Detrás de la puerta, esto

Detrás de la puerta, esto
Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

Temas disponibles en este blog

sábado, 1 de octubre de 2011

La escuela de locutores

Como todas aquellas de fines del siglo XIX, la casa fue de las que los tatarabuelos llamaban chorizo, de característica fachada del renacimiento italiano. Ventanas enrejadas y puerta cancel altas. Vivienda destinada a alguna familia rica, patriarcal, de la post Guerra contra la Triple Alianza.
El zaguán conectaba al patio.
La puerta principal era maciza lo mismo que las paredes; sus revoques, de barro y bosta y; su pintura, amarilla encalada. El piso, con baldonas hexagonales rojas y negras, daban al sitio un aire aristocrático.
En el patio todavía estaba el aljibe entre el alto techo del corredor y la intemperie. Un caño de hojalata descendido de hacia las tejavanas que, con cada lluvia, dejaban correr, abundante, el agua a las profundidades de la cisterna.
El patio interior, rodeado con altos muros de las casas vecinas, habría lucido con las mejores plantas ornamentales de la época y, el tórrido verano tuvo que haber sido aplacado con su extensa y alta parralera, cuyos pilares se negaban al derrumbe con el paso de los años.
En esta casona antigua de la esquina de las calles Montevideo y Oliva, en la capital, funcionaba la Escuela de Locución y Arte Escénico, “Roque Centurión Miranda” que la adaptó para este fin la Municipalidad de la capital.
La que tuvo que haber sido la sala de aquellas familias patricias se convirtió en la dirección de la Escuela; los dormitorios, en aulas. En el fondo del patio se montó un escenario donde se presentaban los nuevos actores y actrices al término del año lectivo.
Los jóvenes que soñábamos ser locutores como los grandes de la época – 1972 – debíamos anotarnos en dicho centro de formación artística y vocacional.
Simón Nicolás Casola, el del traje azul y desgastado, del pelo lacio y rubio, del cigarrillo entre los dedos, el locutor de la entonces prestigiosa Radio Guaraní, fue nuestro profesor de locución.
Un gran maestro que ante nuestros ojos de jóvenes aspirantes a ganar un espacio en la cabina de locutores fue un astro, intensamente brillante, de la radiofonía nacional.
Nos enseñaba impostación de voz, a engolarla; técnicas varias de lectura, cómo leer una glosa, un aviso comercial; nos llevó, en fin, hacia el verbo profesional, tembloroso primero; firme y llano, después, con el que forjaríamos nuestros respectivos futuros.
Copiaba los avisos comerciales leídos en la radio y que todos escuchábamos. Esos textos leíamos en clase, en voz alta acicateados por la fantasía de sentirnos ya locutores de radio.
Él nos escuchaba y nos orientaba. “Module la voz, expréselo con calma, enfatice esa oración, sienta lo que está leyendo”, iba orientando en frases sueltas y contundentes en el aula atestada y poco iluminada.
El primer día de clase fue memorable.
El profesor Casola preguntó a cada uno de nosotros la razón que nos trajo aquí ¿Para qué quieren ser locutores de radio? fue al cuerpo.
Unos dijimos que para ganar dinero, otros que para ser famosos y Milciádes Quintero, un rubio enorme, alto, de cara cuadrada, recorte cepillo con facha de boxeador peso pesado, no dudó para contestar que él asistía a la Escuela de Locutores para trabajar en La Voz de la Organización de los Estados Americanos (OEA).
