Detrás de la puerta, esto

Detrás de la puerta, esto
Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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domingo, 28 de junio de 2009

En el diario Crónica

Cumplí un ciclo en el diario Crónica de donde me retiré a mediados de junio de 2009 para tomar nuevos rumbos profesionales. Fueron diez meses de pasarlo muy bien con un grupo humano estupendo. Un grupo de jóvenes periodistas, diseñadores, gerentes, fotógrafos, correctores y choferes. Con ellos aprendí (cada día aprendemos algo nuevo) y, sobre todo, lo pasé estupendamente bien.
Cuando Néstor Insaurralde, el director periodístico, me dió la libertad de elegir un puesto dentro del equipo, le dije que quería ser cronista. El de la calle. Ese que va tras la noticia y vuelve con la presa. Un perdiguero del suceso.
No me olvidaré de algunos de mis reportajes.
En Yaguarón me tocó reportear a algunos vecinos que estaban hartos del "sátiro del pilín", un policía que no podía pasar sin mostrar su asunto a cualquier mujer que tenga la desgracia de cruzarse en su camino.
Queda para la anécdota de cuando en Simón Bolivar, Caaguazú, fuimos amenazados de muerte por el hijo de una paraguaya que contrajo matrimonio con un español, a quien dejó en bolas y a los gritos y que, poco después, lo mandó asesinar. Es que tuvimos la ocurrencia, cámara en ristre, de hacer un seguimiento periodístico a ese truculento caso donde mis compañeros, el fotógrafo Arsenio Acuña y el chofer Cuevitas, podían haber sido también víctimas del enfurecido hijo de la ingrata.
Reflexionaré en mis tiempos de tranquilidad sobre el fenomenal lío que inicié con aquel artículo sobre la payesería descubierta en una crucecita, al lado de la ruta en la entrada de Areguá. Pasó que algunos aregüeños, al leer el artículo, habían dicho que aquello fue un "trabajo" de los artesanos de Itá, que les sentía envidia. En Itá, una pruebera, siguiendo el hilo periodístico, descubrió con sus gastadas cartas, que no era verdad lo que se decía. Pero muchos iteños, que como la mayoría no lee bien lo que se publica, fueron a la carga contra la pruebera a quién acusaron de haber sido la que hizo el paye contra los aregüeños. De mi parte, hice mutis por el foro para que ni aregüeños ni iteños se les antoje hacerme un paye o qué.
Solamente en la redacción de Crónica pude experimentar las adrenalinas al máximo enfrentando a los quinieleros ante un curioso caso de apuestas. Unos clientes habían apostado a un número de tres cifras y sacaron, pero la empresa se habría resistido a pagar, por lo que nos avisaron. En la empresa, a regañadientes, nos dijo un personal de tercera categoría, que se pagarán los premios pero que para el efecto debían los agraciados presentarse a su administración documentos personales en manos. Aquello se arregló.
Supimos que algunos (de los genios que nunca faltan en cualquier empresa) habrían sugerido manipular la premiación de una fecha para que unos cuantos apostadores jugaran el número respectivo en las boletas de los llamados quinieleros "mau" a los efectos de, desbancados, dejen de competir a la empresa legal.
Dicho y hecho.
Los espectables elegidos para la operación cumplieron. Pero entre ellos no faltaron los infieles que también jugaron en las boletas de algunos quinieleros al servicio de la empresa legal. Parece que, efectivamente, los ilegales acusaron efecto del destructivo torpedo, pero, por causa de los infieles, también la empresa legal. Fue de antología.
No me olvidaré los espeluznantes relatos de poras, muertos, espiritus y malavisiones relatados por los protagonistas y que los publiqué un tiempo en la columna "Crónicas de misterios". Las mini historias de la columna "Ilustres desconocidos", que las firmé con mi seudónimo "Taravé morotí", me divertían un montón. Quizás, más adelante, publique esas historias breves en algún libro. El tiempo dirá.
Pero lo que siempre recordaré es la calidez humana de cada uno de los que conforman la redacción. Extrañaré las quejas de Neri Insfran, el despampanante escote de Meide, los desgastados (y desgastantes) chistes de Víctor Ruíz, el cerrismo casi enfermizo de "Gato" Dominguez y la dinámica laboral de Griselda, mi "patronita", con quién cuando "invadimos" la sección policiales nos divertimos como niños.
El "qué lo que voy a contestarle" de Rocio Paredes, encargada de una columna sentimental, donde abundan los casos de cuernos y otras extravagancias de parejas, voy a extrañar en este primer periodo de mi baja del diario. A veces, Rocío estaba con los pelos de punta buscando dar una respuesta a sus lectores y lectoras sobre cada estrambóticos casos que ni el mago Merlín le encontraría salida. Más de una vez me había expulsado de su lugar de trabajo porque estaba por volar de los nervios. Hay lectores complicados que nos exigen al máximo de nuestras armonías.
Echaré de menos a los entrevistados culitos empolvados que no querían ser reporteados para el diario Crónica; sí, para La Nación y a quiénes debíamos decir que, efectivamente, era para La Nación, pero al otro día salían en tapa de Crónica. Recursos periodísticos que le llaman.
También a las prostitutas agremiadas ("mis queridas putas", diría García Márquez); a los familiares de aquella mujer que ofrecía sus servicios sexuales en la ruta ("rutera") y a la que mataron sin que la justicia se preocupara por darle seguimiento; al jovencito de Fernando de la mora que, con sus cortos 20 años, inventaba cosas a partir del hierro y del latón para venderlos y los vendía como pan caliente mediante aquel artículo que le publicamos.
Ser periodista de Crónica tiene sus ventajas. Desde nuestros escritorios, por ejemplo, se puede ver a las modelos, con ropitas asími de michimi, dejarse fotografiar a metros de nosotros, en plena redacción. Si bien no teníamos los aumentos salariales como nos hubiera gustado tener, accediamos a ese plus visual lleno de encantos. La desventaja de ese atractivo adicional en esa redacción es que se atrasa un poco el trabajo.
Recordaré siempre aquel reportaje que hice en la pieza de Néstor Insaurralde a un grupo de sordo mudos. Se imaginarán lo que fue esa entrevista, que no logré entender un pito. Y a los que ganaban al Telebingo, los nuevos ricos, a quienés por detrás de cada pregunta, se escapaban resíduos de mi íntima envidia.
En fin, empiezo a extrañar ese pequeño gran diario que me dio la oportunidad de probar que todavía me entusiasma salir a la calle, y como un reportero novato, vivir intensamente mi reportaje. Desde esta agradezco a cada uno de ellos el haberme permitido disfrutar de esta experiencia profesional conjunta. No por ajura galleta, categoria promedia paraguaya, que siento una especie de galleta en mi gargantaitè por lo que pongo punto final a este artículo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me reí a carcajadas de tu comentario. También sentí el nudo en la garganta al final. No me agradan las despedidas, prefiero recordar el día en que llegaste a la redacción con la pinta de un español importado. Quién pio es ese me pregunte, por más que el rostro me parecía conocido. Si era nada más y nada menos que Efraim (me gusta con m) Martínez Cuevas, el de doble apellido, el que escribe cosas bonitas de la España. El mismísimo, sentado en la redacción del modesto y más vendido diario del país (bueno, uno de los...). Creo que disfruté más de los escritos que hiciste para Crónica,me parecían más leibles, más auténticos, tal vez porque los sentía más nuestro (no es para pelearnos jeyma vos defendiendo a los europeos y yo despotricando...así como te dije algún día los conoceré y podré opinar sobre ellos, sin prejuicios). Bueno, en fín. Siempre será un placer decir que fuimos compañeros de trabajo y que aprendí muchas cosas de una persona que tiene el don maravilloso de escribir y captar como el espejo el alma de las personas.

