Detrás de la puerta, esto

Detrás de la puerta, esto
Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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sábado, 13 de agosto de 2011

Señores Lugo, Benitez y Oviedo

Señores Fernando Lugo Mendez, Luís María Benitez Riera y Jorge Oviedo Matto:
No se sorprendan por mi carta. Nunca les escribí una sola línea. Personalmente no los conozco. Nunca nos hemos cruzado en la vida y por tanto, en apariencias, no tiene sentido que les escriba una carta. Pero esta vez les pido que se hagan de tiempo, sé que son muy ocupados, y lean mi carta, así no seamos ni conocidos ni, mucho menos, amigos.
Tengo algo muy importante - vital - por decirles, por eso les escribo.
Observen:
Ustedes son los tres paraguayos más importantes y poderosos en estos momentos. El presidente de la República, el presidente de la Corte Suprema de Justicia y el presidente del Parlamento Nacional, ustedes, respectivamente, son los que ejercen los poderes del Estado.
Les escribo para pedirles seguridad como responsables que son de los poderes del Estado.
Les pido en el lenguaje llano del hombre de calle; de ese que en las madrugadas, antes que ustedes, a lo mejor, se levanten de la cama, ya está en las esquinas aguardando un colectivo que les lleve al trabajo.
Me dirijo a ustedes en el lenguaje limpio del joven estudiante que, mochila al hombro, va con miedo al colegio andando por las calles infectadas de delincuentes prestos a matarles por esa mochila.
Les hablo como quién crió hijos y sabe de los sufrimientos cuando ellos están en la calle, en los transportes públicos, en el coche, entre la gente.
Hemos perdido la esperanza hacia la seguridad. Y eso todavía es peor porque, lo saben, la esperanza es lo último que se pierde. Estamos sin saldos de esperanza.
Permítanme reclamarles, entonces, que ejerzan el poder para que los delincuentes ya no nos maten. No les diré que están aflojando las cinchas porque, quién sabe, en una de esas me toman como un operador político a favor de algunos partidos y, les ruego, no me tomen por ahí porque si yo entrara en ese terreno solo diría tonterías.
Lo que que nos pasa a los paraguayos demanda mi seriedad como ciudadano de calle. Este estado de violencia que sufrimos no es tontería para hacerles perder su tiempo en tonterías.
Soy un hombre común, uno de los 6.500.000 paraguayos que puede morir desangrado en una vereda cualquiera, en momento imprevisto, en manos de un motochorro, un adolescente drogado o un polibandi de franco, de gandules, golfos y degenerados para quienes nuestras vidas son nada.
Nuestras vidas, respetados señores Lugo, Benitez y Oviedo, deben ser defendidas por ustedes. Para eso están en sus cargos. Ustedes tres deben ser los primeros en actuar contra la violencia, porque para eso se les dio el poder; nosotros también rechazamos la violencia pero no tenemos poder para poner la casa en orden.
¡Uf!, nuestra casa, nuestra querida casa...
¡La casa está en desorden! Y ustedes tres son los responsables de esta casa. En esta, más que casa, nuestro hogar, el Paraguay, vean que los muebles no están en su lugar; hay ropas sucias tiradas sobre el sofá, los platos sucios en la bacha amontonan cucarachas y atraen ratones, la heladera huele a carne y verduras podridas, vea cómo está el water y los papeles higiénicos tirados en el piso; las camas sin arreglar, el techo cubierto de telaraña.
¡Nuestra casa está patas para arriba! Nadie pone orden en nuestra casa. Ustedes son quienes deben poner orden.
Apliquen la escoba de la ley; si esta escoba está muy gastada, traigan otra que sirva para limpiar. Pongan la casa en orden. Actúen como responsables de la casa. No se queden mirando desde donde están. Asuman sus respectivas responsabilidades, para eso son los tres paraguayos con más poder en el país. Ejerzan sus poderes a favor de la ciudadanía decente, esa mayoría, y directamente contra los delincuentes. Vayan al cuerpo contra la marginalidad.
Les pido, por favor, que no nos discurseen más. Actúen nomas. No se justifiquen, hagan. No nos pidan más paciencia, ya tenemos demasiados muertos porque ustedes están aflojando. Yo, ciudadano común, tengo la responsabilidad de comportarme con respeto hacia los demás. Sean respetuosos también ustedes actuando con la responsabilidad del gobernante. Demuestren respeto hacia los paraguayos actuando con firmeza contra los que nos atacan a diario.
Ya no hay cien días de tolerancia (el señor Lugo ya lleva tres años en el poder y todavía la policía a su cargo no nos garantiza seguridad); no nos pidan más tolerancia porque ya no hay, porque ustedes ya gastaron todas las que les dimos.
Despreocúpense de tomar los micrófonos y las cámaras de los medios periodísticos para justificarse ante este desastre social que sufrimos. Hagan que los jueces, fiscales y policías sirvan a la comunidad paraguaya. De eso se trata la tarea de ustedes. Así como administran no nos sirve. Nos dirán que la ley no acompaña, pues cambien la ley. Cambien ahora, no mañana. Ahora. Porque ahora están matando los delincuentes a nuestras familias.
No esperen que la delincuencia cobre la vida de uno de sus seres queridos para actuar. Actúen como estadistas, como hombres con coraje, como gobernantes augustos.
Les escribo un sábado a la noche, en casa, sin ganas como antes para salir a un bar asunceno o a la casa de mis amigos o familiares a juntarme con ellos porque la calle no es segura, porque todas las calles están en manos de los marginales y ustedes tres lo saben.
Les escribo la noche antes de un domingo que, vaya saber, con cuantas noticias de muertes nos sorprenderá al amanecer.
Jamás les hubiera molestado ni siquiera con una línea de mi carta si ustedes se remangaban contra la delincuencia. Me hubiera gustado pedirles personalmente, pero ustedes están muy ocupados en otras cosas que también son importantes, reconozco, como para que me reciban y escuchen mi reclamo. Estoy de acuerdo. Sin embargo, lo más importante de ahora no están haciendo, la seguridad. Esta es la deuda de ustedes con la ciudadanía. Y les pido por escrito que hagan lo que deban hacer.
Finalmente, no anoten lo que les digo. Actúen. Ya no hay tiempo para deliberar en un nuevo equipo de seguridad nacional, el túnel secreto por donde escaparon otros irresolutos que les precedió en el cargo. Por tanto, por favor, no nos prometan estudiar nuestra petición. No. Hagan lo que el cargo les permite. Para eso fueron electos. Hagan un esfuerzo por la vida, ya no permitan más muertos. Dennos la oportunidad de vida. Dennos tan siquiera la oportunidad de volver a creer en la autoridad electa y; de que ni ustedes ni nosotros sigamos siendo la burla de quienes pistola y cuchillos en ristre hacen de nosotros lo que mejor les parece.
Atentamente.
Efraín Martínez Cuevas


