Detrás de la puerta, esto

Detrás de la puerta, esto
Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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domingo, 30 de agosto de 2009

El mal educado de Hugo Chávez

Estuve en Caracas en octubre de 1981 para un congreso de periodistas. No puedo olvidar la amabilidad de Fátima, una caraqueña que me ayudó a conocer la ciudad quién, inclusive, me regaló un libro escrito por Rómulo Gallegos ("Canaíma").
Los invitados habíamos concurrido a un acto central del evento que nos convocó a ese país, del cual el presidente venezolano Luís Herrera Campins hizo el discurso de bienvenida en un céntrico edificio, cuyo nombre no me acuerdo.
Aquella vez me llamó la atención que en el acto no hayan tantos uniformados de policías y militares, como por entonces nos acostumbraba nuestro dictador Alfredo Stroessner. Recuerdo los soldados paraguayos con la pañoleta roja al cuello haciendo guardias en los actos donde Stroessner asistía. Era un espectáculo de terror.
La gente que vi en Caracas aquella vez me hizo pensar en un país decente.
Una mañana de domingo salí a caminar por Los Teques, estado de Miranda, cerca de Caracas. Me agradaba hablar con los madrugadores de ese lugar. Eran amables y de límpida conversación.
A mis ojos de periodista, después de andar una semana por aquella ciudad, me pareció que Venezuela es un país de gente culta, tranquila, confiable. Cuando volví a Asunción no se me ocurrió escribir en el diario donde trabajaba entonces sino lo que me pareció justo sobre Venezuela: un bello país por la calidad de su gente.
No puedo decir lo mismo hoy por el perfil de su presidente. Hugo Chávez demasiado hizo para que hoy mucha gente piense que Venezuela es un país de patanes. Yo sigo creyendo que los venezolanos son personas admirables porque me vinculé con ellos mucho antes que el Chávez este ponga sus pies en la casa de gobierno.
¿Qué se puede pedir a un mal educado como Chávez? Nada. Absolutamente nada. Un mal educado es un mal educado y punto. Pero su indecencia (esto de venir a mi país y pagar un dineral para intimar con una prostituta a cuentas de su pueblo, no es sino de mal educados, de patanes) no provocará que yo piense que todos los venezolanos son indecentes. Para el mundo todo, el único indecente de Venezuela es su presidente, un impresentable.
Solo un presidente mal educado pudo comportarse como Chávez se comportó en la última reunión presidencial en Bariloche. Sólo alguien como él puede ser tan desprolijo en sus presentaciones internacionales. Y le comprendo: un mal educado no puede hacer de otro modo.
Pero nos preguntamos en la lejanía si cómo hace un pueblo culto como el venezolano para sostener a semejante barbaridad en el poder de ese país.
Sigo creyendo que en el país de Simón Bolivar pasó algo extrañísimo que la historia y la sociología se encargarán de analizarlo en el futuro. Un bruto se hizo del poder y así les va a la nación que me llenó de placer conocer casi tres décadas atras.
No puedo sino ser solidario con esa mayoría venezolana decente por sufrir el atropello de un cuadrado militarote que se le da de asesorar a los mequetrefes presidentes socialistas (incluído al de mi país). Ya estos mandatarios lamentarán, más temprano que tarde, esta relación con Chávez.
Es que el presidente venezolano le tiene hartado a todo el mundo, incluso a nosotros, por meter las narices donde no debe. Estamos hartos de su discurso "bolivariano", de su particular pelea con los norteamericanos y de sus insondables atorrantadas. No sé, pero me recuerda algo del dictador Idi Amín Dada, el africano de triste memoria.
Aún así, creo que los venezolanos merecen nuestra consideración y respeto y que Venezuela es un hermoso país, así esté adentro un tal Hugo Chávez.