Detrás de la puerta, esto

Detrás de la puerta, esto
Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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domingo, 31 de julio de 2011

Bracho, Premio Nobel de la Paz

Casi es medianoche de éstos últimos minutos del 31 de julio de 2011. Desde temprano, aprovechando el día lluvioso en Asunción, me puse ante el ordenador para avanzar en la idea que desde hace unos días me anda girando en la cabeza: lo de crear un grupo de personas en Facebook que apoye la idea de llevar al doctor Ramón Artemio Bracho a la candidatura del Premio Nobel de la Paz 2011, ya que las Naciones Unidas, por fin, apoyó su propuesta de declarar el 30 de julio como el Día Internacional de la Amistad.
Si alguien, me dije, que procura tanto por la amistad como el doctor Bracho no aspire a la premiación de la Academia sueca, ¿quién puede ser ese aspirante?
Puse manos a la obra. Preparé algunos textos, estiré algunas fotos de Google. Me organicé y puse en en la red la página "Ramón Artemio Bracho, Premio Nobel de la Paz". Eran como las 10 de la mañana cuando puse a consideración de la gente. La idea es que todos los que quieran que él se candidate al Premio Nobel de la Paz que se adhiera o haga un "me gusta" y ya está.
Para esta hora, a unas 14 horas de alzar la idea en la red, son más de 9.000 personas adheridas no solo de Paraguay sino de varios países.
Las redes sociales son estupendamente mágicas cuando de unir gente se trata en torno a un tema de interés común. Este caso es ejemplar. Todo el mundo ingresa, opina, felicitan, algunos no están a gusto y se retiran; en fin, algo estupendo en estos tiempos nuevos de la globalización.
La idea es llegar a muchos miles de adherentes de la idea para avanzar dentro de algunos días hacia otras esferas más tangibles de modo a dar forma oficial a la petición que, deseamos, llegue a la Academia Sueca.
(Foto: Fotolia.com)

viernes, 29 de julio de 2011

La conversación de los paraguayos

El doctor Aristídes Villamayor, el recordado "Profesor Fisiquito", decía: "es más fácil que andar a pié", cuando no entendíamos algún pasaje de su materia, Física. Y sonreía, regla en ristre, mirándonos a los ojos. "Es más fácil que andar a pie", repetía y seguía sostenido en su sonrisa calma.
Conversar respetuosamente también es fácil. No sé si para muchos tan fácil como andar a pie.
Es que, con facilidad, la gente se desparrama, para mal no tanto para bien. Sobre todo cuando habla, impulsada por el descontrol de su pasión, obviando lo augusto que emana del conocimiento.
Conversar no es disputar, es compartir y llegar, juntos, a la verdad. De lo contrario ¿qué gracia tendría el encuentro?
Platón decía que la gente disputa en vez de conversar porque no distingue los diferentes sentidos de una proposición, deduce contradicciones aparentes, "tomando aquellos a la letra" y de ahí a la disputa, "cuando lo que se debe hacer es ilustrarse interrogándose mutuamente".
¿Los paraguayos hablamos mal? No me atrevo a juzgar; muchos, sí, son ñe´e reí (hablan todo de balde, en vulgo). Afirmamos, negamos, acusamos, endilgamos con relativa facilidad en base al perverso y criollo "la gente dice luego". El que es noble no habla mal, decía tirso de Molina.
San Fernando Rey (siglo XIII) aborrecía las murmuraciones y las malas conversaciones y repetía: "le tengo más horror a una lengua murmuradora que a un ejército de moros".
¿Somos nobles los paraguayos? Si lo ilustre del nacimiento se basara en el respeto mutuo, la formalidad en los tratos, la decencia como norma de vida, sí somos de origen ilustre. Se dice "nobleza obliga" cuando uno debe esforzarse por proceder con la misma virtud de sus antepasados, es decir de su linaje.
Por linaje uno respeta, es decente, escucha al otro, es grato, admira lo bueno, da sin condiciones, valora una conversación.
En la conversación se nota a la persona con o sin ética. No hace falta que hable mucho, con muy pocas palabras pronunciadas se sabe si el interlocutor es noble o no. Desde luego, en las escrituras también se nota, quizás mejor. Vean las redes sociales en Internet.
El conversador sostiene la charla para bien y en un mismo sentido.
El mal conversador fácilmente escapa por las ramas. El paraguayo, eso sí, es un escapista de primera. De hablar sobre la importancia del libro, en un segundo puede saltar a la gestión de Justo Villar en el arco de la Albirroja, terminando en una encendida discusión sobre los hijos del presidente Lugo. Es, en síntesis, un formidable protagonista de la virtud simia, andar por las ramas.
Muchos son gratuitamente locuaces a la hora de impugnar lo que sea y a quién sea. Habla, dice, gesticula, acusa con el índice, tantas veces sin razón. De esto tenemos casos diarios, hasta en la prensa; en las redes, ni qué decir.
"¡Pero qué va a saber ese burro!", "¡ese es un corrupto, quién no le conoce!" son frases remanidas escuchadas a diario en conversaciones cotidianas. Son frases chips listas en la punta de la lengua.
El buen conversador sabe escuchar. Es más, aprecia escuchar. Son de los que entienden que la mejor palabra es la que no se dice, al decir de Augusto Roa Bastos. "Si alguna vez quisieras hablarme, yo estaría con mi ser aquietado más que un agua nocturna para la ondulación de tus palabras" escribió nuestro Cervantes en el verano de 1942.
Prefiero apostar al optimismo; pienso que conversar bien y para bien es posible entre nosotros, los paraguayos. Con buena voluntad de por medio, dejando de lado las hojarazcas, puede que nuestras charlas también sean más fáciles que andar a pié.
(foto: Fotolia.com)

miércoles, 27 de julio de 2011

Usted es un gerifalte...

