Me agrada eso de que a los maestros se deba pagar mejor. Por eso se recordará siempre bien a las autoridades que actúan a favor del aumento salarial Se trata del dinero público bien invertido y lo lamento por los que no entiendan que la cosa es así. Decididamente la instrucción nos sacará adelante como país.
Las estadísticas no nos son favorables a la hora de compararnos con otros países en materia de educación aunque debemos reconocer que hay un despertar por parte de las autoridades sobre la importancia de meter leña a la caldera de la educación, así algunas escuelas se caigan a pedazos o que todavía no haya suficientes aulas, lados de esta historia desafiantes para los responsables del poder.
El presupuesto destinado a las escuelas y colegios de Paraguay en 2011 orillaba al 12 % del general pero todavía es poco. Hong Kong y China, por ejemplo, destinan no menos del 20 % de su presupuesto a la instrucción de sus niños y jóvenes. Por ahí, cerca, anda Corea del Sur y Finlandia, con increíbles logros en el sector.
Con semejante arremetida, chinos, coreanos y filandeses están llamados a ser los líderes de la década de 2030.
El secreto del desarrollo es la educación. No hay vueltas que dar. Los padres deben ser los primeros en entender este secreto. Aquellas familias más pobres son las primeras que deben entender que en la educación y en la instrucción está la oportunidad para los hijos salgan adelante.
A mi modo de ver el siguiente paso hacia la consolidación de la instrucción es el maestro. Este debe formarse sólidamente. Para enseñar a escribir bien debe saber escribir. Para enseñar aritmética debe saber sumar, restar, multiplicar y dividir.
El doctor Eligio Ayala pregonaba que el elemento vital de las escuelas es el personal docente. Decía que si este personal no era apto no se esperará de la escuela ningún resultado apreciable.
No hice cuestión a la educación de mis hijos cuando estos andaban por las escuelas. Quería que mis hijos sean bien educados e instruidos y lo logré. Supongo que muchos de los jóvenes no llegan a sus metas porque sus padres no ponen todo el empeño necesario para ese fin. Cuando de educación de nuestros hijos se trata, toda la carne al asador.
No creo en los nombres de instituciones de enseñanza hechas a fuerza de publicidad pagada. Creo en aquellas que, con el tiempo, demostraron la clase de educando que presentó a la sociedad. Un colegio caro no garantiza muchas veces la mejor educación; sin embargo, un colegio modesto es capaz que haya formado excelentemente a sus jóvenes. Aquella puede fracasar por carecer de buenos maestros; esta, por el contrario, puede que sea prestigiosa por la calidad de sus maestros.
Un buen maestro es aquel que, enseñando bien, hace nacer en el alumno el deseo grande de aprender. Supongo que las hermanas Celsa y Adela Speratti, Delfín Chamorro, Ramón Indalecio Cardozo, María Felicidad González, y aquella matrona de la educación paraguaya, Rosa Peña de González, eran de esa estirpe de maestros, de los que enseñaban bien.
Donde hay educación no hay distinción de clase, lo dijo Confusio. En Paraguay seguimos teniendo muchos pobres y marginados porque la instrucción no alcanza a todos.
Creo, pues, que la instrucción escolar debe ser gratuita en la primaria y semi gratuita en la secundaria.
Las becas deben estar en el orden del día para rescatar a los mejores estudiantes. Los más brillantes deben terminar sus estudios universitarios y lograr, si es posible, sus masterados en las universidades más prestigiosas del mundo.
Bien por pagarse mejor a los que enseñan en las aulas.
Ahora vayamos al siguiente eslabón: la capacitación de los maestros.
A mediados del 2011 leí en los diarios que el 52 % de los profesores enfrentan graves dificultades con la gramática, la geografía y la historia paraguaya. Eso no es nada bueno. Con mejor sueldo esperamos de nuestros educadores más entusiasmo por la capacitación.
Leo en Internet que en Finlandia las cosas andan de maravillas porque allí la selección de los profesores se efectúa con rigurosidad. En aquellas lejanías de Europa nadie es maestro sin haberse sometido a miles de horas de capacitación. El secreto, entonces, del éxito finlandés está en sus maestros.
En esto de la educación los nórdicos son implacables; desde luego, sus resultados son, igualmente, demoledores.
Entre tanto, por aquí, todos los años habrá necesidad de aumentar el número de escuelas porque cada vez somos más. Y que se aumenten con el dinero de todos los paraguayos. Es en la educación donde todos debemos apoyar. Todo el dinero que se invierta allí será poco si de verdad queremos llegar a ser líderes en el futuro. Es cuestión de disponernos y, claro, a transpirar lo suficiente.