Cada uno sabe lo que hace y por qué lo hace. Algunos hacen las cosas por principistas; otros, por materialistas. Ya entenderán hacia donde estoy dirigiendo mi comentario. Me refiero a todo lo que se dijo antes de las elecciones presidenciales en Paraguay y que, felizmente, puso de patitas para afuera a los mequetrefes dirigentes colorados en el poder. Me refiero a los comentarios de uno y otro bando, a favor y en contra, de todas las campanas.
Acaso lo más doloroso que pude sentir de esa guerra de todos contra todos fue - reitero - el comentario de Pepa, la hija del lejendario Kostia. Leí y releí el comentario aquel de la respetada periodista. No podía creer. Decía que Lugo no podrá con el poder y que por eso votará a Blanca Ovelar, la candidata de la corrupción empotrada en el poder.
Esa postura simplista y desconcertante de una leída columnista dolió a miles de paraguayos. A mi también. Me dolió por mi familia, por mis hijos, por mi nieto, por el millón de paraguayos salidos con una mano adelante y otra atras en un vuelo cualquiera decolado del aeropuerto de Luque.
¿Qué le movió a Pepa a firmar semejante ofensa a los paraguayos?; ¿sólo su derecho a escribir lo que le parezca?; ¿la libertad de prensa?; ¿la democracia? Sí, me supongo, que también por todo eso.
Lo que no voy a creer nunca es que un pariente cercano de ella operó, supuestamente, a favor de Blanca Ovelar y que la contratación del supuesto familiar contemplaba, incluso, un comentario de ella, en el día del desembarco final, a favor de la ahijada de Nicanor Duarte Frutos. Como en el Paraguay, quién más quién menos, tiene sus contactos dentro de cada patio (los que soplan desde los medios de prensa, el Poder Ejecutivo, los clubes, desde los pasillos militares, etc.), a nosotros también nos comentaron que Pepa firmó el comentario por aquella razón. Me niego a creer. Pepa demostró años de periodismo decente como para aceptar semejante barbaridad.
¿Que recibió dinero de los colorados para decir que votaba a Blanca? No, discúlpenme, pero no creo.
Bueno, no porque otros periodistas a quiénes creíamos los santos abogados de la decencia se hayan entregado a la plata de la gente en el poder, voy a decir que Pepa se había vendido por unas "cuantas buenas monedas", como se escucha y lee por Internet. Es verdad, hay - ahora mismo - en el periodismo paraguayo delincuentes disfrazados de periodistas honestos. ¡Claro que están!. Y ustedes saben quiénes son. Saben cómo se manejan. Algunas son mujeres que no tenían donde caer muertas. Ahora son poderosas acaudaladas. Son remedos de profesionales decentes que usurparon espacios en la radio, en la televisión y en los diarios de Paraguay para jorobarle a la misma democracia. Pero no por eso yo deba creer a todos los que me están diciendo que la clave del comentario de Pepa está en un pariente suyo que trabajó para Blanca Ovelar, incluso - supuestamente - desde una radio. Hasta se dice que era una suerte de asesor en no se qué de la candidata perdedora.
Si está confirmada la bolilla - cosa que yo no confirmo - entonces que la columnista se vea ante sus lectores; ante el medio que la contrata; ante sus amistades, ante Blanca Ovelar; ante los oyentes de su programa radial. Si cometió semejante torpeza profesional que se las vea y que asuma su responsabilidad como paraguaya por el estado en que se encuentra el país, que también es de ella.
El Paraguay está como está porque muchos somos excesivamente cobardes, incapaces de poner hombros para el bien colectivo, sino para nuestros bienes particulares, así seamos politicos colorados en el poder o periodistas con espacio en la radio, la televisión y los diarios. Tan cobardes que somos incapaces de decir a algunas vacas sagradas del periodismo que son tan corruptas como cualquier aduanero colorado, como cualquier traficante de autos robados, como cualquier gestor de pasaportes.
Me niego a creer que Pepa esté en ese equipo. Me resisto a aceptar que ella sea parte activa entre los tantos comunicadores paraguayos que actuan en base al "haz lo que yo digo y no lo que yo hago".