Detrás de la puerta, esto

Detrás de la puerta, esto
Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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martes, 3 de mayo de 2011

Club de lectores de Federico García Lorca

Visité a Julio Dominguez, mi librero. Hace muchos años que él está sumergido entre los libros; se sabe todos los títulos y autores, como todo buen librero. Me agrada mucho hablar con él de los temas que me apetece abordar con alguien como él, empapado de libros. Además siempre tiene en su morral de ofertas algo que me interesa.
Cuando en su pequeña librería de la calle 25 de Mayo nos encontramos con Francisco Pérez Maricevich, la charla se vuelve más intensa, apasionante en algunos tramos, llena de gracia mediante las anécdotas que Pancho sabe de tirios y troyanos.
Un par de veces "atrapé" al doctor Miguel Angel Pangrasio en ese sitio que, felizmente, se va convirtiendo en una suerte de guarida de gente interesante y hasta de verdaderos íconos del conocimiento como Pangrasio. Escucharlo es todo un regalo de la Providencia.
Le dije a julio que compré cuatro títulos de Pío Baroja en mi reciente visita a las librerías de Buenos Aires. Él - Julio, no el escritor español, quién, además, hace más de cincuenta años está muerto - sabe que yo sigo las novelas de Baroja. Me prometió que ni bien caiga una en sus manos, me reservaría.
Le suelo comentar algunos pasajes de las novelas que leo. Y le confesé que él es mi único interlocutor para charlar sobre Baroja. Un interlocutor válido, porque él sigue con interés lo que le cuento que hasta lo anota, inclusive, supongo que para cuando encuentre los libros para su venta posterior. Y por el gusto de saber, ¿por qué no?, imagino.
Le dije también que él, como librero, debiera formar club de lectores de algunos autores. Supongamos,de Baroja, o de Federico García Lorca, o de Augusto Roa Bastos. Que al comienzo sea de tres, cuatro, nueve, quince miembros; hasta que, llegando a cierta cantidad mayor, se cierra y se reinicia otro círculo.
El otro día, por el Facebook, intercambiamos José Luís Ardissone y yo, algunas palabras sobre García Lorca, cuya casa donde nació en Granada, Andalucía, visité ya les comenté en otro escrito en mi blog.
Me agradaría que Julio Dominguez aliente a algunos de sus clientes a formar un ruedo de amigos lectores del poeta y dramaturgo español. Yo tengo un póster de él - del granadino, no de Julio - en mi biblioteca (foto). A lo mejor adopto su nombre para este pequeño refugio de libros.
Pienso que un grupo de amigos de, por decir, los libros de García Lorca no necesita reunir exclusivamente a escritores, poetas, dramaturgos o actores, sino y sobre todo, de esa gente que le gusta su obra y que, eso sí, haya leído algo, algún poema, una obra de teatro, del español para charlar, café de por medio.
¡Cómo me gustaría tener amigos que hayan leído los libros de Baroja!
Sería para mi muy placentero escucharles comentar sus lecturas. Yo aportaría los míos. De eso se trata la idea de formar estas células literarias, como antes se practicaba sin esfuerzo alguno, en las casas, los clubes, las instituciones de enseñanza.
A ver si Julio se pone las pilas y lleva adelante esta idea que, pienso, no es tan alocada. Al fin de cuentas busca la unión de personas consuntivas de libros. A lo mejor hasta es nuestro hilo de Ariadna, en medio de tantas confusiones, quién sabe...

jueves, 28 de abril de 2011

Bravísima

No, los teatros de revista de Buenos Aires, no son para vejetes currutacos como yo. Si mis médicos, los doctores Osmar Centurión Alcaráz y Jorge Gómez Otaño, se enteran que yo me anduve apoltronando en complicidad con Teresita en butacas del teatro Metropolitan me retiran sus respectivas atenciones profesionales.

¿De qué servirán todas las medicinas - reconozco - las dietas, los ejercicios físicos, el régimen diario que debo llevar para que el sistema coronario funcione sin sobresaltos si no puedo evitar una función de "Bravísima" con toda su parafernalia de mujeres desnudas hasta el pensamiento?

