Detrás de la puerta, esto

Detrás de la puerta, esto
Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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sábado, 31 de octubre de 2009

La vida de Fidel Zavala

Fidel Zavala Serratti está secuestrado por unos cuantos delincuentes vestidos de militares. Un día de octubre estaba trabajando en su estancia en Concepción cuando vinieron estos tipejos lo secuestraron y lo llevaron. Son los mismos con los que la gente de este gobierno (el de Fernando Lugo) tomaba tereré, escuchaba la misa del ex obispo y que cerraba rutas a más de, claro, invadir la propiedad ajena.
Han pasado más de dos semanas del secuestro. No pensaré que Fidel esté viviendo como un rey en el lugar que estos malditos eligieron para esconderlo. No creo que esté rozagante de salud, ni que esté durmiendo plácidamente todas las noches.
En 15 días de este maltrato ya podemos justificar una preocupación por su salud ¿Aguantará?; eso esperamos y queremos.
Que aguante hasta que se libere, porque todavía muchos tenemos la dignidad de creer que el gobierno (si así se puede llamar a lo que hacen unos rejuntados) logre sacarlo de las manos de los hombres que, todos los paraguayos creemos, que son amigos de los que están en el poder.
¿Y qué pasara si se repite la historia de Cecilia Cubas y de Amin Riquelme? Quién será el responsable principal?
El presidente Fernando Lugo va a tener que ir recapacitando. Y debe estar recapacitando; (tampoco pondremos en dudas su inteligencia). Debe saber que si algo grave llegara a pasar a Fidel Zavala, debe pensar en tomar sus cosas y mandarse a mudar, acaso al exilio, como han hecho unos cuantos patanes e inútiles que pensaron burlarse desde el Palacio de López de los paraguayos.
Si algo le pasa a Fidel, el equipejo de Lugo habrá de poner violines en bolsa porque ya estamos 6.000.000 de paraguayos (menos ellos) prestos no solo a poner cintas blancas a nuestros coches y nuestras casas sino a ganar las calles, el único arma de la civilidad. Seremos seis millones de paraguayos que habremos de exigirles que se vayan del poder y que sean sometidos a la Justicia.
Cuando estoy escribiendo estas líneas, Lugo y su gente está haciendo lo que ellos dicen ser "un día de gobierno" en San Pedro (pareciera que para Lugo, Paraguay es solamente el departamento de San Pedro). En su agenda ¿figura la liberación de Zavala?, el tal Elvio Benitez de esa zona ¿contribuye para la liberación del paraguayo secuestrado?, ¿está exhortando a los secuestradores a liberar al ganadero?
Haga lo que haga, Lugo es el principal responsable de la vida de Zavala. Si algo feo le pasa a este trabajador del campo, el presidente ya debe saber que su gobierno ha terminado y que el pueblo ganó las calles.

martes, 27 de octubre de 2009

Defender a los pobres desde el Yacuzzi

El presidente Fernando Lugo se rasgó las vestiduras. Dijo que por causa de los ricos su gobierno no puede hacer lo bueno que querría hacer a favor de los pobres. Lo dijo ante un auditorio de gente pobre que vive en el Bañado Tacumbú de Asunción.
Culpó a los que tienen más de la desgracia de los que tienen menos.
Habló de los ricos, refiriéndose a los que tienen mansiones, se desplazan en autos caros, de los que concurren a clubes exclusivos, comen bien, sus fotos se publican en las páginas de sociales de los diarios, etc., etc.
El diario abc dedicó un editorial al exhabrupto del presidente.
En el artículo le recuerda que su hermana, la Primera Dama, vive en ese mundo de lujos, vistiendo ropas caras y apareciendo también en las vanidosas páginas de sociales.
Particularmente le quiero recordar a don Fernando que también él gusta del lujo. No es mi amigo, nunca me tocó farrear con él, no le chupo la media, jamás nos cruzamos un saludo pero sé que gusta de la abundancia, de las marcas europeas y hasta de los excesos.
Vamos a ver.
¿Recuerdan su foto en el Yacuzzi, en esa donde aparecen dos manos femeninas sirviéndole pastelitos y croquetitas?
¿Recuerdan la mansión que mandó arreglar en Ayolas para sus fines de semanas?
Un día, cuando yo todavía era periodista del diario Crónica, fuimos a la casa de una de sus parejas, Viviana Carrillo, en el barrio San Pablo, luego de saber que la noche antes anduvo por ahí el enemigo de los ricos.
Desde luego, no fuimos atendidos por la dueña de casa, quién para ese momento ya tenía guardia ordenada por el defensor de los pobres.
En la vereda, la canasta de resíduos resultaba pequeña para todas las botellas, restos de comidas, cajas de cervezas, vinos, champan y whiskies consumidos la noche anterior (un sábado). Fernando Lugo, su pareja y sus invitados comieron como presidentes de seccionales y chuparon como cosacos. No sólo eso, al día siguiente (aquel domingo que fuimos a la casa de su mujer) ésta exhibe a los vecinos las marcas de las costosas bebidas importadas, los envases y restos de bocaditos fifi que ni en el Club Centenario se consume. Las huellas del festival gastronómico que sólo los ricos pueden darse estaban en la vereda de la mujer del ex obispo.
Pero Lugo, ni bien se encuentra ante un auditorio de pobres se da una panzada de palabras contra los ricos. Se olvida que come bocaditos en Jacuzzi, que se pasea en helicóptero estatal con algunas de sus amigas, que se junta con imprensentables como Hugo Cháves quién paga 25.000 dólares a una prostituta paraguaya; que no deja de participar en cenas de alto copete donde haya al menos una mujer a quién echarla una mirada.
Debo decirles con toda franqueza que, como a muchos, me harta esta clase de gente. Gente falsa, mentirosa e hipócrita. Hablando contra los ricos cuando él está tirando mantecas al techo. Haz lo que yo digo y no lo que yo hago ¡Vamos, Lugo!, este no es un pueblo de mentecatos.
Lo que él debe hacer es dar un paso al costado, renunciar. Y dejar de jorobarnos la vida con su desorden, su indisciplina mental, sus discursos socialistas de mediopelo, y ahora con esto de que los ricos son los culpables de la miseria de los pobres. ¡Por favor...!