- ¿Cómo dice? – inquirió Casola, con la madura parsimonia del maestro.
- Para trabajar en la Voz de la Organización de los Estados Americanos, desde Washington D. C.
Desde luego, todos nos echamos a reír.
Quintero, tras pasear su mirada en los rostros de la sala, insistió con que en menos de dos años él sería escuchado en Paraguay desde los Estados Unidos hablando en una radio. No le creímos.
Al año siguiente ya no asistió a clase, ya no estaba en Paraguay, había viajado al país del norte y poco tiempo después, efectivamente, lo estábamos escuchando desde aquel país. Con el tiempo se convertiría en un importante referente en la radiofonía norteamericana.
Otro compañero de clase, Víctor Alderete, también había viajado a los Estados Unidos y se había integrado a Radio Martí donde trabajó durante largo tiempo. Precisamente con Víctor Alderete, Carlos Sánchez Martínez y yo comenzamos haciendo radio en junio de 1972 cuando, convocados por un locutor jovencito y muy escuchado por entonces, Miguel Ángel Argüello, salimos a ser “movileros” los sábados a la tarde. Ya les contaré en otras páginas.
Carlos Sánchez Martínez (Jhonny Sánchez) fue a trabajar en la radio de César Saccarello en San Juan Bautista por donde formó familia y se radicó.
Una jovencita veinteañera, núbil, hermosa y de minifaldas, era nuestra profesora de declamación y dialéctica. Sus atractivos nos hacían los más puntuales para sus clases. Sería absurdo negar que los varones nos disputábamos las primeras filas para estar más cerca de la encantadora profesora.
Ya para esa época, ella tenía su camino recorrido en el teatro nacional. Para cuando se publica estas líneas, ella es Directora del Teatro Municipal, Clotilde Cabral.
Tuvimos la suerte de contar con la escritora Josefina Pla como profesora de literatura. También en el bachillerato la tuve como tal. En esto de aprender de ella yo gané por partida doble. Era muy seria y sabía demasiado no solo de literatura sino de historia de teatro, historia griega, filosofía, gramática, castellano, como para desperdiciar sus clases.
Aspirantes a locutores y a actores (y locutoras y actrices, claro) estábamos en la misma clase donde hacíamos práctica de teatro, inclusive. En las periódicas “presentaciones de gala”, entendidas como partes de los exámenes parciales y finales, la “platea” estaba conformada por la directora de la institución, nosotros y los de los cursos superiores (segundo y tercero), todos en la salita de clase, apretados.
Aquel año, 1972, cursaban el segundo curso de Locución y Arte Escénico Manuel Cuenca y José Tomás Cabriza y; Ángel Antonio Gini Jara andaba por el tercer curso.
María Elena Sachero nos enseñaba teatro puro y duro. Otro profesor teatrero nuestro fue Victorino Báez Irala, un señor alto, flaco, correcto, un caballero.
Aquella casona ya no está. Allí fue construido un edificio alto de oficinas que, también, de a poco se está volviendo viejo. La escuela fue trasladada sobre la calle Mariscal Estigarribia casi Curupayty y cuya dirección estaría, poco después, a cargo del flamante egresado de la misma institución, José Tomás Cabriza Salvioni, epígono de aquellos maestros que ya se marcharon.
(foto: Fotolia.com)

