Una vez radicado en España y de haber hurgado en la Biblioteca Nacional de Madrid (foto) durante un buen tiempo, me queda claro que muy poco he aprendido en Paraguay sobre la independencia de nuestro país. Me queda más que claro, contundente, que el golpe militar de aquella noche del 14 de mayo de 1811 no fue precisamente por las ansias de libertad, sino por una situación coyuntural que debía de aprovecharse, se aprovechó y desde aquel momento Paraguay es libre y soberano.
Trataré de explicarme.
Los reyes de entonces de España estaban en otra cosa: cuidaban los jardines de Aranjuéz, donde estaban residiendo; hacían buenos platillos de peces, jamones, corderos; gustaban vestirse bien, escuchar lindas músicas de la época, presenciar festivales de danzas, toda esa onda.
Entre tanto, el ejercito de Napoleón Bonaparte ya estaba en las cercanías de Madrid, listo para hacerse del poder español.
El 2 de mayo de 1808, indignado, el pueblo salió a la calle a defender con las armas a su alcance a la nación contra el invasor francés. Aquello fue una carnicería. A la larga, Napoleón no salió con la suya. Con el tiempo España supo ponerse de pié.
¿Qué pasaba, entre tanto, en las colonias españolas en América? Los representantes del rey, desde luego, no serían más papistas que el Papa, por lo que aquello quedó a lo que Dios es Grande. Eran tiempos del cada uno para si y Dios para todos.
La historia secreta de la conspiración independentista de Paraguay no es precisamente la que nos cuentas como en las historias de hadas y príncipes. Paraguay nunca fue el favorito de la monarquía española, no por eso - sin embargo -dejaba de apreciar, seguramente, los tributos respectivos que llegaba a la corona desde tierras guaraníes.
Historiadores españoles, europeos y norteamericanos, cuyos libros hay en la Biblioteca Nacional, coinciden con que Paraguay no pasó de ser sino la modesta villa en el camino que conduce al Alto Perú, donde, sí, había suficiente interés español por sus minerales.
Los hermanos Robertson cuentan en “Letters on Paraguay” que unos años después de la independencia, españoles residentes en Paraguay derrocados del poder, entre ellos Bernardo de Velasco, nunca se han marchado de Asunción por el hecho de haber salido del poder. Por el contrario, cuentan los referidos hermanos ingleses que Velasco no faltaba a ninguna fiesta de la alta alcurnia asuncena realizada en esa época, compartiendo con Fulgencio Yegros, Fernando de la Mora, etc., como en la que organizó la anciana Juana Esquivel en su casa en las afueras de Asunción, en Trinidad.
Queda claro que Paraguay se independizó porque España no atendía lo suyo. Hasta podríamos decir que mediante la invasión napoleónica a España, un grupo de paraguayos pudo pegar el golpe independentista aquella noche del 14 de mayo a 13.000 kilómetros de Madrid.
En las historias contadas en los libros de textos de Paraguay hay mucha fantasía que no se justifican. Valga el comentario a poco de celebrarse los 197 años de nuestra independencia política de la Madre Patria.
Trataré de explicarme.
Los reyes de entonces de España estaban en otra cosa: cuidaban los jardines de Aranjuéz, donde estaban residiendo; hacían buenos platillos de peces, jamones, corderos; gustaban vestirse bien, escuchar lindas músicas de la época, presenciar festivales de danzas, toda esa onda.
Entre tanto, el ejercito de Napoleón Bonaparte ya estaba en las cercanías de Madrid, listo para hacerse del poder español.
El 2 de mayo de 1808, indignado, el pueblo salió a la calle a defender con las armas a su alcance a la nación contra el invasor francés. Aquello fue una carnicería. A la larga, Napoleón no salió con la suya. Con el tiempo España supo ponerse de pié.
¿Qué pasaba, entre tanto, en las colonias españolas en América? Los representantes del rey, desde luego, no serían más papistas que el Papa, por lo que aquello quedó a lo que Dios es Grande. Eran tiempos del cada uno para si y Dios para todos.
La historia secreta de la conspiración independentista de Paraguay no es precisamente la que nos cuentas como en las historias de hadas y príncipes. Paraguay nunca fue el favorito de la monarquía española, no por eso - sin embargo -dejaba de apreciar, seguramente, los tributos respectivos que llegaba a la corona desde tierras guaraníes.
Historiadores españoles, europeos y norteamericanos, cuyos libros hay en la Biblioteca Nacional, coinciden con que Paraguay no pasó de ser sino la modesta villa en el camino que conduce al Alto Perú, donde, sí, había suficiente interés español por sus minerales.
Los hermanos Robertson cuentan en “Letters on Paraguay” que unos años después de la independencia, españoles residentes en Paraguay derrocados del poder, entre ellos Bernardo de Velasco, nunca se han marchado de Asunción por el hecho de haber salido del poder. Por el contrario, cuentan los referidos hermanos ingleses que Velasco no faltaba a ninguna fiesta de la alta alcurnia asuncena realizada en esa época, compartiendo con Fulgencio Yegros, Fernando de la Mora, etc., como en la que organizó la anciana Juana Esquivel en su casa en las afueras de Asunción, en Trinidad.
Queda claro que Paraguay se independizó porque España no atendía lo suyo. Hasta podríamos decir que mediante la invasión napoleónica a España, un grupo de paraguayos pudo pegar el golpe independentista aquella noche del 14 de mayo a 13.000 kilómetros de Madrid.
En las historias contadas en los libros de textos de Paraguay hay mucha fantasía que no se justifican. Valga el comentario a poco de celebrarse los 197 años de nuestra independencia política de la Madre Patria.