Pero, supongo, que ustedes no andarán chusmeando por ahí y menos con mis médicos que yo me escapé y, en alianza con la Snead, me di un atracón visual de esos encantos argentinos que si se cubrieran demasiado apenas apelan a las plumas de vaya a saber qué aves de los desiertos argentinos.

Supongo que, al mismo tiempo, Snead aguantó bien la prueba del espectáculo, porque allí, abajo, en el escenario, también se presentaron unos cuantos potros de aquellos que arrancaron suspiros, aplausos y zapateos de parte de las jovencitas, no tan jovencitas, casadas, solteras, viudas, separadas y abandonadas que ocuparon los asientos del atestado teatro de la calle Corrientes.

Una señora entrada en edad, sentada en la fila seis, frente a mi, en medio de tantos varones en bolas en el espectáculo, buscó, presurosa, algo en su cartera. Me imagino que apeló a su pastilla para el corazón, de esas que se ponen debajo de la lengua. Es que "Bravísima" estuvo verdaderamente brava y no hay señora ni señor (de edad, claro) que aguanten tanta audacia masculina como femenina entre candilejas y bambalinas.

Yo tengo mis quejas contra los porteños. Son medio chantas, por no decir chantas enteros. Todos sabemos ese lado detestable del porteño. Pero si de espectáculos revisteriles se trata, dejemos que ellos se encarguen de ello porque son garantías de hacer bien la tarea. Además sus actrices y bailarinas son super formidables a la hora de desvestirse. Y ¿qué quieren que les diga?, a mi también me fascina verlas como se presentan en el escenario.

Ya sé. Lo calculé desde un principio. El pa´i Carlos se va a enojar conmigo, pero arriero portepe, capaz que no tenga en cuenta este pecadillo mío. Tres Padre Nuestro, dos Ave María y uno Yo Pecador y recuperado a full con el Jefe.

El pecado de la carne, pa´i; la carne es débil...

En fin, hagan como que no leyeron mi comentario. Esto de andar formando fila para comprar un par de entradas para ver "Bravísima" no es para pacientes de clínicos y cardiólogos como yo que de puro tova ata (caradura) acepta el reto del travieso interior y me sometí a la prueba de resistencia. Ya dirán de mi que soy un irresponsable por esta trastada contra la salud del corazón pero, escúchenme, ¿quién me quita lo bailado?

miércoles, 27 de abril de 2011

El uso de las palabras

En estos días se viene desarrollando la 37a. Feria Internacional del Libro en Buenos Aires. Estuve allí ya que dos títulos míos fueron expuestos en el stand de Paraguay. Este año el escritor principal invitado fue el Nobel 2010 Mario Vargas Llosa. Todos los medios facilitan copiosos espacios al evento.

A propósito, en el diario porteño Clarín del domingo 24 de abril de 2011 leí el comentario de la señora Susana Viau refiriéndose a la feria del libro y a los funcionarios públicos principales de Argentina afectados a la cultura.

El título del artículo dice: "Cuando el poder no lee, no piensa".

Tras referirse a Vargas Llosa y la resistencia de algunos referentes principales del poder argentino a los pensamientos del célebre escritor, la columnista apuntó hacia un nacionalismo argentino, por demás innecesario como desafortunado. Recordó que el ministro de Educación del vecino país, Alberto Sileoni, había utilizado las palabras "aparcar" y "carro" en un discurso en el marco de la feria del libro a lo que la señora Viau replicó con que "aquí se trata de estacionamiento y coches".

La Real Academia de la Lengua Española (RAE) acepta las palabras "aparcar" y "carro".

A la palabra aparcar de cuatro acepciones en el diccionario de la RAE, edición 2001, dedica la primera definiéndola así: "colocar transitoriamente en un lugar público, señalado al efecto por la autoridad, coches u otros vehículos".

La Academia dedica 9 acepciones a la palabra carro y en la novena define: "(Am. - América -) coche (//vehículo, automóvil).

En castellano se puede decir, indistintamente aparcar, estacionar, ubicar, colocar, situar, parar; coche, carro, vehículo, auto, automóvil.

No porque en México se diga "carro" a lo que nosotros conocemos en Paraguay como "coche", la palabra "carro" no tenga espacio, ni autorización para ser usado aquí. Sería una descomunal estupidez.

