad”, refiriéndose a la sociedad posterior a la independencia. Junto a la plata, el oro formaba parte de los bienes, incluso de los hombres más pobres, que los lucían sobre todo en sus aperos y arreames. Así, las historias sobre tesoros enterrados (plata yvyguy) de la nación se dividen en las reales y fantasiosas. Procuraremos concentrarnos en las historias reales.

Hasta los más pobres de Paraguay tenía joyas, escribió el inglés William Barret; “el país estaba lleno de ellas”, afirma en “Una amazona”, su libro. Cuando comenzó la “Guerra Guasu”, López salió de Asunción con todo el oro del Estado. El 8 de junio de 1865, el Mariscal asume en Humaitá el comando de los ejércitos en campaña.

Justiniano Rodas Benítez (un capitán fusilero), Gregorio Benítez (que después sería diplomático) y Silvestre Aveiro (un ilustrado coronel) manejaban que al sur fueron llevados por él al menos 4 cofres de oro de cuyo destino nunca se dio cuenta, sin descartarse que hayan sido enterrados en la fuga de Lomas Valentinas.

Tras el ataque brasileño a Piribebuy, en agosto de 1869, según testimonios de sobrevivientes, no pocos soldados fueron fusilados en el camino entre Piribebuy y Azcurra, tras el enterramiento de carretas enteras con cajas de hierro y madera conteniendo joyas varias y hasta, probablemente, lingotes de oro, pero que pudieron haber sido desenterrados de inmediato por los brasileños, que habrían terminado por llevarlos a Río de Janeiro.

Los brasileños sabían de las joyas escondidas, por lo que, al decir de Asturio Monteiro de Lima, un brasileño descendiente de un oficial combatiente matogrosense, tras la guerra todo el mundo se largó a buscarlas pala en manos.

En la Biblioteca Nacional de Madrid hay varios libros de autores extranjeros, sobre todo europeos, que investigaron sobre la fortuna de Francisco Solano López y de Elisa Alicia Lynch (foto) coincidiendo con que la mayor parte de sus bienes (en oro y libras esterlinas) pasó en poder del escocés Guillermo Stewart, médico contratado por el general López. Tras la guerra, Lynch procuró recuperar sus bienes en Europa, pero jamás lo pudo, ya que Stewart nada hizo poner a su nombre en los bancos británicos.

Una buena parte de las joyas de oro y plata de los asuncenos se habrían escondido en las anchas paredes de las casonas mientras sus dueños huían de los brasileños o marchaban junto al Ejército en campaña. El oro también pudieron haberse guardado en los túneles de las antiguas casas de las épocas jesuíticas.

(publicado en el diario Crónica de Asunción, el 14 de junio de 2009)

Salvemos la Biblioteca Nacional

Debo advertirles que el título es una idea del apreciado maestro Alcibiádes González Delvalle. Él sugirió iniciar una campaña de la gente de buena voluntad para que la principal biblioteca paraguaya al menos tenga un rubro para quienes atienden a los lectores y los volúmenes disponibles en sus estantes.
Recién hoy leí por Internet el comentario de Alcibiádes y que publicara el pasado 19 de diciembre en el diario donde trabaja, bajo el título de "La Biblioteca Nacional agoniza".
A propósito, durante un año fui lector diario de la Biblioteca Nacional de Madrid, donde tuve la oportunidad de coincidir mis horas de investigación con grandes historiadores y escritores americanos y europeos, visitantes de altos quilates intelectuales que dan lustre a la biblioteca y a España.
He tenido la oportunidad de hacer mis trabajos también en la Biblioteca Nacional de nuestro país. Desde luego: las diferencias son abismales. Mientras en la de Madrid (una de las cinco más grandes del mundo) se captaban los últimos libros para que el investigador no quede con las ganas, en Paraguay varios libros fueron robados por sus mismos empleados.
Si ni siquiera pagan el sueldo, si el funcionamiento de la biblioteca es posible porque Dios es grande, no se pedirá lealtad a los empleados.
La Biblioteca depende de la Secretaría Nacional de Cultura que no le presta atención alguna, por eso - por ejemplo - su directora, Sayda Caballero, no tenía sueldo, trabajaba gratis. Y conste que ella es una de las que más sabe de bibliotecología de Paraguay.
Ella tuvo que ir a su casa porque también tiene derecho a comer mediante su trabajo. Con lo que estaba haciendo profesionalmente en la Biblioteca Nacional no puede llegar a ese objetivo básico.
Supongo que el presidente Lugo se habrá de interesar este grave caso. No sé, no hay que perder la esperanza.
Con estas señales podemos decir que de nada sirvió separar a los "corruptos" colorados del poder, porque con los colorados, el director al menos tenía sueldo. Ya van 17 meses de gobierno de los socialismo luguista pero la cultura no da señales de recuperación. Desde luego, el socialismo no es la panacea cultural, pero al menos era una opción de cambio. Y uno espera que el cambio sea para bien y no el gatopardismo de siempre.
Con semejante desprolijo administrativo en el Ejecutivo los creadores de la Biblioteca Nacional deben estar trepando paredes allí donde estén.
Mientras tanto me sumo a la propuesta de Alcibiádes, al menos hago coro para salvar a la mencionada institución.