domingo, 25 de octubre de 2009

Esa costumbre de buscar parejas

Jorge Puig tiene un programa radial que se llama "El doctor Romance" los domingos a la noche. La gente llama para pedir amores, encontrar una persona a quién amar y confiar intimidades. En esto de encontrar amores la humanidad siempre anduvo en desventajas. Por la cantidad de llamadas telefónicas al espacio mencionado me atrevo a pensar que hay más decepciones que alegrías tras la búsqueda.
Buscamos parejas y me parece correcto. Somos gregarios. Hombres y mujeres buscan lo suyo. Bueno, dentro de esa búsqueda hay un poco de todo, donde la búsqueda del sexo, sobre todo por parte de los varones, amenaza ubicarse en primera fila.
Por amor nos morimos. Notable la pareja para que se convierta en el único mundo de quién ama.
En ese mundo la infidelidad mete la mano y adios mundo cruel. La infidelidad, que no es propiedad exclusiva de uno ni de otro sexo, parece que es la causa principal de las separaciones y; a partir de ahí, de nuevo la batalla por encontrar nueva pareja.
Me llama la atención tanta gente que está sola, hombres y mujeres.
Esta noche volví a escuchar la cantidad de esposos que tienen amantes furtivas y; la cantidad de esposas que aman a esposos de otras mujeres.
Las separaciones son generalmente por infidelidades de origen sexual. No siempre la pareja se separa por descuerdos religiosos, ni porque a uno se le ocurre levantarse muy temprano, ni porque sea enfermo de olimpismo mientras la pareja sea cerrista. Nada de eso.
Casi siempre son el "cuerno", la "bandida", la "banda", el "calentón", etc., quienes provocan el rompimiento. Y por causa sexual, los celos - ¡esos malditos celos! - se hacen de cuerpo presente y partir de ahí, los gritos, los espionajes, los llantos, los golpes, las asperezas de la palabra que van y vienen y llegan hasta los familiares, amigos y vecinos.
Pareciera que la relación funciona solo mientras el sexo anda bien; es decir, cuando la exclusividad kamasútrica está a buen recaudo.
Lo que no quiero pensar es que sólo el hombre (no puedo, defiendo a mi género) sea el único infiel de la pareja. La mujer también es infiel. Somos una especie marcada por la infidelidad. Desde luego: hay mujeres fieles y hombres fieles. Pero, como la infidelidad es escandalosa y, por tanto, la razón del asombro, genera la tentación de la generalización de la falta de mútua lealtad.
Y en esto del sexo furtivo entran hasta los sacerdotes, sobre el cual no voy a redundar para que algunos que están en el poder y que leen mi blog no digan que el tema estoy queriendo politizar. No. No hablaré de Fernando Lugo.
Retomo el tema.
¡Cuántos desamores hay en la Tierra!, fenómeno que vuelve argelada a mucha gente. Conozco amigos que no quieren saber nada de tener parejas después del fracaso que han experimentado. Algunos prefieren sumarse a la legión de los cazasexos, de aquellos que - al decir de los pilotos militares - prefieren el toque y despegue y si te he visto no me acuerdo. En este sentido, debemos reconocer que una cana al aire no es igual a un tiro al aire.
En esa legión hay hombres y mujeres. Algunos son felices y otros no tanto en medio de esa soledad a la que adoptó por compañera.
Escuché en el programa decir a una mujer que las mujeres casadas debieran atender u poco más a sus maridos, para que estos no anden "buscando en la calle" a sus amantes. Ni un hombre dijo lo mismo a favor de sus esposas. Toditos se callaron.
Yo conozco un matrimonio donde él es un ejemplo, pero ella es medio cabezuda; sin embargo, ya llevan casi 30 años de estar juntos. Conocí una pareja de casados que parecían una gota de agua. Él, sin embargo, tenía un amor escondido por las cercanías. Ella, enterada de la infidelidad, siguió la relación sin ofrecer resistencia hasta que encontró uno de quién se enamoró y de inmediato pidió el divorcio. La mujer aplicó aquello de que no hay que llegar primero sino hay que saber llegar.
En fin, la gente busca pareja pero ni bien la atrapa otra vez los celos hacen de las suyas. Otra vez la "yegua", "la bandida", la "banda"; el "sombrero", el "cuerno" que, en el mejor de los casos, dejó dos heridos y contusos para volverse a buscar al siguiente amor, candidatado al siguiente desamor.
Es que no aprendemos la lección y cuando aprendemos ya estamos con los achaques, las pastillas, las visitas médicas sin una pareja que comparta con nosotros. Todo porque mientras fuimos más jóvenes medíamos la convivencia por nuestras respectivas capacidades de asumir compromisos sexuales a cuentas de un amor que no era tal sino una candente pasión de la que no escapan ni los hombres ni las mujeres. No sé si me explico.

"La Mega", discoteca paraguaya en Barcelona

Es el punto de encuentro de los paraguayos en Barcelona. Todo la colectividad sabe del sitio. Allí, cada fin de semana, se reúnen escuchan música, bailan, comparten y recuerdan Paraguay. Se trata de la discoteca "La Mega", de mucha simpatía en la colonia paraguaya en aquella ciudad del noreste de España y en las de otros colectivos latinoamericanos.

Hugo Nagel es uno de sus principales. También es el DJ. Es un joven que se instaló en Barcelona donde aglutina a los paraguayos. Es un líder, con el carisma natural de la gente que destila simpatía. Y como si todo fuera poco, Hugo también es el conductor de un programa radial de los días sábados.

En la discoteca cuenta con la eficaz colaboración de otros pares suyos. Todos jóvenes. Están en casa, detalle que hace a las presentaciones de fines de semana. Procuran por la excelencia, para lo cual están en la permanente búsqueda de la novedad, no solo en España y Paraguay, sino en todo el mundo. Todo lo nuevo que aparezca en el mundo artístico de las grandes ciudades repercute con fuerza en la Mega de Barcelona, sobre avinguda Diagonal al 477.

Nagel es un inconformista como todo joven que busca ser el mejor. Para cada detalle pone alma, corazón y vida. Es por eso que la disco se llena no solo de paraguayos, sino de españoles, ecuatorianos, colombianos, dominicanos, bolivianos, peruanos, brasileños, argentinos.

"La Mega" se hace de un sitio en el rubro de las discotecas de la ciudad. Y es muy querida y respetada. Es que los jóvenes compatriotas que están al frente del negocio se han dispuesto a ser primeros y lo han logrado con toda legitimidad.

El compromiso de ser mejores les lleva a contactar con los mejores grupos paraguayos. Para las próximas semanas, "La Mega", prevé presentar a excelentes números paraguayos que anunciarán oportunamente. Con esta disco, Paraguay está muy bien representado y conceptuado en la ciudad de Barcelona, sin ninguna duda.

Disc Jockey (DJ)

A comienzos de la década de 1970 se inicia un proceso de crisis en el ámbito de las orquestas de baile Orquestas Populares, con la desaparición de muchas de ellas, actividad profesional y la supervivencia de unas cuantas.
entran en acción los sistemas de animación de fiestas a través grabaciones originales de los temas de moda en el mundo. Es la aparición de la figura del Disc Jockey, primero como simple «pasadiscos» y luego como animador y complemento del espectáculo.
Entre (1970-1975) se destacaron en dicha actividad: Juan Carlos Díaz de Bedoya, Carlos Capello, Coco Orem y Storm Records.
De 1975 en adelante Jorge Barrett, Enrique Méndez (Kike Pioneer), Miguel Amarilla y Mario Ferreiro (Lennon Record Show).
A partir de 1980 se incorporó el sistema de animación con: Rubén Rodríguez y Nicolás Delgado (Disc Jockey Show), Ricardo Rodas Vill (Fantasía), Abel Maldonado, Bruno Masi (Hola Música), Jean Louis Pivot de Francia, Julio César Báez (Gente Joven), Metrópolis Sander, Los profesionales, Papo Encina, Cacho Colmán, Malibú, Stylus disco, Liverpool disco, Disc Jockey en Acción de Nicolás Delgado (desprendimiento de Rubén Rodríguez), Excalibur, Yes Disc Maniac, Eros el Gran Show, Ibiza Record, Ecos Leyenda del Futuro, Dinámica Show, Discoteca 54, Acuario Súper Show, Pionner Disco, Nene Fariña.
Posteriormente incursionaron los especialistas en música tropical y cachacas como: Papi Nuñez (Tropicalísimo), Paulino Ovelar, Nito Vinader, Oscar Arietti, Cheverísimo, Pato C. disco, Grupo Show Tropical y otros.

Tereré, identidad paraguaya en España

"Esa persona es de Paraguay", afirman los españoles al ver a un paraguayo o una paraguaya con el termo de mate o tereré en manos. En pocos años, el compatriota se hizo de un sitio en la comunidad española con sus costumbres a cuestas, especialmente con el mate y el tereré. Felizmente, los compatriotas no han abandonado el paraguayísimo "vicio" de la infusión.