domingo, 18 de septiembre de 2011

Quiindy

Durante la dictadura de Alfredo Stroessner, Quiindy - siendo pueblo - era conocido como el de la caña fabricada clandestinamente a la que se conocía popularmente con el nombre de "caña clandé" -. Era caña clandestina porque, prácticamente, la única catalogada como legal en el rubro de bebidas destiladas era la que producía y vendía la industria estatal Administración Paraguaya de Alcoholes (APAL).
En la actualidad, con todo el perfil de una ciudad, A Quiindy se la conoce por su producción de pelotas de cuero y yo diría, de las mejores pelotas del Mercosur.


Y pocos saben que es el pueblo del doctor Ramón Artemio Bracho, creador de la Cruzada de la Amistad, hoy con transcendencia mundial. Mediante este importante aporte del médico a la humanidad, Quiindy es conocida como "Ciudad de la amistad" y cvomo la "Perla del Ypoá".


Más de una persona me preguntó desde el exterior cómo es Quiindy, ya que ya muchos saben que el doctor Bracho es quiindyense . A más de lo que se puede encontrar en Internet, le aporto algunos datos sueltos que fui juntando de lo que leí en publicaciones varias.


El musicólogo Luís Zsaran nos recuerda en su "Diccionario de la música en el Paraguay" que la revolución de 1922 inspiró el compuesto "Crimen de Quiindy".


Después de la Guerra contra la Triple Alianza, en 1874, Juan Carlos Herken Krauer apunta en "Paraguay 1869 - 1913" que Quiindy tenía 200 habitantes. En 1945, por decreto 6.954 del 25 de enero de 1945 se transfiere la suma de 70.000 guaraníes al Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones para la construcción de una escuela rural modelo en el kilómetro 105, jurisdicción del pueblo, según planos y presupuestos presentados por una compañía denominada "Hebard".


A más del Dr. Bracho, ¿quiénes son otros hijos destacados de Quiindy? Veamos:


En 1879 nació aquí Higinio Arbo Isasi, docente, parlamentario y diplomático; en 1904, Basiliano Caballero Irala, militar; el 11 de marzo de 1906, Antonio E. González Rodríguez, militar y jefe durante la Guerra del Chaco.


Por mediados del siglo XVII, el ganadero Gabriel de Riquelme de Guzmán recibió la "mayor merced real de la provincia", al decir del historiador Roberto Quevedo, que consistía en una extensa tierra iniciada en Quiindy hasta el río Tebicuary. Riquelme vendería parte de sus tierras a un tal Fernández Montiel donde, con el tiempo, se crearía el pueblo de Caapucú.




martes, 13 de septiembre de 2011

El retorno del algodón

En 1984 publiqué un libro sobre la historia algodonera del Paraguay, lo llamé "Los eslabones del oro blanco" y fue, modestia aparte, un éxito de librería. El algodón andaba bien y, me percaté, que faltaba un libro que se refiera sobre los eslabones de esta fibra en la historia nacional.
Me puse a hilar fino para llegar a la meta. El recordado y apreciado amigo Alfredo Seiferheld fue quién más me alentaba para sacar el libro, incluso de sus incursiones en el Archivo Nacional de Asunción (ANA) me traía algunos datos que, finalmente, fui a buscarlos yo mismo bajo su orientación. A su cargo estuvo el prólogo del libro.
Por aquel tiempo, el algodón andaba bien; los agricultores que dedicaban su trabajo a este renglón vivían sin necesidades. Había sonrisa en sus rostros, se sentían felices.
No les apabullaré con cifras manejadas en aquel tiempo en torno al algodón. No. Además no me gusta esa parte porque, necesariamente, debemos comprar aquellas con las de hoy que casi son nada.
Recuerdo de cómo andaba bien el algodón comprado por 30 desmotadoras (hoy quedaron 11). Todos trabajaban, el niño, el adulto, el hombre, la mujer; se contrataban peones (llamados braceros) y estos volvían a sus casas con dinero pagado por el pequeño agricultor. La dignidad se anidaba en las casas de los algodoneros.
Lo que pasó, producto de una inexplicable informalidad de algunos responsables del plan algodonero nacional, llevó a la semi aniquilación de la producción de la fibra en Paraguay. Todo perdimos por irresponsabilidades como, por haber descuidado la semilla nacional conocida con el nombre de Reba P-279 y, a partir de ahí, derrumbar al gigante de los planes mixtos del país conocido con el nombre de Programa Nacional del Algodón.
Millones de dólares perdidos desde los inicios de esta loca carrera hacia el suicidio económico ¡Millones! Miles de familias campesinas sin nada que desde ese momento de la tragedia los arraigue a sus chacras que los vendieron, prestaron, o empeñaron y se marcharon hacia las ciudades de Paraguay y del exterior. Miles de estos ex algodoneros emigraron a España, Argentina y Estados Unidos. Los hogares se convirtieron en los "oga kue" sin valor.
Un joven abogado, Enzo Cardozo, ahora ocupado en el cargo de ministro de Agricultura y Ganadería, desde que asumiera está empeñado en revivir al herido de muerte. Golpea puertas varias, conversa, se alienta, cae, vuelve a levantarse y cuando ya todos están animados, no hay semilla suficiente para llegar tan siquiera al 10 por ciento de la mayor superficie sembrada alguna vez.
Y la semilla, de nuevo, genera impugnaciones. Unos quieren la transgénica, pero otros no están de acuerdo, sino solo con la convencional. Y la convencional ya no se produce. Las ideologías despiertan y surgen conversaciones que vuelan sobre territorios que poco tienen que ver con la producción propiamente dicha.
Hojeando aquel libro publicado en 1984 volví a reflescar mis ideas sobre el agricultor paraguayo, un hombre guapo, inteligente, perseverante y solidario siempre y cuando se sienta apoyado por los estamentos privilegiados de la producción (técnicos, bancos, industrias). Dejaron la siembra porque, en fin, ya no tuvo maneras de seguir en medio de tantas informalidades, como por la distribución de las semillas adquiridas en el exterior pero de casi nula capacidad germinativa.
Espero que con el abogado Cardozo tengamos mejor suerte y reflotemos esta riqueza genuínamente paraguaya (ya han pasado quizás una veintena de ministros de Agricultura desde Hernando Bertoni). Las ganas del joven secretario de Estado de recuperar terreno perdido me hacen pensar que el renglón retornará como uno de los rubros más importantes entre los agricultores de menos recursos del país. Al menos todos eso esperamos todos. Crucemos los dedos...

