Detrás de la puerta, esto

Detrás de la puerta, esto
Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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miércoles, 29 de julio de 2009

Carteros famosos de Paraguay

La comunicación virtual, esa que viene de la mano del email y de la fibra óptica, lleva contra las cuerdas a un personaje de mucha influencia en la humanidad: el cartero. Ese que todavía lleva la correspondencia, el mismo que reemplazó a los chasquis en Perú o a aquellos antiquísimos carteros de China que recorrían miles de kilómetros. Igualmente a los indígenas del norte de nuestros continentes que se comunicaban por señales de humo. Las sucesivas civilizaciones se agenciaban para que sus protagonistas supieran unos de otros.
En otro comentario me referí a las postas, hitos donde los carteros relevaban sus caballos.
Les quiero mencionar a algunos famosos carteros o empleados de correos paraguayos.
Miguel Alfaro: Sería luego un famoso arquitecto encargado de diseñar la Basílica de Caacupé. Fue auxiliar de correos.
Diego Berino: Fue tenedor de libros en el Correo, además de un referente importante del Partido Colorado. Una seccional colorada de Asunción, la número 17, lleva su nombre.
Guillermo Bertoni: Investigador como su padre, el sabio Moisés Santiago Bertoni Torreani. Fue el encargado del correo de Puerto Bertoni.
Emilio Chenú: fue rotulador en el Correo Central. Pertenece a antiguas familias de abolengo de Asunción.
Narciso R. Colmán: Antes de deicarse a las letras ocupó varios cargos en el servicio de correos de Paraguay.
Jacobo Friedmann: Se encargó del correo de Villarrica antes de dedicarse a la industria azucarera que ahora ahora funciona en la capital guaireña.
Remberto Giménez: Ocupó el cargo de auxiliar en la oficina de correos de Villarrica, antes de ir becado al extranjero para estudiar música.
Alfredo Jaegli: Cuando joven, el autor de "Albino Jara, un varón meteórico", era auxiliar de correos en Asunción.
Ramón Lara Castro: Un hombre vinculado a las cosas públicas. Fue director de la institución.
Leopoldo Ramos Giménez: En su juventud fue brevemente auxiliar en la oficina de Villarrica.
Eduardo Torreani Viera: Si bien no estaba directamente vinculado al tráfico de cartas, estuvo trabajando para la oficina de Correos y Telégrafos como telegrafista de tercera categoría en la oficina de Concepción.
Temístocles Torreani: Padre de Eduardo, fue el jefe de telegrafistas en el norte.
Ulises Zamphirópolos: Fue auxiliar de correos.
Rigoberto Fontao Meza: El autor de "El Arriero", "Che resay", entre otros, fue cartero antes de dedicarse plenamente a las poesías.
Augusto Roa Bastos: Fue cartero.
Acaso no estemos tan lejos de la verdad si dijeramos que la modernidad convertida en esto que es virtual haya matado, finalmente, al mensajero.




