Detrás de la puerta, esto

Detrás de la puerta, esto
Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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martes, 27 de octubre de 2009

Defender a los pobres desde el Yacuzzi

El presidente Fernando Lugo se rasgó las vestiduras. Dijo que por causa de los ricos su gobierno no puede hacer lo bueno que querría hacer a favor de los pobres. Lo dijo ante un auditorio de gente pobre que vive en el Bañado Tacumbú de Asunción.
Culpó a los que tienen más de la desgracia de los que tienen menos.
Habló de los ricos, refiriéndose a los que tienen mansiones, se desplazan en autos caros, de los que concurren a clubes exclusivos, comen bien, sus fotos se publican en las páginas de sociales de los diarios, etc., etc.
El diario abc dedicó un editorial al exhabrupto del presidente.
En el artículo le recuerda que su hermana, la Primera Dama, vive en ese mundo de lujos, vistiendo ropas caras y apareciendo también en las vanidosas páginas de sociales.
Particularmente le quiero recordar a don Fernando que también él gusta del lujo. No es mi amigo, nunca me tocó farrear con él, no le chupo la media, jamás nos cruzamos un saludo pero sé que gusta de la abundancia, de las marcas europeas y hasta de los excesos.
Vamos a ver.
¿Recuerdan su foto en el Yacuzzi, en esa donde aparecen dos manos femeninas sirviéndole pastelitos y croquetitas?
¿Recuerdan la mansión que mandó arreglar en Ayolas para sus fines de semanas?
Un día, cuando yo todavía era periodista del diario Crónica, fuimos a la casa de una de sus parejas, Viviana Carrillo, en el barrio San Pablo, luego de saber que la noche antes anduvo por ahí el enemigo de los ricos.
Desde luego, no fuimos atendidos por la dueña de casa, quién para ese momento ya tenía guardia ordenada por el defensor de los pobres.
En la vereda, la canasta de resíduos resultaba pequeña para todas las botellas, restos de comidas, cajas de cervezas, vinos, champan y whiskies consumidos la noche anterior (un sábado). Fernando Lugo, su pareja y sus invitados comieron como presidentes de seccionales y chuparon como cosacos. No sólo eso, al día siguiente (aquel domingo que fuimos a la casa de su mujer) ésta exhibe a los vecinos las marcas de las costosas bebidas importadas, los envases y restos de bocaditos fifi que ni en el Club Centenario se consume. Las huellas del festival gastronómico que sólo los ricos pueden darse estaban en la vereda de la mujer del ex obispo.
Pero Lugo, ni bien se encuentra ante un auditorio de pobres se da una panzada de palabras contra los ricos. Se olvida que come bocaditos en Jacuzzi, que se pasea en helicóptero estatal con algunas de sus amigas, que se junta con imprensentables como Hugo Cháves quién paga 25.000 dólares a una prostituta paraguaya; que no deja de participar en cenas de alto copete donde haya al menos una mujer a quién echarla una mirada.
Debo decirles con toda franqueza que, como a muchos, me harta esta clase de gente. Gente falsa, mentirosa e hipócrita. Hablando contra los ricos cuando él está tirando mantecas al techo. Haz lo que yo digo y no lo que yo hago ¡Vamos, Lugo!, este no es un pueblo de mentecatos.
Lo que él debe hacer es dar un paso al costado, renunciar. Y dejar de jorobarnos la vida con su desorden, su indisciplina mental, sus discursos socialistas de mediopelo, y ahora con esto de que los ricos son los culpables de la miseria de los pobres. ¡Por favor...!

