Detrás de la puerta, esto

Detrás de la puerta, esto
Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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lunes, 24 de noviembre de 2008

Navidad con Cleo

El título tiene una razón. En otro comentario en este blog he comentado que es, en verdad, la gata de mi hijo Héctor y de su esposa, Lisa, que viven en los Estados Unidos. Lo de "Navidad con Cleo" es porque después de unos cuatro años volveré a pasar con ella y con el resto de mi familia. Digo "el resto", porque en casa la batuta está en manos de esta encantadora siamesa, siempre y cuando Dany, mi nieto, no aparezca en escena, claro.
Porque Cleo no es de las que con facilidad se deja llevar por los desesperados y violentos arrumacos que Dany (se escribe Danny, según David, su padre, yo prefiero castellanizarlo, aunque, en puridad, para el efecto debo escribir con la "i")la ofrece cada vez que le toca estar por casa. Para esos tembladerales momentos administrados por Dany en casa, Cleo se las agencia para esconderse en algún seguro refugio de la casa donde el adorable Dany no se le ocurra llegar, aún cuando sus intenciones sean de puro amor y paz.
Les decía lo de la Navidad con Cleo.
Ella nos ayuda a preparar la casa con todo eso que uno hace cuando llega el fin de año. Mete la naricita en toda bolsa, caja, cajones y recovecos por donde se han guardado guirnaldas, enchufes, globos, el Niñito Jesús, la ovejita y la vaquita, y los tres Reyes, los cables prolongadores, etc., etc., que son parte de la Epifanía y de la que Cleo se niega rotundamente a abandonar.
Esta gata siamesa cree que en todos los escondrijos, incluyendo los envases de todo chirimbolo navideño, hay grillos, cucarachas, lagartijas y ratas con los que pueda darse un atracón. La otra vez quedó atrapada entre cables y guirnaldas en una bolsa de plástico. Pegó un miau atroz y una sacudida de aquellas que nos llevó a rescatarla del incómodo sitio.
Bajo su atenta mirada se hizo el primer pesebre, o Belén, como le llaman en España, en una mesita de la sala de casa. Allí se puso el Niñito Jesús de la abuela María Avila de Velázquez que regaló allá por 1955 a la tía Hucha y que por esas razones religiosas que tienen sus vericuetos y considerandos inexplicables de buenas a primeras, pasó a recibir la abuela Tuti para que terminara en casa hace ya de esto unos cuantos años. Creo que, a propósito,debiera volver este Niñito el poder de la tía Hucha, abogaré por este feliz retorno.
Bueno, que el pesebre ya está que las guirnaldas ya fueron puestas frente a la casa, sobre la calle Padre Arrúa y que Cleo pasea su felina estampa cada vez que pueda saltar la ventana lateral y revisar foco por foco a lo largo del zócalo sobre el cual lo hemos colocado la cadena de luces.Espero que Moni y Héctor, mis hijos, lo aprecien en Brasil y EE.UU, respectivamente y puedan ponerme un mensaje como parte del acercamiento familiar que tanto bien nos hará por las próximas navidades.