domingo, 11 de septiembre de 2011

General César Rafael Cramer Espínola


César Rafael Cramer Espínola nació el 25 de febrero de 1941 en Pedro Juan Caballero. Es hijo del asunceno Guillermo Alfredo Cramer Henman y de la luqueña Exa Espínola. Por el lado de la madre es nieto del doctor Teodosio González (autor del libro "Infortunios del Paraguay") y de Teresa Espínola. González, sin embargo, no había reconocido a Exa como hija.
Cuando Rafael, hijo de padre y madre alemanes, tuvo dos años y medio de edad murió su padre. Guillermo Cramer fue ex combatiente de la Guerra del Chaco y; en tiempos de paz, fotógrafo y administraba un negocio de artículos fotográficos en Asunción.
El matrimonio Cramer - Espínola tuvo dos hijos: Guillermo (+) y Rafael. Guillermo fue suboficial jubilado de policía. Rafael nació en Pedro Juan Caballero porque su padre fue deportado a aquella ciudad fronteriza tras la caída del coronel Rafael Franco del poder el 13 de agosto de 1937, de quién fue adherente.
Tras enviudar Exa, ella trae a sus hijos a radicarse temporalmente en Luque, de donde pocos años después emigra a Posadas, Misiones, Argentina, a instancia de Albino Espínola, hermano de Exa, quién tenía depósitos de madera en aquella ciudad litoraleña.
Exa enviudó joven en la década de 1940 y no volvió a contraer matrimonio. Siguió trabajando un tiempo de fotógrafa y, luego, de empleada en una tienda de la Recova de la calle Colón, cerca del Puerto. Cuenta Rafael que su madre tenía muchas cualidades para las letras.
Rafael alternó sus estudios entre la "Escuela Mandi´o" de Luque, el "Roque González de Santacrúz" de Posadas y el Colegio Nacional de la Capital, de donde, cursando el segundo año de la secundaria, fue trasladado al Liceo Militar "Acosta Ñu" de donde logró pasar al Colegio Militar "Mariscal Francisco Solano López" antes de recibirse de subteniente de reserva en el liceo.
Alumno siempre aplicado, excelente, le permitió avanzar en el Colegio Militar donde los cinco años de estudios le premió ser el mejor cadete de cada año. En la ceremonia de graduación del 15 de diciembre de 1961 recibió 12 premios, como subteniente de infantería mejor egresado, de manos del general Alfredo Stroessner, presidente de la República y comandante de las Fuerzas Armadas de la Nación.
El general Alejandro Fretes Dávalos, profesor del Colegio Militar, alentó al joven oficial a trasladarse del arma de Infantería a la de la Fuerza Aérea.
Hizo estudios profesionales en las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos; fue piloto de Transporte Aéreo Militar (TAM), director del aeropuerto "Alejo García" de Ciudad Presidente Stroessner, de Aeropuertos Civiles, del Aeropuerto de Asunción, comandante de naves Boeing 707 de Líneas Aéreas Paraguayas (LAP), presidente de la empresa estatal LAP, Comandante de las fuerzas Aéreas, y Viceministro de Defensa.
Durante el gobierno de Raúl Cubas (15 de agosto de 1998 - 28 de marzo de 1999), por orden del general Lino Oviedo fue a prisión por haberse opuesto a las intenciones golpistas de éste durante el gobierno de Juan Carlos Wasmosy. En más de una ocasión, siendo Oviedo comandante del Ejército y; Cramer, comandante de la Fuerza Aérea, se enfrentaron, éste en defensa de la institucionalidad.
César Rafael contrajo matrimonio con Aura Beatríz Campos (fallecida el 17 de enero de 2009) y tuvieron cuatro hijos.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Aquellos locutores