(foto: fotolia.com)














domingo, 31 de julio de 2011

Bracho, Premio Nobel de la Paz

Casi es medianoche de éstos últimos minutos del 31 de julio de 2011. Desde temprano, aprovechando el día lluvioso en Asunción, me puse ante el ordenador para avanzar en la idea que desde hace unos días me anda girando en la cabeza: lo de crear un grupo de personas en Facebook que apoye la idea de llevar al doctor Ramón Artemio Bracho a la candidatura del Premio Nobel de la Paz 2011, ya que las Naciones Unidas, por fin, apoyó su propuesta de declarar el 30 de julio como el Día Internacional de la Amistad.
Si alguien, me dije, que procura tanto por la amistad como el doctor Bracho no aspire a la premiación de la Academia sueca, ¿quién puede ser ese aspirante?
Puse manos a la obra. Preparé algunos textos, estiré algunas fotos de Google. Me organicé y puse en en la red la página "Ramón Artemio Bracho, Premio Nobel de la Paz". Eran como las 10 de la mañana cuando puse a consideración de la gente. La idea es que todos los que quieran que él se candidate al Premio Nobel de la Paz que se adhiera o haga un "me gusta" y ya está.
Para esta hora, a unas 14 horas de alzar la idea en la red, son más de 9.000 personas adheridas no solo de Paraguay sino de varios países.
Las redes sociales son estupendamente mágicas cuando de unir gente se trata en torno a un tema de interés común. Este caso es ejemplar. Todo el mundo ingresa, opina, felicitan, algunos no están a gusto y se retiran; en fin, algo estupendo en estos tiempos nuevos de la globalización.
La idea es llegar a muchos miles de adherentes de la idea para avanzar dentro de algunos días hacia otras esferas más tangibles de modo a dar forma oficial a la petición que, deseamos, llegue a la Academia Sueca.
(Foto: Fotolia.com)

viernes, 29 de julio de 2011

La conversación de los paraguayos

El doctor Aristídes Villamayor, el recordado "Profesor Fisiquito", decía: "es más fácil que andar a pié", cuando no entendíamos algún pasaje de su materia, Física. Y sonreía, regla en ristre, mirándonos a los ojos. "Es más fácil que andar a pie", repetía y seguía sostenido en su sonrisa calma.
Conversar respetuosamente también es fácil. No sé si para muchos tan fácil como andar a pie.
Es que, con facilidad, la gente se desparrama, para mal no tanto para bien. Sobre todo cuando habla, impulsada por el descontrol de su pasión, obviando lo augusto que emana del conocimiento.
Conversar no es disputar, es compartir y llegar, juntos, a la verdad. De lo contrario ¿qué gracia tendría el encuentro?
Platón decía que la gente disputa en vez de conversar porque no distingue los diferentes sentidos de una proposición, deduce contradicciones aparentes, "tomando aquellos a la letra" y de ahí a la disputa, "cuando lo que se debe hacer es ilustrarse interrogándose mutuamente".
¿Los paraguayos hablamos mal? No me atrevo a juzgar; muchos, sí, son ñe´e reí (hablan todo de balde, en vulgo). Afirmamos, negamos, acusamos, endilgamos con relativa facilidad en base al perverso y criollo "la gente dice luego". El que es noble no habla mal, decía tirso de Molina.
San Fernando Rey (siglo XIII) aborrecía las murmuraciones y las malas conversaciones y repetía: "le tengo más horror a una lengua murmuradora que a un ejército de moros".
¿Somos nobles los paraguayos? Si lo ilustre del nacimiento se basara en el respeto mutuo, la formalidad en los tratos, la decencia como norma de vida, sí somos de origen ilustre. Se dice "nobleza obliga" cuando uno debe esforzarse por proceder con la misma virtud de sus antepasados, es decir de su linaje.
Por linaje uno respeta, es decente, escucha al otro, es grato, admira lo bueno, da sin condiciones, valora una conversación.
En la conversación se nota a la persona con o sin ética. No hace falta que hable mucho, con muy pocas palabras pronunciadas se sabe si el interlocutor es noble o no. Desde luego, en las escrituras también se nota, quizás mejor. Vean las redes sociales en Internet.
El conversador sostiene la charla para bien y en un mismo sentido.
El mal conversador fácilmente escapa por las ramas. El paraguayo, eso sí, es un escapista de primera. De hablar sobre la importancia del libro, en un segundo puede saltar a la gestión de Justo Villar en el arco de la Albirroja, terminando en una encendida discusión sobre los hijos del presidente Lugo. Es, en síntesis, un formidable protagonista de la virtud simia, andar por las ramas.
Muchos son gratuitamente locuaces a la hora de impugnar lo que sea y a quién sea. Habla, dice, gesticula, acusa con el índice, tantas veces sin razón. De esto tenemos casos diarios, hasta en la prensa; en las redes, ni qué decir.
"¡Pero qué va a saber ese burro!", "¡ese es un corrupto, quién no le conoce!" son frases remanidas escuchadas a diario en conversaciones cotidianas. Son frases chips listas en la punta de la lengua.
El buen conversador sabe escuchar. Es más, aprecia escuchar. Son de los que entienden que la mejor palabra es la que no se dice, al decir de Augusto Roa Bastos. "Si alguna vez quisieras hablarme, yo estaría con mi ser aquietado más que un agua nocturna para la ondulación de tus palabras" escribió nuestro Cervantes en el verano de 1942.
Prefiero apostar al optimismo; pienso que conversar bien y para bien es posible entre nosotros, los paraguayos. Con buena voluntad de por medio, dejando de lado las hojarazcas, puede que nuestras charlas también sean más fáciles que andar a pié.
(foto: Fotolia.com)

miércoles, 27 de julio de 2011

Usted es un gerifalte...

¿Qué tiene que ver una persona descollante, un jefe, con el ave de la foto?; ¿Escuchó la palabra gerifalte?, ¿en qué caso se usa? Y voy a más: ¿qué tiene que ver esa palabra con los nórdicos europeos? Procuraré explicarme y les adelanto que es apasionante.
¿Cómo reaccionaría si alguien le dijera "usted es un gerifalte"?
En Paraguay no somos de usar mucho la palabra gerifalte, admitida por la Real Academia Española con cinco acepciones. Los paraguayos la usamos, a veces, como jefe, mandamás, con sentido coloquial e irónico, por eso es que si, por ejemplo, expresáramos "el gerifalte de la Iglesia Católica" refiriéndonos a la jerarquía eclesiástica, capaz que más de un católico paraguayo se moleste. Sin embargo, su uso y su sentido son correctos.
No hay palabras mal dichas sino mal interpretadas.
Gerifalte, pues, es un halcón de gran tamaño que vive ordinariamente en el norte de Europa, nos recuerda la RAE. Geirfalki es una palabra nórdica que viene de geiri, objeto en forma de dardo y falki, halcón, por las listas semejantes a flechas de su plumaje.
Para que llegue al castellano, tuvo que cruzar la civilización francesa que la utilizó como girfalt, gerfalt y gerfalc.
Gerifalte es una persona descollante en cualquier actividad. Justo Villar es el gerifalte de la Copa América. John F. Kennedy fue el gerifalte de los demócratas norteamericanos.
Pío Baroja escribió en "El árbol de la ciencia": "prometía ser un gerifalte como el tío". Prometía ser descollante, importante.
Vean cómo una civilización lejana, en el tiempo y el espacio, como la escandinava, influye en la nuestra a través de la palabra, en este caso. Halcón, plumaje, flecha, jefe. De hecho, el halcón es uno de los jefes entre las aves.
Curioso, ¿no?
(foto: Fotolia.com)

martes, 26 de julio de 2011

La vereda no es del peatón


Me anoto entre la gente positiva; soy de los que ven las cosas preferentemente por el lado bueno, no por eso soy ciego de la realidad, al menos de mi propio entorno. Hay temas que no quiero tocar porque, digo, no sé qué gano con hacerme mala sangre. Luego, me pongo a reflexionar y digo que yo también soy no tanto el protagonista con derecho sino el protagonista con responsabilidad en la sociedad de la que formo parte. Entonces me veo obligado a decir algunas cosas.
Por ejemplo, que entre nosotros hay mucha gente irresponsable. Personas que no meditan sobre sus derechos y obligaciones. Personas atrevidas, irresponsables, necias.
¿Qué me pasa?....
Lo que puede pasarle a cualquiera con un dedo de frente. Estoy indignado contra quienes violan con toda impunidad; hasta con alevosía, el derecho de los demás. Me refiero, para hacerla corta, a los que se adueñan de las veredas. A los que sin importarle un pito el peatón construyen murallas, instalan feroces planteras, o, sencillamente estacionan sus coches porque "la vereda es mía".
¿A usted no le molesta que en la vereda por la que va caminando alguien está lavando su coche porque es “su” acera?
A mi me molesta, lo confieso, y mucho.
También están los que roban el derecho de los demás extendiendo sus negocios en las veredas instalando en ese espacio público heladera, lavarropas, muebles, bicicletas, motos en oferta, edredones, vestidos, pantalones, bombachas, zapatos, como si fuera salones de venta.
Desde luego, están también los que les importa un cuerno las ordenanzas municipales y sus veredas pueden estar como cuando llegó Juan de Salazar a estas comarcas y que si a alguien le molesta que se vaya a quejarse a su abuela.
¿Y qué me dicen de los vecinos que amontonan sus basuras en las veredas de las plazas?; ¡las plazas!, ¡pobres espacios públicos!, llenos de vendedores ambulantes, abandonados, sucios, miserablemente tratados, invadidos por indecentes por días, semanas y meses a cuentas de sus respectivas pobrezas sin que una autoridad sea capaz de mover un dedo a favor de la comunidad afectada y dañada.
Pero vuelvo a las veredas ¿Y qué me dicen de los bares de medio pelaje instalados en ese espacio destinado a los que caminan? Conozco uno, en la esquina de Azara y Antequera de Asunción; una guarida de borrachos. Anímese a caminar por ahí a ver cómo le va. Ya me dirá. Por de pronto les deseo buena suerte y que Dios les acompañe.
Los mal educados, atrevidos, ignorantes, necios, palurdos, golfos están entre nosotros y nos prohíben caminar por las veredas ¿El intendente?, ¿los concejales?, bien nomás, les manda saludos ¿Les importa esto de que los peatones deben caminar sin andar eludiendo mercaderías, borrachos sentados en sillas y mesas fijas?, si les importaba las calles debían haber vuelto a ser de los peatones; por ahora, están en manos de los sinvergüenzas, atrevidos, mal educados, de los necios.
¿Ciegos, ancianos y paralíticos?, pues chúpense el codo; anden como puedan y que Dios se apiade de ustedes. No. La vereda no es ni para nosotros ni para ustedes. Es para los marginales de la sociedad, de los indios urbanos que les da igual comer con la mano o con los cubiertos, vivir en una casa o un árbol, hacer sus necesidades en el water o en la calle, andar con ropa o desnudos. Indios.
Están entre nosotros. Algunos tienen carné de socio de clubes importantes; otros, ejercen la enseñanza en universidades, son funcionarios públicos, políticos y son empresarios. Sus hijos van a los mismos colegios a los que van los nuestros. Algunos de los invasores de las veredas van de vacaciones a Punta del Este; otros, no van nunca de vacaciones ni a su pueblo de origen. Les da igual.
Entre estos ocupantes ilegales de los espacios públicos están representantes de nuevas como de viejas generaciones. No aprendieron nunca ni les importa aprender que la vereda es pública; que es para caminar y que por haber pagado el costo de la construcción de ella no le autoriza a hacer de ella lo que le cante. No tiene la más mínima responsabilidad.
Habiendo gente de esta calaña me cuesta desarrollar mi preciado lado optimista. Ya dirán de mi que soy un viejo plagueón y no faltarán quienes crean que los invasores tienen razón. Es lo que hay, es la sociedad que hacemos.
Y una acotación final: la foto que acompaña fue tomada en una sociedad seria, donde se respetan los derechos de la demás; no es una fotografía captada, lamentablemente, en Paraguay.

(Foto: Fotolia.com)

sábado, 23 de julio de 2011

Poema "A mi muerta"



(Juan Emilio O´Leary)

¿No ves, hija del alma, como sufro
...El más cruento dolor,
Desde el día fatal de tu partida,
Desde aquel día atroz
En que cayó la noch de tu ausencia
Sobre mi corazón?
¿Hasta el oscuro fondo de la tumba
No te llega mi voz?
¿La soledad de tu postrer morada
No turba mi clamor...?

Ah!, sí, yo sé que en realidad me oyes,
Yo sé que nuestro amor
Sobrevive a la muerte y a la tumba,
En todo su esplendor!
Yo sé que me contemplas, compasiva,
Y lloras como yo,
Desde la opuesta playa en que el Destino
Por siempre te dejó!

Yo sé que en esta hora, en que evocando
Nuestra separación,
Siento aumentar mi pena, mi amargura,
Mi desesperación...
Tú resonar escuchas en tu frente
Aquel beso de amor
Que al cerrarse tu caja funeraria
Te dí como un adios!

Yo sé que en tí mi vida y mis dolores
Tienen su vibración,
Y un eco todos los recuerdos dulces
Del tiempo que pasó;
Pués que la esencia de tu alma pura
Es mi prolongación,
Una parte de mi alma en ti fundida,
Por la mano de Dios.

Tú vives en mi ser, como en tí vivo:
Si tu carne murió,
Si el hambriento sepulcro tus celestes
Encantos devoró...
La llama de mi vida y de tu vida
Encendida quedó,
Frente a la boca de la nada
Que tu cuerpo tragó.

Yo se que no concluye lo infinito,
Que hay algo entre los dos,
Que es como un puente sobre el hondo abismo
Que la muerte extendió
Al arrancarte al tapernal cariño,
Implacable y feroz! ...

Y en la espantosa soledad que siento
Llenar mi corazón,
Es tu recuerdo realidad viviente,
Tangible a mi pasión,
Más que un fantasma que forjó aturdida
Mi desesperación
En la tétrica noche de tu ausencia,
Sin aurora y sin sol!

Yo te siento flotar sobre mi vida,
y yo escucho tu voz
Llegar hasta mi oído en el más leve,
Recóndito rumor,
Y en las alas del viento me acaricia,
En un eterno son,
De tu argentina risa bullanguera
La diáfana canción ...

