Detrás de la puerta, esto

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domingo, 20 de enero de 2008

Carta sobre los italianos en Paraguay

(La siguiente es una carta remitida a la embajada de Italia en Paraguay, a propósito de un programa radial que difundía los sábados en una emisora asuncena. En ella hago constar una mínima parte del gran aporte italiano a la cultura paraguaya)

Asunción, sábado, 13 de mayo de 2006

Señores:
Oficina Cultural
Embajada de Italia
Asunción

Apreciados amigos de la legación italiana en Paraguay:
Esta siesta tuve el gusto de escuchar, por segunda vez, el programa radial de ustedes por la FM Concert del Holding de Radio. Lamento no haber podido anotar el nombre de ninguno de ustedes, excepto el del lector de noticias, Carmelo. Tengo entendido que el señor embajador italiano en Paraguay era quien, también, estuvo en el programa de la fecha.
Escuché que fue entrevistado el doctor Carmelo Módica, mi ex compañero de trabajo en el diario ABC.
Fue muy agradable escucharles y les quiero decir, a propósito de los temas tratados hoy, cuanto sigue:
Los inmigrantes italianos, como todos saben, han dejado profundas huellas en la sociedad paraguaya, en los ámbitos sociales, económicos, políticos, culturales y educacionales y; los nombres y apellidos de sus numerosas individualidades han dado lustre a la república.
Si bien la mayoría de los viajeros italianos hacia el Río de la Plata han preferido desembarcar en Buenos Aires, donde en poco tiempo formaron una influyente colonia, otros tantos remontaron el río Paraguay para desembarcar en Asunción y asentarse en algunas localidades claves en territorio paraguayo, en la primera mitad del siglo XIX.
Poblaciones enteras como Yuty, Caazapá, Concepción, Villarrica son orgullosas de los apellidos de "sus" primeros italianos que se afincaron en estas lejanas tierras. Oddone, Sarubbi, Pessolani, por citar solo tres, son apellidos de las decenas que se han quedado en el Paraguay para amalgamarse definitivamente con las familias paraguayas.
Deseo, a propósito, hacer hincapié en el apellido de un valiente descendiente de aquellos primeros inmigrantes: Eduardo Torreani Viera, un general de brigada nacido de la unión de un italiano, Temístocles Torreani, con una paraguaya, Etelvina Viera. Se trata de un héroe paraguayo, lleno de medallas por su coraje en las batallas de Boquerón, Arce, Saavedra, Picuiba, Yrendagué y Carandayty, durante la Guerra del Chaco.
Torreani Viera, pudo haber sido presidente de la República, pero él fue de aquellos hombres dignos que el destino les dijo que por una caja de fósforos no serían electos. Y así fue. Le cupo al general Higinio Morínigo ser el presidente de Paraguay mediante la curiosa manera de decidir la suerte nacional.
Hoy los Torreani forman una familia numerosa en Paraguay, entre quienes brillan excelentes profesionales, ganaderos, prometedores jóvenes, hombres y mujeres que honran el origen italiano del apellido.
Los inmigrantes de Italia no sólo dieron valientes guerreros a la nueva patria, sino héroes de la ciencia como, entre varios otros, a Andrés Barbero y Alberto Schenoni o; un gran intendente municipal de Asunción, como Pedro Bruno Guggiari, padre del artista Hernán Guggiari que, felizmente, hasta hoy vive.
Los italianos influyeron profundamente sobre la sociedad paraguaya en menos de tres generaciones. La incorporación de las pastas en la alimentación paraguaya se debe a los primeros italianos; el almuerzo familiar de los sábados y domingos, otra. El buen vino – permítanme la mención – también fue obra y gracia de nuestros primeros italianos y sus sucesivos descendientes.
Las marcas Nápoli (fideos), La Vencedora (cigarrillos), etc. evocan esfuerzos de inmigrantes italianos en el Paraguay.
A los apellidos y las costumbres domésticas italianas se sumaron los tradicionales sitios: Plaza Italia, Cine Roma, Chopería Roma, Camisería A la Ciudad de Roma, Casa Módica, Confitería El Tano, Enrico De¨Aqqua y Cía; la villa Nueva Italia, el Sanatorio Italiano, Colegio Dante Aliggieri, zona Garibaldi, Cigarrillos Palermo, Restaurant Il Manggiare...
