Detrás de la puerta, esto

Detrás de la puerta, esto
Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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miércoles, 30 de junio de 2010

Adios a las cartas de papel

¿Para qué sirve el servicio de correos sino para mandar encomiendas? Ya no hay necesidad de enviar cartas certificadas como antes. El mail, sin decir agua va, envió al depósito de las cosas viejas a las añoradas cartas.
Entonces me pregunto qué pasará de los correos, de las estampillas, los matasellos y los buzones con "carta" por inscripción en letras de bronce en las puertas de algunas casas.
Y los carteros dejarán de ser aquellos esperados señores uniformados de azul y gorros con viceras que llegan hombreando enormes maletas de cuero conteniendo cartas. Ni de esas personas que, como en España, arrastran un carrito tipo supermercado con muchas cartas adentro.
Quizás muy pronto ya no sirvan ni para enviar paquetes, porque, al fin de cuentas, Internet amenaza con facilitar todo eso.Por ahora, las compras por Internet; luego, vaya uno a saber cómo este aparato se agenciará para hacer llegar algo de un punto a otro del planeta. Lo que me queda claro es que hacia eso vamos.
A veces pienso cuanto valor tiene vivir este tiempo de cambios permanentes. Esto del mail, los celulares, los chats y las transmisiones vía satélite son un verdadero milagro comparando a nuestras comunicaciones de hasta la década de 1980.
De la computadora, ni hablemos. Hoy es nada sin las computadoras. Hasta 1988 todavía los diarios de Asunción se hacían mediante las máquinas de escribir, tan modernas durante varias décadas.
Recuerdo que en Asunción se enseñaba dactilografía en las academias especializadas. Hoy, desde la más tierna infancia se aprende a teclear el comando del ordenador.
Más antes, el carakú del aprendizaje apuntaba hacia la taquigrafía. Las buenas secretarias y los periodistas excelentes escribían en taquigrafía.
Todo eso, junto al servicio de envío de cartas, fueron a la canasta de los recuerdos. Los felices recuerdos de las cartas de la pareja, de los buenos anuncios del padre lejano o del pariente campesino. "Agarro este lápiz y este blanco papel" era la frase clave para iniciar una carta al pariente asunceno desde las lejanías de mi querida Villarrica.
Hoy la cosa es breve y contundente.
"Llamame", "mensajeamos" al pariente que está a 13.000 kilómetros. Al instante suena el teléfono celular, mientras caminamos en un parque. Te envío dentro de una hora un mail, prometemos y, dicho y hecho, en menos de una hora nuestra carta está en el otro lado del mundo mediante el correo electrónico.
Sin dudas, como los chasques y los estafetas, el servicio de correos es llamado a ser parte de la historia de las comunicaciones. Me produce nostalgias ¿qué quieren que les diga?