¿Qué tiene que ver una persona descollante, un jefe, con el ave de la foto?; ¿Escuchó la palabra gerifalte?, ¿en qué caso se usa? Y voy a más: ¿qué tiene que ver esa palabra con los nórdicos europeos? Procuraré explicarme y les adelanto que es apasionante.
¿Cómo reaccionaría si alguien le dijera "usted es un gerifalte"?
En Paraguay no somos de usar mucho la palabra gerifalte, admitida por la Real Academia Española con cinco acepciones. Los paraguayos la usamos, a veces, como jefe, mandamás, con sentido coloquial e irónico, por eso es que si, por ejemplo, expresáramos "el gerifalte de la Iglesia Católica" refiriéndonos a la jerarquía eclesiástica, capaz que más de un católico paraguayo se moleste. Sin embargo, su uso y su sentido son correctos.
No hay palabras mal dichas sino mal interpretadas.
Gerifalte, pues, es un halcón de gran tamaño que vive ordinariamente en el norte de Europa, nos recuerda la RAE. Geirfalki es una palabra nórdica que viene de geiri, objeto en forma de dardo y falki, halcón, por las listas semejantes a flechas de su plumaje.
Para que llegue al castellano, tuvo que cruzar la civilización francesa que la utilizó como girfalt, gerfalt y gerfalc.
Gerifalte es una persona descollante en cualquier actividad. Justo Villar es el gerifalte de la Copa América. John F. Kennedy fue el gerifalte de los demócratas norteamericanos.
Pío Baroja escribió en "El árbol de la ciencia": "prometía ser un gerifalte como el tío". Prometía ser descollante, importante.
Vean cómo una civilización lejana, en el tiempo y el espacio, como la escandinava, influye en la nuestra a través de la palabra, en este caso. Halcón, plumaje, flecha, jefe. De hecho, el halcón es uno de los jefes entre las aves.
Curioso, ¿no?
(foto: Fotolia.com)

martes, 26 de julio de 2011

La vereda no es del peatón


Me anoto entre la gente positiva; soy de los que ven las cosas preferentemente por el lado bueno, no por eso soy ciego de la realidad, al menos de mi propio entorno. Hay temas que no quiero tocar porque, digo, no sé qué gano con hacerme mala sangre. Luego, me pongo a reflexionar y digo que yo también soy no tanto el protagonista con derecho sino el protagonista con responsabilidad en la sociedad de la que formo parte. Entonces me veo obligado a decir algunas cosas.
Por ejemplo, que entre nosotros hay mucha gente irresponsable. Personas que no meditan sobre sus derechos y obligaciones. Personas atrevidas, irresponsables, necias.
¿Qué me pasa?....
Lo que puede pasarle a cualquiera con un dedo de frente. Estoy indignado contra quienes violan con toda impunidad; hasta con alevosía, el derecho de los demás. Me refiero, para hacerla corta, a los que se adueñan de las veredas. A los que sin importarle un pito el peatón construyen murallas, instalan feroces planteras, o, sencillamente estacionan sus coches porque "la vereda es mía".
¿A usted no le molesta que en la vereda por la que va caminando alguien está lavando su coche porque es “su” acera?
A mi me molesta, lo confieso, y mucho.
También están los que roban el derecho de los demás extendiendo sus negocios en las veredas instalando en ese espacio público heladera, lavarropas, muebles, bicicletas, motos en oferta, edredones, vestidos, pantalones, bombachas, zapatos, como si fuera salones de venta.
Desde luego, están también los que les importa un cuerno las ordenanzas municipales y sus veredas pueden estar como cuando llegó Juan de Salazar a estas comarcas y que si a alguien le molesta que se vaya a quejarse a su abuela.
¿Y qué me dicen de los vecinos que amontonan sus basuras en las veredas de las plazas?; ¡las plazas!, ¡pobres espacios públicos!, llenos de vendedores ambulantes, abandonados, sucios, miserablemente tratados, invadidos por indecentes por días, semanas y meses a cuentas de sus respectivas pobrezas sin que una autoridad sea capaz de mover un dedo a favor de la comunidad afectada y dañada.
Pero vuelvo a las veredas ¿Y qué me dicen de los bares de medio pelaje instalados en ese espacio destinado a los que caminan? Conozco uno, en la esquina de Azara y Antequera de Asunción; una guarida de borrachos. Anímese a caminar por ahí a ver cómo le va. Ya me dirá. Por de pronto les deseo buena suerte y que Dios les acompañe.
Los mal educados, atrevidos, ignorantes, necios, palurdos, golfos están entre nosotros y nos prohíben caminar por las veredas ¿El intendente?, ¿los concejales?, bien nomás, les manda saludos ¿Les importa esto de que los peatones deben caminar sin andar eludiendo mercaderías, borrachos sentados en sillas y mesas fijas?, si les importaba las calles debían haber vuelto a ser de los peatones; por ahora, están en manos de los sinvergüenzas, atrevidos, mal educados, de los necios.
¿Ciegos, ancianos y paralíticos?, pues chúpense el codo; anden como puedan y que Dios se apiade de ustedes. No. La vereda no es ni para nosotros ni para ustedes. Es para los marginales de la sociedad, de los indios urbanos que les da igual comer con la mano o con los cubiertos, vivir en una casa o un árbol, hacer sus necesidades en el water o en la calle, andar con ropa o desnudos. Indios.
Están entre nosotros. Algunos tienen carné de socio de clubes importantes; otros, ejercen la enseñanza en universidades, son funcionarios públicos, políticos y son empresarios. Sus hijos van a los mismos colegios a los que van los nuestros. Algunos de los invasores de las veredas van de vacaciones a Punta del Este; otros, no van nunca de vacaciones ni a su pueblo de origen. Les da igual.
Entre estos ocupantes ilegales de los espacios públicos están representantes de nuevas como de viejas generaciones. No aprendieron nunca ni les importa aprender que la vereda es pública; que es para caminar y que por haber pagado el costo de la construcción de ella no le autoriza a hacer de ella lo que le cante. No tiene la más mínima responsabilidad.
Habiendo gente de esta calaña me cuesta desarrollar mi preciado lado optimista. Ya dirán de mi que soy un viejo plagueón y no faltarán quienes crean que los invasores tienen razón. Es lo que hay, es la sociedad que hacemos.
Y una acotación final: la foto que acompaña fue tomada en una sociedad seria, donde se respetan los derechos de la demás; no es una fotografía captada, lamentablemente, en Paraguay.