"Más paraguayo que la mandioca o que el tereré", se suele decir en lenguaje nacional cuando se desea enfatizar el origen de las personas o de las cosas. Es que, sobre todo, el tereré (la infusión fría) viene de los mismos paraguayos, aunque no precisamente de la Guerra del Chaco, como muchos dicen, sino de mucho antes. Lo del mate, la infusión caliente, viene de lejos; de los mismos indígenas guaraníes que lo consumían todos los días como té digestivo. Primero como una infusión cualquiera, cuentan los antropólogos, luego como mate, muchos siglos antes que los españoles pusieran sus plantas en las tierras de Cará cará. Se cree que desde Paraguay se extendió en las naciones guaraníes de la mesopotámica y; al estuario del Río de la Plata, al sur y; a lo largo de la franja del Atlántico, al norte y este del continente, perdurando y haciendo costumbre urbana, en la modernidad en Buenos Aires, Montevideo, Asunción, Río Grande del Sur. En España llegó el tereré y el mate del termo paraguayo. Claro, también de la mano de los argentinos, de los uruguayos y de los brasileños del sur. Pero el tereré, sólo en el termo de los compatriotas que, sobre todo los fines de semana, acompañan a la iglesia, las plazas, los parques, los restaurantes, los autobuses y el Metro. Por eso los españoles identifican al Paraguayo y hasta, varios, se "animaron" a probar el amargo y comprobaron que lejos está de lo que imaginaban: alguna hierba conteniendo hojas secas de marihuana. Nada que ver….

lunes, 19 de octubre de 2009

Naranjas asuncenas

Un refrán decía que no se ha de exprimir tanto la naranja que amargue el zumo. No sé si esta frase se habrá utilizado o no para que las plantas de cítricos desaparecieran de las calles asuncenas. En verdad, esta especie sufrió en diversos periodos los efectos de los hachazos y machetazos de las autoridades de turno. Sin embargo, debemos reconocer el esfuerzo de la intendenta Evanhy de Gallegos por retornarlas a nuestras calles.
Todas las ciudades tiene un olor, al menos para mi. Buenos Aires me huele a café y salsas; Taipei, a cloaca (disculpen mis amigos chinos) y; Asunción, a azahares, no tanto por el aroma propiamente dicho sino por la guarania "Canto al Paraguay, de Heriberto José Altimier, un médico argentino, en la parte que dice "tus naranjos y tus flores los recuerdos sin igual".
Gaspar Rodríguez de Francia fue el primer verdugo de los naranjos asuncenos. Mando cortar todos aquellos que entorpecían, al igual que las casas, para enderezar las calles. No quizo saber nada. Y conste que frente a la Casa del Gobernador, donde residía, había una planta de naranja que a más de darle frutas le servía para que, a su sombra, se fusilaran a sus enemigos, cosa que le producía un extraño placer.
Hasta por la década de 1960, las calles asuncenas estaban llenas de estas plantas reventadas de frutas y de aromas de azahares. Eran preferentemente de las llamadas "naranja hai", a las que el artista luqueño Bernardo Galeano compuso una música, con ese nombre.
Habían zonas identificadas con la fruta, como "Naranja ty", entre las actuales avenidas Fernando de la Mora, Choferes del Chaco y Eusebio Ayala. Vestigio de aquella abundancia cítrica es la calle "Naranjales" en el barrio San Pablo, de Asunción, nombre adoptado por ordenanza municipal en 1981.
Augusto Roa Bastos gustaba mencionar a la naranja en sus obras. incluso su primer trabajo se llamó "El naranjal ardiente" que no se publicó sino muchos años después de haber terminado de escribir. Algunas de sus frases evocando al cítrico dicen, por ejemplo, "que alzan en meridianos de luz los naranjales", "bajo un sol de verano con naranjas de amor", "hermano de oprimidos naranjales", "de estos altos naranjos atajados por la muerte", etc, mencionadas sobre todo en poesías varias.
Concepción Leyes de Cháves en su obra "Tava´i" también dedica espacios a los cítricos: "sin más árboles que las chilcas y las naranjas plantadas por los jesuítas", "plantas de limón y naranjas en las casas", "espina de naranjo para hilvanar ropa", etc, con los que va pintando las costumbres en un pueblo paraguayo.
Desde hace un par de décadas, en el sur del país se producen las naranjas más ricas de la región y que bajo la conocida marca "Frutika" llega al mercado nacional y extranjero convertidos en jugos (zumo le dicen los españoles) higiénica, atractiva y estéticamente envasados.
En el año 2008, la intendencia municipal de Asunción volvió a colocar plantas sobre la calle Benjamín Constant con la intención de cubrir otras calles. Parece, cosa de no asombrarse, que la idea se esfumó; al menos no se dió a conocer nada sobre el particular.
Bueno, no insistiré mucho en esto, no sea, como dice el refrán, que se amargue el jugo.

domingo, 18 de octubre de 2009

Cómo hablan los españoles (pues, los paraguayos también)

El idioma que hablamos, el castellano, tendría unas 300.000 palabras, de las que - según Camilo José Cela - el más culto no maneja más de 30.000, mientras que el común de la gente usa unas 1.500; a lo mejor, con suerte y viento a favor, como dice mi amiga María Teresa, yo estoy en este grupo de las 1.500.

Sin embargo, saber el idioma no es sólo hablar y escribir, sino entender. Paraguayos y españoles hablamos castellano; pero el significado de muchas de nuestras palabras (del castellano paraguayo digo) no entienden los ibéricos. Un día hablando con un señor adulto, madrileño, este no comprendió cuando le dije que "esta mañana garuó un poco", porque, intervino, "en España no usamos esa palabra". Y garuar está en el diccionario de la Real Academia Española (RAE).

¡Vaya dilema!

Claro, porque esté en el diccionario no todos la usarán ni comprenderán.

Entendernos entre paraguayos y españoles con nuestro propio idioma no es tarea fácil. Mientras nosotros decimos "caminar", los españoles prefieren la palabra "andar"; mientras estos llaman "bombilla" al foco; para nosotros bombilla es el infaltable elemento de mate y tereré. Así las cosas, una primera conversación entre paraguayo y español puede ser un fácil diálogo de sordos.

"Voy aprendiendo de vuestro lenguaje"

me dijo el otro día mi amigo Enrique, "ahora ya sé que decís pieza a la habitación". Le contesté que yo también ya aprendí que "hasta ahora" es un "hasta luego" pero por breve tiempo; "voy al baño, hasta ahora"; "recogeré el diario del portal, hasta ahora". Lo de "hasta ahora" no "pega", como dicen los jóvenes, para nada en el lenguaje de los paraguayos en Paraguay donde se dice "voy al baño, esperáme na un ratito"; "voy a traer el diario, ya vengo".

Y conste que en el lenguaje de los españoles figuran aquellas palabras que están registradas en el diccionario de la RAE pero que nosotros, los paraguayos, no las conocemos por su no uso o porque no nos preocupamos leer y, sobre todo, aprender, las palabras que están en el catálogo de palabras.

Los españoles también tienen sus propias expresiones, sus giros regionales, como nosotros, y que no aparecen en el diccionario. "Joder, macho", "coño", "hostias", "me hace ilusión", "en la puta calle" palabras y frases marcas registradas de los peninsulares, como muy nuestro aquellos de "dale", "está ya", "mirá na un poco", "para qué pió me voy a ir", "¡qué purete!", etc.

A esta altura del comentario preguntaría si quién, excepto los profesionales académicos, se preocuparía de leer el diccionario, y mucho menos buscar en sus páginas razones para el entretenimiento fácil, cuando de por medio están "kamasutra", "El código de da Vinci", "Los amantes lesbianos", los divertidos libros de Helio Vera, etc., etc., etc.

Para cualquiera de nosotros, recién llegados a la tierra de Domingo Martínez de Irala, Álvar Núñez Cabeza de Vaca, Juan de Salazar, María Mencia Calderón de Sanabria, Bernardo de Velasco y tantos otros que fueron "nuestros" españoles de peso, cuesta una barbaridad entender de buenas a primeras al español, cuya entonación no apreciamos en Paraguay sino de vez en cuando en los doblajes de películas norteamericanas o europeas, cuando un artista hispano, (Raphael, Miguel Bosé, etc.) visita Asunción o, cuando vuelve a casa algún futbolista paraguayo que anduvo chutando la pelota durante un par de años en algún club fifí de estas comarcas europeas, como Cayetano Ré, por mencionar solo a uno de los tantos.

¡Ah!, y también cuando escuchábamos en la redacción del diario a Tony Carmona, nuestro querido colega español, radicado en Paraguay desde hacen añares.

A la entonación hay que añadir la velocidad del pensamiento con que hablan muchos de los ibéricos. En la extraña manera de manejar las letras c, s y z, hay mucha tela por cortar.

Luego viene la parte complicada: las palabras y el sentido que las otorgan; y las causas por las que dicen; y los efectos que buscan con ellas.