Vayamos más hacia atrás, en el tiempo, históricamente primero estuvo la palabra carro que, con la invención de los transportes motorizados, cedió espacio a la palabra automóvil (que se mueve por sí solo; es decir, sin necesidad de los caballos).

También estuvo antes la palabra cochero, el conductor de coches tirados por caballos. Luego, con los automóviles, apareció la palabra de origen francés, chófer o chofer (en España se dice chófer) pero se dejó de lado la palabra pescante que originalmente era el asiento en el cual se ubicaba el cochero (de los carruajes) aunque en el diccionario de la Real Academia lo tiene en cuenta como tal.

Por tanto, hoy se dice generalmente "asiento del conductor" en vez de pescante (// 5 (p. us.) delantera del vehículo automóvil desde donde lo dirige el mecánico o conductor).

Las palabras fueron hechas para ser usadas por todos, sin complejos ni ataduras, sin nacionalismos desaforados y torpes. No entenderlo así es caer en una pobreza conceptual infelizmente desacertada.

Antonio Muñoz Molina, escritor y académico de la RAE, dijo que las palabras para que sean útiles necesitan dos cosas: "ser compartidas por la comunidad de hablantes y ser precisas" y añade que los enemigos del idioma son hoy la pobreza y la ignorancia.

La lengua castellana tiene algo más de 330 mil palabras registradas oficialmente en el diccionario oficial del idioma. El mejor escritor, decía el académico Camilo José Cela, se maneja con 30.000 palabras, el común de la gente se campanea con unas 1.500.

Lo siento por los argentinos porque algunos de sus líderes intelectuales rechacen algunas palabras castellanas para limitarse a otras. Con esa crueldad mental nunca podrán superar su pobreza léxica. Cuanto más usemos los sinónimos estaremos más lejos de la pobreza y de la ignorancia acarreadas por nuestra limitación en el lenguaje.

