Detrás de la puerta, esto

Detrás de la puerta, esto
Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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viernes, 25 de septiembre de 2009

Nuestra colitis nacionalista

Debemos reconocer los paraguayos que fuimos atrapados por una suerte de colitis nacionalista. A la hora de la Albirroja somos paraguayos hasta la muerte; cuando se habla de la producción, pero ni hablemos: somos paraguayos, ¡vencer o morir! Tenemos que producir ropas paraguayas, dicen todos, pero nadie alienta la producción algodonera. Entonces hacemos ropas de telas importadas.
Como ven, nuestro nacionalismo no tiene límites.
Mediante nuestro nacionalismo - ese pendón heroico que, gallarda, flamea en los mástiles de nuestros corazones - hoy tenemos el Club Deportivo de la Producción Paraguaya y el Sport Importación de Ropas Chinas. Cada equipo dice que es el mejor del mundo y por eso juegan un partido so´o de aquello en torno de los cuales están la muchachada fanática
Cuando los importadores traen ropas baratas de Iquique (no es de China, los grandes traficantes de ropas sacan de Asia y van poniendo en los puertos de América) todo el mundo dice que eso está mal, que eso no conviene, que eso es pecado, que si eso se compra es algo así como escupir a la roja ,blanca y azul de la bandera paraguaya.
Los confeccionistas dicen que si se prohibe la importación de ropa ellos de un saque generarán 30.000 puestos para las costureras.
Vamos a suponer que los industriales de la ropa lleguen a conseguir la forma de crear semejante cantidad de puestos laborales. Si es así, en horabuena, a todos nos conviene.
Pero la importación como se venía haciendo también genera empleos y permite a la gente acceder a buen producto a precios más bajos que los que aplican los fabricantes paraguayos.
Y cuando se toca el bolsillo de los paraguayos, estos ya no quieren saber nada de ese nacionalismo a las tontas y a las locas que promueven las pasiones pasajeras y, claro, los intereses creados.
Los paraguayos lo que quieren es trabajar y con lo que gana acceder a las cosas y servicios elementales.
Mal que le pese a los transnochados nacionalistas paraguayos, los importadores de coches, perfumes, remedios, revistas, libros, electrodomésticos, computadoras, ropas chinas, cubiertas, combustibles, zapatos, vinos, cervezas, whiskies, aviones, etc., etc., generan tanto empleo como es capaz de generar la producción nacional.
Generan empleos y hacen sentir felices a los paraguayos.
Los importadores son tan necesarios para dinamizar nuestra economía como los confeccionistas. Los que vivimos en Paraguay, nacionales y no nacionales, necesitamos de los importadores y de los fabricantes de ropas, y de los agricultores, y de los ganaderos, y de los zapateros, albañiles, tractoristas, locutores, músicos, sepultureros, olimpistas, cerristas, nacionalófilos, liberteños, luqueños, hasta de las bailarinas de cabaret. Todos son importantes, todos hacen algo que sirve para alguien.
¿Quiénes se creen los fabricantes de ropas para anular a los importadores de ropas?; tampoco hay derecho para no creer que los confeccionistas no generarán empleos.
Todos tenemos derechos a trabajar en Paraguay, sólo debemos poner en práctica el talento, la audacia, el entusiasmo, sin que se perjudique a nadie.
Nacionalista no es el que grita más fuerte el gol de la albirroja, ni quién canta más fuerte el Himno, ni quien a su atuendo normal añada la faja y el sombrero pirí. Practicar el nacionalismo pasa, por ejemplo, por la solidaridad, el mútuo respeto, el trabajo honrado, el pago de los impuestos, la decencia, la transparencia, etc. Es decir, el que práctica los valores. Más que nacionalista la persona correcta es de fiar y, por tanto, merecedora de nuestro pleno apoyo.
Los fabricantes de ropas pasan a ser hasta antipáticos y detestables porque nos obligan a que les compremos sus ropas a precios mucho más elevados que los de los Chinos, a cuentas de un tácito nacionalismo.
El amor a la patria pasa también por la puesta en práctica de la sensatez. ¿Cómo produciremos camisas auténticamente paraguayas si el mismo gobierno dió la espalda a la producción de algodón? En Paraguay casi ya no se planta algodón. Y si el gobierno se encargó de destruír la materia prima, ¿con qué derecho bloquea la importación de ropas? Es insensato pensar en una producción nacional de ropas cuando se deba importar algodón argentino o tejidos chinos. ¿De qué producción nacional hablamos si tengamos que trabajar la fibra comprada de Resistencia, Formosa o Entre Ríos o de la tela confeccionada en China, Francia o Inglaterra?
Si el gobierno tanto apoya la producción nacional de ropas que se ponga a recuperar primero el Programa Nacional Algodonero que dejó, impecable, el ingeniero Hernando Bertoni. La patria, la bandera paraguaya, la raza guaraní, ¡pamplinas!....
Por eso digo, a cada rato tenemos colitis de nacionalismo.
Nos llenamos la boca con que debemos defender la producción paraguaya, pero ni bien se la defiende, sus productores nos bapulean con precios altos. ¿O ustedes creen que el aceite vegetal paraguayo hubiera bajado a precios razonables si los argentinos no nos acosan con sus marcas a lo largo y ancho de los ríos? Si no alcanza la plata, uno se las ingenia y va a Clorinda, Argentina, a buscarse su litro de aceite y santo remedio.
La verdad de todo es que quiénes hablan de nacionalismos no son sino personas interesas en ganar dinero a cuentas de sentimentalismos patrios. Si sus productos son buenos y baratos no le quepan dudas que tendrán adherentes "patriotas", pero si son caros, ni si les recita de memoria toda la Constitución Nacional 1992, rememore las heroicas batallas de la Guerra del Chaco o reciten todos los poemas de Emiliano R. Fernández.
Hay que parar esta colitis...

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