domingo, 25 de octubre de 2009

Esa costumbre de buscar parejas

Jorge Puig tiene un programa radial que se llama "El doctor Romance" los domingos a la noche. La gente llama para pedir amores, encontrar una persona a quién amar y confiar intimidades. En esto de encontrar amores la humanidad siempre anduvo en desventajas. Por la cantidad de llamadas telefónicas al espacio mencionado me atrevo a pensar que hay más decepciones que alegrías tras la búsqueda.
Buscamos parejas y me parece correcto. Somos gregarios. Hombres y mujeres buscan lo suyo. Bueno, dentro de esa búsqueda hay un poco de todo, donde la búsqueda del sexo, sobre todo por parte de los varones, amenaza ubicarse en primera fila.
Por amor nos morimos. Notable la pareja para que se convierta en el único mundo de quién ama.
En ese mundo la infidelidad mete la mano y adios mundo cruel. La infidelidad, que no es propiedad exclusiva de uno ni de otro sexo, parece que es la causa principal de las separaciones y; a partir de ahí, de nuevo la batalla por encontrar nueva pareja.
Me llama la atención tanta gente que está sola, hombres y mujeres.
Esta noche volví a escuchar la cantidad de esposos que tienen amantes furtivas y; la cantidad de esposas que aman a esposos de otras mujeres.
Las separaciones son generalmente por infidelidades de origen sexual. No siempre la pareja se separa por descuerdos religiosos, ni porque a uno se le ocurre levantarse muy temprano, ni porque sea enfermo de olimpismo mientras la pareja sea cerrista. Nada de eso.
Casi siempre son el "cuerno", la "bandida", la "banda", el "calentón", etc., quienes provocan el rompimiento. Y por causa sexual, los celos - ¡esos malditos celos! - se hacen de cuerpo presente y partir de ahí, los gritos, los espionajes, los llantos, los golpes, las asperezas de la palabra que van y vienen y llegan hasta los familiares, amigos y vecinos.
Pareciera que la relación funciona solo mientras el sexo anda bien; es decir, cuando la exclusividad kamasútrica está a buen recaudo.
Lo que no quiero pensar es que sólo el hombre (no puedo, defiendo a mi género) sea el único infiel de la pareja. La mujer también es infiel. Somos una especie marcada por la infidelidad. Desde luego: hay mujeres fieles y hombres fieles. Pero, como la infidelidad es escandalosa y, por tanto, la razón del asombro, genera la tentación de la generalización de la falta de mútua lealtad.
Y en esto del sexo furtivo entran hasta los sacerdotes, sobre el cual no voy a redundar para que algunos que están en el poder y que leen mi blog no digan que el tema estoy queriendo politizar. No. No hablaré de Fernando Lugo.
Retomo el tema.
¡Cuántos desamores hay en la Tierra!, fenómeno que vuelve argelada a mucha gente. Conozco amigos que no quieren saber nada de tener parejas después del fracaso que han experimentado. Algunos prefieren sumarse a la legión de los cazasexos, de aquellos que - al decir de los pilotos militares - prefieren el toque y despegue y si te he visto no me acuerdo. En este sentido, debemos reconocer que una cana al aire no es igual a un tiro al aire.
En esa legión hay hombres y mujeres. Algunos son felices y otros no tanto en medio de esa soledad a la que adoptó por compañera.
Escuché en el programa decir a una mujer que las mujeres casadas debieran atender u poco más a sus maridos, para que estos no anden "buscando en la calle" a sus amantes. Ni un hombre dijo lo mismo a favor de sus esposas. Toditos se callaron.
Yo conozco un matrimonio donde él es un ejemplo, pero ella es medio cabezuda; sin embargo, ya llevan casi 30 años de estar juntos. Conocí una pareja de casados que parecían una gota de agua. Él, sin embargo, tenía un amor escondido por las cercanías. Ella, enterada de la infidelidad, siguió la relación sin ofrecer resistencia hasta que encontró uno de quién se enamoró y de inmediato pidió el divorcio. La mujer aplicó aquello de que no hay que llegar primero sino hay que saber llegar.
En fin, la gente busca pareja pero ni bien la atrapa otra vez los celos hacen de las suyas. Otra vez la "yegua", "la bandida", la "banda"; el "sombrero", el "cuerno" que, en el mejor de los casos, dejó dos heridos y contusos para volverse a buscar al siguiente amor, candidatado al siguiente desamor.
Es que no aprendemos la lección y cuando aprendemos ya estamos con los achaques, las pastillas, las visitas médicas sin una pareja que comparta con nosotros. Todo porque mientras fuimos más jóvenes medíamos la convivencia por nuestras respectivas capacidades de asumir compromisos sexuales a cuentas de un amor que no era tal sino una candente pasión de la que no escapan ni los hombres ni las mujeres. No sé si me explico.

