Detrás de la puerta, esto

Detrás de la puerta, esto
Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

Temas disponibles en este blog

lunes, 13 de abril de 2009

La biblioteca

El otro día, Arcenio (el suyo es con c), reportero gráfico y compañero de trabajo, me dijo que tiene ganas de mirar mi biblioteca, luego de haber leído uno de mis libros. Le respondí que me alagaba su deseo y que admiraba porque un joven como él, con apretados compromisos laborales y familiares (tiene una hijita de meses que le tiene a rayas), casi no se preocupaba por su formación intelectual, así esté dentro de sus deseos.
Pero el deseo, explican los metafísicos, es el detonante de la intención y ésta de la ejecución, que es igual que decir que la buena voluntad todo lo hace posible.
Decía que quería ver mi biblioteca.
También, a partir de ese deseo, le reflexioné que lo más importante no es la cantidad de libros sino los libros leídos y aprovechados. Soy de la opinión de leer bien a un autor, aprender y aplicar lo aprendido. En otro comentario decía que el Paraguay necesita de muchos que lean, por ejemplo, "La República", de Platón y que de esos, por dar una cifra menor, al menos 1.000 lectores sean políticos y periodistas. Tendríamos un país diferente.
Si al menos 5.000 paraguayos hayan leído "Yo, el Supremo", el poemario de Ortíz Guerrero y las obras completas de Arturo Bray, y que de esos, al menos 500 sean periodistas y estos, al menos 100 usen lo aprendido a favor de la gente, podemos decir que empezamos a estar en buen camino.
Para que una biblioteca sirva primero debe tenerse la voluntad de divorciarse de la ignorancia. "El yo no leo luego porque soy pobre", "los libros son muy caros", "debo trabajar, no tengo tiempo para leer" no son sino permeables excusas para que sean furgones de cola de quienes desde algún secreto manipula a la gente de escasa formación intelectual.
Es mejor tener una biblioteca con muchísimos libros, pero si se quiere saber para ser más feliz no hace falta sino aprender y aplicar lo bueno que hay en esos libros.
No tengo una biblioteca para mostrar; es más, los tengo en muebles cerrados para cubrirlos del maldito polvo de las comarcas por donde vivo. Tengo una biblioteca, sí, para leerlos en los tiempos que procuro para los libros, así sea en la hora que sea y en el lugar que sea (hoy estuve leyendo una antigua obra de William Barrett sobre Madama Lynch en la larga fila de la Essap aguardando pagar mi factura de agua).
La lectura es un hábito que debemos cultivar siempre en tanto y en cuanto tengamos la gracia de la vista. Se puede leer allí donde se pueda: en la cama, en el living, en el patio, con un mate o tereré de por medio, en el micro, en el avión, en la antesala médica. Este hábito hará que se vaya cimentando el conocimiento en el lector para dar paso, con el tiempo, a la sabiduría.
Me preguntarán cuantos libros tengo, como muchos me han preguntaron. Es que, digo, la cantidad no es importante. ¿Qué tan importante es decir que uno tiene 2.000 o 30.000 volúmenes si en una conversación no aporta, no sugiere, no orienta, no critica por causa de tener 40.000 libros que nunca leyó y que los tuvo solo para decir que tiene una biblioteca muy rica?


(Foto: Fotolia.com)

No hay comentarios: