Detrás de la puerta, esto

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Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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lunes, 17 de agosto de 2009

¿Somos celosos los paraguayos?

En un aviso publicitario difundido por radio Ñandutí, escuché hoy, una voz masculina preguntar "¿donde estás?"; "en el super", responde una voz femenina. El hombre hace entender que la tiene en su mira. Hacen de una pareja, al parecer.
Se trata de la promoción de un sistema de rastreos por satélite.
Para que podamos entender mejor: ahora hay unos aparatitos que se puede poner al coche y se puede saber, desde donde uno esté, donde está el vehículo. Un marido celoso, por ejemplo, puede confirmar si la esposa que salió con el coche está en la casa de la amiga, en el super o en la peluquería como le anunció, o en otros sitios.
Con aparatitos de esa envergadura, digo, los celosos estarán de parabienes.
¿Somos celosos los paraguayos? ¿Y las paraguayas?
El celo al cual me refiero es al que el diccionario de la Real Academia Española define en su séptima acepción como sospecha, inquietud y recelo de que la persona amada haya mudado o mude su cariño, poniéndolo en otra.
Alguien dijo que los celos lo único que reflejan es la inseguridad en nosotros, y la falta de confianza en la pareja. Contrariamente a lo que se piensa en el imaginario colectivo, los celos son más bien una muestra de desamor. Cuando hay verdadero amor, existe confianza plena, total en nuestra pareja.
Los paraguayos (me refiero a ambos sexos porque me fastidia eso de de decir "paraguayos/ paraguayas, niños/niñas, como insiste el feminismo del nuevo cuño) somos de morirnos por amor. Si no creen escuchen esas polcas ja´e o o participen en esas asadeadas donde hay mariachis, donde se canta a grito pelado "El rey", el himno de los perdidamente enamorados, por no decir algo más fuerte.
Los psiquiatras dicen que los celos son una enfermedad excesiva y sin fundamentos y que no tiene cura. O sea, los celosos son celosos de por vida.
Entre mis amistades tengo referentes muy celosos. Y, a lo mejor, yo también soy celoso.
Recuerdo que un novio celoso había destruido la red telefónica de una oficina pública de la que fui temporalmente su director. El celoso en cuestión había coimeado a algunos compañeros de la amada, que trabajaba allí, e instaló unos chirimbolos para escuchar las llamadas de la que, para él, resultaba ser una sospechosa infiel.
El hombre no logró escuchar - esa vez al menos - las llamadas de la mujer; sí, dejarnos sin teléfono.
Pero los hombres no somos los únicos celosos. Las mujeres, también. Pero dejaré que ustedes mismos me hagan los comentarios que quieran sobre las mujeres celosas en este blog, ya que en esto de los celos y tutti cuanti no es lo más importante lo que yo diga.
Yo creo que las tecnologías conspiran a favor de los celosos. El GPS, sistema que permite conocer la posición de un objeto móvil gracias a la recepción de señales emitidas por una red de satélites, a más de ayudar a encontrar vehículos robados u orientar a los pilotos en vuelo, también ayudan a los celosos a comprobar si sus parejas infieles están por algún motel o en el apartamento del amante y no precisamente en el super.
Los teléfonos celulares y, sobre todo, los inoportunos mensajitos que se olvidan de borrar del mensajero, no hacen sino avivar el fuego en el juego de los celos. ¿Y qué me dicen de los registros de llamadas en el teléfono celular?
Este tiempo de acuario, que dicen que es el de las revelaciones, es sobre todo tiempo de los celosos. La tecnología le anda macaneando bastante a los celosos y a los infieles. Entonces puedo pensar que, así como marcha la ciencia, los celos estarán campantes, haciendo de las suyas en las parejas y los infieles perfeccionando argumentos y excusas para continuar la marcha ascendente hacia las borrascosas cumbres del cuernerismo criollo.
O si no, escuchen la publicidad esa, de la radio de la que les hablé, a ver si coinciden conmigo. Puede que yo nomás haya pensado en los celos al escuchar dicho anuncio.


9 comentarios:

Cristina Pisani dijo...

los celos excesivos y sin fundamento son una enfermedad incurable, pero hay celos lógicos, entendibles como respuesta normal a una conducta anormal

Anónimo dijo...

Los celos vienen de uno cuando ves que tu pareja no te da la seguridad y la estabilidad en la relacion. Cuando no hay interes en la pareja, nace la falta de confianza, que va creciendo en celos e inseguridades en la misma persona.
No siempre una persona es celosa, yo celo de algunas personas, de gente que quiero en verdad, porque tambien cuando alguien no cela un chiquito de vos, aveces ves que el desinteres hacia tu persona es mayor.
Creo que la falta de confianza tambien viene de la mano de la falta de comunicacion, vital en la relacion

Unknown dijo...

Mirian Cristina, desde Málaga, España, me envió el siguiente comentario sobre este tema: "Somos muy celosos todos...y cada uno manifestamos de diferentes maneras,y en todas las etapas de la vida...yo cuando trabajaba con los niños yo veía en ellos...ahora que trato con las personas mayores veo lo mismo entre ellos....no solo es celos de pareja...."

Unknown dijo...

María Teresa, desde Asunción escribió a mi mail, a propósito de este comentario y opinó: "Yo no soy celosa, por eso no soy infiel"

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con Mirian Cristina, tambien existen celos en los niños y adolescentes, jovenes y adultos!

Anónimo dijo...

si, pero como siempre con la cobardia a cuestas, por no aceptar por el orgullo, pero si yo te lo digo que somo celosos los paraguayos por nuestro puchero, jajajaja un saludo.

Unknown dijo...

Desde http://puertademergencia.com escribieron lo siguiente: "!la noticia es super pero peligrosa, para los que están con esa enfermedad!!! no quiero saber de ese aparato indiscreto, puede igual equivocarse, pobre paraguayito/a celoso/a peligro de infartarse muchos celosos."

Arami dijo...

Hola...
El sentir celo del otro, por el otro, es algo característico del ser humano. No tiene género, ni edad, ni color.
Forma parte de nuestro ser.
¿Cómo nos lo sacamos de encima?
Amándonos. Es obvio que salta de nuestros poros tanta baja autoestima.
Y esto de la autoestima, es independiente de nuevo a que seamos o no paraguayos/as

Un abrazote Efraín

Anónimo dijo...

Yo soy Sevillano y he tenido casi tres años a una pareja Paraguaya, a lo primero no me enamoré, pero con el paso del tiempo, me tenía loquito, una mujer maravillosa, buena, amable, educada, trabajadora, con un carácter fortísimo y super celosa de mi, yo pienso que ella nunca creyó en lo que yo la amaba debida a sus celos, pero la amé, creo que como no he amado jamás a una mujer, por desgracia la relación terminó, por diferentes motivos, en fin una pena, la mujer de mi vida, pero el destino no quiso que estuviéramos juntos, pero La mujer paraguaya es Maravillosa.