martes, 28 de julio de 2009

Itaipú, hoja de ruta y monos

Plan de Estado o proyecto de Estado es, para hacer sencilla la explicación, una hoja de ruta que siguen los gobiernos serios. Es una agenda establecida con antelación para cumplirla en un debido plazo. Es algo que practica, incluso, el individuo disciplinado.
Por ejemplo, una persona organizada contempla en sus planes adquirir un automóvil cero kilómetro en el año 2010; viajar a Cancún, en el 2012 y; comprar una casa, en el 2014 para regalar a la hija por terminar su carrera en el 2015.
Cada parte de ese proyecto mediatos demanda la ejecución de otros inmediatos.
El Estado tambien debe tener su hoja de ruta en base a lo que desea alcanzar, así sean quiénes sean los que están al frente de la administración estatal y; así guste o no a los que asumen la tarea. Eso es proyecto de Estado, serio entre gente seria.
En éstos últimos días se habló de la entidad binacional Itaipú. Se dijo de todo, se criticó de todo. Itaipú también tiene una hoja de ruta. Se lo aplica desde 1973 y seguirá aplicándose hasta muchos años por delante, mientras funcione.
Esta hoja de ruta de la Itaipú se va cumpliendo de acuerdo a lo fijado, aun cuando los políticos, de Paraguay o de Brasil, traten de explicar a la medida de sus resptivos intereses.
Se van dando los pasos como está en el proyecto de la entidad y, en la medida de la habilidad de los negociadores casuales. Desde luego, el que afloja pierde un poco más o un poco menos. Eso es natural, incluso, en la relación de pareja dentro de la casa.
De lo que no se sale ni en Itaipú, ni en la administración del gobierno norteamericano, ni en la compañía Ford o en la Coca Cola, ni en las casas organizadas es de la hoja de ruta. En Itaipú tampoco y eso se percibe perfectamente bien. Eso es lo que debemos de entender todos.
En esto de la hidroeléctrica no hay ni los más bandidos ni los más cowboys; sí, los más o los menos hábiles para lograr lo mejor que le corresponde. El resto es hojarazca. Es interés político, interés personal, interés sectorial y, mucho de ignorancia sobre asuntos de Estado, de proyectos serios cumplibles en tiempo y forma.
Es otra cosa muy distinta lo que algunos responsables temporales de la entidad pueda hacer bien o mal del dinero generado.
Me causa mucha gracia escuchar cada explicación interesa, pero tonta, por parte de varios políticos del partido que fuere, de algunos que se dan de analistas y de la mayoría de mis colegas periodistas.
Pienso que para entender mejor esto que es tan complicado para muchos y que muchos complican más de lo debido, es no divorciarse del sentido común.
Esa manera de manejar a las tontas y a las locas temas tan serios hacen que nuestro país esté como esté y que los extraños nos miren como bichos raros, como monos que viven en los árboles.

lunes, 27 de julio de 2009

Homosexuales paraguayos en Europa

Cuatro homosexuales estaban sentados en una línea del metro madrileño cuando subí al mismo vagón en el cual viajaban. Hacía unos meses que me radiqué en España. Sabía, y veia, a las parejas homosexuales españoles besarse, abrazarse, tomarse de las molicies manos por donde frecuentaban.
En España está admitido el matrimonio entre los homosexuales. Por tanto, aunque algunos se opongan, ellos están en su derecho legal de llenarse de arrumacos en público si así lo desean.
En el metro, los cuatro homosexuales (dos parejas) hablaban en palabrimujer entusiasmados (o entusiasmadas)y, de vez en vez, se besaban apasionadamente, hasta que uno de ellos habló en guaraní. Eran paraguayos.
Yo no sé. Pero se me hace que aquí, en Paraguay, las mismas personas no harían igual que en el tren.
Pero esa inhibición no es el tema que les quiero contar de mi presencia en España. Les quiero comentar sobre los bujarrones paraguayos en aquel país.
Puedo decirles que hay muchos compatriotas que están en el ejercicio de la prostitución en pleno Madrid.
Una amiga paraguaya que vive en un piso sobre una concurrida calle habilitada para la prostitución en esa ciudad (que se llama coincidentemente "desengaño") me comentó en los días previos a la navidad de 2007 que ella conocía a un travesti paraguayo que se paraba en la esquina del edificio donde vivía.
El travesti paraguayo, chusmeó, tenía mucho éxito, sobre todo con los turistas seudorastas que, por miles, visitan diariamente esa calle reservada para quiénes hacen del sexo un trabajo. El paraguayo vestido de mujer, redundó, tendría entre 23 y 25 años, es de Asunción y, supo, se hizo travesti en España.
Los seudorastas (nombre fijado por la sexóloga norteamericana Jeanette Valdéz en 1960) son los hombres que gustan de los travestis. También le dicen travestífilos.
Retomándo, el notable éxito del paraguayo con los turistas sería porque, según la descripción de mi amiga, se trata de un barbilindo, capaz de gustar a hombres y mujeres.
Los protegidos de Sucubo, con un poco de suerte, llegan a acceder a mucho dinero en el Viejo Mundo.
En las discotecas frecuentadas por paraguayos, no solo en Madrid, sino también en Málaga y Barcelona, ciudades que concentran a sendas grandes colonias de emigrantes compatriotas, los homosexuales guaraníes como que escapan del placard. Para estar en lo suyo es suficiente una jarra de cerveza y el resto viene por añadidura.
Yo también llegué a ver a algunos rapichá arriero encamándose a otros para una apasionada sesión de besos en plena dsicoteca que para qué les cuento.
En los departamentos compartidos (en algunos viven hasta 15 compatriotas, como puedan) y no pasan de ser sino una o dos habitaciones, se torna un poco más complicada cuando entre los inquilinos hay homosexuales.
Entre los varones, por eso, suelen darse feroces grescas por celos.
En verdad, estas realidades en la comunindad paraguaya en España no se ventila por dignidad y vergüenza, ya que - se sabe en algunos círculos de emigrantes latinos - que entre los homosexuales incluso hay maridos con esposas en Paraguay y novios con novias que le esperan en Paraguay.
Entre los emigrantes paraguayos en España también se da aquello que Pablo llamaba "amor de concuspicencia"; es decir de hombres con hombres.
Esto de los celos entre hombres por cancos paraguayos, pues, es una suerte de basura guardaba bajo la alfombra por los mismos guaraníes residentes en España.
Decía recientemente en la web de Puerta de Emergencia un paraguayo que volvió de la Madre Patria que hay muchos homosexuales que emigraron de nuestro país y que fueron a radicarse en España. A eso se debe añadir los que se hicieron sodomitas estando en aquel país y que de ese modo se ganan la vida.


