Es tu poder, sos la misma arcediana.
la sacerdotisa con su propio ritual,
la piedra de sus cimientos, ¡oh!, Diana;
la postrera del cimborio, bien arriba, celeste celestial.
Sos el armonio de la Nôtre Dame;
el portal de bronce de La Almudena;
la campana enorme de la de Colonia;
de la catedral de Sevilla, torre y campanario, la Giralda.
Sos todas las piedras del gran Delfos
donde adorarte es mi deseo,
entre luces de velas y aromas de inciensos,
sos la gran pitonisa,
la profetisa, en el altar de la seo.
Sos la gótica de Sevilla, imponente;
la Piedad más grande que la de San Patricio,
la santa piedra de la Almudena, algente,
todas de pie, como una montaña, hasta el final juicio.
Ni iglesia, ni capilla, ni ermita;
sos la misma catedral,
arriba como el campanario, las palomas, los sarrios;
sos mi templo, mi madrigal,
la misma obra que te dedicó otro grande, Agustín Pío Barrios.
Efraín Martínez Cuevas
Palma Loma, Luque, 15 de setiembre de 2013.