Ni qué decir si a un paraguayo le tocara en suerte tratar con un sureño, campeones invictos en "peluquear" las palabras y las frases. "Voy a mi ca porque aquí tengo na que hacé", dice un malagueño como lo más normal del mundo y como si todos le entendieran. Claro, leyendo esa frase es fácil entender; anímese a encararla a través del oído. Le deseo buena suerte …

Cuando hablo con mi amiga María Dolores, nacida en Tíjola, Almería, y radicada en Granada, debo andar con mucha paciencia. Habla tan rápido y paseando su podadora por sobre palabras y oraciones que estoy pensando seriamente anotarme a un curso de castellano andaluz, si hubiera, para poder seguir hablando con ella porque, en esencia, me es muy grato tratar con ella como con cualquier otra persona nacida en este país europeo.

Ian Gibson, escritor irlandés, escribe sobre el granadino Federico García Lorca que habla sin parar "con un rotundo acento andaluz y escamoteando sílabas". Así que, ya sabe ….

Y conste que los paraguayos descendemos de aquellos primeros conquistadores españoles que eran de Andalucía. Ni así nos resulta pan comido entablar con ellos una conversación.

Aunque hablemos el idioma de Cervantes no me fue fácil en mis primeros meses de inmigrante en España entender los titulares de los diarios madrileños cuyas características principales pasan por el uso de las palabras regionales y la abundancia de siglas (PSOE, PP, TC, ETA, EB-IU, CGPJ, VPP, etc., que se merecen otro libro explicativo). Los compatriotas deben, por tanto, aprenderse también las abreviaturas de lo contrario, leer un diario les resultará más aburrido que bailar con la hermana.

Semanas atrás una española de Extremadura que dijo que nosotros los paraguayos somos muy "dulces" en la entonación de la palabra. A lo mejor me dijo por haberse prendado con el canto de los paraguayísimos "Los 3 Sudamericanos", verdaderos ídolos en la Península desde 1963, de quiénes me honro ser amigo, y que han sembrado dulzura en estas tierras. Esto no tiene mucho que ver con el uso del idioma, sólo les quería contar, ya que estamos en España.

Una coterránea se fastidió y volvió a los tres meses a Paraguay: ni bien llegó su jefa (patrona) - ella trabajó de interna (doméstica sin retiro) - al despedirse de aquella un día franco, usó el venga famoso de los saludos de despedida de la gente de estos valles. La compatriota entendió que la jefa la decía que no salga y, por tanto, no salió, claro. La enfadó que su castellano no encajara con el de los españoles. Compró un pasaje (billete dicen los españoles) y ahora está de nuevo en Asunción.

Les explico a mis compatriotas que no han venido aún a España lo que significa venga en este libro. A mi, francamente, me cuesta mucho utilizarla. No sé, no me cuadra, me queda argél; pareciera que no soy yo … ustedes me entienden.

El castellano de España para el paraguayo tiene sus vueltas que se supera sólo con paciencia, virtud ésta que nos arrima a la sabiduría y a la tranquilidad. "Viene a toda mecha", "¡Qué mono!", "vete a pastar", "pues, no pasa nada" son frases demoledoramente sin sentido para el recién llegado a España desde la tierra de los Carios, pero que debemos aprender, de a poco, hasta poder entendernos paraguayos y españoles a través del idioma en común que tenemos.

Ya por algo en la Comunidad Europea se plantea la necesidad de "un conocimiento básico del idioma" para la integración de los inmigrantes a la sociedad que les acoge. Claro, es mejor que el recién llegado también sepa la historia y las instituciones de la sociedad, en este caso de España de manera no se agobie y se marcha en noventa días, cuando su idea primera era permanecer aquí al menos tres años.

Esto de hablar el castellano pero no entenderse es un asunto que dejó fuera de juego al más pintado. "Menos cotilla y más curro", había dicho una vez la dueña del chalé a la cocinera y al jardinero, ambos de Paraguay, acostumbrados a pasarse horas hablando en tiempos de trabajo; las dos personas de nuevo fueron sorprendidas chusmeando otro día por lo que fueron despedidas. Si sabían el significado de "cotilla" y "curro" a lo mejor conservaban el puesto.

A España hemos venido muchos paraguayos en los primeros años del siglo XXI para que en el 2008 ya formemos un colectivo guaraní de unas 150.000 personas. Miles y miles no se adaptan por varias razones, entre ellas por el idioma, aún cuando tengamos uno en común con los de la Madre Patria.

Para ellos, y para los españoles que quieren saber algo más de nuestra manera de hablar el castellano, he preparado este breve compendio de unas 300 palabras, frases, modismos, y muletillas idiomáticas de los hispanos. Son palabras para aprender y salir del apuro a la hora de relacionarnos con los dueños de casa.

Las he recopilado de los diarios, libros, revistas, del diccionario. Claro está, también las escuché en la radio, la televisión; leí en los carteles de la calle, escuché en las tertulias de amigos. Son las palabras que se usan en el supermercado, el Metro, en los cafés, las plazas, entre los vecinos; en toda España y a toda hora. Las fui anotando y preguntando qué significan.

Faltan muchísimas palabras, pero pensamos que esta primera entrega (presentaremos la segunda) servirá para salirnos de apuros. Es como una aspirina para la incómoda jaqueca.

Nos sacudimos de todo intento académico y elegimos el método coloquial, hasta con un poco de sentido del humor, para explicar el significado de las palabras y frases publicadas en esta entrega. Pongo a consideración del público este aporte que, sobre todo, servirá a los recién llegados desde Sudamérica. Al menos, eso es mi deseo.

De la mano de nuestro castellano paraguayo viene a Europa el guaraní de todos los días: "Amontema", "leka", "ya poína", "chururú", que, a lo mejor, alguna vez se incorpora al lenguaje a través de la RAE, así como desde hace tiempo entró en el inglés la palabra "jaguar" (jaguareté) o en el castellano del siglo XV, "Caribe" (caraivé, más señor). El uso y la costumbre de encargará de encajarlo dentro del idioma, tarde o temprano.

Esto de meter más palabras y modismos paraguayos en el diccionario de la RAE me inspira sugerirle a mi compadre y amigo Juan Evangelista Aguiar para que, como académico, vaya haciendo fuerza de modo que alguna vez leamos las palabras puretes paraguayas entre esas 300.000 de las que nos recordaba Camilo José Cela.

La colonia paraguaya en España, entre tanto, contribuye al enriquecimiento del castellano en España con sus particulares giros idiomáticos: traé na un poco", "yo co te dije luego", "bueno, chau manté" , "chulina", "kore, che raá". Quizás algunos puristas se nieguen rotundamente a otorgar pasaporte hacia el diccionario a estas maneras de hablar del compatriota, pero como dice Antonio Galas, "es la unión vital y comercial, no la oposición lo que las lenguas persiguen", no importa de donde sean.

Creo que en esto también se fundamenta la integración.

