Detrás de la puerta, esto

Detrás de la puerta, esto
Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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sábado, 18 de mayo de 2013

"¿Escribís en ESTO?, ¡Ñandejara! ..."


“¡Escribís en ESTO?, ¡Ñandejara!”

Me causa gracia la cara que ponen algunos de mis amigos cuando les digo que escribo para este periódico; algunos se callan, no hacen comentarios; otros, presa del escándalo no dejan de darse el gusto de exclamar más que interrogar: “¡¿en ESTO, ese semanario de degollados y sexo!?, ¡Ñandejara!” El otro día, una vez más, vi el último número de ESTO en un auto cero del año, nuevo de paquete, importado legítimo, estacionado en el shopping.
Demasiado da gusto la conducta de la gente. Fíjense nomás. Tengo un vecino que compra todos los miércoles este semanario pero, me comentó, que no se anima a leer en el colectivo y por eso guarda en su mochila; le da vergüenza, he´i leer entre la gente, pero ni bien llega a su casa devora página por página, renglón por renglón, foto por foto y, desde luego, aviso publicitario por aviso publicitario.
“Esa revista que lee la gente pobre e ignorante”, me dijo una villarriqueña cuando leyó mi artículo aquel sobre Teresita Lichi. Sí, pero leyó la revista mas ¿para qué la voy a contraatacar con un “sí, pero leíste”? A propósito, me contaron que aquel artículo habían leído los abogados, jueces, fiscales, maestras, empresarios, mercaderas, periodistas, hasta los curas y las monjas.

Sí, ensayando una defensa, esta es una revista con un perfil definido. Publica informaciones y comentarios sin tapujos, sin esconder nada para un público que gusta leer sin tapujos, que quiere saber todo y ver todo y que no quiere que nada quede a la imaginería.
Ampliando la defensa también diría que el médico cura no solo al cura sino también a la prostituta; el abogado defiende al decente como al que está acusado de indecencia; el arquitecto diseña una casa para el cliente catedrático universitario como para también el narcotraficante.
Del mismo modo, los periodistas escribimos para lectores de Abc como para los de ESTO. Somos profesionales de la comunicación.
Pero volvamos a lo que es, al menos para mi modo de ver las cosas, la conducta de algunas personas que critican el contenido de algunas publicaciones y requeté aseguran que no leen “esas cosas”. Pero - ¡oh!, sorpresa -  en sus perfiles de Facebook te encontrás con cada comentario que hacen o con cada foto que hay entre los suyos.
Me recuerda a aquel famoso pastor protestante que tenía un no menos famoso programa de televisión desde el cual mandaba al diablo a todos los pecadores pero que se le sorprendió haciendo sexo con prostitutas; o, el mismo Fernando Lugo que siendo obispo se masticaba a las doncellas a su alcance.
Conozco una señora super santularia que se separó del marido hace años porque había sido que a ella le gustaba el cura de la parroquia. Un día su marido la siguió, les fotografió a pura piel y se separó. Es (vive todavía) una señora que nos decía a los jovencitos que en vez de andar por las fiestas “leamos La Biblia”. Haz lo que yo digo y no lo que yo hago…
Tomo y retomo, he´i Calé: Esta revista no es gratuita ni de circulación obligatoria. Tiene un precio y su venta, sobre todo su compra, es libre y soberana. Forma parte de esto que honra mucho a los paraguayos, la libertad de expresión. Compra quién quiere comprar (generalmente, me confirman, falta todo), sin ninguna obligación. Y, felizmente, la gente ejerce su derecho a elegir y no como en Venezuela y Cuba donde solo se lee lo que a sus respectivos dictadores se les antoja.
Yo no quiero hablar de doble moral y todas esas cosas. Que la gente haga lo que quiera en tanto y en cuanto no dañe a los demás y ya está. Que uno elija lo que quiera comer, tomar o leer. Para eso gana su dinero. Que despliegue, pues, las alas de su libertad y monte vuelo. Yo sé que muchos amigos míos, de esos que tienen estancias, pasan sus vacaciones en Las Bahamas y leen a Borges, Saramago y Baroja, también leen ESTO. Conozco a uno que es lector compulsivo del semanario.
Es lo que yo hago en cuanto al ejercicio de la libertad individual y de prensa: decido escribir en ESTO (además está dirigido por mi amigo Atilio) con libertad profesional, con la libertad con que cada uno, responsablemente, hacemos nuestras tareas en bien propio y de los demás.
Eso nomás.

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