Detrás de la puerta, esto

Detrás de la puerta, esto
Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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miércoles, 22 de julio de 2009

¿Usted también se fotografió con Fernando Lugo?

En la página de Badoo, una amiga expone una foto donde aparece con Fernando Lugo. Cómo que escucho la reprobación de algunos y la risa picarona de otros que leen este artículo. Y bueno, hazte de fama y échate a dormir dice el refrán. Es el anillo al dedo de Lugo.
Otros amigos de mi amiga no dudaron para dejar sus respectivos comentarios: "qué linda pareja, jajaja", "jajaja qué capo", "wakala!". Desde luego, las artillerías apuntaron contra el presidente de la república y, sin dudas, dieron en el blanco.
Después de esto, mi amiga deberá hacer malabarismos para negar lo que la gente estaría sospechando. Este Lugo no es bicho manso a la hora de arrimarse a una mujer. Eso es sabido y es muy claro. Hay ex obispos que son de cuidado y si habiendo sido obispo ya hicieron de las suyas para que el mundo entero se riera, hasta a carcajadas, de nuestra supuesta consolidada religiosidad católica y, sobre todo, de algunos jefes de la iglesia paraguaya, el asunto es andar en alerta permanente.
Desde que se supo que don Fernando andaba haciendo arrumacos a algunas mujeres, incluso vistiendo la sotana de obispo, esto de que los curas son una garantía a la hora de encontrarse con nuestras esposas, hermanas, hijas, madres, tías, abuelas, es una cuestión de poner en dudas.
Por los mensajes dejados en la foto de mi amiga parece que es mejor nomás que las mujeres no se arriesguen a fotografiarse con Lugo. Y si ya se fotografiaron, lo prudente será que guarden esas fotos y no tengan la ocurrencia, como mi amiga, alzarlas en Internet, cualquiera sea la página so pena de ser relajadas con salados comentarios.

De puentes, muertos y políticos

En menos de 15 días, dos graves accidentes se han registrado en sendos puentes de nuestro país. Ambos son de madera, muy viejos. En uno murieron cinco personas; en otro, cuatro. Habiendo tantos pasos en peligrosos estados, el ministro de Obras Públicas y Comunicaciones, despabilado, dijo que el Gobierno se encargará de ordenar el mejoramiento de, al menos, 200 de esos.
Cómo no han muerto más de nueve personas en el lapso de quince días uno no sabe explicar. Así como se encuentran esos conjuntos debían haber muerto los paraguayos como moscas. Y morir así es de tontos, porque solo los tontos no tienen capacidad de prever.
Un extranjero residente en Paraguay desde hace un cuarto de siglo, dijo hoy a una emisora de radio de la capital que acababa de venir manejando su vehículo desde Camboriú, costa brasileña, hasta su casa, en Asunción. Dijo que los 800 y pico de kilómetros que recorrió en territorio brasileño no le resultó tan cansadores como los 320 kilómetros de ruta entre Asunción y Ciudad del Este.
El hombre relató que no hay sino tres a cuatro lugares de la referida Ruta VII por donde se puedan adelantar con seguridad, mediante los carriles auxilialiares habilitados para los vehículos que marchen a menor velocidad. Esta persona nos peló con su denuncia que los paraguayos despreciamos la buena calidad de vida.
Es increíble, en verdad, que dos grandes ciudades (Asunción y Ciudad del Este) estén conectadas por una ruta que no ofrece mínimas seguridades. En cualquier país serio las grandes ciudades se unen por autopistas con, al menos, tres y cuatro carriles.
Que se sepa, no hay un proyecto concreto por parte del ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones para contar, alguna vez, con supercarreteras que unan a la capital con Encarnación, Ciudad del Este, Saltos del Guairá, Pedro Juan Caballero y Mariscal Estigarribia. Ningún político lo ha presentado y son ellos los responsables de dar forma a estas cosas fundamentales de la infraestructura nacional.
Entre tanto, la Virgen María anda con mucho trabajo en Paraguay, a fuerzas de sus milagros nos estamos salvando cuando cruzamos esos que parecieran ser puentes pero que no son sino verdaderas trampas de madera. A ver si hacemos lo que debemos de hacer como sociedad responsable y no cargar a los milagros de nuestros santos que ya deben estar hartos de nuestra inutilidad para arreglar cuestiones tan sencillas que hacen a nuestras vidas y a nuestras muertes.