miércoles, 13 de abril de 2011

Nuestra autoestima

A los paraguayos nos falta la valoración positiva de nosotros mismos. Quizás, buscando una causa, después de tanto sometimiento, tantas guerras y fracasos en tiempos pasados, se hayan engendrado aquí las generaciones pesimistas del "sí, pero", "no, está mal", "lo que hay que hacer es", etc sin percatarse - por no decir sin importarle - lo bueno que va surgiendo, callado, en su entorno.
Pareciera que, efectivamente, todo está mal, que todos están equivocados, que todo está corrompido; nada nos agrada.
Quiero creer seriamente que estamos en deuda con nuestra autoestima. Como que estamos en permanente vigilia a favor del desaliento, ese liendre que se multiplica en nuestras cabezas.
Nuestras conversaciones cotidianas no avanzan sin el "sí, pero...". Estamos alertas, buscando la quinta pata al gato.
Ya un amigo admirará la camisa del otro al que este contestará "sí, pero mi callo me molesta". Nada nos calza, todo entorpece nuestra felicidad.
Estamos en la permanente pesca para descalificar algo o a alguien, la verdad que sin ton ni son. Actuamos como hijos de la escasez y del fracaso. Vestimos una casaca, sucia e impregnada de catinga, la de la derrota, que nos negamos a cambiar.
Somos del cuadro de los pesimistas.
Un paraguayo compró un coche usado por el cual está feliz. Le muestra a otro amigo.
- ¿Por cuanto compraste?
- Una ganga, por 3.500 dólares.
- ¡Ndee!, por qué no me avisaste, tengo un amigo que ofrece su coche mucho más lindo que éste que quiere vender por 3.000 nomás.
El pesimismo es el puñal bajo nuestro poncho; la envidia y la inquina, nuestro sombrero.
El descalificativo y la intolerancia son la vara con la que medimos todo. Porque hizo Lugo está mal; porque dijo el colorado está mal, porque la idea es del ministro tal está mal, porque lo dijo el empresario está equivocado, porque lo dijo el socialista es desacertado. Juzgamos sobre la marcha, rechazamos antes que cante un gallo, descalificamos sin pestañear, nos volvimos increíblemente despreciativos.
"Mo´o pio oikuata", "pea ningo che vecino, aikuaa porá chupe", "quién no le conoce, es un corrupto", vomita el cotilleo cotidiano. Exageramos los conceptos, transgredimos lo que venga, convertimos al país en la guarida del insulto.
Somos, en fin, el palo en nuestra propia rueda.
Independientemente a que, a propósito, nos guste o no la gestión de este gobierno, ¡qué bien nos hace sentir que los brasileños reconozcan nuestros derechos sobre Itaipú!
Mucho mejor nos sentiremos cuando el dinero que vendrá por ese reconocimiento se utilice en buenas obras que sean útiles a todos los paraguayos ¿Por qué no creer que el dinero será bien utilizado?
¿Cómo no sentirnos mucho mejor con el anuncio de la construcción de la sede de World Trade Center y de la Costanera?
Nuestra autoestima está de pie con el nuevo éxito en la cosecha granera, aunque no falten los que digan "sí, pero los sojeros deben pagar más impuestos".
Como dice Humberto Rubín, parecemos un perro con siete colas, sabiendo que los turistas empiezan a llegar con frecuencia a nuestro país; que hay más hoteles lujosos.
¿Cómo no enorgullecernos por haber alcanzado un crecimiento record del 14,5 % de nuestra economía el año pasado? Esto fue el éxito de los que trabajan de sol a sol, de los agricultores, ganaderos, industriales varios, del gobierno (por qué no), de los importadores, los exportadores, los camioneros, los empleados, los estibadores, de todos los paraguayos. La Albirroja está en cada paso que vayamos dando, día a día, a cada instante. Vamos haciendo jugadas con olor a gol. Eso vale demasiado y debemos anotarlos como punto que ameritan y apuntan hacia nuestra autoestima.
Ya me dirán "sí, pero" porque somos de poner el palo a la rueda. Para peor, a nuestra propia rueda. El pesimismo se volvió un deporte nacional al extremo de convertir la nación en una suerte de prostíbulo donde nosotros somos hetairas.
Ya me dirán que hay peajeros, motochorros, ladrones por doquier, asaltantes y criminales y funcionarios corruptos que nos prohiben ser felices. Ya me dirán que nos movemos con colectivos chatarras, que tenemos diputados y senadores incapaces y que la suciedad ganó nuestras calles. Y que por eso no hay derecho a ver lo bueno que estamos alcanzando los paraguayos. Siempre justificamos para demorar la puesta en pie de nuestra autoestima.
¡Basta con todo eso!
Basta con los pesimistas de cuarta cuyas papilas olfativas no están entrenadas para oler la fragancia de una nueva primavera que protagonizamos cada uno de los que vivimos en esta bendita tierra.
Basta con los que no ven lo bueno sencillamente porque el gobierno no es santo de su devoción. El Paraguay no comienza ni termina en un grupo de paraguayos que ejercen el poder, por demás legítimo.
Basta de acusar al productor granero de "sinvergüenzas", "explotadadores" de envenenar a los compatriotas con agroquímicos, un argumento por demás injusto y traido de los pelos.
Basta de oponerse a la ciencia que nos provee mejores semillas para las siembras y cuyas cosechas nos hacen lucir ante el mundo.
Estaremos equivocando muchas cosas, pero no en todas. Estamos saliendo adelante, a nuestra manera, y todos debiéramos sentirnos felices por estos logros que tienen los colores de nuestra bandera.
Los brasileños son grandes, no solo por su territorio geográfico, sino porque en cada uno de ellos está con que Brasil es el más grande del mundo, aún cuando tenga criminales que entran a un colegio y matan a una docena de adolescentes, pese a sus narcotraficantes copando favelas, a pesar del hambre que acosa el norte de ese país, pese a sus ladrones y criminales callejeros marcas registradas.
Los paraguayos debemos volver a barajar la jugada y recuperar la autoestima que nadie, sino nosotros mismos, nos ha negado. Por carecer de la suma de actitudes positivas tenemos jóvenes drogadictos, padres y maestros desorientados, barras bravas criminales, policías indolentes, sociedad descarriada.
El que se sabe con alta autoestima no ejerce la marginalidad, ayuda, es solidario, tolerante, pacífico y sereno, vive en paz y es feliz. Los paraguayos tenemos el derecho de sentirnos felices; por eso, tenemos la obligación de parar esta alocada como perversa jugada a favor del pesimismo y, mediante la razón, dar lugar a nuestra autoestima, ausente por decisión de nosotros mismos. De nadie más.

domingo, 10 de abril de 2011

Carreteros a la azucarera Friedmann

La Azucarera Friedmann cumplía 50 años aquel año 1960 pero los niños descalzos de la época no lo sabíamos ni tampoco nos importaba como cuando pasaban las carretas tiradas por dos yuntas de bueyes a cuyos boyeros repetíamos el quejumbroso "eme´e cheve nde takuare´e mi", hasta que nos arrojaba una o dos cañas...