(Foto: Fotolia.com)

sábado, 23 de julio de 2011

Poema "A mi muerta"



(Juan Emilio O´Leary)

¿No ves, hija del alma, como sufro
...El más cruento dolor,
Desde el día fatal de tu partida,
Desde aquel día atroz
En que cayó la noch de tu ausencia
Sobre mi corazón?
¿Hasta el oscuro fondo de la tumba
No te llega mi voz?
¿La soledad de tu postrer morada
No turba mi clamor...?

Ah!, sí, yo sé que en realidad me oyes,
Yo sé que nuestro amor
Sobrevive a la muerte y a la tumba,
En todo su esplendor!
Yo sé que me contemplas, compasiva,
Y lloras como yo,
Desde la opuesta playa en que el Destino
Por siempre te dejó!

Yo sé que en esta hora, en que evocando
Nuestra separación,
Siento aumentar mi pena, mi amargura,
Mi desesperación...
Tú resonar escuchas en tu frente
Aquel beso de amor
Que al cerrarse tu caja funeraria
Te dí como un adios!

Yo sé que en tí mi vida y mis dolores
Tienen su vibración,
Y un eco todos los recuerdos dulces
Del tiempo que pasó;
Pués que la esencia de tu alma pura
Es mi prolongación,
Una parte de mi alma en ti fundida,
Por la mano de Dios.

Tú vives en mi ser, como en tí vivo:
Si tu carne murió,
Si el hambriento sepulcro tus celestes
Encantos devoró...
La llama de mi vida y de tu vida
Encendida quedó,
Frente a la boca de la nada
Que tu cuerpo tragó.

Yo se que no concluye lo infinito,
Que hay algo entre los dos,
Que es como un puente sobre el hondo abismo
Que la muerte extendió
Al arrancarte al tapernal cariño,
Implacable y feroz! ...

Y en la espantosa soledad que siento
Llenar mi corazón,
Es tu recuerdo realidad viviente,
Tangible a mi pasión,
Más que un fantasma que forjó aturdida
Mi desesperación
En la tétrica noche de tu ausencia,
Sin aurora y sin sol!

Yo te siento flotar sobre mi vida,
y yo escucho tu voz
Llegar hasta mi oído en el más leve,
Recóndito rumor,
Y en las alas del viento me acaricia,
En un eterno son,
De tu argentina risa bullanguera
La diáfana canción ...

En el hogar estás: todo te nombra,
Y es una evocación
De los días risueños de tu infancia,
Días de floración,
En que exhalabas el perfume grato
De un divino candor.

Yo te veo cruzar en la penumbra,
Y me llega el fulgor
De tu tierna mirada acariciante,
Llena de compasión.
En tu alcoba, en tu lecho, en tu piano ...
Algo de tí quedó,
Algo real, que sobre mí gravita,
Algo que no murió!

Pero si a veces siento que me llamas,
Y miro en derredor,
Para verte surgir ante mis ojos,
Como una aparición!...
No! no es posible que sucumba todo,
Que muera hasta el amor,
Que en la tumba concluya del espíritu
La Peregrinación!

Existe un mas allá, donde me esperas,
Hija del corazón,
Donde mi vida fundiré en tu vida
Y mi amor en tu amor,
Donde la noche de la amarga ausencia
Tendrá, por fin, su sol,
Y de mi llanto secará la fuente
La mirada de Dios!

(Dedicada a Rosita O´Leary, fallecida el 21 de abril de 1915. El poema fue publicado en la revista "Letras", año 1, Nº 4, Tomo II, Asunción, 21 de abril de 1916, pp. 200 y 201. Incluye la foto de la fallecida)

viernes, 22 de julio de 2011

El dramático fin de la TV por aire

Después de algunos años tengo una tele nueva en casa. La verdad es que la televisión por aire en Paraguay no me atraía tanto que digamos ¡Va!, no me atrae. Hasta hace algunos años, hasta el 2006 por ahí, cuando emigré a Madrid (aclaro que no fui corrido por la pésima programación de los canales, sino por el pésimo gobierno de Nicanor que dejó sin trabajo a miles de paraguayos), veía televisión por aire. Al volver, tres años después, la cosa se puso peor y entonces procedí a actuar como hombre práctico: no veo la tele.

Más antes me justificaba diciendo que de la televisión solo veía los noticieros, como era cierto. Ahora ni los noticieros porque son un auténtico vertedero.