Un partido auténtico y otro falso

Hace un par de años escuché en Radio Nacional de España comentar un periodista a otro que en su visita a Paraguay se enteró que un partido político local se llamaba "Partido Liberal Radical Auténtico", añadiendo: "no miento, estoy hablando en serio, así se llama" y ambos rieron con ganas.
No creían que un partido se llame "Liberal Auténtico". El periodista español acotó que no pudo entrevistar a ningún representante del "Partido Liberal Radical Falso".
Ahora que el Partido Liberal Radical Auténtico está en el poder ¿no habría una manera en que, entre peleas y peleas, puedan considerar el cambio de este nombre tan risible ,sobre todo para los extranjeros que mencionan al gobierno de nuestro país?

domingo, 26 de julio de 2009

Carros, coches y palabras

Cochero era el que guiaba el carruaje, el coche, la diligencia, la galera, el faetón u otros tipos de carros o coches. También se lo llamaba mayoral, auriga y tronquista. Tronquista, de tronco que es un par de mulas o caballos que tiran del carruaje. Automedonte era el conductor del carro de Aquiles.
Benito Pérez Gardós dice en su "El dos de mayo" que un "cochero acartonado" conducía una "magnífica carroza con dos caballos empenechados". J. P. Robertson en "Letters on Paraguay" describe por su parte a un cochero de gala con casaca anaranjada, sombrero tricornio y botas altas.
En otra parte de su famoso libro escribió "después de atar la yunta del tronco bajo la dirección del cochero".
El oficio de cochero estaba registrado en las categorías laborales del Estado paraguayo. Cada ministerio incluyendo a la Presidencia de la República, hasta por fines de la década de 1920, tenía en su cuadro de funcionarios al cochero.
Por fines del siglo XIX se incorporaría al transporte público europeo el tranvía eléctrico, conducido por el motorman, una palabra en inglés, que se usaría también en Asunción y que desapareció cuando los tranvías dejaron de circular. El compositor Teodoro S. Mongelós fue motorman.
La palabra cochero quedaría fuera de uso con la incorporación francesa de chauffeur. En España se convirtió en chófer y el diccionario de la Real Academia Española lo registra con el acento en la letra o. En Paraguay decimos chofér. Choferear es, en castellano, conducir un vehículo motorizado, aunque esta palabra no es muy corriente en Paraguay. Yo conduzco, yo manejo, son las formas usuales de decir.
Lo curioso de esta palabra, Chauffeur, es que en origen se refiere el encargado de calentar el motor del coche en horas tempranas mientras que otro se encargaba de conducirlo, el conductor, que pudo haber sido el mismo cochero (del coche tirado por caballos).
En esto de poner nombre al que conduce un vehículo motorizado los franceses ganaron de mano a los españoles. La palabra cochero muy pronto quedó en desuso, no así coche en algunos países, incluyendo a Paraguay. Pero en otros países, como en México, Colombia, Venezuela, la palabra carro no se había cambiado con la incorporación del vehículos movidos a explosión. En portugues también se mantiene la misma palabra, carro, para lo que nosotros, en esta mediterránea región sudamericana, llamamos coche, auto y/o automóvil.
Otra palabra referente a los coches tirados por caballos o mulas y que desapareció del lenguaje castellano con la vigencia de los automotores es pescante que era el asiento exterior desde donde el cochero gobernaba a los animales. Esencialmente, pues, el asiento del conductor de un coche debiera seguir llamándose pescante y no "asiento del conductor" como decimos cuando debamos referirnos a esa parte del vehículo.