"La Mega", discoteca paraguaya en Barcelona

Es el punto de encuentro de los paraguayos en Barcelona. Todo la colectividad sabe del sitio. Allí, cada fin de semana, se reúnen escuchan música, bailan, comparten y recuerdan Paraguay. Se trata de la discoteca "La Mega", de mucha simpatía en la colonia paraguaya en aquella ciudad del noreste de España y en las de otros colectivos latinoamericanos.

Hugo Nagel es uno de sus principales. También es el DJ. Es un joven que se instaló en Barcelona donde aglutina a los paraguayos. Es un líder, con el carisma natural de la gente que destila simpatía. Y como si todo fuera poco, Hugo también es el conductor de un programa radial de los días sábados.

En la discoteca cuenta con la eficaz colaboración de otros pares suyos. Todos jóvenes. Están en casa, detalle que hace a las presentaciones de fines de semana. Procuran por la excelencia, para lo cual están en la permanente búsqueda de la novedad, no solo en España y Paraguay, sino en todo el mundo. Todo lo nuevo que aparezca en el mundo artístico de las grandes ciudades repercute con fuerza en la Mega de Barcelona, sobre avinguda Diagonal al 477.

Nagel es un inconformista como todo joven que busca ser el mejor. Para cada detalle pone alma, corazón y vida. Es por eso que la disco se llena no solo de paraguayos, sino de españoles, ecuatorianos, colombianos, dominicanos, bolivianos, peruanos, brasileños, argentinos.

"La Mega" se hace de un sitio en el rubro de las discotecas de la ciudad. Y es muy querida y respetada. Es que los jóvenes compatriotas que están al frente del negocio se han dispuesto a ser primeros y lo han logrado con toda legitimidad.

El compromiso de ser mejores les lleva a contactar con los mejores grupos paraguayos. Para las próximas semanas, "La Mega", prevé presentar a excelentes números paraguayos que anunciarán oportunamente. Con esta disco, Paraguay está muy bien representado y conceptuado en la ciudad de Barcelona, sin ninguna duda.

Disc Jockey (DJ)

A comienzos de la década de 1970 se inicia un proceso de crisis en el ámbito de las orquestas de baile Orquestas Populares, con la desaparición de muchas de ellas, actividad profesional y la supervivencia de unas cuantas.
entran en acción los sistemas de animación de fiestas a través grabaciones originales de los temas de moda en el mundo. Es la aparición de la figura del Disc Jockey, primero como simple «pasadiscos» y luego como animador y complemento del espectáculo.
Entre (1970-1975) se destacaron en dicha actividad: Juan Carlos Díaz de Bedoya, Carlos Capello, Coco Orem y Storm Records.
De 1975 en adelante Jorge Barrett, Enrique Méndez (Kike Pioneer), Miguel Amarilla y Mario Ferreiro (Lennon Record Show).
A partir de 1980 se incorporó el sistema de animación con: Rubén Rodríguez y Nicolás Delgado (Disc Jockey Show), Ricardo Rodas Vill (Fantasía), Abel Maldonado, Bruno Masi (Hola Música), Jean Louis Pivot de Francia, Julio César Báez (Gente Joven), Metrópolis Sander, Los profesionales, Papo Encina, Cacho Colmán, Malibú, Stylus disco, Liverpool disco, Disc Jockey en Acción de Nicolás Delgado (desprendimiento de Rubén Rodríguez), Excalibur, Yes Disc Maniac, Eros el Gran Show, Ibiza Record, Ecos Leyenda del Futuro, Dinámica Show, Discoteca 54, Acuario Súper Show, Pionner Disco, Nene Fariña.
Posteriormente incursionaron los especialistas en música tropical y cachacas como: Papi Nuñez (Tropicalísimo), Paulino Ovelar, Nito Vinader, Oscar Arietti, Cheverísimo, Pato C. disco, Grupo Show Tropical y otros.

