Detrás de la puerta, esto

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domingo, 18 de octubre de 2009

Cómo hablan los españoles (pues, los paraguayos también)

El idioma que hablamos, el castellano, tendría unas 300.000 palabras, de las que - según Camilo José Cela - el más culto no maneja más de 30.000, mientras que el común de la gente usa unas 1.500; a lo mejor, con suerte y viento a favor, como dice mi amiga María Teresa, yo estoy en este grupo de las 1.500.

Sin embargo, saber el idioma no es sólo hablar y escribir, sino entender. Paraguayos y españoles hablamos castellano; pero el significado de muchas de nuestras palabras (del castellano paraguayo digo) no entienden los ibéricos. Un día hablando con un señor adulto, madrileño, este no comprendió cuando le dije que "esta mañana garuó un poco", porque, intervino, "en España no usamos esa palabra". Y garuar está en el diccionario de la Real Academia Española (RAE).

¡Vaya dilema!

Claro, porque esté en el diccionario no todos la usarán ni comprenderán.

Entendernos entre paraguayos y españoles con nuestro propio idioma no es tarea fácil. Mientras nosotros decimos "caminar", los españoles prefieren la palabra "andar"; mientras estos llaman "bombilla" al foco; para nosotros bombilla es el infaltable elemento de mate y tereré. Así las cosas, una primera conversación entre paraguayo y español puede ser un fácil diálogo de sordos.

"Voy aprendiendo de vuestro lenguaje"

me dijo el otro día mi amigo Enrique, "ahora ya sé que decís pieza a la habitación". Le contesté que yo también ya aprendí que "hasta ahora" es un "hasta luego" pero por breve tiempo; "voy al baño, hasta ahora"; "recogeré el diario del portal, hasta ahora". Lo de "hasta ahora" no "pega", como dicen los jóvenes, para nada en el lenguaje de los paraguayos en Paraguay donde se dice "voy al baño, esperáme na un ratito"; "voy a traer el diario, ya vengo".

Y conste que en el lenguaje de los españoles figuran aquellas palabras que están registradas en el diccionario de la RAE pero que nosotros, los paraguayos, no las conocemos por su no uso o porque no nos preocupamos leer y, sobre todo, aprender, las palabras que están en el catálogo de palabras.

Los españoles también tienen sus propias expresiones, sus giros regionales, como nosotros, y que no aparecen en el diccionario. "Joder, macho", "coño", "hostias", "me hace ilusión", "en la puta calle" palabras y frases marcas registradas de los peninsulares, como muy nuestro aquellos de "dale", "está ya", "mirá na un poco", "para qué pió me voy a ir", "¡qué purete!", etc.

A esta altura del comentario preguntaría si quién, excepto los profesionales académicos, se preocuparía de leer el diccionario, y mucho menos buscar en sus páginas razones para el entretenimiento fácil, cuando de por medio están "kamasutra", "El código de da Vinci", "Los amantes lesbianos", los divertidos libros de Helio Vera, etc., etc., etc.

Para cualquiera de nosotros, recién llegados a la tierra de Domingo Martínez de Irala, Álvar Núñez Cabeza de Vaca, Juan de Salazar, María Mencia Calderón de Sanabria, Bernardo de Velasco y tantos otros que fueron "nuestros" españoles de peso, cuesta una barbaridad entender de buenas a primeras al español, cuya entonación no apreciamos en Paraguay sino de vez en cuando en los doblajes de películas norteamericanas o europeas, cuando un artista hispano, (Raphael, Miguel Bosé, etc.) visita Asunción o, cuando vuelve a casa algún futbolista paraguayo que anduvo chutando la pelota durante un par de años en algún club fifí de estas comarcas europeas, como Cayetano Ré, por mencionar solo a uno de los tantos.

¡Ah!, y también cuando escuchábamos en la redacción del diario a Tony Carmona, nuestro querido colega español, radicado en Paraguay desde hacen añares.