Guggiari y Pedotti son apellidos italianos presidenciales del Paraguay. José P. Guggiari tuvo sangre italiana, lo mismo que Andrés Rodríguez Pedotti (la madre del ex presidente fue una italiana).
El sabio suizo Moisés Santiago Bertoni Torreani tuvo por madre a una italiana, cuyos restos descansan junto a los del sabio y de otros descendientes suyos en Puerto Bertoni, Alto Paraná. Pocos conocen este detalle. Hernando Bertoni, un sabio de la agricultura y que ejerciera el cargo de ministro de Agricultura y Ganadería durante gran parte del gobierno de Strossner y la primera de Rodríguez, fue nieto de un suizo y de una italiana.
Silvio Pettirossi, Carlos Gatti, Pedro Ciancio, Luís Zanotti Cavazzoni, Pedro De Felice, Gabriel Casaccia, Pablo Alborno, Arquitecto Miguel Alfaro, Emilio Bigi, son algunos de los numerosos brillantes paraguayos, hijos de italianos.
Italia brilla con luces propias en el Paraguay.
Aunque la gente no tenga suficientemente en cuenta, Italia estuvo en las Nuevas Tierras desde que surcaron las desconocidas y temidas aguas de las que después se llamaría Océano Atlántico, a través del navegante genovés Cristóbal Colón y; de quien descubriera que estas no eran las Indias, el florentino Amérigo Vespucci.
De manera que los italianos, esencialmente, no son inmigrantes de América sino sus auténticos descubridores y, también, entusiastas colonizadores. Quizás, por eso, no estemos muy alejados de la verdad al creer que la presencia de la corona española en estos parajes no sea sino la consecuencia de aquel entusiasmo.
Creo que la lengua italiana debiera ser, no la segunda, sino la hermana de la española en latinoamericana. Mucha historia nos une y reúne como para no dar un corte a las postergaciones.
Si se han formado comunidades "brasiguayas" que hablan ambos idiomas (español y portugués) ¿por qué no pensar en una comunidad "italoparaguaya" que hable, escriba y entienda el idioma de Dante y defienda la cultura italiana lejos de la donna patria?
Acaso falte escribir más sobre nuestros antepasados italianos para que esto tenga más presencia en esta y próximas generaciones nacionales. Faltan más programas radiales como la que difunden los sábados en la referida radio; falta el "Gran libro de los italianos en el Paraguay"; falta un periódico para los ítaloparlantes del Paraguay; más escuelas con nombres italianos y enseñanzas italianas; falta la Gran Universidad Italiana de Asunción donde se formen solventes profesionales en las ciencias y las artes.
Faltan maestros que piensen, hablen y enseñen como los más prestigiosos de Italia. Para eso habría que pensarse en el funcionamiento de un "Centro Humanístico Giovanni Boccaccio del Paraguay".
Se siente la ausencia de pintores modernistas que egresen de un "Instituto Guido Boggiani de Asunción", que honren y protegen el estilo italiano desde esta meridional Suramérica.
Falta el "Laboratorio Experimental Domingo Scavone del Paraguay", donde con sapiencia italiana se enseñe a sacar provecho a tantas hierbas medicinales paraguayas ignoradas por los científicos del mundo.
Para que el idioma, la costumbre y los modelos no se borren sólo faltan dos cosas: 1)- que los italianos no se sientan extranjeros en el Paraguay y; 2)- Tomar la firme decisión de hacer lo que conviene a las generaciones presentes y, sobre todo, a las del futuro y por cuyas venas corren y correrán sus mismas sangres. La idea, que no les quepan dudas, será acompañada con entusiasmo por toda la sociedad paraguaya.
Mis saludos a cada uno de los conductores del programa radial mencionado y, en especial, a todos los que, desde la embajada italiana, acompañan a la sociedad ítalo - paraguaya que, supongo, siempre se ha sentido parte afectiva y activa de la comunidad italiana universal sin que por eso dejen de enorgullecerse del rojo, blanco y azul de su bandera paraguaya.

Cordialmente.

Efraín Martínez Cuevas

Vinculante: efrainmartinezc uevas.blogspot.com/2008/02/el-apellido-torreani-de-paraguay.html

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