El asiento interior en el que el pasajero va de frente, en los carros tirados por los equinos se llamaba testera. Actualmente se llama lisa y llanamente asiento.
Lo que hoy es el "piso del coche", se llamaba lecho cuando el carro era movido a sangre. Esta palabra, lecho, desapareció del lenguaje castellano ni bien se popularizó el coche a motores. Originalmente el piso de hoy se llamaba igualmente pesebrón especialmente en los calesines y calesas.
La palabra portezuela, todavía con algún uso, se usaba en tiempos del carruaje. Portezuela es la puerta. hoy se dice directamente puerta, pero se entiende cuando en castellano nos referimos a portezuela.
Es evidente que muchas palabras han surgido con la invención de los automóviles pero otras se han perdido absurdamente. El piso debiera seguir llamándose lecho: los asientos de los acompañantes, testeras y; pescante al del conductor.
El que conduce debiera ser conductor, cochero, mayoral, auriga, tronquista y no chofér o chófer que en francés original es el que calienta el motor y que entregaba al conductor o cochero cuando el vehículo estaba listo para moverse. Pero el lenguaje tiene sus propios arcanos que saben por qué unas expresiones son aceptadas y otras no, o se dejan de usar de un día para otro.

(Foto: Fotolia.com)

sábado, 25 de julio de 2009

Aprender a morir

Ustedes sabrán que Lucio Hanneo Séneca era romano. Había nacido en Córdoba, Hispania, territorio del imperio romano que luego sería de España. Él decía que necesitamos la vida entera para aprender a vivir "y también - cosa sorprendente - para aprender a morir".
Su frase siempre tengo en cuenta - más aún desde que estuve en esa Córdoba que luego se barnizaría de árabe - cuando visito la tumba de famosos que, si vivieran, acaso nunca yo habría estado cerca de ellos.
Cuando, en 1989, visité la tumba de Marilyn Monroe, en Hollywood, pensé que ella murió porque nunca se preocupó - y vaya que estuvo ocupada para ocuparse de esto - por aprender a morir. Todas las flores que rodean su panteón no son suficientes para que volviera a la vida, de la que estuvo enamorada hasta que entró en el vórtice de su desaliento.
¿Aprendió a morir Pio Barojas, que abandonó la profesión de médico para dedicarse a la literatura? Fui varias veces junto a su tumba en el cementerio de La Almudena, en Madrid, a pensar sobre si, no sólo él, sino todos, estamos preparados para la muerte.
En el mismo cementerio, me pregunté junto al panteón de Lola Flores si ella pensaba en su mejor momento artístico si alguna vez sus restos estarían en un ataúd del cementerio madrileño.
Lo mismo pienso cuando visito la tumba de mis padres, de Elisa Lynch, de los grandes nombres paraguayos, de esos silentes pensionistas de la eternidad, como escribiera Roa Bastos y de los que ya forma parte.
La maldad se hace de un buen espacio en la humanidad porque esta no llega a aceptar que cada una de sus células, la individualidad, morirá alguna vez. Adolfo Hitler, Jack, El Destripador, Calígula, Stroessner y millones como ellos, hicieron lo que hicieron porque habrán pensado que jamás morirían. Morir enseña a vivir decentemente. Y la decencia conduce en vida a la armonía, a la paz.
Saber que vamos a morir es como poner un paño frio sobre nuestros excesos. Tantas barbaridades se hacen todos los días porque, pienso, creemos que somos inmorales. "No lo entendería nunca tal vez, escribió Roa Bastos en "Madama Sui", salvo en el relámpago final que precede a la muerte; ese relámpago que lo revela todo, cuando ya nada tiene sentido para el que muere".
Aprender a vivir aprendiendo a morir.