A la entonación hay que añadir la velocidad del pensamiento con que hablan muchos de los ibéricos. En la extraña manera de manejar las letras c, s y z, hay mucha tela por cortar.

Luego viene la parte complicada: las palabras y el sentido que las otorgan; y las causas por las que dicen; y los efectos que buscan con ellas.

Ni qué decir si a un paraguayo le tocara en suerte tratar con un sureño, campeones invictos en "peluquear" las palabras y las frases. "Voy a mi ca porque aquí tengo na que hacé", dice un malagueño como lo más normal del mundo y como si todos le entendieran. Claro, leyendo esa frase es fácil entender; anímese a encararla a través del oído. Le deseo buena suerte …

Cuando hablo con mi amiga María Dolores, nacida en Tíjola, Almería, y radicada en Granada, debo andar con mucha paciencia. Habla tan rápido y paseando su podadora por sobre palabras y oraciones que estoy pensando seriamente anotarme a un curso de castellano andaluz, si hubiera, para poder seguir hablando con ella porque, en esencia, me es muy grato tratar con ella como con cualquier otra persona nacida en este país europeo.

Ian Gibson, escritor irlandés, escribe sobre el granadino Federico García Lorca que habla sin parar "con un rotundo acento andaluz y escamoteando sílabas". Así que, ya sabe ….

Y conste que los paraguayos descendemos de aquellos primeros conquistadores españoles que eran de Andalucía. Ni así nos resulta pan comido entablar con ellos una conversación.

Aunque hablemos el idioma de Cervantes no me fue fácil en mis primeros meses de inmigrante en España entender los titulares de los diarios madrileños cuyas características principales pasan por el uso de las palabras regionales y la abundancia de siglas (PSOE, PP, TC, ETA, EB-IU, CGPJ, VPP, etc., que se merecen otro libro explicativo). Los compatriotas deben, por tanto, aprenderse también las abreviaturas de lo contrario, leer un diario les resultará más aburrido que bailar con la hermana.

Semanas atrás una española de Extremadura que dijo que nosotros los paraguayos somos muy "dulces" en la entonación de la palabra. A lo mejor me dijo por haberse prendado con el canto de los paraguayísimos "Los 3 Sudamericanos", verdaderos ídolos en la Península desde 1963, de quiénes me honro ser amigo, y que han sembrado dulzura en estas tierras. Esto no tiene mucho que ver con el uso del idioma, sólo les quería contar, ya que estamos en España.

Una coterránea se fastidió y volvió a los tres meses a Paraguay: ni bien llegó su jefa (patrona) - ella trabajó de interna (doméstica sin retiro) - al despedirse de aquella un día franco, usó el venga famoso de los saludos de despedida de la gente de estos valles. La compatriota entendió que la jefa la decía que no salga y, por tanto, no salió, claro. La enfadó que su castellano no encajara con el de los españoles. Compró un pasaje (billete dicen los españoles) y ahora está de nuevo en Asunción.

Les explico a mis compatriotas que no han venido aún a España lo que significa venga en este libro. A mi, francamente, me cuesta mucho utilizarla. No sé, no me cuadra, me queda argél; pareciera que no soy yo … ustedes me entienden.

El castellano de España para el paraguayo tiene sus vueltas que se supera sólo con paciencia, virtud ésta que nos arrima a la sabiduría y a la tranquilidad. "Viene a toda mecha", "¡Qué mono!", "vete a pastar", "pues, no pasa nada" son frases demoledoramente sin sentido para el recién llegado a España desde la tierra de los Carios, pero que debemos aprender, de a poco, hasta poder entendernos paraguayos y españoles a través del idioma en común que tenemos.

Ya por algo en la Comunidad Europea se plantea la necesidad de "un conocimiento básico del idioma" para la integración de los inmigrantes a la sociedad que les acoge. Claro, es mejor que el recién llegado también sepa la historia y las instituciones de la sociedad, en este caso de España de manera no se agobie y se marcha en noventa días, cuando su idea primera era permanecer aquí al menos tres años.