La sirena de la fábrica de azúcar, allá, al lado de la ajetreada estación del ferrocarril de entonces, marcaba la hora del inicio de la siesta en casa, el cierre del almacén de Don Pichí y de la tienda de los padres de Juancito Elizaúr, cerca de la escuela "Paso ".

La producción azucarera en la gigantesca fábrica de los descendientes de Jacobo Friedmann era para nosotros, sobre todo para mi amigo Luís Aguilar, mi hermano Marcelo y yo, las carretas arrimando la materia prima desde las lejanías de San Francisco Potrero, las estribaciones del Ybytyruzú, mucho más allá de la temible comisaría de Paso .

Tiempos muy difíciles en la Villarrica de entonces. Desde mediados de la década de 1950 la cosa se ponía fea y más aún entre 1959 y 1960 porque los guerrilleros de la Columna "14 de mayo" que pululaban por San Juan Nepomuceno y que no eran otros sino que los liberales salidos de Paraguay desde 1947 hasta 1959 por cuestiones políticas, amenazaban con atacar Villarrica.

El temible "Rojitas", colorado hasta los tuétanos, gustaba disparar su revolver 44 sobre las casas de los opositores a cuentas de los guerrilleros.

Virgilio Ramón Legal, que ya era funcionario de la delegación de gobierno, andaba armado con un fusil, mientras Chiripepé, borracho consuetudinario, entregaba sus hurras al partido que fuere a cambio de un vaso de caña.

En medio de aquellas inestabilidades y necesidades, la fábrica no paró en ningún momento ni, por tanto, el tráfico de carretas siguiendo la profunda cambera en la arribada de la calle de la iglesia Santa Librada.

"E m´emina cheve nde takuere´e mi", coreábamos lastimeros los niños del barrio a los picadores, varios insensibles a nuestras primeras súplicas, mientras acompañábamos por un trecho la carreta hasta que, compasivo o fastidiado, nos lanzaba una par de las deliciosas cañas. Así, todos los días a lo largo de la zafra.

El machetillo de don Aguilar, el olero vecino, servía para pelar la caña que luego, mordíamos hasta dejarlo hecho bagazo y que don Aguilar le daba de comer a su albina y enclenque yegua. Si habré tomado caña dulce reclamada a los administradores de los largos chuzos...

La zafra de 1960 era también el cencerro de las carretas y las interjecciones y onomatopeyas brotadas, viriles, de las gargantas del arriero montado a lo alto de la carga.

Me contaba mi abuelo, en Buena Vista, en las lejanías de Caazapá, que luego de cortar árboles para Carlos Fassardi, también plantó caña dulce para la azucarera de Friedmann. Y me relataba de los inicios de la industria allá por 1910.

"Don Jacobo" como era conocido por los cañeros el dueño de la fábrica, montó su planta industrial pero no dejaba de participar en el quehacer villarriqueño, en todo estamento donde se requería de su concurso.

Cuentan que por 1912 era el encargado de correos y que inscribió su industria recién en 1916 como sociedad en los registros públicos. Claro, por entonces - 1916 - todavía la fábrica de Villarrica abastecía todo lo necesario. Ese año el Estado importó 500 toneladas de azúcar argentina.

Villarrica se agitaba en la nueva modernidad de aquellos años teñidos con la sangre de los revolucionarios. A la par de la inscripción de la fábrica de azúcar, nacía el Porvenir Guaireño, la Cervecería Nacional y el Auto Club Paraguayo.

Las primeras zafras de la azucarera coincidían con las visitas del coronel Albino Jara a don Simón Mussi, caballero sirio dedicado al comercio y la industria en Villarrica. Jara moriría en mayo de 1912 en Paraguarí bajo el peso de su ley montonera y donde también caería un batallón de soldados guaireños adherentes de Jara.

