Detrás de la puerta, esto

Detrás de la puerta, esto
Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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viernes, 22 de mayo de 2009

Mirtha Ayala

Van como 30 años, un poco más quizás, que la opinión pública paraguaya se vio sacudida por la fuga y posterior asilo en la embajada de México en Asunción de una conocida periodista del diario La Tribuna: Mirtha Ayala. Yo empezaba a dar mis primeros pininos en la prensa escrita mientras ella ya era una veterana profesional.
Aquello que pasó con Mirtha, con la policía de Stroessner tras sus pasos, nos metió esa mezcla de miedo y audacia en nuestras sangres juveniles. Ella, empedernida opositora a la violencia del dictador, hacía sus cosas desde la sombra pensando que eran suficientes para liquidar al gigante opresor.
Era una periodista que nos inyectó coraje y decencia. Aunque la policía de la dictadura era salvaje, también queríamos tener la oportunidad de enfrentarla y luego escapar, todo porque hubo una valiente de ejemplo. Cuando se es joven tenemos ganas de ese calibre.
Viajó a México donde estuvo varios años. Después recaló en Francia.
Tuve la suerte de conocerla personalmente en Madrid, cuando ella viajaba desde Francia a Portugal. Se trata de una gran señora, una paraguaya que honra a nuestros país en la lejanía.
La dije más de una vez que Paraguay perdió mucho con su alejamiento del terruño.
Está en Francia con los suyos, sin probabilidades de retorno. Los que han estado en el poder la han robado su derecho a querer volver. Su castigo fue duro ¿cuántas Mirthas nos han robado los malos gobiernos?
No sé si el gobierno de hoy, hecho con hombres que se oponían a Stroessner, se preocupa de rescatar a nuestras Mirthas, o tan siquiera, arrimarse a constatar cómo están allí donde estén.
Vuelvo a lo mío.
Mirtha Ayala me obsequió su amistad y la tengo como uno de mis mejores regalos. No sé si me siento tanto amigo como admirador de ella, una gran periodista, llena de sabidurías, una madre estupenda, una mujer como pocas.