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viernes, 13 de febrero de 2009
Amigos
Pretendo algo que muchos no tienen tiempo para considerar: tener buenos amigos. Si mucho, mejor; pero bien es sabido que eso no es tarea fácil. Entonces me conformaré con pocos excelentes amigos con los que sin otras intensiones pueda lograr una porción de felicidad y paz.
Quiero tener buenos amigos como lo fue en mi niñez, Enrique Pisiotta, aquel mitaí calladito con quién compartíamos el aula del tercer grado de la sección mañana en la escuela Cervantes de Villarrica. Enrique era un amigazo y lo sigue siendo.
Me agradaría otro amigo como Lorenzo Giménez, con quién crecí en la adolescencia, al igual que con Chiqui Velázquez. Eramos de la irremediable barra "Chiricuto" de Fernando de la Mora en tiempos en que los hippies, Creedence, Los Vips y Bod Dylan hacían furor en nuestros gustos adolescentes.
Aquellos años de estudiantes del bachillerato ¡cómo nos aprovechábamos del estudio para que el papá de Carlos Galli le permitiera sacar la camioneta Jeep de las Fuerzas Armadas, que con chapa azul recorríamos el barrio Las Mercedes, recalando casi todas las noches en la casa de Raquel Kovacevich, frente al Rowing!
Quiero tener amigos con la alegría y la sabiduría de Alfredo Seiferheld y de su segunda esposa, Bibi Yurrita. Compartir con ellos era (en tiempo pasado, porque Alfredo falleció en 1988) un regalo de Dios. Bibi sigue siendo una persona con quién se puede compartir con la seguridad de que al terminar de charlar con ella muchas nuevas cosas habremos aprendido.
Procuraría por tener otra amiga como Lola Martínez Cuevas de quién se aprende felicidad, sencillez, firmeza y sabiduría. Esta andaluza es como para ser elegida amiga por todos los que aprecian aquellas virtudes.
Bernardo Insaurralde es un compatriota a quién conocí en Madrid y puedo decir que es un gran tipo, con mucha cintura para la cultura. Un hombre que sabe y que sufrió la lejanía. Felizmente el Paraguay lo recuperó. Un hombre con kilates.
En Nueva York conocí a Hugo Alfonso, que resultó ser el propietario de una casa a pocas cuadras de mi casa en Palma Loma, Luque. Este compatriota tiene un corazón enorme, aunque de poco hablar. Su amistad aprecio, respeto y protejo.
Siempre me agradó conversar con Luís Romero, funcionario de la Presidencia de la República, una persona educada, cordial y solidaria. A mi ex profe en la facultad de Filosofía, Rubén Céspedes, no puedo dejar de lado en esta rememoración de amigos. Rubén es de esas personas rigurosas con sus tareas, aprendí mucho de él. ¿Cómo no apreciarlo con sinceridad?
Cómo no recordar a Angel Mendoza, este hombre a quien alguna vez la historia le reconocerá su valor al mando de unos de los aviones Xavante listo como impedir otro intento golpista en la última década del siglo XX. Angelo es un hombre con formación académica sin despreciar la empírica que aprendió en su Carapeguá natal. Un excelente oficial de la Fuerza Aérea que puede dar mucho al país por su juventud e inteligencia.
Lamento que amigos míos como Alfredo Seiferheld, Chacho Talavera y Helio Vera (foto) se hayan anotado para el tempranero tren para partir, debían anotarse como yo para el último para que volvamos a hacer aquellas reuniones, conversaciones, peñas, encuentros en cualquier bar asunceno y hablar de cosas interesantes o de la última pavada.
Claro, tengo la amistad de David, Héctor y Mónica, mis hijos, con quiénes solemos hablar, cuando podemos, de lo que venga. Me agrada conversar con mis hijos porque hay esencia en cada uno de ellos. Hay tema, materia, madera...
Me agradaría tener más amigos como ellos.
Les digo que no tengo amigos "de balde", como decimos en Paraguay. Mis pocos amigos son un tesoro mío. Eso cuido y defiendo.
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