Tereré, identidad paraguaya en España

"Esa persona es de Paraguay", afirman los españoles al ver a un paraguayo o una paraguaya con el termo de mate o tereré en manos. En pocos años, el compatriota se hizo de un sitio en la comunidad española con sus costumbres a cuestas, especialmente con el mate y el tereré. Felizmente, los compatriotas no han abandonado el paraguayísimo "vicio" de la infusión.

"Más paraguayo que la mandioca o que el tereré", se suele decir en lenguaje nacional cuando se desea enfatizar el origen de las personas o de las cosas. Es que, sobre todo, el tereré (la infusión fría) viene de los mismos paraguayos, aunque no precisamente de la Guerra del Chaco, como muchos dicen, sino de mucho antes. Lo del mate, la infusión caliente, viene de lejos; de los mismos indígenas guaraníes que lo consumían todos los días como té digestivo. Primero como una infusión cualquiera, cuentan los antropólogos, luego como mate, muchos siglos antes que los españoles pusieran sus plantas en las tierras de Cará cará. Se cree que desde Paraguay se extendió en las naciones guaraníes de la mesopotámica y; al estuario del Río de la Plata, al sur y; a lo largo de la franja del Atlántico, al norte y este del continente, perdurando y haciendo costumbre urbana, en la modernidad en Buenos Aires, Montevideo, Asunción, Río Grande del Sur. En España llegó el tereré y el mate del termo paraguayo. Claro, también de la mano de los argentinos, de los uruguayos y de los brasileños del sur. Pero el tereré, sólo en el termo de los compatriotas que, sobre todo los fines de semana, acompañan a la iglesia, las plazas, los parques, los restaurantes, los autobuses y el Metro. Por eso los españoles identifican al Paraguayo y hasta, varios, se "animaron" a probar el amargo y comprobaron que lejos está de lo que imaginaban: alguna hierba conteniendo hojas secas de marihuana. Nada que ver….

lunes, 19 de octubre de 2009

Naranjas asuncenas

Un refrán decía que no se ha de exprimir tanto la naranja que amargue el zumo. No sé si esta frase se habrá utilizado o no para que las plantas de cítricos desaparecieran de las calles asuncenas. En verdad, esta especie sufrió en diversos periodos los efectos de los hachazos y machetazos de las autoridades de turno. Sin embargo, debemos reconocer el esfuerzo de la intendenta Evanhy de Gallegos por retornarlas a nuestras calles.
Todas las ciudades tiene un olor, al menos para mi. Buenos Aires me huele a café y salsas; Taipei, a cloaca (disculpen mis amigos chinos) y; Asunción, a azahares, no tanto por el aroma propiamente dicho sino por la guarania "Canto al Paraguay, de Heriberto José Altimier, un médico argentino, en la parte que dice "tus naranjos y tus flores los recuerdos sin igual".
Gaspar Rodríguez de Francia fue el primer verdugo de los naranjos asuncenos. Mando cortar todos aquellos que entorpecían, al igual que las casas, para enderezar las calles. No quizo saber nada. Y conste que frente a la Casa del Gobernador, donde residía, había una planta de naranja que a más de darle frutas le servía para que, a su sombra, se fusilaran a sus enemigos, cosa que le producía un extraño placer.
Hasta por la década de 1960, las calles asuncenas estaban llenas de estas plantas reventadas de frutas y de aromas de azahares. Eran preferentemente de las llamadas "naranja hai", a las que el artista luqueño Bernardo Galeano compuso una música, con ese nombre.
Habían zonas identificadas con la fruta, como "Naranja ty", entre las actuales avenidas Fernando de la Mora, Choferes del Chaco y Eusebio Ayala. Vestigio de aquella abundancia cítrica es la calle "Naranjales" en el barrio San Pablo, de Asunción, nombre adoptado por ordenanza municipal en 1981.
Augusto Roa Bastos gustaba mencionar a la naranja en sus obras. incluso su primer trabajo se llamó "El naranjal ardiente" que no se publicó sino muchos años después de haber terminado de escribir. Algunas de sus frases evocando al cítrico dicen, por ejemplo, "que alzan en meridianos de luz los naranjales", "bajo un sol de verano con naranjas de amor", "hermano de oprimidos naranjales", "de estos altos naranjos atajados por la muerte", etc, mencionadas sobre todo en poesías varias.
Concepción Leyes de Cháves en su obra "Tava´i" también dedica espacios a los cítricos: "sin más árboles que las chilcas y las naranjas plantadas por los jesuítas", "plantas de limón y naranjas en las casas", "espina de naranjo para hilvanar ropa", etc, con los que va pintando las costumbres en un pueblo paraguayo.
Desde hace un par de décadas, en el sur del país se producen las naranjas más ricas de la región y que bajo la conocida marca "Frutika" llega al mercado nacional y extranjero convertidos en jugos (zumo le dicen los españoles) higiénica, atractiva y estéticamente envasados.
En el año 2008, la intendencia municipal de Asunción volvió a colocar plantas sobre la calle Benjamín Constant con la intención de cubrir otras calles. Parece, cosa de no asombrarse, que la idea se esfumó; al menos no se dió a conocer nada sobre el particular.
Bueno, no insistiré mucho en esto, no sea, como dice el refrán, que se amargue el jugo.