Han pasado cien años desde aquella primera zafra coincidente con el nacimiento de Gumersindo Ayala Aquino; de cuando Efraín Cardozo tenía 6 años de edad; Juan Natalicio González, 13; Manuel Ortíz Guerrero, 16; Juan Boggino y Carlos Talavera, 10; Leopoldo Ramos Giménez, 19. Este, a propósito, sería nombrado por decreto firmado por Eduardo Schaerer y el doctor José P. Montero, como auxiliar de la oficina de correos de Villarrica en octubre de 1912, a los 21 años de edad.

Dos años antes de la habilitación de la azucarera, en 1908, Agustín Pío Barrios actuó en Villarrica con Dionisio Basualdo, ambos formados por el maestro Gustavo Sosa Escalada.

Fui a Villarrica y, después de unos 20 años, vuelvo a la estación del ferrocarril. Está el viejo silo que como gigantes misiles blancos apuntan al cielo, la misma estación pintada de amarillo y marrón, la playa donde paraban los carumbés, sin el tren que pitaba al mediodía su llegada minutos antes o después de la sirena de la azucarera.

Ya no están las tiendas famosas que rodeaban a la estación pero la centenaria industria sigue firme convirtiendo cañas en azúcar. Ya no hay gente vestida con elegancia a la espera de los conocidos y parientes en el viejo andén y, más arriba, hacia la derecha, ya no hay filas de carretas con aromada materia prima, hay camiones de gran capacidad de arrastre y velocidad a cuyos conductores, si hoy yo fuera niño, no pediría su "takuare´e mi" porque dar y recibir para este caso depende de la marcha lenta de las carretas y de la paciencia de los carreteros.

Han pasado cincuenta años ....

(publicado en la revista Guairá News de Villarrica, en abril de 2011. Foto: cuadro al óleo del artista paraguayo M. Valenzuela, "Carreta cañera", Internet)

viernes, 8 de abril de 2011

Abc Revista, el Milord y la oportunidad desaprovechada

Vi hoy la publicidad de la revista dominical de Abc Color que circulará el domingo, 10 de abril. El titular principal de tapa será "Paseo de otoño tendencias de temporada". Aparece una hermosa joven parada, como una postillona, al lado de un bayo de apariencia bichoca que hace de tiro al único carruaje Milord de las calles asuncenas.

Supongo que la idea del editor de la revista es promocionar el atractivo coche para paseantes.

Observando la tapa de la revista anunciada no se nota que se promocione ni a la modelo, ni al birlocho ni al caballo.

Más que promocionar la moda (hablo como periodista no como varón) a la joven hubieran vestido a la usanza de nuestras abuelas y bisabuelas: camisas mangas largas hasta las rodillas, basquiña, enaguas hasta los tobillos, faltriqueras colgando de la cintura, zapatos con tacones, chaquetas con broches y un abanico en sus seductoras manos, para encajar con el transporte.

O, en su defecto, quizás la modelo podía haberse vestido de amazona, o de jean, camisa a cuadro y un borceguí que se ofertan en las tiendas especializadas.

El carruaje se ve atrás, al fondo de la foto, siendo la estrella de Asunción.

Me disculpan: no es la moda que querrían disfrutar los lectores de la revista dominical, sino el Milord.

El caballo, bueno, del que vemos en la tapa mejor ni hablar. Observándolo, me inspira a alimentarlo con una batea de maíz que subir al coche al cual ataron, pobrecito. Aparenta alicrejo, que por debilidad o vejez no puede moverse. Para superar la famélica estampa del animal, el cochero debía ahormarlo; es decir, exitarlo suavemente con el freno y la falsa rienda para que coloque la cabeza en posición correcta.

A lo mejor Tomás Riquelme, el único reportero gráfico paraguayo especializado en fotografiar vacas y caballos que conozco, se haya preocupado de ese detalle. Cada cosa tiene su secreto. Estoy seguro que Tomás hubiera recurrido a los criadores de caballos árabes, naturalmente elegantes y fotogénicos (los caballos, digo), tan siquiera para las fotos periodísticas.

Los carruajes de antes tenían un cochero o mayoral. Si hacían viajes largos estaban acompañados por el llamado mozo de mulas, que eran los mozos de caballeriza que trabajaban en la casa de los ricos de antes. Un mozo era, por así decirlo, parte de la última categoría social, al menos en Europa.