No tengo el servicio de cable. A lo mejor entro en uno de los planes que ofrecen las compañías respectivas. El cable ofrece más opciones. Me cuentan que un noticiero de uno de esos canales asuncenos por cable es muy bueno. Me agradaría ver. Esta es una de las razones por las que volveré a ser televidente.

El otro es mi amigo Carlos Alberto Rodríguez, el apreciado Carloncho. Supe que está en un empresa por cables. Buen valor, Carloncho; tiene conocimiento, es un veterano periodista de primerísimo nivel y capaz de ayudar a poner en pantalla materiales que agraden a los televidentes. Sabe tanto de periodismo como de buen gusto. Sé que no hará de papelonero.

El otro día conversaba con un colega español sobre la televisión paraguaya. Me dijo que en España también hay decadencia de la televisión por aire pero no "tanto" como en Paraguay. Los noticieros dejaron de ser noticieros en los canales paraguayos; los programas varios son un bodrio, así intenten ser, por ejemplo, educativos. La tomadura de pelo es total.

Bueno, pero me hice de una tele nueva. Sí. Me es muy útil porque mediante la tele nueva veo fútbol de la Copa América, que transmite Telefuturo (es lo único rescatable, la transmisión de la Copa, digo); desde luego, el aparato está en off, solo en imagen, porque los comentarios de sus relatores no son como para andar escuchando durante todo el partido. Disculpenme los colegas periodistas semejante sinceridad. El partido Paraguay - Venezuela vi con las interpretaciones de Matt Monro que desde un CD las disfrutaba. Ver fútbol por televisión escuchando buena música es una experiencia estupenda, hagan la prueba. De nada, gente, de nada...

A este ritmo, en serio les digo, me apena pensar el futuro de los canales de aire de Paraguay. Supongo que terminarán por cerrar sus respectivas empresas con lo que quedará mucha gente sin trabajo. Me parece que la gente se hartó de tanta mediocridad; yo, primero. Si fuera yo el único disconforme, qué tanto pueden incomodarse los dueños de los canales, pero si somos muchos y, hasta la mayoría, debieran sacudirse. De lo contrario perderán ellos. Los televidentes no perderán nada. Así nomás es la cosa.

Se ve venir su dramático fin, las campanas empiezan a doblar por ellos.

(foto: Fotolia.com)


miércoles, 20 de julio de 2011

Viejo ridículo

Uno llega a determinada edad en que corre el riesgo de ser acusado de anticuado hasta de ridículo. Creo que le pasa a todo el mundo. A mi también. De repente todavía seguimos vistiendo aquella camisa Christian Dior de 1985, de esa que habíamos comprado de alguna tienda famosa de Buenos Aires, Nueva York y Madrid en viajes de juventud. Sin percatarnos pasaron casi 30 años.

Y ahí sigue, impasible, en el guardarropas, cubierto con un plástico blanco y que, hasta ahora, lo sacamos de vez en vez para lucirla en alguna boda de familiares o amigos. Delata su extemporaneidad los gemelos, el apreta corbata y el chaleco que son modas superadas aquí y en cualquier parte del mundo.

Lo único que nos faltaría es calzarnos las polainas para que terminemos siendo el hazmerreir de la gente.

De todas maneras, las nuevas generaciones no son muy dadas que digamos a tolerar la "vejentud" de los mayores.

Vean lo que dijo el periodista Juan Ramón Iborra en su libro "Confesiones, segunda parte" de Mario Vargas Llosa: "Podría comenzar esta entrevista con un repaso a su figura de escritor de primera, de político raro, de galán decimonónico..."

Galán decimonónico. Hombre que galantea a una mujer pero como en el siglo XIX. No puedo creer. Me resisto a aceptar que Iborra lo trate de viejazo. Y que conste, que este "galán decimonónico" es hoy el Premio Nobel de Literatura.

Por eso es lo que dice la RAE cuando define la palabra: perteneciente o relativo al siglo XIX y, como segunda acepción, "anticuado, pasado de modo". Así que ya sabe, cuando digan de usted que es un decimonónico, no es que quieran contar que usted es tan sano que duerme hoy diez veces más que antes, ni que es diez veces más atractivo, ni que diez veces más tendrá suerte en la vida. No. Le están diciendo que es un viejo anticuado.

Un amigo mío, currutaco, que ya andará por cerca de los setenta años, suele pasear en su Mercedes, super sport, descapotable de los años 70 ¿Es ridículo por andar paseandose con los pocos cabellos que le quedan revoloteando al viendo? Ya habrá quién diga de él que es otro "galán decimonónico".

Si uno quiere usar polainas, manejar un coche modelo 1928, usar sombrero panamá o llamar "plaza" al mercado, pasa a ser un ridículo, porque no sube al carro de la moda, porque es un desatento con la movida provocada por los modistos.

Sin embargo, de que se lo trate de ridículo no mueve ni un pelo al adulto. La vida le enseñó, después de mucho, a tolerar lo que digan los demás, a contemplar, y esos logros son, de verdad, generadores de paz a cada instante en este tramo final de la vida.


(Foto: Fotolia.com)

Registro Oficial

El Bicentenario de Paraguay permitió la publicación de muchos libros sobre nuestro país. Los escritores, editores, libreros y, sobre todo, el gobierno, tiraron la casa por la ventana. Eso está bien. Me sirvió para juntar toda la producción posible que vio la luz, sobre todo aquellos publicados en los diarios. Mi hemeroteca agradecida.

Desde luego, y esto es un poco como la basura que preferimos guardar bajo la alfombra, también algunos artículos francamente no eran completos como espera cualquier lector que guste de la investigación histórica. De todas maneras bien valió el esfuerzo.