griselda dijo...

Efraín Martínez fue uno de los tantos personajes que conocí. Voy a recordar su saludo al llegar a la redacción: "Buenas tardes, niños" y por supuesto, como buenos chicos le respondíamos: "Buenas tardes..querido profesor". Otra cosa que se queda mi memoria es cuando Efrain cantaba en la redacción y generaba la silbatina de los perros a lo que él respondía: "partida de amargados, isch!" Y ni hablar, la marca registrada de Efra: "Jefe, tengo una cobertura de la puta madre" A veces nomás no había fotos. jajaja.
Me tocó trabajar con Efra como también farrear, lo último que nos dimos fue genial porque vyrorey Daddy Yankee y don Omar al lado de los pasos de Efraín, apodado Tarave moroti.
También vamos a extrañar la competencia de "salud" para el jefe. Nuestro director pues parece que es alérgico y le agarra con frecuencia su ""achís! y Efra pertenecía al grupo de "salud, jefe" Había una fuerte competencia de adulones entre Efra y Yor. Tampoco vamos a pintar todo color de rosas, Efra ko era hinchabola, piropeador y fisgón de escotes de Meide.
Te vamos a extrañar ko.

Anónimo dijo...

¿Che, qué pio pasó de don Tara? eran las primeras preguntas que se escuchaban en la redacción. ¿Sobredosis de naftalina? dijimos algunos, se enfermó dijeron otros...
Pasaron los días y ya no aparecía. Hasta ahora no hay informe oficial - por lo menos yo no lo escuché ni vi ningún Memo pegado en la recepción- , sólo rumores que se disiparon con esa especie de carta de despedida (qué dicho sea de paso ya se puso en el foro de Crónica) y ahí muchos terminamos por enterarnos que te fuiste.
La verdad que te felicito por la forma de como elegiste irte de la redacción, sin mucho ruido pero dejando huellas y me refiero a tus escritos. Va a sonar medio “vampírica” la frase, pero aprendí mucho leyendo tus artículos, varios de ellos eran realmente de "La puta madre".
Entre tecleadas me contaron los compañeros la historia de un ex jefe de Redacción que por esas cosas de la vida volvió a ser cronista, en un diario dirigido por su ex súbdito. Historia que me tocó en gracia presenciar como testigo y aprender qué realmente lo importante no es llegar, lo importante es el camino.
Una vez dijiste: "Yo llegué a hacerle notas a un Premio Nobel y hoy me toca entrevistar a una payesera, ¿y sabés qué? lo hago con gusto" Péa hina la periodista, yo quiero ser eso algún día! Salud don Efra!