Detrás de la puerta, esto

Detrás de la puerta, esto
Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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martes, 3 de junio de 2008

Inmigrantes, como las amantes

Los inmigrantes somos como las amantes: todos nos niegan, pero todos nos necesitan. Quisiera fundamentarles por qué somos como las amantes:
A los que somos inmigrantes nos necesitan donde estamos afincados. Por ejemplo, nosotros los que estamos en España. Aquí, los políticos, algunos columnistas de diarios, los de derecha, los policías, la gente bien vestida y perfumada y otros cuantos señores y señoras dicen de nosotros, en el mejor de los casos, que somos “sudacas” (despectivo de sudamericanos). Y en mi limitada bondad les comprendo.
Pero esos mismos políticos, columnistas de diarios, derechistas, policías y gente bien vestida y perfumada en la sombra de la necesidad recurren presurosos, casi llorosos, buscando consuelos en nosotros, porque sin nosotros no puede construir la casa, no puede refaccionar el piso, no puede atender a los niños y ancianos, no puede limpiar la casa y hacer la comida; no puede sacar los yuyos y recortar el césped del jardín; no tengan quién les sirva la “caña” en la barra del bar al cual concurren . El mundo, en fin, sin nosotros se le viene abajo.
Los inmigrantes sufrimos el desprecio de muchos, sencillamente porque somos inmigrantes; aunque mediante nosotros muchos dueños de casa puedan darse el gusto de tomar un café en algún sitio costoso; aunque mediante nuestras mujeres inmigrantes pueden darse el gusto de asistir a un concierto, a un restaurante, a un parque; aunque mediante ese inmigrante los ancianos puedan sentirse limpios, alimentados, medicados y con el derecho a pasearse tan siquiera por los alrededores de su casa; aún así, somos “sudacas”, los mismos ignorantes, bajados de los árboles, que no saben sino de "necesidades, suciedades y hacinamientos".
Pero ni bien cae la oscuridad de la emergencia, son los inmigrantes quienes dan calma al salvaje galope de sus pasiones. A la luz de su luna nos promete amores eternos y nos dicen que somos los que ellos jamás han conocido. En esas noches nos recitan sus poemas encendidos, nos confiesan sus amores fracasados, nos reafirman sus lealtades a toda prueba.
Los inmigrantes somos las amantes también en Paraguay.
A la luz de la opinión pública nos manosean, reflexionan profundamente inspirados por “nuestras equivocaciones”, generan programas enteros de radio y televisión para poner en tela juicio nuestra decisión de salir de casa. Lo menos que se dice es que somos infieles a nuestras parejas, que todas las inmigrantes se prostituyen, que los inmigrantes viven de sus mujeres, que se emborrachan y que son haraganes; que, en fin, como dijo el mismo impresentable Nicanor Duarte Frutos, hemos venido a España porque tenemos dinero para pagar nuestro pasaje y pasearnos como Dios manda.
Pero ni bien viene la sombra de la necesidad, son los inmigrantes paraguayos los que “se ponen” en Paraguay con sus 750 millones de euros por año, para que el gobierno de Nicanor Duarte Frutos equilibre los desajustes producidos por el robos que practica a diario con todos sus cómplices a las arcas del Estado; para que en las casas no falte que desayunar, comer, merendar y cenar; para que la ANDE no corte el servicio eléctrico; para que el agua no falte en la canilla; para que los importadores vendan heladeras, televisores, vídeos, radios, cocinas; para que los albañiles tenga trabajo; para que los colegios privados cobren por los niños y jóvenes que estudian en sus aulas.
Somos como las amantes furtivas: nos buscan en la oscuridad porque saben que nosotros somos sus fuentes de infinitos placeres, porque somos nosotros los que satisfacemos sus pasiones, porque sin nosotros sus noches se vuelven largas, frías, solitarias, tristes y trágicas.
Todos nos tiran piedras, como a la planta con frutos maduros,
Todos nos niegan como Pedro a Jesús,
Todos pronuncian nuestros nombres en noches de sueño,
Todos nos aman,
todos simulan que nos odian …

García Lorca y Rosales

Dicen que la traición es arma de la que sólo se valen los que son incapaces de toda lucha franca y honrada. Es lo que pensé cuando los textos de historia informan que Federico García Lorca fue capturado por los nacionalistas estando en la casa del poeta Luís Rosales. Un poeta designado a crear el eco de la melodía del universo en el corazón de los humanos, como pensara Rabindranath Tagore, pero que, por salvar el pellejo, prefirió que apresaran al autor de “La casa de Bernarda Alba” y que lo ejecutaran.
Cuando conocí la casa (foto) donde nació García Lorca (hay otra en Granada donde vivió a partir de los siete años de edad) en Fuente Vaqueros, no pensé en su gigante tarea al frente del teatro “La Barraca” con estudiantes universitarios como actores; tampoco pensé en sus geniales obras “Bodas de sangre”, “Yelma”, “Doña Rosita la soltera” ni en sus poemas.
No me impresionó tanto el dormitorio del agricultor Federico García Rodríguez y de la maestra Vicenta Lorca, sus padres, donde todos los muebles de aquellos tiempos (1895 - 1905) siguen intactos; ni la cuna donde era mecido Federico, ni el bordado a mano de Vicenta con el nombre de Luís, su bebé fallecido; ni la cuna, ni el andador ni la sillita de Federico.
Cuando miré el piano de la familia, el cual ejecutaba maravillosamente el poeta, que en su madera como en los negros y blancos de su teclado sintiera el paso de los años, seguí recordando lo que leí en los libros de textos y en los dedicados a su vida: Luís Rosales, poeta granadino, lo entregó a la guardia nacionalista, para ser fusilado el 18 de agosto de 1936.
Es la parte de esta historia escrita a fuego.
¿Qué hubiera pasado si Rosales no haya tenido la cobardía de entregarle?; “probablemente haya sido un premio Nobel, por lo menos”, dijo el guía de la casa donde nació el famoso español.
Una vez capturado García Lorca, el gobernador civil de Granada, José Valdéz, ordenó su ejecución cumplida el 18 de agosto, a la madrugada, en el camino que va de Viznar a Alfacar, junto a dos banderilleros y un maestro nacional, cuyos restos todavía están en una fosa común.
Fue asesinado por los nacionalistas con la complicidad de un "amigo", quién por más medallas que haya logrado después en su vida, sigue siendo el mismo cobarde y desleal que ayudó a cegar la vida del más grande poeta y dramaturgo español del siglo XX.