A lo largo de este tropel de materiales sobre la historia paraguaya no encontré interés hacia el Registro Oficial (RO), el corazón de la historia paraguaya. Y que conste que está disponible en la Imprenta Nacional donde se imprimía en papel desde mil ochocientos setenta y pico.

El Registro Oficial hubiera ayudado a muchos historiadores que publicaron sus trabajos este año a presentarlos completitos.

Yo tengo algunos volúmenes del RO y les puedo garantizar que es, en verdad, sumamente útil para quién escriba con seriedad sobre la historia paraguaya.

Supongo que los nuevos investigadores obvian esta fuente porque 1)- No saben donde encontrarla y/ó 2)- Trabajar el RO demanda mucha paciencia y capacidad de clasificación de los decretos y leyes que guardan sus voluminosas unidades.

No hay nada más agradable que, sentado junto al buró, se empiece a escribir en base a los datos identificados y clasificados. Esa sensación siempre me produce cuando mis apuntes del RO están a mi alcance cuando algo sobre la historia paraguaya me dispongo a escribir.

En el RO está todo - política, educación, salud, vivienda, deportes, modas, hasta lo más insólito - pero para encontrar los materiales hay que investigarlo con ganas, sin apuros, como cuando se disfruta de un buen puro o de un buen vino en la quietud de la biblioteca de casa.

Alguna vez las universidades darán mayor importancia al RO, incluso la Academia Nacional de la Historia. Alguna vez...

(Foto: Fotolia.com)




lunes, 18 de julio de 2011

La sabrosa paraguaya

La paraguaya es sabrosa, pero los paraguayos residentes en Paraguay no saben; los residentes en España, sí. Lo avalan los españoles. Es rica, sabrosa, jugosa, apetitosa. Y se paga bien por ella; pegarla un mordisco no es barato. Y se paga. Todas las paraguayas en oferta en España son compradas sin más vueltas. Las bien maduras son super deliciosas. Yo prefiero las muy maduras.
Se exponen semi verdes y casi maduras entre las maduras. Hay gente a quién apetece las primeras, que pueden ser pequeñas o grandes. Sus insinuantes formas provocan llevarlas a la boca, llenarlas de mordiscos y chuparlas como un salvaje hasta la culminación.
Los inmigrantes paraguayos la probaron como los españoles ya lo hicieron desde hace generaciones, siglos. Es, repito, gustosa, porque yo también la probé en España. Debo decirles que no es igual a la que hay en Paraguay; tiene el mismo gusto, pero la de aquí es más grande, sana, se la puede comer sin temor a ninguna enfermedad.
Una vez el periodista paraguayo Sindulfo Martínez descubrió a la paraguaya en Madrid y la mencionó, con verdadera pasión, en su libro "Por los caminos del viejo mundo", al perfilarla "Petiza. Jugosa. Riquísima (...) una ignorada embajadora de nuestra tierra".
La vi por los llamados "mercadillos", mercado móvil semanal instalado por los gitanos, preferentemente. "¿A cuánto hoy está la paraguaya?", "¿tiene paraguayas nuevas?", preguntan los interesados. La primera vez dije que dos son pocas y; cuatro, muchas por lo que llevé tres a casa y me encerré con ellas. Las probé una tarde y les puedo garantizar que son deliciosas. Me las comí y dormí durante toda la tarde.
Al despertar las volví a tener ganas pero ya no estaban, Siempre me pasaría después de devorarlas. Debía esperar la feria de la semana entrante para adquirirlas. Los españoles las pelan y las comen directamente; yo prefiero darlas un baño antes; después, el primer mordisco y, al final, me las como enteritas.
Recuerdo que en una de esas, cuando estuve en el mejor momento con ellas, se abrió la puerta y entró mi hermano. Me cazó con la mano en la masa. Me notó extasiado, frenético, se me caían las babas; es que nunca me había comido algo como eso, le explicaría después. Recuerdo que mientras yo estaba en plena acción, él cerró la puerta y fue hacia la cocina y volví a quedar a solas con ellas.
Este tipo de durazno no hay en Paraguay, tampoco vi en Argentina. Solo encontré en España.

(Foto: Fotolia.com)