"Museo Virtual del Paraguay" se llama una interesante página Web que me tuvo ocupado observando y paladeando, claro, cada tramo de su riquísimo contenido. Marcos Echeverría es el entusiasta y director de la página por lo que, seguro, ya habrá recibido centenares de felicitaciones merecidamente.
Bien, en esta Web encontré la foto de conocidos locutores radiales de Paraguay que me inspiró contarles algunas cosas de mi experiencia como comunicador radial al vincularme con varios de ellos.
La foto respectiva, aportada a dicha web por Rodolfo José Gómez Moreno, fue tomada en Radio Guaraní cuando era propiedad de César Sacarello. En ella están, según el epígrafe inicial las siguientes personas: Hermes Martínez, Agustín González, Herma Sosa Montanía, Juan Pablo Villalba, Aristídes Rojas, Víctor Raúl Lezcano, Celestino Álvarez, Saccarello, Juan Bernabé Apodaca y Humberto Rubín.
Conocí a González, Herma, Alvarez, Saccarello, Bernabé y, claro, Rubín.
Cuando por 1973 desembarco en Radio Comuneros en el horario de Herma, González era locutor de Radio Nacional del Paraguay; Álvarez, en Radio Guaraní; Saccarello era técnico en transmisores de radio (luego instalaría otra radio en San Juan Bautista y sería su propietario) y; Bernabé era el dueño y director de Radio Comuneros y fallecería a mediados de 1974.
Debo confesarles que yo admiraba mucho a los locutores de la época. Eran señores locutores. Herma era una señora locutora. Jamás improvisaban. Decían lo justo y necesario. Eran apoyados por libretistas serios como Rovisa, Gerardo Halley Mora, Lionel Enrique Lara y más antes, Sindulfo Martínez, por mencionar a algunos, que preparaban dariamente los mejores textos que permitían a los locutores, a más de lucirse, ser considerados verdaderos astros de la comunicación.
Herma, de quién aprendí mucho en el arte de comunicar por radio (yo tenía 21 años de edad), era de ir a la radio con un montón de libretos escritos por Rovisa. Ella tenía un programa diario, conocidísimo en la época, que se llamaba "Aquí está su bolero" (el nombre completo, en realidad, fue "Una canción para el ensueño y aquí está su bolero"). Los domingos, de 13.00 a 14.00, presentaba su programa "Disque por su disco y su pedido en el aire", no menos famoso.
El marido de esta locutora fue Aristides Rojas, el mismo de la foto; un hijo sobrevive a ambos que también lleva el nombre del padre, el muy recordado Baby.
Herma era muy audaz en todo emprendimiento que haga referencia a su profesión. Un día viajó a Buenos Aires y yo quedé cubriendo el turno en la radio. Volvió un par de semanas después con un disco "long play" (LP) que ella grabó en el sello RCA Victor. Eran poemas interpretados por ella con la musicalización de fondo del maestro Horacio Malvicino. El texto de presentación del material fonográfico, como se decía en la época, correspondió a Arnaldo André, con quién tenía muy buena y afable amistad.
A Celestino Álvarez lo conocí cuando ya tenía próximo a los 60 y pico de años. Tenía un turno a la tarde en Radio Guaraní y también por ahí veía y saludaba a Saccarello, un hombre enorme y bonachón.
Francamente todo ese inicio profesional mío al lado de estas grandes figuras de la radiofonía nacional paraguaya de aquel tiempo me parece que fue ayer. Los recuerdo perfectamente; Mis turnos a la noche y la tranquilidad con que volvía a mi casa caminando al filo de la madrugada sin que nadie me moleste; los grandes espectáculos musicales en las fonoplateas de las emisoras por donde pasé, el calor que hacía en la sala de transmisores porque en aquel tiempo estos andaban con lámparas; las llegadas tardías de Coco Bernabé quién me debía reemplazar a las 16.00, hora que arrancaba su programa "El club de los discómanos". Tantos recuerdos...
La web de Echeverría y la foto de Gómez Moreno son los comandantes de la nave imaginaria que me condujo al pasado. A ellos quedo muy agradecido por permitirme desplegar alas hacia los inicios de mi carrera.