A propósito, cuentan que Carlos VI de Habsburgo, había firmado un decreto que prohibía el ingreso a la biblioteca de la corte imperial de Viena a "los bobos, los charlatanes, los vagos y los mozos de caballerizas".

En la foto, me da la impresión que la modelo hace de moza de mulas, de apeadora, postillona, zagala, caballeriza o, como se la conoce en Paraguay, como compositora ("compositor, músico y guaino", suele decirse).

No sé, la foto promocional me parece muy cursi, escasamente creativa. Pienso que se desperdició la oportunidad de sacar provecho al novedoso Milord con una gran producción a la altura de un gran diario y del bicentenario que a todos nos atrae y honra.

martes, 5 de abril de 2011

Los que cumplen 100 años y más

Desde hace un buen tiempo venimos leyendo en los diarios paraguayos reportajes a personas que cumplen 100 años de edad. De tantos reportajes me pregunté si en Paraguay tenemos más capacidad para llegar a avanzadas edades y sobre todo, cómo.
Esto que publico, aclaro, está lejos de la rigurosidad científica, es apenas el producto de la percepción en base a lo que publican los diarios y, sobre todo a mi personal curiosidad. Es cada vez más frecuente leer que una persona cumple 100 años en nuestro país y no escapo a la tentación de anotarlo como una buena noticia.
De todas maneras, el sabio Moisés S. Bertoni ya había publicado en su libro "La civilización guaraní" que entre nuestros ancestros nativos llegaban a ¡200 años de edad! Félix de Azara, según Bertoni, comprobó un caso de 180 años de edad.
Casi no está pasando dos semanas para que un diario asunceno publique que alguien cumplió diez décadas que, de todos modos, es noticia para cualquier diario del mundo. A veces, envidio a los que llegan a cumplir tantos años de edad; otras veces, no.
Cuando leo que alguien llegó a juntar tantos tiempos sobre los hombros suelo pensar que a estos olvidó San La Muerte quién, según una obra de teatro reciente, hace inclusive servicio de delivery
¿Cómo es posible que muchos ni siquiera se medican y ni siquiera comen bien y llegan sanos y fuertes a los cien años de edad? Pero de repente muere. Llega un año, dice Augusto Roa Bastos en "Madama Sui" a través de un personaje anciano, en que el hombre se arruina de golpe. El espíritu no se apaga, pero hay que alimentar su fuego con otra leña. "Y ya no tengo laureles para cortar".
Un día leí en el diario "20 minutos" de Madrid (24 de julio 2007) que un anciano yemení falleció el 23 de julio de 2007 a la edad de ¡142 años en Yemen!
En Cuba, según cable de la agencia Reuters fechado el 8 de diciembre de 2004, se creó un club de los 120 (años de edad) en el deseo de dilucidar la clave de la longevidad. En aquel país, en el 2004 habían registrado a más de 2.500 personas mayores de 100 años de edad en 11,3 millones de habitantes en ese año.
Nosotros, en Paraguay, por lo visto, tenemos igualmente muchos cienañeros que hasta me dan ganas de decir que aquí también apunta a ser el paraíso de la eterna juventud.
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ALGUNAS PERSONAS QUE HAN CUMPLIDO 100 AÑOS DE EDAD EN PARAGUAY

(Nombres y apellidos, Edad, Lugar, Fecha de publicación)
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Isidora Vda. de Jiménez, 100, ---, 05-04-2011
Victorio Acosta, 101, Coronel Oviedo, 25/03/2011
Mariana Aguero de Martínez, 100, Luque, 21/03/2011
Francisca Figueredo de Insfrán, 100, Paraguarí, 13/03/2011
Lidia Alfonso, 100, Asunción, 30/01/2011
Apolonio Gómez Galeano, 104, Lambaré, 31/10/2010
Enriqueta de la Cueva, 100, San Lorenzo, 24/01/2010
Marcelino Gómez Bogado, 105, Quiindy, 20/06/2010
Cipriana Deleón, 100, Concepción, 28/09/2009
Tomás duré More,l 107, Horqueta, 25/09/2008
María Albina Arana, 103, Caacupé, 15/12/2008
Fortunato Colmán, 103, Caraguatay, 12/06/2005

(fuentes: hemeroteca emc)