domingo, 18 de octubre de 2009

Cómo hablan los españoles (pues, los paraguayos también)

El idioma que hablamos, el castellano, tendría unas 300.000 palabras, de las que - según Camilo José Cela - el más culto no maneja más de 30.000, mientras que el común de la gente usa unas 1.500; a lo mejor, con suerte y viento a favor, como dice mi amiga María Teresa, yo estoy en este grupo de las 1.500.

Sin embargo, saber el idioma no es sólo hablar y escribir, sino entender. Paraguayos y españoles hablamos castellano; pero el significado de muchas de nuestras palabras (del castellano paraguayo digo) no entienden los ibéricos. Un día hablando con un señor adulto, madrileño, este no comprendió cuando le dije que "esta mañana garuó un poco", porque, intervino, "en España no usamos esa palabra". Y garuar está en el diccionario de la Real Academia Española (RAE).

¡Vaya dilema!

Claro, porque esté en el diccionario no todos la usarán ni comprenderán.

Entendernos entre paraguayos y españoles con nuestro propio idioma no es tarea fácil. Mientras nosotros decimos "caminar", los españoles prefieren la palabra "andar"; mientras estos llaman "bombilla" al foco; para nosotros bombilla es el infaltable elemento de mate y tereré. Así las cosas, una primera conversación entre paraguayo y español puede ser un fácil diálogo de sordos.

"Voy aprendiendo de vuestro lenguaje"

me dijo el otro día mi amigo Enrique, "ahora ya sé que decís pieza a la habitación". Le contesté que yo también ya aprendí que "hasta ahora" es un "hasta luego" pero por breve tiempo; "voy al baño, hasta ahora"; "recogeré el diario del portal, hasta ahora". Lo de "hasta ahora" no "pega", como dicen los jóvenes, para nada en el lenguaje de los paraguayos en Paraguay donde se dice "voy al baño, esperáme na un ratito"; "voy a traer el diario, ya vengo".

Y conste que en el lenguaje de los españoles figuran aquellas palabras que están registradas en el diccionario de la RAE pero que nosotros, los paraguayos, no las conocemos por su no uso o porque no nos preocupamos leer y, sobre todo, aprender, las palabras que están en el catálogo de palabras.

Los españoles también tienen sus propias expresiones, sus giros regionales, como nosotros, y que no aparecen en el diccionario. "Joder, macho", "coño", "hostias", "me hace ilusión", "en la puta calle" palabras y frases marcas registradas de los peninsulares, como muy nuestro aquellos de "dale", "está ya", "mirá na un poco", "para qué pió me voy a ir", "¡qué purete!", etc.

A esta altura del comentario preguntaría si quién, excepto los profesionales académicos, se preocuparía de leer el diccionario, y mucho menos buscar en sus páginas razones para el entretenimiento fácil, cuando de por medio están "kamasutra", "El código de da Vinci", "Los amantes lesbianos", los divertidos libros de Helio Vera, etc., etc., etc.

