Esto de los reyes, más que satisfacción para los niños es un
akarasy de novela para los papás. Es
que el día de los Reyes es justo el 6 de enero cuando la plata sencillamente
desapareció de carteras, billeteras, bolsillos, cajeros y alcancías. Yo me
pregunto si a quién se le ocurrió crear el día de los Santos Reyes a seis días
de la fiesta de Año Nuevo. Pero, en fin, cada uno se ingenia para salvar el
compromiso, que – eso sí – se debe salvar. Y esto me recuerda a lo que yo gozaba
cuando niño….
Ya no tengo hijos pequeños, de modo que yo estoy como por
encima del bien y del mal de este compromiso anual. Recuerdo aquellos álgidos años de cuando mis
niños aguardaban la madrugada del 6 de enero, era todo un tema que solo comprenden
los que cruzan por las coordenadas de este delicada responsabilidad.
No tengo idea de lo que pedirán hoy los chicos; deben ser de
esos celulares “aifon” mbaembo o, a lo mejor, una “nobuc” o algo teledirigido
que ya hay en las jugueterías o en las tiendas de Ciudad del Este.
En mi época la cosa era menos complicada.
Recuerdo aquellos regalos de 1959 en Villarrica que
consistieron en una camisa sin manga de color celeste clarito, una bolsita de
caramelos y una sandía. Para conseguirme semejante “los reyes” tuve que ir a la
casa de mi madrina. Mi “maina” era de
esas señoras pitucas que tenía dos perritos fifí cuyos nombres todavía
recuerdo: “clavo” y “clavito”, era de esos jagua´i paquetes insoportables. En
su casa pasé la noche, casi sin dormir, porque eso de recibir regalos me
generaba muchísima ansiedad.
No pude haber estado más feliz que aquel día, 6 de enero de
1959. Al despertar encontré la bolsita de caramelos, la camisita sin manga y la
sandía sobre mi zapato ¡Todo para mí! Mi felicidad no tenía límites, salí de la
casa de mi “maina” con todos mis
regalos y fui caminando hasta mi casa, unas cuadras hacia abajo, cerca de la
Escuela “Pasopé”. Recuerdo bien que
no dije ni hasta luego. Demasiado feliz estuve.
Lo de los Reyes es algo importante, a propósito, que marca a
los niños. Esa cándida inocencia les hace valorar una enormidad cada regalo que
recibe, más aún si es de los Tres Reyes Magos porque aquel, el regalo, viene
cargado de fantasías, de esas imaginaciones que solamente en la niñez se llega a
desarrollar.
De ahí que, así sea el último pataleo de las fiestas, bien
vale la adquisición de ese juguete o de lo que sea el regalo que aparecerá en
el amanecer del 6 de enero en los zapatitos. Esa ilusión, en verdad, no tiene
precio y los padres no lo deben olvidar.
¿A quién no le gustaría amanecer con un regalito en los
zapatos?; hasta a mi me agradaría recibir algo. Y, pienso, así se manifiesta la
entelequia y que debemos construir y sostener en los niños. Un chiquillo es sobre todo fantasías a granel
y cuanto dolor generaríamos en sus rosadas almas si les sacáramos la
oportunidad del vuelo de sus angelicales imaginaciones. No logro imaginarme
restándole esta alegría.
Por eso quiero decir hoy a los papás y a las mamás que hagan
lo suyo para que Los Reyes traigan a los hijos tan siquiera una camisita sin
mangas, o un bolsita de caramelos o una sandía porque un regalo esperan los
niños nada menos que de esos señores que vienen en camellos sedientos.
El 6 de enero es el día más importante para los niños. Yo,
como papá, nunca tuve el coraje de puentearlo. No pude, así haya necesitado de
ese dinero que ya se gastó en las dos fiestas anteriores.
Entonces, por el amor de Dios, dense un esfuercito final,
pónganse las pilas, y háganse de ese dinero mínimo necesario para regalar una
sonrisa que no se borra en días. Háganme el favor…. Instalen una felicidad en
el rostro de sus niños.
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