En el hogar estás: todo te nombra,
Y es una evocación
De los días risueños de tu infancia,
Días de floración,
En que exhalabas el perfume grato
De un divino candor.

Yo te veo cruzar en la penumbra,
Y me llega el fulgor
De tu tierna mirada acariciante,
Llena de compasión.
En tu alcoba, en tu lecho, en tu piano ...
Algo de tí quedó,
Algo real, que sobre mí gravita,
Algo que no murió!

Pero si a veces siento que me llamas,
Y miro en derredor,
Para verte surgir ante mis ojos,
Como una aparición!...
No! no es posible que sucumba todo,
Que muera hasta el amor,
Que en la tumba concluya del espíritu
La Peregrinación!

Existe un mas allá, donde me esperas,
Hija del corazón,
Donde mi vida fundiré en tu vida
Y mi amor en tu amor,
Donde la noche de la amarga ausencia
Tendrá, por fin, su sol,
Y de mi llanto secará la fuente
La mirada de Dios!

(Dedicada a Rosita O´Leary, fallecida el 21 de abril de 1915. El poema fue publicado en la revista "Letras", año 1, Nº 4, Tomo II, Asunción, 21 de abril de 1916, pp. 200 y 201. Incluye la foto de la fallecida)

viernes, 22 de julio de 2011

El dramático fin de la TV por aire

Después de algunos años tengo una tele nueva en casa. La verdad es que la televisión por aire en Paraguay no me atraía tanto que digamos ¡Va!, no me atrae. Hasta hace algunos años, hasta el 2006 por ahí, cuando emigré a Madrid (aclaro que no fui corrido por la pésima programación de los canales, sino por el pésimo gobierno de Nicanor que dejó sin trabajo a miles de paraguayos), veía televisión por aire. Al volver, tres años después, la cosa se puso peor y entonces procedí a actuar como hombre práctico: no veo la tele.

Más antes me justificaba diciendo que de la televisión solo veía los noticieros, como era cierto. Ahora ni los noticieros porque son un auténtico vertedero.

No tengo el servicio de cable. A lo mejor entro en uno de los planes que ofrecen las compañías respectivas. El cable ofrece más opciones. Me cuentan que un noticiero de uno de esos canales asuncenos por cable es muy bueno. Me agradaría ver. Esta es una de las razones por las que volveré a ser televidente.

El otro es mi amigo Carlos Alberto Rodríguez, el apreciado Carloncho. Supe que está en un empresa por cables. Buen valor, Carloncho; tiene conocimiento, es un veterano periodista de primerísimo nivel y capaz de ayudar a poner en pantalla materiales que agraden a los televidentes. Sabe tanto de periodismo como de buen gusto. Sé que no hará de papelonero.

El otro día conversaba con un colega español sobre la televisión paraguaya. Me dijo que en España también hay decadencia de la televisión por aire pero no "tanto" como en Paraguay. Los noticieros dejaron de ser noticieros en los canales paraguayos; los programas varios son un bodrio, así intenten ser, por ejemplo, educativos. La tomadura de pelo es total.

Bueno, pero me hice de una tele nueva. Sí. Me es muy útil porque mediante la tele nueva veo fútbol de la Copa América, que transmite Telefuturo (es lo único rescatable, la transmisión de la Copa, digo); desde luego, el aparato está en off, solo en imagen, porque los comentarios de sus relatores no son como para andar escuchando durante todo el partido. Disculpenme los colegas periodistas semejante sinceridad. El partido Paraguay - Venezuela vi con las interpretaciones de Matt Monro que desde un CD las disfrutaba. Ver fútbol por televisión escuchando buena música es una experiencia estupenda, hagan la prueba. De nada, gente, de nada...

A este ritmo, en serio les digo, me apena pensar el futuro de los canales de aire de Paraguay. Supongo que terminarán por cerrar sus respectivas empresas con lo que quedará mucha gente sin trabajo. Me parece que la gente se hartó de tanta mediocridad; yo, primero. Si fuera yo el único disconforme, qué tanto pueden incomodarse los dueños de los canales, pero si somos muchos y, hasta la mayoría, debieran sacudirse. De lo contrario perderán ellos. Los televidentes no perderán nada. Así nomás es la cosa.

Se ve venir su dramático fin, las campanas empiezan a doblar por ellos.

(foto: Fotolia.com)