Detrás de la puerta, esto

Detrás de la puerta, esto
Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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domingo, 28 de noviembre de 2010

Micros asuncenos, ¡de terror! ...

Hoy los usuarios viajan en los ómnibus de Asunción tan mal como antes, lo que significa que en esto del buen servicio no hemos avanzado ni unos metros. Los transportes si bien ya no llevan cargas en el techo, como antes, los pasajeros siguen viajando entre planteras, plantas (incluyendo cactus), escobas, canastas de dulces y con el agresivo protagonismo de los vendedores ambulantes de baratijas varias, niños pedigüeños y cantores sin escenario.
Y como si todo fuera poco, las manos se le hacen mierda (perdonen pero es así) por lo sucio que son los caños de las cuales el pasajero se apoya. Hay micros que ni siquiera se barren.
Pero el folklore de nuestros transportes públicos es amplio.
No contemos con los peajeros y rateros que antes que cante un gallo puede dejarle sin billetera o teléfono celular. Estos personajes ya son mobiliarios de los micros asuncenos.
Y ni le digo de los choferes mal educados que se hacen cargo de las unidades de transporte.
Si llueve, adios mundo cruel: decídase a mojarse, sus techos y ventanillas son chorreras.
Haga la prueba, suba aun micro.
Pero, recozcámos, los pasajeros también tienen su cuota de responsabilidad en esta dejadez de padre y señor nuestro. Cada clase de pasajeros que tenemos; una fauna que amenaza con no extinguirse nunca. Pachorrientos, muchas veces cómplices del robo que hacen los choferes a sus patrones. Observen nomás, muchos ¡devuelven la boleta!, con la que los conductores hacen lo suyo.
Corrupción por uno y otro lado. Parece pequeño y es, en verdad, pequeño, pero corrupción al fin.
Qué horror cuando suben los vendedores de "¡¡¡piña, piña a tres por cinco miii!!!", "banana a dos mil!", "coca, coca, a mi la cocaaa!!!", "con el permiso del señor conductor...", de los baratijeros, "ahora les invito acantar esta linda canción", de los mocosos ñembo religiosos.
Y los varones que no quieren dar asiento a las damas, ¿qué me dicen?; y de eso policías que suben ca´i pe (que no pagan) y que son l0s primeros en depositan sus delicadas nalgas en los asientos, ¿qué opinan?.
También están las señoras gordas que depositan su bolsos y cartereas sobre el asiento de al lado y ni siquiera se dan por enteradas de que hay otras personas que quieren ocupar el asiento.
¿Quieren darse un atracón de teléfonazos?, suba a un micro. Escuchará de todo, más aún a la salida,como a las 18.30 para adelante: "Qué están haciendo?", "hoy no voy a poder, mañana a la siesta", "nangana, todavía no comí",
"¡¡Mi cartera, mi cartera !!, ese pendejo me robó la cartera!!"...
Lo cotidiano de nuestros micros, choferes y pasajeros, unidades destartaladas, catingudos empedernidos, hasta los que, desvergonzádamente, ventosean en las narices de uno, en fin.
Pea ñandé hina.
No nos quejemos tampoco porque así somos los paraguayos. O mejoramos todos juntos o seguimos sufriendo.
Me parece que tenemos para rato...

Mi cámara fotográfica

Creo que los periodistas de mi época éramos más completos que los de hoy. Fuimos como los médicos de antes: hacíamos de todo. No me agradaría polemizar sobre esto que les comento pero se me hace que es así. Por ejemplo, nosotros no sólo éramos cronistas sino también fotógrafos, o reporteros gráficos como hoy se dice.
A poco de formar parte del cuerpo de periodistas de Abc el diario me entregó una cámara Péntax MX, que lo pagué por cuota. Era un pequeño gran angular, especial para tomar fotos de reuniones sin que a nadie se le tenga que cortar por la mitad.
Por cada foto publicada el diario nos pagaba, creo - si mal no recuerdo - unos 150 guaraníes. Yo publicaba un montonazo, por tanto podía pagarme la cámara y me sobraba una ganancia. Me ayudó a criar a mis tres niños, les cuento.
Aprendí sobre ángulos, diafragmas, distancias, iluminación nocturna, sensibilidad de las películas (yo usaba preferentemente las de 400 asa porque la mayoría de mis fotos eran a campo abierto), marcas de cámaras, revelados, etc.
Siempre salí con mi cámara Pentax al hombro. Ni idea tengo de cuántas fotos tomé con ella, miles de miles. Mi anecdotario como periodista está copado de las fotos que tomé con mi valioso elemento de trabajo.
Tomaba fotos bonitas, muy periodísticas, aprendí de los antiguos fotógrafos los secretos básicos del oficio, como de Jorge Capdevilla y de Miguel "Gato" Ortíz, lo mismo que de Pedro Méndez, reporteros gráficos del diario Abc. "Si ya no hay luz natural poné flash, abrí diafragma en 5.6 y empuja sin miedo, no vas a fallar", me decía Capdevila.
Todos los periodistas de la época teníamos nuestras respectivas cámaras fotográficas. Confieso que yo era el que más facturaba por fotos publicadas.
Mi cámara todavía la tengo entre mis cosas más queridas. Ya no funciona y si funcionara ya no la usaría porque es más fácil tomar fotos con las de hoy. La tengo en casa como una de mis reliquias más valiosas.
También tengo hasta hoy otra, la que aparece en la foto. una Yashica-D, pero la usaba sólo para retratos, porque tiene un rollo grande para12 poses. Sí, funciona bien todavía. Debe tener unos 50 a 60 años quizás.
No está en mi ánimo poner en la balanza lo que sabíamos hacer nosotros como periodistas y lo que saben hacer los de hoy. Eso sí me queda claro: eramos más completos porque la mayoría también fuimos reporteros gráficos.
Estoy recordando, a propósito, a José Giménez, reportero de "Canal 7, Itapúa", del Sistema Nacional de Televisión. Él era camarógrafo, entrevistador y chofer. Era múltiple y estaba en todo el departamento de Itapúa haciendo reportajes. Era un colega incansable. Con el tiempo le perdí la huella.
Los periodistas deben saber tomar fotografías periodísticas que no es igual a las de los aficionados. Con más razón en este tiempo en que la fotografía está al alcance de todos, incluso la filmación con el mismo teléfono celular.