Detrás de la puerta, esto

Detrás de la puerta, esto
Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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lunes, 21 de septiembre de 2009

Cuando los perros tenían nombres de perros

Desde luego, todo debe cambiar, porque así es el mundo. Qué aburrida debe ser la vida si siempre, por generaciones y generaciones, no se produzcan las necesarias novedades que sean capaces de generar costumbres en nosotros. Digo esto porque, el otro día, cuando visité a una familia amiga, me encontré con que su perro se llama Pedro. Antes al perro le llamábamos, Bique, Sultán, Oso ...
Si mi abuela escuchaba que un perro se llama como su santo, no habría dudado en pensar que el fin del mundo está a la vuelta de la esquina. Si mi madre sabía que la perrita de una amiga de hoy se llama Marylín, la hubiera enviado una carta en la que le presentaba su más severas quejas porque, para ella, ese nombre fue de una gran actriz norteamericana y que, como si todo fuera poco, fue su ídola.
Pero como todo cambia, hoy las perritas también se pueden llamar como Marylin Monroe y por eso el mundo no se nos viene abajo.
Nuestras mascotas, los perros, van absorbiendo estas modificiaciones de los nombres y otras yerbas. Antes los canes no eran llevados a los veterinarios cuando estaban enfermos. Se curaban solos nomás o con un poco de sulfatiasol en la comida y listo el pollo.
Ahora hay hasta psicólogos para perros y gatos. Dentistas ya hay también. El otro día tuvo que ser llevada a "Cleo", la gata de mi hija, heredada de su cuñada Lisa, a un odontólogo porque estaba de mal humor por los dolores molares de esos días que la ponía de pésimo humor (a la gata, digo).
La perrita de Tere, Steffi (ni las princesas se llaman así), se estresa, según su dueña, los días sábados cuando se queda todo un mediodía al menos en la veterinaria donde se la baña, la peina y recibe los emperifollados respectivos. Tere cree que a su perrita se pone muy nerviosa porque tantos perritos falderos y de esos grandotes que son llevados al mismo sitio para que también sean bañados, la observen, supongo que con las intenciones perrunas, que no son tan discretas como las de los hombres cuando ven hermosas mujeres (estoy pensando, sin embargo, en un amigo mío que cuando ve una mujer linda vuelve a sus lejanos límites ancestrales).
Las mascotas nos hacen hacer cada cosa por las cosas que se generan en su entorno, supongamos que para ganar más dinero por parte de quienes encuentran la oportunidad en nuestros animales de compañía.
Yo creo que el doctor Rodríguez de Francia hubiera mandado a la horca en la plaza pública a los que se querían pasar de veterinarios con su perro "Sultán", que cuando andaba en baja, Francia se ponía a leer en su biblioteca sus libros de medicina para saber cómo sanarlo. Además, nadie podía saber más que él. Para eso era el dictador.
Hablando de él, una tarde, un perro tuvo la osadía de ladrar al caballo al lomo del cual iba el dictador. Por eso ordenó que todos los perros de Asunción sean sacrificados, menos "Sultan". Así de travieso era nuestro jefe de gobierno.
¡Cómo se hubieran entendido Walter Bauer, aquel taumaturgo alemán asentado en San Bernardino, con la escritora Josefina Pla no por esas tonteras que hacen a la literatura ni mucho menos, sino por los gatos que tanto amaban! Un día Bauer se iba a morir, contaba el periodista Sindulfo Martínez, por que uno de sus 13 gatos se había extraviado. Sus conjuros no fallaron y el gato volvió.
No estoy muy seguro de que a Bauer y a doña Josefina se les hubiera ocurrido llamar a sus gatos Juan Carlos, Andrés, Teresa o Estefanía. Los nombres de aquellos tiempos eran "Negro", "Chiquita", "Bella" o el universal "Michi" como; "Pancho", para los loros. Era, al menos.
Antes de terminar no puedo dejar de mencionar a "Héroe" el perro de John Parish Robertson, autor del libro "Letters on Paraguay" y amigo de Francia. Este perro fue traido a Paraguay por su primer dueño, el gobernador Bernardo de Velazco.
En el campo paraguayo los perros de una época prolongada hasta la década de 1980 más o menos, se llamaban generalmente "Bique", parece ser por lo de "Bikers", la marca de una fulminante ametralladora inglesa utilizada por el ejército paraguayo en la Guerra del Chaco de 1932 a 1935. En la polca "Musiqueada che amape", de José Asunción Flores, una voz femenina dice "Bique, Bique, eguatá tereho amo cociname ya hechá" ("Bique, Bique, vamos, vete a la cocina". Bueno, el paraguayo no habla así; diría, sí, "Bique, Bique, andate a la cocina, sigapy").
Añoro aquellos tiempos en que los perros se llamaban como perros....


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