(Del libro "Cómo hablan los españoles (pues, los paraguayos también)", a presentarse en el Centro Cultural Juan de Salazar, de Asunción, el 19 de noviembre de 2009)

sábado, 17 de octubre de 2009

Galopas y galoperas

Muchos extranjeros piensan que la galopa es una danza bailada con frecuencia y mucho entusiasmo en Paraguay. Y eso, lamentablemente, está lejos de ser verdad. En particular, me hubiera encantado. Nunca faltó en mis viajes al exterior quién me preguntara algo más sobre la galopera.
En un comentario anterior, que lo escribí estando radicado en Madrid, me referí ligeramente a este baile que estando fuera del país los paraguayos extrañamos al borde de las lágrimas. Pero ni bien estamos en Paraguay nos olvidamos de que "debajo de la enramada ya está formada la rueda" y que "sale la galopera su galopa a bailar", porque tal cosa no existe como parte de la danza paraguaya, como lo es la polka, el chamame y la cachaca.
La galopa se hizo famosa por la composición "Galopera" de Mauricio Cardozo Ocampo (1907 - 1982), pero no se baila en las fiestas paraguayas sino en los escenarios a cargo de grupos de danzarines profesionales o aficionados.
La galopa es música para bandas resaltándose la percusión.
Por lo demás, "La Galopera" es, eso sí, una formidable carta de presentación paraguaya en el mundo entero y que fue capaz de provocar el interés constante de la gente, que esperaba - supongo - que esa se danzara permanentemente en Paraguay y que las mujeres bailan debajo de la enramada, que ellas tengan zarcillos de tres pendientes, anillos siete ramales y rosarios de coral. Pero nada de eso es verdad para estos tiempos que corren adversos para el sostenimiento de las costumbres paraguayas.
Lamento decir a los extranjeros que en Paraguay hay preferencias hacia la cachaca (un mamotreto mal copiado de la preciosa cumbia colombiana) que las galopas en general y la Galopera, en particular.
Duele decirlo: cuando nos marchamos del país, la composición de Cardozo Ocampo cantamos a grito pelado ni bien se nos dé la oportunidad y reclamamos una y otra vez que las bailarinas la dancen y que los cantores la interpreten. Ni bien salimos nos desparramamos en encendidos patriotismos.
Después, nada.
Han pasado cincuenta años y no hubo nueva composición que evoque a las mujeres que, cántaro o botella a la cebeza, bailen bajo los enramados de las casas. Nadie se preocupó de esta danza; ni los músicos, ni los poetas, ni los medios de difusión, ni los maestros, nadie. Es una doliente como amarga verdad.
La "Galopera" es bellísima; sin embargo, quiero advertir a los que vengan a Paraguay para escuchar esta y otras composiciones conocidas en todo el mundo ("Recuerdos de Ypacaraí", Mis noches sin ti", "India", "Pájaro campana", etc.) que se darán una desagradable sorpresa, porque las radios las difunden escasamente, casi nada y muy pocos espectáculos en vivo las incorporan. La televisión sencillamente ignoran esta parte de nuestro arte.
Y así sigue la función al compás de la galopa ...

Ver: http://efrainmartinezcuevasbologspot.com/2007/12/la-galopera-en-mlaga.html

Atrapado en las redes


Antes que nada debo decir a los que me leen que soy un ignorante en todo esto que es muy nuevo: las redes sociales virtuales. Ignoro los nombres. Conozco unos pocos como Orkut, Sónico, Badoo, Facebook y se me van acabando los datos.
Dentro de mis limitaciones procuro adecuarme para disfrutar de sus gratuitos beneficios.
Pienso que son oportunidades para tener más amigos, para que, ordenador de por medio, durmamos menos porque ya tenemos amigos en India, Tokio y Taipei o para que la cerveza, con el notebook en la mesa, nos resulte más rica en un bar cualquiera.
Escucho y leo muchas opiniones sobre estas redes sociales.
Algunos, cuyos nervios se exitan fácilmente, sin piedad mandan al garete al grupo con el cual no simpatiza y; por el otro lado, hasta casi idolatra al que simpatiza. Noto mucho fanatismo futbolero por una y otra estructura social. Se me antojan olimpistas gritando contra cerristas, boquenses contra riveristas, liberales contra colorados y; hasta - ¿por qué no? - feministas contra machistas.
Un día entré a Badoo, una cadena como cualquier otra, donde propuse amistad a todo el mundo que tenga por sobre los 40 años de edad. Ni bien me afilié ya tuve mis detractores: que es un grupo de "levante" (en Paraguay decimos levante al "programa", al hacer relaciones de parejas con propósitos sexuales; para "ligar", como dicen los españoles), integrado por ardientes hombres y mujeres que no encuentran más placer que el orgasmo al paso. Escuché sobre esta red insultos y dichos graciosos varios que, felizmente, no me dan ni frio ni calor, al menos no me desaniman lo suficiente como para salir despavorido del círculo.
En Badoo tengo amigos con los que me llevo muy bien. Y amigas, claro. Encontré, es verdad, a hombres con inclinaciones homosexuales que sin decir agua va plantean sus intenciones, como mujeres que, haciendo de Badoo su quinqué, va alumbrando camino en busca de quién ofrezca matrimonio.
Si uno no está de acuerdo con las ofertas, pues no las acepta y ya está.
Por lo demás, con la gente que elijo me llevo excelentemente bien sin que la moneda de cambio sea precisamente la relación sentimental. Entonces, Badoo, para mi vale para que amplíe mi círculo de amigos.
En Orkut estoy desde hace un par de años. Ahí también estamos un poco de todos, especialmente la "pendejada" como algunos dicen de los jóvenes que lo ocupan. En este grupo tengo buenos amigos con quienes cruzo saludos y comentarios breves permanentes. Preferentemente utilizo Orkut para alzar mis fotos para que las personas que quieran las vean.
Se dice que en Orkut se habla mucho de pavada. Y a lo mejor. Pero también en nuestro círculo diario se dice muchas tonteras para lo cual basta con escuchar la radio, leer los diarios y ver la televisión. Entre nuestros compañeros de trabajo también escuchamos tonterías a diario. La pavada no es exclusividad de tales o cuales grupos, es un virus sin remedio que ataca a toda la humanidad con o sin grupos virtuales de por medio.
En Sónico tengo un grupo de amigos que en años anteriores fuimos compañeros de trabajo en el diario ABC Color. En nuestro grupo nos divertimos un montonazo a partir de algunas fotos que vamos aportando; a veces, hasta charlamos en serio y sacamos en limpio algunas perlas que nos permiten liberarnos de ciertas ignorancias. Se trata de un círculo muy interesante que, seguro, es semejante a otros que estén en Sónico, Facebook, Orkut y otros que existirían sobre los cuales no tengo la menor idea.
En España hay un círculo que se llama "Rincón de la armonía" integrado por gente que gusta escribir. Es un círculo muy activo y del que participo con gusto. Se habla de poesías, libros, música, un poco de todo. Muy agradable.
Cada uno busca su propio sitio y relaciones. En todas partes hay gente que grita, dice guarangadas, insulta; pero también está la que ejerce la decencia, es alegre y desea una relación sin egoismos con mucho respeto. Están en Orkut, Facebook, Sónico, Badoo...
No es el martillo lo peligroso para el dedo; es la impericia para manejarlo. No es Orkut el ordinario, es el indivíduo que lo usa. Las herramientas están en nuestras manos; de nosotros depende obtener con ellas lo que necesitemos. No es la guitarra la que desentona, sino su ejecutante.
Es una suerte de creacionismo: los relojes son atendidos por un relojero.
Si voy a quejarme de tantos maleducados que andan por ahí, capaz que me olvide de lo que obtengo en mis relaciones con la gente educada. Entonces, mi ignorancia sobre estas redes sociales incluye ignorar a sus marginales y, a partir de ahí, disfrutar, de las ventajas de esta estupenda creatividad del hombre sabio a mi alcance desde la computadora de mi casa.

viernes, 16 de octubre de 2009

"Llamame por cualquier cosa"