sábado, 16 de julio de 2011

Pío Baroja

Soy uno de los nuevos lectores del español Pío Baroja. Le tomé el gusto por casualidad. Residiendo en el barrio Moratalaz de Madrid, me agradaba hacer largas caminatas por sus orillas, hacia donde está el Cementerio de la Almudena. Un día, entré a éste y pregunté en la administración si los restos de quiénes famosos se encuentran ahí, respondiendome un funcionario que uno de ellos pertenecían a Pío Baroja. Me indicaron por donde puedo llegar a su tumba y llegué. Luego, volvería al lugar y hasta llevé a algunos paraguayos que querían saben donde descansan sus restos.
Aprovechando la Feria de Libros de Otoño de 2006, sobre el Paseo de los Recoletos de aquella ciudad, compré mi primer libro de Baroja, "Las tragedias grotescas", editado, paradógicamente, en Buenos Aires cuando el escritor todavía vivía, en 1952. Claro, se trata de un libro usado que me costó tres euros.
Me quedé encantado con esa novela, especialmente porque me permitió sintonizar su onda, como dicen los jóvenes de hoy, respecto a los latinoamericanos en general y los sudamericanos, en particular.
Pío Baroja no era de simpatizar con los de nuestro continente, lo que no restó mi simpatía hacia su novela. Arranqué con el siguiente pasaje de "Las tragedias grotescas":
- Nosotros los americanos no comprendemos, ¿sabe?, que se pueda tener un rey - le decía a Yarza - Para nosotros es una prueba de inferioridad y de atraso.
- Un atraso del que participan los ingreses, los alemanes, los belgas - replicó Yarza con indiferencia, bebiendo una copa de Jerez.
- Es verdad.
- Pero yo no creo que el Paraguay valga más que Inglaterra, ni que los bolivianos sean superiores a los franceses o a los alemanes.
- Pués en ese sentido lo son; sí señor - contestó Gálvez exaltado.
- Es posible, yo no lo creo.
Baroja no era de andar con vueltas cuando de sudamericanos se trataba. Su postura me alentó a rebuscarme por más libros. Desde luego, en Madrid encontré unos cuantos títulos de los setenta y pico que llegó a producir.
En "Las noches de El Buen Retiro" exterioriza a través de Jaime Thierry, su alter ego, el desprecio que tenía al sudamericano. "Jaime se mostraba muy hostíl con los sudamericanos y tuvo con ellos grandes disputas. Thierry atacaba a los hispanoamericanos y les achacaba ser imitadores sin gracia, de una manera plana y vulgar, de todo lo parisiense; también le parecía insignificante el optimismo banal del joven yanqui", escribió.
Era de los que se daban el gusto de hablar mal de otros pero no toleraba que nadie lo hiciera contra España: "Para viajar se necesita educación, y viajando con españoles no se habla mal de España" escribió en "El árbol de la ciencia", mientras que en "Zalacaín el aventurero" va al cuerpo:
- "¡Más te valiera ir a la escuela! - le decía Catalina.
- ¿Yo a la escuela? - exclamaba Martín -. Yo me iré a América o me iré a la guerra".
Simpatizaba con pocos escritores de su época; el nicaragüense Rubén Darío no escapó a su cerbatana y expuso en "El gran torbellino del mundo":
"- Rubén Darío y sus discípulos - dijo Larrañaga.
- ¿Quién era Rubén Darío? Un poeta americano, ¿no es eso? - pregunta Pepita.
- Sí.
- ¿Y era negro?
- Espiritualmente un tanto negro.
- ¿A ti no te gusta?
- Sí, a veces sí; pero es un snob sin imaginación, con un talento puramente verbal. Es un poeta a la moda de hace 25 años ..."
Unas líneas antes leo:
"Había una gran exhibición de gente exótica, y la mayoría, fea: asiáticos pequeños, cabezones, con gorras de visera y tipos medionegros, mediochinos, con melenas y lentes, casi todos hablando francés.
- ¿De dónde saldrá esta gente tan fea? - preguntó Larrañaga.
- Serán de las colonias (América)
- Es un producto horrible".
Criticaba la manera de hablar de los sudamericanos; la entonación que daban a las letras, palabras y frases y despreciaba el "che" de los argentinos. En "La ciudad de la niebla" recuerda a un imaginario general Pompilio García, "que venía de una república de la América del Sur de donde había sido expulsado (...) que cuando se excitaba hablaba con grandes gestos y con un acento muy ridículo, rociando la frase con una lluvia de ¡ches!, dicho en todos los tonos (...). Con ellos comía una señora argentina y sus hijos, a quienes cuidaba una mulata. Lo más desagradable de estos americanos era que siempre estaban hablando alto, como para convencer a todo el mundo de la espiritualidad de sus conversaciones.
"Así nos enteramos de que el general don Pompilio no encontraba bastante arte en Londres; también nos enteramos de que no le convensía Velázquez, ni tampoco le convensía Goya, pero en cambio Carrière, ¿sabe?, le paresía admirable.
-¿Pero qué entenderá este animal? - decía mi padre indignado - : porque si se tratara de subir a los árboles o de la manera de comer guayaba, se le podría dejar opinar a este bárbaro".

Así y todo, repito, me agrada leer las novelas de quién fuera médico pero que prefirió dedicarse a las letras. A propósito, "El árbol de la ciencia", publicado en 1911, es la novela con la que él se identifica porque es "el libro más acabado y completo de todos los míos", según sus palabras y reproducidas por los sucesivos editores de sus obras.
En "El árbol de la ciencia" aplica sus conocimientos aprendidos en la Facultad de Medicina.
Habiendo nacido en 1872 en San Sebastián y, muriendo en Madrid en 1956, se inició en el mundo literario en 1900. No era muy aceptado en algunos círculos de escritores por lo que él, al mismo tiempo, hasta los ridiculizaba en sus obras. En "Las noches del Buen Retiro" se refleja su personalidad a través del personaje principal de la obra, Jaime Thierry a cuya cuenta carga truculentas historias de cuando fue periodista.
Fue Premio Cervantes y, como Jorge Luís Borges, nunca pudo alcanzar el Nobel de Literatura. Una antigua revista española, a propósito, publicó a mediados de 1950 un reportaje, con fotos, a Ernest Hemingway, Premio Nobel, visitando a "otro Premio Nobel", Baroja, en su lecho de enfermo, poco antes de fallecer.
Mediante sus obras conocí mejor a los españoles. Las puntillosas descripciones de lugares y personas, de costumbres y circunstancias varias me permitieron disfrutar intensamente de España y de los españoles. Algunos sitios y costumbres de la Península mencionados en sus novelas no han cambiado nada en cien años. Cuando se refiere en "Zalacaín el aventurero" a la Villa de Urbía "del último tercio del siglo XIX", me recuerda al pueblo llamado Oco, en las sierras de Ávila, donde pasé unas vacaciones de verano en el 2007.
Aquel escritor, bajito, el de la boina negra, me simpatizó desde el comienzo, así haya disparado contra el paraguayo. Al fin de cuentas, me dije, nosotros también, de vez en vez, nos despachamos contra los españoles sin qué ni para qué. Descubrí un gran escritor, cuya tumba volví a visitar en enero último cuando viajé por unos días a Madrid. Celebré saber que Alcibiádes González Delvalle y Tony Carmona han leído también algunas de sus novelas que, a propósito, casi no hay en nuestras librerías como, sí se exponen en las de Buenos Aires y, obviamente, de Madrid.
(Foto: Fotolia.com)
(Artículo publicado en el Sup. Cultural del diario Abc Color, el domingo 28 de agosto de 2011)