Para cualquiera de nosotros, recién llegados a la tierra de Domingo Martínez de Irala, Álvar Núñez Cabeza de Vaca, Juan de Salazar, María Mencia Calderón de Sanabria, Bernardo de Velasco y tantos otros que fueron "nuestros" españoles de peso, cuesta una barbaridad entender de buenas a primeras al español, cuya entonación no apreciamos en Paraguay sino de vez en cuando en los doblajes de películas norteamericanas o europeas, cuando un artista hispano, (Raphael, Miguel Bosé, etc.) visita Asunción o, cuando vuelve a casa algún futbolista paraguayo que anduvo chutando la pelota durante un par de años en algún club fifí de estas comarcas europeas, como Cayetano Ré, por mencionar solo a uno de los tantos.

¡Ah!, y también cuando escuchábamos en la redacción del diario a Tony Carmona, nuestro querido colega español, radicado en Paraguay desde hacen añares.

A la entonación hay que añadir la velocidad del pensamiento con que hablan muchos de los ibéricos. En la extraña manera de manejar las letras c, s y z, hay mucha tela por cortar.

Luego viene la parte complicada: las palabras y el sentido que las otorgan; y las causas por las que dicen; y los efectos que buscan con ellas.

Ni qué decir si a un paraguayo le tocara en suerte tratar con un sureño, campeones invictos en "peluquear" las palabras y las frases. "Voy a mi ca porque aquí tengo na que hacé", dice un malagueño como lo más normal del mundo y como si todos le entendieran. Claro, leyendo esa frase es fácil entender; anímese a encararla a través del oído. Le deseo buena suerte …

Cuando hablo con mi amiga María Dolores, nacida en Tíjola, Almería, y radicada en Granada, debo andar con mucha paciencia. Habla tan rápido y paseando su podadora por sobre palabras y oraciones que estoy pensando seriamente anotarme a un curso de castellano andaluz, si hubiera, para poder seguir hablando con ella porque, en esencia, me es muy grato tratar con ella como con cualquier otra persona nacida en este país europeo.

Ian Gibson, escritor irlandés, escribe sobre el granadino Federico García Lorca que habla sin parar "con un rotundo acento andaluz y escamoteando sílabas". Así que, ya sabe ….

Y conste que los paraguayos descendemos de aquellos primeros conquistadores españoles que eran de Andalucía. Ni así nos resulta pan comido entablar con ellos una conversación.

Aunque hablemos el idioma de Cervantes no me fue fácil en mis primeros meses de inmigrante en España entender los titulares de los diarios madrileños cuyas características principales pasan por el uso de las palabras regionales y la abundancia de siglas (PSOE, PP, TC, ETA, EB-IU, CGPJ, VPP, etc., que se merecen otro libro explicativo). Los compatriotas deben, por tanto, aprenderse también las abreviaturas de lo contrario, leer un diario les resultará más aburrido que bailar con la hermana.

Semanas atrás una española de Extremadura que dijo que nosotros los paraguayos somos muy "dulces" en la entonación de la palabra. A lo mejor me dijo por haberse prendado con el canto de los paraguayísimos "Los 3 Sudamericanos", verdaderos ídolos en la Península desde 1963, de quiénes me honro ser amigo, y que han sembrado dulzura en estas tierras. Esto no tiene mucho que ver con el uso del idioma, sólo les quería contar, ya que estamos en España.

Una coterránea se fastidió y volvió a los tres meses a Paraguay: ni bien llegó su jefa (patrona) - ella trabajó de interna (doméstica sin retiro) - al despedirse de aquella un día franco, usó el venga famoso de los saludos de despedida de la gente de estos valles. La compatriota entendió que la jefa la decía que no salga y, por tanto, no salió, claro. La enfadó que su castellano no encajara con el de los españoles. Compró un pasaje (billete dicen los españoles) y ahora está de nuevo en Asunción.

Les explico a mis compatriotas que no han venido aún a España lo que significa venga en este libro. A mi, francamente, me cuesta mucho utilizarla. No sé, no me cuadra, me queda argél; pareciera que no soy yo … ustedes me entienden.