¿Se imagina usted durmiendo plácidamente a las tres de la madrugada y que suene su teléfono para que un amigo le cuente que una rata no le deja dormir o; que tiene un chiste demasiado bueno sobre un cura que andaba embarazando a las jovencitas de la parroquia o; que no está de acuerdo con que el Premio Nobel de la Paz se le otorgue al presidente Obama o; que el último exabrupto de Maradona contra los periodistas de su país no es tan importante como que el equipo argentino se haya clasificado y; así, escuchando todas las pavadas que le puedan desvelar en sus mejores horas de sueño?
Sin embargo, asuma su responsabilidad: usted es el culpable. Su amigo le tomó la palabra al pie de la letra. ¿Se acuerda la última vez cuando le dijo "cualquier cosa y llamame"?
Y, bueno. Por cualquier cosa le llamó.
Es que usted ni se dió cuenta lo que su amigo pensó que era verdad. Como a todo el mundo, le dijo a este buen hombre que le llama "por cualquier cosa" Y le llamó a la madrugada por lo que el llamador pensó que era importante. Además desde que usted le dijo "llamame por cualquier cosa" él pensó que usted le tiene mucha consideración y que, incluso, sin él no será posible que usted viva.
No es sosería, la última vez le dijo que "por cualquier cosa" le llamara. Le autorizó y asuma. No se queje por que no puede dormir, porque hay gente mal educada, o los tekorei que con tal de cortarle el sueño le llama para decirle que no está de acuerdo con el premio instituído al número uno de la Casa Blanca.
A lo mejor en la realidad no se llegue a estos extremos. Pero no faltará un buey corneta que crea a pies juntillas su frase hecha, la misma que se repite miles de veces por día entre los paraguayos. "Sí ... sí ... llamame pues después; o sino, "yo te llamo por cualquier cosa. Dale, dale, llamame por cualquier cosa".
De qué folklórico karameguá se extrajo semejante frase, no tengo la menor idea. Lo que me queda claro es que dice nada, que no conduce sino a confusiones a quiénes escuchan por primera vez y que puede, en algún momento, generar algunas incomodidades.
"Llamame por cualquier cosa" es igual, en castellano paraguayo, a "de acuerdo, nos vemos", "hablamos después, hasta luego", "un gusto saludarte".
Alguien me dijo recientemente que cuando el paraguayo dice "llamame por cualquier cosa", o "cualquier cosa y te llamo" no está sino practicando lo que damos en llamar la "bolaterapia" nacional que no es sino un vulgar engaño. Es igual a "me voy a ir a venir" (del guaraní, ahata aju). El paraguayo sabe que quién lo pronuncia capaz que no vuelva en años.
Entonces podemos decir que nuestra manera de hablar es muy simpática pero imcomprensible para cristiano alguno venido de parroquias lejanas. A lo mejor ofendo si digo que el promedio de los paraguayos hablamos mal, creamos frases sin pensar, arreados desde el guaraní a tambor batiente. A lo mejor no me equivoco si digo que nuestro castellano es engañoso.
Me agradaría que los lectores aporten lo suyo sobre este asunto. Incluso me pueden llamar para que los anote. Pero, por el amor de Dios, no me llamen por cualquier cosa...

miércoles, 14 de octubre de 2009

Duele decirlo pero Stroessner fue mejor

Muchos de mis amigos a lo mejor se molestan por lo que voy a decir, pero creo tener razón para decirlo: Alfredo Stroessner fue inteligente y actuó como tal. Para avalar lo que afirmo dos perlitas: nunca tuvo un vicepresidente de la República e implantó orden en Paraguay.
Ahora todo el mundo se queja o, en el mejor de los casos, se burla de la Vicepresidencia de la República en la estructura del poder. Es un cargo florero, dicen todos, mientras Juan Carlos Wasmosy, ex presidente paraguayo, fue un poco más allá: "es como un florero chino, todo el mundo lo tiene, pero no sabe donde ubicarlo".
Y si no sirve ¿para qué lo tenemos? Stroessner fue muy práctico cuando alguien debía reemplazarlo cuando viajaba al exterior: nombraba a un "encargado", que este caso era su ministro sin cartera, Juan R. Cháves. Cuando no había vivepresidente de la República, el presidente de la Cámara de senadores suplía el cargo en ausencia del Presidente.
Si no sirve el cargo sino para gastar más la plata pública y para que los medios de prensa tengan siempre un tema para hablar de peleas de parejas, lo mejor que podemos hacer los paraguayos es anular el cargo. Para eso creo que vale la pena rever la Constitución Nacional, corregirla y ya está.
Stroessner fue inteligente y sabía ejercer el poder. Ordenaba que haya seguridad en el país y su orden se cumplía. Digan lo que digan de su gestión, como que ordenó la tortura y la desaparición de compatriotas. Es su lado oscuro. Pero, en cuanto a la seguridad general en el país, puso orden. Después de él nadie puso orden. Nadie.
Por eso hoy sufrimos inseguridades de todos los colores y calibres, desde secuestros a la presencia diaria de los no menos temidos "peajeros" en cualquier parte y en cualquier hora; inseguridades que llegan a afectar a la misma Policía Nacional, entre cuyos referentes saltan las denuncias por supuestos vínculos con el narcotráfico y el crímen organizado.
Yo no sé si esta manera de manejarnos en democracia me sea útil, lo mismo que a los demás. Prefiero la de Stroessner, con sus policías con cascos, recortes cadetes y patrullando en la temible "Caperucita roja".
Veinte años de experiencia en medio de un desorden generalizado ya son suficientes como para pensar seriamente con que es mejor un sistema de seguridad fuerte como el que aplica Stroessner y que aplica, sin contemplación alguna para quién sale de la ley, la policía norteamericana.
Se enojarán conmigo algunos amigos que me leen, incluso los demócratas de cartón de los que nunca faltan, por decirles que prefiero la seguridad a lo Stroessner.
No sabemos comportarnos como ciudadanos decentes con obligaciones y derechos en el sistema democrático, entonces deberá actuar la fuerza policial, y aguantémos las consecuencias. Desde luego, para que la policía actúe con firmeza debe tener en sus filas a gente decente y profesional y, si hace falta, volver a cambiar la ley, si hace falta.
Tantos muertos en las calles, en las casas, a lo largo y ancho del país; tanto desorden en todo el Paraguay en 20 años de democracia, tanto robos, asaltos y secuestros, a mi me hace pensar que fue mejor la seguridad aplicada por Stroessner que todos los que vinieron después de él.
Lo del vicepresidente de la República no me sacan horas de sueño; por mi puede seguir como no seguir. Pero, como ciudadano, me preocupa la inseguridad de 20 años que sufrimos, por lo que no dudo en afirmar que, al menos para mi, antes vivíamos mejor con la policía de Stroessner.

domingo, 11 de octubre de 2009

Martín Escalante

Ya superó sus 82 escalones de vida, pero no temía a los desafíos diarios de su arte. Una presentación aquí y; otra, allá, con su último dúo, Toribio Ruíz Díaz. Siempre alegre, con una franca sonrisa, me recibe Martín Escalante en su casa de Asunción.
Ese día llueve y hace frío. Al saludo siguen las anécdotas, los recuerdos que acumuló por más de 50 años con su par, su otro yo, Valerio Quintana, desde que se conocieron en el Bar La Esmeralda en un otoño cincuentista.
Yo periodista, él cantor, no pudimos dejar de intimar sobre el dúo Quintana Escalante; él, en sus vivencias de artista; yo, en mis recuerdos de niño.
Martín y Valerio son para mi aquellos regalos que tuve Villarrica en mis días de niño cuando Los Tres Reyes Magos existían, de verdad, en mi angelical imaginación.
En este setiembre del 2008 cuando tengo la suerte de un mano a mano con don Martín vuelve a mi memoria, fresca y casi tangible, la bolsita de celofán con una decena de caramelos "Culturales", la "musculosa" clara y la sandía, mis regalos de reyes.
Porque Martín Escalante y Valerio Quintana fueron, son y serán siempre el "Seis de enero" de Clementino Ocampo y Martín Escalante. El canto de reyes para los niños pobres, de los tyre´y de padres de los extramuros de la ciudad, de los carentes de zapatos para la vana espera en una ventana de enero.
Don Martín, este urunde´y de nuestro canto, es para mí, mi infancia del typyraty, el cocido negro y de las vedas de carne, azúcar y harina en la Villarrica acosada por la montonera añil y encarnada.
Pero don Martín también es para mi la historia de una mujer de armas tomar, Delfina Servín, la inspirara del motivo popular "Mateo Gamarra", una historia cantada de amores, infidelidades, celos y violencias.
Y, también, don Martín, es para mí su temblorosa y entrecortada firma en el disco que me regalara esa mañana de frío y lluvia al terminar de entonarme su "Seis de enero" triste, un salmo implorante en las sagradas escrituras del folclore paraguayo.

sábado, 10 de octubre de 2009

"Me voy a ir a venir"