Mi papá y la Virgen del Carmen

Un día como hoy, el 16 de julio de 1954, la carreta tirada por una yunta de bueyes, cargada con el ataúd confeccionado por los vecinos, marchaba con rumbo al cementerio "Nuevo", más allá del barrio San Miguel, en Villarrica. Detrás, a pie, los familiares, amigos, vecinos marchaban acongojados.

En la caja mortuaria estaban los restos de Justo Pastor Martínez Sanchez, un hombre de 64 años de edad que murió en su ley, de cirrosis. Yo también formaba parte del cortejo fúnebre; iba en brazos de mi madre, en otro momento en los de mi hermana Julia y; lo mejor, sentado en la carreta, al lado del cajón.

Mis ojos de pequeño, tal vez (no recuerdo, todavía no cumplía dos años de edad) miraban, curiosos, los enrojecidos de las mujeres, sobre todo de esa de 39 años de edad, la viuda con seis hijos que tuvo con el marido, hoy muerto.

Sí, el muerto era mi padre.

Sus restos iban, seguro, bamboleandose en la caja rústica que bajo los árboles del vecindario, los de buen corazón lo dieron forma sin que lo pintaran, porque ya no había tiempo. Así nomás. El ataúd, por lo visto era un poco grande. Se sentía que el muerto iba de un lado para el otro, a medida que la carreta se inclinaba de izquierda a derecha por el accidente de los caminos de tierra.

Les decía que murió de cirrosis. Era una mañana, guardando cama, murió allí, mientras mamá estaba en el mercado. cuentan mis hermanos mayores que yo andaba dando mis primeros pasos (por lo visto fui un poco perezoso) y pronunciando mis primeras palabras. Aquella mañana dicen que yo procuraba pasarle a papá una caja de fósforos para que queme su cigarro, hasta que cerró definitivamente los ojos.

Dicen que él tenía a la Virgen del Carmen - hoy es su día - como abogada. Y cuenta la señora Celia, una apreciada maestra vecina, que un jazminero de la casa floreció completamente aquella mañana de la muerte de papá. Lo anoto como una coincidencia notable.

Pero siempre pienso que la Virgen del Carmen le tuvo que haber acompañado en su último viaje; pienso que Ella tuvo que haber abogado por él sobre todo para que el Papá Grande le perdone haber tomado tanta caña. De mi parte, lo perdoné siempre; lo necesité de pequeño, pero mi madre hizo de tripa corazón y me crió muy bien. De modo que, perdones, lo tuvo de mi parte y mis hermanos.

Gracias, papá; gracias Virgen del Carmen por cuidarle...
(foto: Fotolia.com)

viernes, 15 de julio de 2011

Hilo de algodón

En 1989 visité Taiwan, China. Durante casi un mes recorrí sus pueblos y, traductor de por medio, conversé largo con sus campesinos en sus propias casas. Ellos trabajan pequeñas parcelas de tierra. Si algo falta en aquella isla es tierra agrícola y con la que hay se campanean los agricultores. Me quedé profundamente impresionado por la manera de sacar provecho a la naturaleza.
Un terrateniente taiwanés es aquel que tiene tres hectáreas de siembra. Siembran hasta en planteras y ¡obtienen ganancias! Un pueblo del sur tiene un bosque de bananas perteneciente a una cooperativa de campesinos. Convierten en mucho lo poco que tienen.
En las casas tienen un pequeño cuarto separado donde funciona una rueca eléctrica. Produce hilo con el algodón desmotado comprado de India, Egipto, Perú y Paraguay. La máquina trabaja sola, mientras el dueño de casa atiende otras actividades en la chacra. Una vez que terminó el fardo de algodón se renueva y sigue trabajando, día y noche. El hilo crudo producido es entregado a la industria hilandera para convertirlo en hilos más finos; de allí a tintorearlos y finalmente a la producción de tejidos.
El campesino taiwanés no produce algodón como nuestros agricultores; hace hilos de la cosecha de nuestros agricultores. Es un pequeño industrial y como él son miles en la isla. En un espacio de dos por dos metros opera su industria productora de hilo crudo que entrega periódicamente a la siguiente industria mientras recibe más fardos de algodón desmotado de 200 kilos.
En Paraguay llegaron a trabajar hasta 130.000 familias campesinas para producir el algodón en rama, procesada en nuestras desmotadoras y que los agricultores taiwaneses aprovecharon para trabajarlos en sus casas como industriales.
Tengo certeza que ese campesino chino que procesa el algodón comprado de lejanos países gana más que, por ejemplo, los productores de algodón de Paraguay que, dicho sea de paso, pueden ser dueños de 10 a 20 hectáreas (algo que los chinos ni sueñan con tenerlas).
Ahora que se prevé la reactivación de la explotación algodonera en Paraguay (al menos esa es la idea) los líderes campesinos debieras viajar a Taiwan para ver de sus pares isleños cómo se debe ganar dinero con la industria casera del hilado en base al algodón importado.
Volver a producir algodón en rama y procesar el desmotado en las casas de los campesinos sería un paso demasiado importante hacia el bienestar de la mayoría de los productores rurales ¿Se imaginan que cada familia esté entregando hilo crudo a Tejidos Pilar?, ¡sería estupendo! Si queremos, podemos...
(foto: Fotolia.com)