El castellano de España para el paraguayo tiene sus vueltas que se supera sólo con paciencia, virtud ésta que nos arrima a la sabiduría y a la tranquilidad. "Viene a toda mecha", "¡Qué mono!", "vete a pastar", "pues, no pasa nada" son frases demoledoramente sin sentido para el recién llegado a España desde la tierra de los Carios, pero que debemos aprender, de a poco, hasta poder entendernos paraguayos y españoles a través del idioma en común que tenemos.

Ya por algo en la Comunidad Europea se plantea la necesidad de "un conocimiento básico del idioma" para la integración de los inmigrantes a la sociedad que les acoge. Claro, es mejor que el recién llegado también sepa la historia y las instituciones de la sociedad, en este caso de España de manera no se agobie y se marcha en noventa días, cuando su idea primera era permanecer aquí al menos tres años.

Esto de hablar el castellano pero no entenderse es un asunto que dejó fuera de juego al más pintado. "Menos cotilla y más curro", había dicho una vez la dueña del chalé a la cocinera y al jardinero, ambos de Paraguay, acostumbrados a pasarse horas hablando en tiempos de trabajo; las dos personas de nuevo fueron sorprendidas chusmeando otro día por lo que fueron despedidas. Si sabían el significado de "cotilla" y "curro" a lo mejor conservaban el puesto.

A España hemos venido muchos paraguayos en los primeros años del siglo XXI para que en el 2008 ya formemos un colectivo guaraní de unas 150.000 personas. Miles y miles no se adaptan por varias razones, entre ellas por el idioma, aún cuando tengamos uno en común con los de la Madre Patria.

Para ellos, y para los españoles que quieren saber algo más de nuestra manera de hablar el castellano, he preparado este breve compendio de unas 300 palabras, frases, modismos, y muletillas idiomáticas de los hispanos. Son palabras para aprender y salir del apuro a la hora de relacionarnos con los dueños de casa.

Las he recopilado de los diarios, libros, revistas, del diccionario. Claro está, también las escuché en la radio, la televisión; leí en los carteles de la calle, escuché en las tertulias de amigos. Son las palabras que se usan en el supermercado, el Metro, en los cafés, las plazas, entre los vecinos; en toda España y a toda hora. Las fui anotando y preguntando qué significan.

Faltan muchísimas palabras, pero pensamos que esta primera entrega (presentaremos la segunda) servirá para salirnos de apuros. Es como una aspirina para la incómoda jaqueca.

Nos sacudimos de todo intento académico y elegimos el método coloquial, hasta con un poco de sentido del humor, para explicar el significado de las palabras y frases publicadas en esta entrega. Pongo a consideración del público este aporte que, sobre todo, servirá a los recién llegados desde Sudamérica. Al menos, eso es mi deseo.

De la mano de nuestro castellano paraguayo viene a Europa el guaraní de todos los días: "Amontema", "leka", "ya poína", "chururú", que, a lo mejor, alguna vez se incorpora al lenguaje a través de la RAE, así como desde hace tiempo entró en el inglés la palabra "jaguar" (jaguareté) o en el castellano del siglo XV, "Caribe" (caraivé, más señor). El uso y la costumbre de encargará de encajarlo dentro del idioma, tarde o temprano.

Esto de meter más palabras y modismos paraguayos en el diccionario de la RAE me inspira sugerirle a mi compadre y amigo Juan Evangelista Aguiar para que, como académico, vaya haciendo fuerza de modo que alguna vez leamos las palabras puretes paraguayas entre esas 300.000 de las que nos recordaba Camilo José Cela.

La colonia paraguaya en España, entre tanto, contribuye al enriquecimiento del castellano en España con sus particulares giros idiomáticos: traé na un poco", "yo co te dije luego", "bueno, chau manté" , "chulina", "kore, che raá". Quizás algunos puristas se nieguen rotundamente a otorgar pasaporte hacia el diccionario a estas maneras de hablar del compatriota, pero como dice Antonio Galas, "es la unión vital y comercial, no la oposición lo que las lenguas persiguen", no importa de donde sean.

Creo que en esto también se fundamenta la integración.

(Del libro "Cómo hablan los españoles (pues, los paraguayos también)", a presentarse en el Centro Cultural Juan de Salazar, de Asunción, el 19 de noviembre de 2009)