Esto de hablar el castellano pero no entenderse es un asunto que dejó fuera de juego al más pintado. "Menos cotilla y más curro", había dicho una vez la dueña del chalé a la cocinera y al jardinero, ambos de Paraguay, acostumbrados a pasarse horas hablando en tiempos de trabajo; las dos personas de nuevo fueron sorprendidas chusmeando otro día por lo que fueron despedidas. Si sabían el significado de "cotilla" y "curro" a lo mejor conservaban el puesto.

A España hemos venido muchos paraguayos en los primeros años del siglo XXI para que en el 2008 ya formemos un colectivo guaraní de unas 150.000 personas. Miles y miles no se adaptan por varias razones, entre ellas por el idioma, aún cuando tengamos uno en común con los de la Madre Patria.

Para ellos, y para los españoles que quieren saber algo más de nuestra manera de hablar el castellano, he preparado este breve compendio de unas 300 palabras, frases, modismos, y muletillas idiomáticas de los hispanos. Son palabras para aprender y salir del apuro a la hora de relacionarnos con los dueños de casa.

Las he recopilado de los diarios, libros, revistas, del diccionario. Claro está, también las escuché en la radio, la televisión; leí en los carteles de la calle, escuché en las tertulias de amigos. Son las palabras que se usan en el supermercado, el Metro, en los cafés, las plazas, entre los vecinos; en toda España y a toda hora. Las fui anotando y preguntando qué significan.

Faltan muchísimas palabras, pero pensamos que esta primera entrega (presentaremos la segunda) servirá para salirnos de apuros. Es como una aspirina para la incómoda jaqueca.

Nos sacudimos de todo intento académico y elegimos el método coloquial, hasta con un poco de sentido del humor, para explicar el significado de las palabras y frases publicadas en esta entrega. Pongo a consideración del público este aporte que, sobre todo, servirá a los recién llegados desde Sudamérica. Al menos, eso es mi deseo.

De la mano de nuestro castellano paraguayo viene a Europa el guaraní de todos los días: "Amontema", "leka", "ya poína", "chururú", que, a lo mejor, alguna vez se incorpora al lenguaje a través de la RAE, así como desde hace tiempo entró en el inglés la palabra "jaguar" (jaguareté) o en el castellano del siglo XV, "Caribe" (caraivé, más señor). El uso y la costumbre de encargará de encajarlo dentro del idioma, tarde o temprano.

Esto de meter más palabras y modismos paraguayos en el diccionario de la RAE me inspira sugerirle a mi compadre y amigo Juan Evangelista Aguiar para que, como académico, vaya haciendo fuerza de modo que alguna vez leamos las palabras puretes paraguayas entre esas 300.000 de las que nos recordaba Camilo José Cela.

La colonia paraguaya en España, entre tanto, contribuye al enriquecimiento del castellano en España con sus particulares giros idiomáticos: traé na un poco", "yo co te dije luego", "bueno, chau manté" , "chulina", "kore, che raá". Quizás algunos puristas se nieguen rotundamente a otorgar pasaporte hacia el diccionario a estas maneras de hablar del compatriota, pero como dice Antonio Galas, "es la unión vital y comercial, no la oposición lo que las lenguas persiguen", no importa de donde sean.

Creo que en esto también se fundamenta la integración.

(Del libro "Cómo hablan los españoles (pues, los paraguayos también)", a presentarse en el Centro Cultural Juan de Salazar, de Asunción, el 19 de noviembre de 2009)

1 comentario:

FG dijo...

El libro es de agradecer, pero algo exagerado en cuanto a las diferencias "español de Paraguay" versus "español de España". El que un tipo, español, no sepa que "garua" es "llovizna" o "sirimiri" en el norte de España, será por deficiencias de su nivel cultural. Dejo aparte palabras de origen guaraní de las que, obviamente, sabemos muy poco los españoles aunque, si nos fijamos bien, algunas tienen un origen netamente español, mirá vos. Nuestras diferencias están más en los valores que en el idioma.