sábado, 3 de septiembre de 2011

Rubén Darío y el Paraguay



Algunos personajes nicaragüenses nos unen al país centroamericano. Uno de ellos fue Anastasio Somoza; otro, Rubén Darío. Sobre los prolegómenos del asesinato del dictador escribí un artículo en este blog (http://efrainmartinezcuevas.blogspot.com/2009/09/el-asesinato-de-anastasio-somoza.html) por tanto lo dejaré a un lado para dedicarme a quién fuera el famoso, apreciado y respetado poeta.
Félix Rubén García Sarmiento (Matagalpa , 1867 - León, 1916), más conocido como Rubén Darío, fue cónsul paraguayo en Paris, cargo ocupado desde el 4 de setiembre de 1912 hasta el 30 de setiembre de 1914. El nombramiento respectivo fue mediante decreto firmado por el presidente Eduardo Schaerer el 4 de setiembre de 1912.
Mientras el nicaragüense era cónsul en Paris, Silvio Pettirossi, estudiaba para piloto aviador en aquel país europeo por lo que el contacto entre ambos tuvo que haberse dado con la frecuencia necesaria, puesto que Pettirossi era becado por el gobierno de Schaerer.
Hay un poema de Rubén Dario muy conocido y que lleva por título "Canción de otoño en primavera" y que en las escuelas se enseñaba en mi niñez, dice: "Juventud, divino tesoro, / ¡ya te vas para no volver! .../ Cuando quiero llorar, no lloro, / y a veces lloro sin querer ...".
Rubén Dario no fue santo de la devoción de Pío Baroja (ateo, dicho sea de paso, condición que creó todo un problema a la Iglesia española y al ayuntamiento de Madrid para las ceremonias fúnebres y posterior entierro de sus restos), quién en "El gran torbellino del mundo", una de sus novelas, sacude:
- "¿De donde saldrá esta gente tan fea? - preguntó Larrañaga.
-Serán de las colonias.
- Es un producto horrible. porque un negro o un chino puro tienen su prestancia, pero esta mezcla es horrenda.
Delante del "Embarque para Citarea", de Watteu, se agrupaban cuatro o cinco negros jóvenes, elegantes, con otro negro viejo de aire académico y doctoral, con anteojos y melenas, que les daba explicaciones en francés parisiense y con gstos amanerados y expresivos.
-¿Quién era Rubén Darío? Un poeta americano, ¿no es eso? - preguntó Pepita.
- Sí
- ¿Y era negro?
- Espiritualmente un tanto negro.
- ¿A ti no te gusta?
- Sí, a veces; pero es un snob sin imaginación, con un talento puramente verbal. Es un poeta a la moda de hace veinticinco años".