Mujeres olvidadas

En junio pasado, la socióloga paraguaya Marilyn Godoy fue entrevistada por el diario Abc Color, a propósito de la publicación de su libro "Una audiencia postergada", sobre Elisa Alicia Lynch. En el artículo periodístico se menciona a otras mujeres alentándome ampliar nombres y otros detalles que tengo en mis apuntes.
Godoy se refirió a Juliana Insfrán, Laura Haedo, Gabriela Spanding, Marcelina Godoy y Francisca Peña, mujeres paraguayas contemporáneas de Elisa en Asunción.
Para quienes leen este artículo en el exterior y que no saben quién fue Elisa Alicia Lynch, le diré brevemente que fue una irlandesa que por los primeros años de la década de 1850 conoció a Francisco Solano López, un general de 28 años de edad, en París y, desde entonces, llevaría una vida en común con él hasta la muerte de éste, el 1 de marzo de 1870, en las cordilleras del Amambay, al norte de Paraguay, acontecimiento que marcó el final de los cinco años de la Guerra contra la Triple Alianza.
La Juliana Insfrán de la que Godoy se refiere fue sobrina de Carlos Antonio López, prima de Francisco Solano, niña a quién Elisa enseñó a ejecutar el piano. Fue una de sus amigas íntimas. Juliana se casaría luego con el coronel Martínez. Acompañó a Lynch en la guerra. Acusada por traición a la patria, fue fusilada.
Otras mujeres que estuvieron en el primer anillo de la pareja de Francisco Solano fueron, entre otras, María del Socorro Palacios, Mauricia Acosta, Isidora Díaz (hermana del general José Eduvigis Díaz), Nicolasa Sánchez, Ramona Martínez que han estado con ella como ayudantes con grado militar.
María del Socorro Palacios era de San Ignacio, Misiones a donde retornó desde Cerro Corá en carreta, tras ayudar a Lynch a sepultar los restos de López y de su hijo, el coronel Francisco López.
El 9 de diciembre de 1872, María del Socorro se casó con el correntino Guillermo González. Antes, en 1870, tuvo un hijo - Waldino Palacios - del general Bernardino Caballero.
Ramona Martínez fue una mujer llena de coraje y patriotismo. Fue la Juana de Arco de la batalla de Lomas Valentinas. Peleó como una gladiadora a cada soldado a su paso y sobrevivió.
Estas mujeres son escasamente conocidas, no así Pancha Garmendia, Juanita Pesoa, Inocencia López de Barrios, Rafaéla López y Carmelita Cordal (una mujer a quién pretendia Francisco Solano pero sin corresponderle).
Los nombres de mujeres vinculadas a Elisa Alicia Lynch son varios pero los historiadores negaron espacios a esas paraguayas, por bellas que fueran como dicen que fue Carmelita o; valientes al extremo del heroísmo, como Ramona Martínez.