jueves, 14 de julio de 2011

Producción lechera en Paraguay

Participé de una reunión realizada en el local del partido Patria Querida (PQ) en la que se analizaba la reactivación algodonera en Paraguay. Me invitaron porque, quizás, publiqué un libro sobre la historia algodonera nacional. Pero no es al algodón a lo que quiero referirme sino a la producción de leche. Pasa que en esta reunión, un productor del departamento de Caaguazu dijo que el productor campesino sabe trabajar algunos rubros y, otros no. Acotó que el agricultor sabe trabajar con el algodón, la mandioca, el maíz, la banana y las lecheras.

Las familias campesinas de Paraguay se consideran realizadas si la propiedad ocupada es suya, si el acopiador le identifica como uno de sus mejores proveedores y si tiene, por lo menos, dos vacas lecheras.

El paraguayo del campo quiere y sabe de producción de leche. No obtiene mucha leche, pero forma parte de su trabajo diario. El hombre como la mujer entienden de esta tarea. Tienen leche en la casa con la que producen su propio queso que consumen y comercializan.

En algunas zonas, los vecinos se juntan y forman sus comités de productores de leche que venden a los que necesitan grandes cantidades de leche para la industrialización. La Cooperativa Chortitzer industrializa diariamente 250.000 litros de leche cruda, pero con un nuevo emprendimiento industrial de 2.500.000 dólares de inversión necesitará de 350.000 litros/día.

El paraguayo no sabe trabajar ni la soja ni el trigo; esto está preferentemente reservado a los descendientes de brasileños y a los itapuenses de padres inmigrantes. El campesino paraguayo prefiere lo suyo: mandioca,maíz, algodón, leche.

Si a estos importa producir leche bien pueden, en base a un sólido plan de producción, ampliar sus hatos y manejarlos como en la foto de Fotolia. Con capacidad de producir alimentos para las lecheras,con conocimiento básico de manejo y, sobre todo, con entusiasmo, los ingresos del campesino serán mejores.

Precisamente en eso están 180 familias de la Colonia Andrés Barbero, San Pedro, que ya están produciendo al menos 7.200 litros de leche cruda por día.

Como se sabe, Paraguay con casi 6.500.000 habitantes, no es autosuficiente en leche, sobre todo porque una buena parte es exportada a varios países.

Fotolia, mi descubrimiento

En una época, y de esto hace ya unos cuantos años, fui a lo mejor el periodista qué más fotos publicaba en el diario, en este caso el Abc Color. En este medio trabajé varios años y para este efecto tuve por compañero a mi Pentax MX (foto), una cámara pequeño gran angular con la que tomé mis mejores fotos periodísticas. Hoy la MX ya no sirve sino para tenerla en un rincón de mi biblioteca como una valiosa pieza personal de museo.

Soy de los periodistas que cree que un artículo sin fotos es como un ser humano sin brazos. Aprendí a valorar una buena fotografía, lo mismo que la autoría de quién tomó la imagen.

Valga la introducción para comentarles que estos últimos días he recibido un mail de Rodrigo García (rgarcia@fotolia-noticias.com) quién me explicó las bondades de una empresa internacional que provee fotos a todo el mundo, a precios ínfimos. La empresa se llama Fotolia (http://es.fotolia.com/).

En Internet hay millones de excelentes fotos de temas que uno piense y no piense. Pero todas las fotos tienen un autor a quién se debe respetar o sea, este debe autorizar la publicación de su trabajo, previo acuerdo, con el interesado. No siempre se procede de ese modo sino se baja la foto y ya está. Ese manoseo tiene su consecuencia, muchas veces engorrosa.

El drama se supera con Fotolia que tiene hasta hoy 13.716.814 fotos y 135.718 vídeos. Estamos, sin dudas, ante el primer banco de imágenes del mundo.

Le decía a Rodrigo que me gustaría escribir sobre helicópteros (especialmente los de la Policía Nacional de Paraguay que los adquirió de la compañía española Proiberia SA), lácteos, narcotráfico, etc., sobre los cuales tengo mi propio banco de datos, pero sin fotos. Me dijo que Fotolia me puede proveer la foto adecuada. Me entusiasmó la idea de encontrar en Internet un compañero, Fotolia, que me facilite las fotos sin ese temor propio de quién anda pirateando las ajenas y cuyas consecuencias pueden ser mucho más grave de lo que uno piensa.

Cuando entré en la web de Fotolia, de verdad, quedé asombrado ante las hermosas e ingeniosas fotos que vi ¿De esa calidad serán las fotos que me proveerán para publicarlas en Puerta de Emergencia?, me pregunté sin esperar respuestas. Déjenme decirles que a partir de allí sueño como cuando fui niño.

Me creo un reportero gráfico. Sé el valor de una foto, las dificultades para lograrlas, los esfuerzos que demandan en muchos casos. Lo sé muy bien. A Fotolia lo encuentro en Internet para cuando redacto en mi blog como a mis antiguos compañeros fotógrafos de Abc cuando salíamos en busca de noticias para los lectores del periódico. Yo escribo, Fotolia me provee la foto; el sueño del pibe, como dicen los porteños.

Desde luego, esta noche cuando me encuentre con algunos colegas, les voy a hablar de Fotolia, mi descubrimiento...