viernes, 26 de agosto de 2011

Un fenómeno en Facebook


Para cuando estoy escribiendo este comentario, una comunidad paraguaya en Facebook está por los 48.000 y pico de miembros, convirtiéndose por tanto en la más grande en su género de la República de Paraguay. Allí unifican voces para que la Academia de Noruega nomine al creador de la Cruzada Mundial de la Amistad, el doctor Ramón Artemio Bracho, al Premio Nobel de la Paz.
A la comunidad no se suman solamente paraguayos sino también miles de extranjeros, incluso de los países más alejados de los guaraníes, como India, Nepal, China, Corea, Islandia. Se trata de un extraño fenómeno de coincidencias de criterios.
Lo iniciamos el 31 de julio de 2011, un domingo a la mañana, cuando llovía y hacía frío en Asunción, la capital paraguaya. Para la tarde de aquella fecha ya eran 9.000 los adherentes, mientras que ahora está a punto de llegar a los 50.000.
Se suman jóvenes, mayores, hombres y mujeres, políticos, funcionarios públicos, empresarios, artistas, periodistas, comerciantes, policías, militares, choferes, obreros, estudiantes...
¿Qué la hace atractiva a esta comunidad de Facebook si allí no hay más que fotos, miles de fotos, de los rostros de cada uno de los adherentes e informes de gestiones de la comisión que lidera el grupo? No caben dudas que la unidad y el crecimiento se basan en el deseo de que, por fin, se otorgue un premio tan importante al hombre que desde el corazón de América del Sur procuró porque todos, la humanidad toda, se unan, se entiendan, se abracen mediante la práctica efectiva de la amistad.
La gente quiere por lo visto lo esencial. Reclama lo esencial. Cree en la figura del hombre como agente de paz. La humanidad procura por la paz en el planeta, empezando por la individualidad misma, luego por la familia, el barrio, el pueblo, la ciudad, el país, el continente, todo el mundo. La gente quiere paz.
Por esa necesidad, pienso, el entusiasmo en esa comunidad, conocida con el nombre de "Ramón Artemio Bracho, Premio Nobel de la Paz", no se paraliza; al contrario, crece como levadura hacia todo el mundo. Por eso la gente participa y agradece en su idioma que no hubiéramos entendido si Google no nos ponía a manos el traductor. Como nunca esta herramienta es usada a todo dar por los participantes de la comunidad.
La página "Ramón Artemio Bracho, Premio Nobel de la Paz", ya movilizó prensa, contactos de la Academia de Noruega, autoridades nacionales y municipales y, quién más quién menos propone la realización de tales o cuales ideas para seguir aumentando la cantidad de adherentes.
"Qué bueno, no sé quién me adhirió, pero agradezco; aquí me siento bien", es frase símbolo en esta comunidad, ni bien aparezcan los "nuevos" que por cientos se suman a cada hora en el espacio virtual.
Algunos, de vez en vez, se molestan por haber sido añadido por anónimos amigos por lo que piden retirarse y se retiran. Poco después vuelven y los coordinadores los reciben con alegría. En menos de un mes, mucha gente ya hizo amistad efectiva con varios otros. Rosa Zamphirópolos, una de las coordinadoras, logró sumar a no pocos asiáticos al grupo. Para estos momentos, muchos son activos participantes en la página.
¿A cuantos llegará esta marea humana en un sitio virtual?, buena pregunta; lo que los responsables del grupo llaman el "cuantímetro" aumenta en forma constante. Cincuenta mil es la próxima meta, después - seguro - la gente seguirá sumando. Esto, por lo que se ve, apenas está comenzando...
(Foto: Fotolia.com)