Ana es una amiga mía de nacionalidad argentina y radicada en Paraguay desde hace unos 20 años. Ella, me comentó, todavía no está adaptada a la manera de hablar de los paraguayos. Una de las frases que para ella no tiene sentido es "me voy a ir a ir a venir". Hablando mal y pronto nadie puede entender excepto quién, no tanto el que habla guaraní, sabe la psicología del paraguayo.
"Me voy a ir a venir" es lo que originalmente en guaraní es "ahata aju" de ahata, me voy y; aju, venir.
Cuando el paraguayo utiliza esa frase quiere decir que se retira prometiendo volver. "Me voy a ir a venir" incluye el "hasta luego" y todo lo demás: "encantado de estar con usted", "celebro encontrarle", etc., etc. No sólo promete volver, sino en poco tiempo, enseguida, antes que cante un gallo. Los españoles dicen "hasta ahora".
En guaraní también se alarga un poco más la frase: "ahata aju, he´i osova" (me voy, pero volveré enseguida, dijo quién perdió su dinero en los juegos de azar, sobre todo en las barajas).
Claro que no vuelve. Si se toma al pie de la letra a esta promesa el que espera tendrá que desesperar necesariamente.
Dicen que el paraguayo no miente, que es "boletero" nomás. Esto de "me voy a ir a venir" es una "boleada" de aquellas que con el uso pasó a ser una mentirilla incorporada a las constumbres paraguayas.
¿Qué quiere decir "me voy a ir a venir"? me preguntó una profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad de Granada, España, al escucharme hablar en mi castellano paraguayo. Con todas las explicaciones que daba no se convencía del por qué se la usa y de lo que significa. Es que sólo los paraguayos entendemos y lo aplicamos con los extranjeros que quedan absolutamente desorientados.
Vamos a ver: "me voy a ir a venir" quiere decir "hasta luego".
Si los españoles no llegan a entender, como mi amiga Ana, la composición de la frase y, sobre todo, su esencia, tampoco los paraguayos entendemos por qué los peninsulares dice, por ejemplo, "venga", cuando se despiden. "Venga" significa "de acuerdo", "nos vemos", "hablamos después", "ok". Pero para nosotros "venga" es una invitación a transladarnos junto a quién nos habla. Y como si todo fuera poco, miles de paraguayos en España actuaron en consecuencia, en lugar de despedirse.
El paraguayo no dice "de acuerdo", dice "oíma" ("ya está", de donde procede "ya está ya", "ya e ya", un sandwich léxico capaz de provocar renuncias al más sereno de los investigadores del Castellano)
Venga, ya e ya, me voy a ir a venir ....

viernes, 9 de octubre de 2009

Señales al final del camino

Hay señales que marcan el final del camino. Cuando la gente nos trata de "señor" con matemática insistencia, no es porque seamos nobles, decorosos ni que tengamos algo que nos hacen sus dueños. Es algo más que por eso: nos hemos vuelto irremediablemente mayores.
Cuando un joven nos ofrece el asiento no nos pongamos a dar pataletas. Basta con reconocer que a ese amable menor inspiramos ternura, aunque muchos a lo mejor nos tienen lástima.
Pero hay señales todavía más violentas: cuando alguien le ofrece el asiento y le toma del brazo va a tener que pensar seria y serenamente de que ya no hay remedio, usted se recibió de un adulto, con todos los honores del jubilado.
Y todavía hay más: si todo el mundo se queja contra el calor y usted anda con ese viejo tapado que usaba cuando todavía el pasaje en los ómnibus costaba 5 guaraníes y en Radio Comuneros actuaba el Cuarteto Leo, asuma su papel de abuelo en los límites del chocheo.
Pasamos a ser mayores cuando nos ocupamos de hablar de nuestros mareos, nuestras pastillas y de nuestros doctores.
Nos recibimos de viejos y argelados cuando insistimos con eso de "recuerdo antes", "cuando yo era joven", "esta juventud está descarriada".
Cuando los calvos nos aferramos a nuestros últimos cabellos escondidos detrás de nuestras orejas - que, a propósito, se empiezan a agrandar curiosamente - los alargamos para estirarlos hacia el otro lado, no sólo estamos viejos sino, sobre todo, ridículos.
Hay señales en la vida que marcan el final del camino. Y los tendríamos que tomar con soda si queremos ser felices. "Acepta con cariño el consejo de los años, renunciando con elegancia a las cosas de la juventud", escuchamos en Desiderata. Esas primeras señales, en verdad, nos conducen a un estado de bondad que nos permite la felicidad.
Hace mucho tiempo Platón decía que la vejez es un estado de reposo y de libertad respecto a los sentidos. "Cuando la violencia de las pasiones - afirmaba - se ha relajado y se ha amortiguado su fuego, se ve uno libre".
Creo que Augusto Roa Bastos estuve un poco bajoneado cuando escribió en "Madama Sui" que "llega un año en que el hombre se arruina de golpe. El espíritu no se apaga, pero hay que alimentar su fuego con otra leña. Y ya no tengo laureles para cortar". Yo creo que la misma madurez es leña para alimentar ese fuego.
Creo que esto de ser mayores nos lleva a alimentar prejuicios, como que se es enclenque, un trasto viejo e inútil, sin pensar que los ochenta años todavía podemos destilar gallardías brotadas de la sabiduría adquirida y no tanto de la tersura de la piel.
Me parece que si deseamos ser felices debemos liberarnos del pesado e innecesario equipaje lleno de prejuicios.
Doris Lessing, Premio Nobel de Literatura 2007, decía a un periodista que no podía explicarle cómo es una persona en la ancianidad, que para entender se debe llegar a esa posta de la vida. Y ella dice que es muy feliz con sus ochenta y largos años, lo que debiera alentarnos a los que cruzamos los cincuenta años y despreocuparnos porque un joven nos ofrezca, amablemente, el asiento o que nos tomen del brazo para cruzar la calle.
A partir de aquí debiéramos relajarnos y gozar. Creo que el último tramo del camino es mucho más divertido de lo que nos quieren hacer creer los pesimistas.
Además y a los postres, ¿quién nos quita lo bailado?

miércoles, 7 de octubre de 2009

El buen ejemplo del Banco Familiar

Nunca entendí por qué los bancos no daban el ejemplo del trabajo. Disculpenme mis amigos bancarios pero muchas veces quise decir que en sus lujosas oficinas se daban ejemplos de haraganería. Trabajaban de lunes a viernes en horarios exclusivos bajo la protección de un candado exclusivo: horario bancario.
Alguna vez se inventó, a fuerza de modernidades, el mecanismo para pagar y cobrar a través de los bancos; pero, paralelamente, se inventó la manera para que los bancos no atiendan, creando en base a recursos legales que consiguieron por ahí, incluso, el llamado "feriado bancario", con lo que todos estamos fritos si en esos días queremos mover nuestro dinero a través de los bancos.
Antes, cuando Judas andaba negociando la entrega de Jesús, el dinero se depositaba en bolsas ("la bolsa o la vida", la temible frase de los asaltantes de los dibujos animados, vendría de aquellos tiempos); después, se inventaron los bancos para que se produzca lo que los bancarios llaman "el ciclo monetario", que suena bien pero complica para cobrar y pagar al anonimo que quiere depositar o retirar el dinero.
Decía que la banca no se compadece del trabajo porque no se apegan mucho al trabajo. Nunca entendí por qué una entidad financiera que guarda el dinero no abra sus puertas, como todas las empresas, hasta loas 18.00 o las 20.00, en muchos casos. Al fin de cuentas el dinero depositado en sus cajas no es del banco, es del cliente.
La haraganería institucionalizada en las oficinas públicas se encarnó en la banca con la suspensión de las actividades los días sábados.
¿De donde?, ¿qué se creen los bancarios y banqueros?, ¿una casta especial y elegida?
Estas y otras preguntas me hice como todos, que deben levantarse muy temprano para trabajar y volver muy tarde a la casa para descansar.
Celebré que el Banco Familiar, una empresa paraguaya, atienda los sábados. Escuché de casualidad un aviso publicitario de la entidad por una de las radios asuncenas. Si bien no soy cliente de ese banco, este me produce gratas sensaciones, me inspira confianza. Hay que confiar en la gente que no teme al trabajo.
Espero que, alguna vez, los demás bancos tomen el buen ejemplo de Banco Familiar. Que también trabajen los sábados. Que todos trabajen de lunes a sábados sin el odioso privilegio del "horario bancario".
Los paraguayos debemos trabajar más.
Las empresas paraguayas y extranjeras vinculadas a la administración del dinero deben entender que Paraguay necesita ejemplos de trabajo, no de descanso. Si se pudiera debiéramos trabajar hasta los domingos. Nuestra pobreza también fue gestada por nuestra haraganería.
Así planteada una de las causas de nuestras miserias, las leyes también deben cambiarse, ¿por qué no?, de modo que el Banco Central del Paraguay también abra sus puertas los días sábados. A los mejor los europeos, japoneses, norteamericanos no necesitan que sus bancos atiendan los sábados, nosotros sí necesitamos, al menos si de verdad queremos sacudirnos de la pobreza.

martes, 6 de octubre de 2009

Decretos que nos mandan a la China

Conversé con una empresaria vinculada a la industria química en Paraguay. Ella decía que compra de los chinos materia prima que la vuelve a procesar aquí y su producto final, con etiqueta paraguaya, vende a precios competitivos. Manifestó que el gobierno chino incluso subsidia su producción y que tiene una mano de obra muy barata que no la inspira sino comprar sus productos, trabajarlos aquí y todo paz y amor.
Y esa es la realidad de hoy.
Los asiáticos encontraron la manera de hacer las cosas más fáciles, buenas y baratas y aquí tiene al resto del mundo bajo su control. Las ropas chinas son el más vivo ejemplo. Ni siquiera los norteamericanos pueden con aquellos.
No me parece sensato seguir peleando contra ese sistema comercial impuesta por los más fuertes. Cerrar las puertas a la importación es navegar contra corriente.
¿No podemos competir con las ropas chinas?, hagamos otra cosa: ropas de aho poí, por ejemplo, y procuremos que siempre sean buenas y baratas. Si son caras, ya los chinos nos enseñarán cómo hacer más baratas. Y aprenderemos, a lo mejor, cuando los chinitos llenaron el mundo con ropas aho poí hechas en algunos de esos remotos pueblos asiáticos.
Lo de defender la producción nacional suena bien, pero es poco práctico; retumba en los colores del pabellón nacional, pero no funciona. Lugo equivoca el camino: carga de impuestos a la ropa importada para defender a la ropa paraguaya (excesivamente cara).
Si castiga con impuestos ya el contrabando se encargará de embarrar la cancha. Y el contrabando de ropas chinas ya llegará a Paraguay desde Argentina, Brasil, Bolivia, de donde sea.
Lugo y los empresarios de la confección deben entender que estamos en una guerra comercial a nivel mundial. El que confeccione ropas buenas y baratas somete al resto. Así nomás es este asunto. No tiene muchos secretos. Todos los decretos proteccionistas no serán suficientes para frenar la oleada oriental.
Es una consecuencia del nuevo orden mundial de producción y comercio, no de la falta de patriotismo ni nada que le parezca. Además el dinero no tiene patria. Deberíamos aprender de una vez por todas cómo funciona el mundo.

domingo, 4 de octubre de 2009

A la hora de comer, los paraguayos somos especiales

En esto de comer, los paraguayos somos especiales. No somos de promover nuestra tradición gastronómica que viene de remotas antigüedades. Ni siquiera tenemos claro si por qué se llama "chipa" a nuestro pan de maíz y muchos nos preguntamos si por qué pusimos el nombre de "sopa paraguaya" a la torta de maíz.
El paraguayo, lamentablemente, no es orgulloso de su puchero, ni de su mandioca, ni de su kavure; tampoco de su cocido ni del mbejú; ni del locro, del poroto ni del vori - vori o del casi olvidado quiveve. Toda esa tradición le soflama, cuando en otras naciones vuelve hasta fatuoso al heredero.
Nosotros, descendientes de guaraníes y españoles, no somos de hacer alardes de nuestras comidas. Al contrario, nos avergüenza contar que en casa, en lugar del pan de trigo, acompañamos al cocido con el mbeju, el kavure o con la chipa cocida en la paila.
Y el cocido es todo un tema.
Comentar en público que se bebe esta preciosa infusión guaraní es, como dicen los chicos de hoy, "una pelada total". Hay que decir que en la casa se toma café, como si éste fuese el agua bendita con la que se sacramenta el desayuno o la merienda en Paraguay.
Pocos son los paraguayos orgullosos de su cocido negro, cocido "Chaco", cocido "", o de su cocido "cuartel". El mismo que se prepara con azúcar quemado, o sólo con el hervor de la yerba, o el que tiene el añadido de la cáscara de naranja. El aroma mañanero del azúcar quemado en brasas de carbón vegetal en las casas paraguayas no es, curiosamente, del agrado de muchas amas de casa por lo que "dirán los vecinos".
"Cocido nomás toman en la casa de ña fulana", dicen muchos pringados de ignorancia, huérfanos de ideas sobre costumbres de su nación.
La pobreza paraguaya se asocia a sus comidas ancestrales; la riqueza, a las de los españoles, los ingleses, los italianos, los alemanes que vinieron a poblar estas tierras. Mandioca es de los pobres indios guaraníes; pan, de los ricos colonizadores españoles.
La caña es de los pobres borrachos paraguayos; el whisky, de los exquisitos paladares aristocráticos. Caña y whisky son los mismos destilados que emborrachan, enferman y matan si se abusan de ellos. Pero el paraguayo se muere por "borracho infeliz"; el rico extranjero, "por una lesión que se desenvuelve en el hígado y que consiste en la induración de los elementos conjuntivos y atrofias de los demás".
Mate o no mate, la caña es un orgullo paraguayo, como el whisky para los escoceses, el ron para los cubanos, la tequila para los mexicanos, la cerveza para los alemanes.
Pero entre los jóvenes paraguayos es "una pelada" decir que toman Cuba Libre con caña "Tres Leones",. Eso es como pecar contra los santos principios celestiales. Debe decir que "su" Cuba Libre es con ron importado de Cuba.
El paraguayo se avergüenza contar que toma caña con Coca Cola; pero no con "Caipirinha", caña brasileña de baja ralea.
"Tres Leones" es para el paraguayo "tirado, arruinado y amargado"; el ron, para el chuchaje de alto copete asunceno. La caña paraguaya, la caipirinha y el ron cubano son destilados de caña de azúcar. Son iguales con nombres diferentes.
Entonces nos encontramos con que muchos paraguayos sólo procuran aparentar; "tomás whisky importado en vez de tomar Ari" (diminutivo de Aristócrata, una marca de caña paraguaya) dice una jocosa composición de Maneco Galeano parodiando a la joven asuncena "ñembo chuchi".
No me caben dudas que en esto de comer, y tomar, los paraguayos somos especiales. A muchos deshonran el puchero, el locro y el poroto. El guiso con fideo, ni mencionar; en todo caso, habla de "pastas", "capelettis", o, en el peor de los casos "fideos a la salsa blanca" (fideo quesú).
¿A quién se le ocurre invitar a una merienda en la casa con cocido con leche, mbeju, chipas y kose reva? A nadie que esté en su supuesto sano juicio.
Eso sí: café capuchino con canela, bollo de hojaldre, bastoncitos y redondelitos con chocolates, nueces y cerezas, alfajores (si son de Uruguay, servirlos con etiqueta incluida) y panettones (o sea, Pan de Navidad).
Lo mismo se puede decir del consumo de las frutas frescas. Cuando el mango se pierde por toneladas diarias, los paraguayos no lo consumen, pero ni bien termina, compra jalea de mango procedente de Brasil o de la India.
En Paraguay muchos, muchísimos, ricos y pobres están unidos, como siameses, por la ignorancia.
Por eso digo, en esto de comer los paraguayos somos especiales, tontamente especiales, al extremo del vyro chusco, categoría social promedia de la población nacional, que vuelve loco al más pintado sociólogo o antropólogo. Y el vyro chusco es protagonista de una condición social que excede los límites de la riqueza y de la pobreza, sobre el que redundaremos en otra oportunidad.