Ella premió a todos aquellos que consideró merecedores. Lo hizo desde que asumió el cargo, desde el 2006. Como su padre, tenaz, firme, clara. Humanizó la gestión pública; la convirtió en algo cálido, liberándola de su estado de lejanía, frialdad, vacía e inactiva.
Digo que ella, año tras año, premia a la gente que aporta lo suyo para que el área donde opera, el turismo, vuelva a ser importante en Paraguay.
Pero, ¡maldito pero!, nadie se acuerda de otorgar un premio a ella.
Sí, hablo de Liz Cramer, la ministra de Turismo, la amiga de medio Paraguay, la que defiende los intereses nacionales en todos los foros del mundo donde estemos representados por ella. Hablo de la mujer que moriría antes de ver el fracaso de una gestión que se le encomienda.
Pero, que yo sepa (bendita ignorancia si estuviera equivocado) nadie la declaró "buena" - no digo ni siquiera la mejor - funcionaria pública. No vi en las ediciones de diciembre un reportaje a doble página para que desarrolle los logros paraguayos en asuntos turísticos, ni vi por la tele.
No sé si la Unión Industrial Paraguaya la envió una carta de reconocimiento por trabajar tanto este año para traer turistas, algunos de los cuales, seguro, han mostrado interés en invertir en el sector.
Quizás, calladamente, la Asociación Rural del Paraguay, el gremio de los ganaderos, la haya enviado una carta por estas navidades para agradecerla el esfuerzo a favor del turismo rural y desearle felices fiestas. Puede que yo nomás no sepa que los dueños de estancia han sido gratos con ella.
Me dirán que los funcionarios públicos están en sus cargos para hacer bien sus tareas no para esperar un premio. Seguro estoy que ella no estará esperando un premio, que para eso tiene la dureza de un Cramer, la de un lapacho imperial.
Y me pueden decir, incluso, que estos no pasan de ser sino melindres mios. Libres somos de decir.
Dicen que lo cortés no quita lo valiente. Podemos ser corteses y reconocer con un gracias sincero a quién trabajo duro en pos de un objetivo colectivo. No debemos ser pobres en agradecimientos.
Y me dirán que el problema es el gobierno, que Lugo, que su entorno, que la mar en coche. Que por eso retaceamos reconocimientos a Liz. No sé. El mismo presidente de la República debiera reconcerla porque sencillamente tenemos una ministra de lujo, ¡qué andar dando vueltas...!
Francamente, pensé que alguna asociación, gremios, empresas, la reconocería este año, los cuatro que lleva de poner hombro desde la Secretaría de Turismo.
Desde luego, no es problema de ella, es de la sociedad infiel e ingrata. Sin reconocimientos Liz hizo un montonazo; lo que haría si la gratitud de los paraguayos le hiciera un guiño. Para ser gratos no necesitamos sino de la predisposición del corazón.
Me hubiera gustado leer en el diario, en la mañana de Navidad, que Liz Cramer fue elegida una de las paraguayas más guapas de Paraguay a lo largo del 2010. Pero parece que me quedaré con las ganas.
Nadie se dió por aludido como quién deba tomar la iniciativa de reconocer el mérito del trabajo de la compatriota que puso gente extranjera en hoteles, comercios, restaurantes, taxis, en todo el país. ¿Donde están los dómines? ¿Nos hemos amancebado con la ingratitud, con el "maerá pió", el "oi porama ningo"?
Entre tanto, tengo la certeza que no se detendrá: seguirá agradeciendo el mérito de los demás.
El año que viene, quizás, con un poco de suerte y viento a favor, la ministra, egregia compatriota, ya tenga un premio en las manos. No sé ....
Digo que ella, año tras año, premia a la gente que aporta lo suyo para que el área donde opera, el turismo, vuelva a ser importante en Paraguay.
Pero, ¡maldito pero!, nadie se acuerda de otorgar un premio a ella.
Sí, hablo de Liz Cramer, la ministra de Turismo, la amiga de medio Paraguay, la que defiende los intereses nacionales en todos los foros del mundo donde estemos representados por ella. Hablo de la mujer que moriría antes de ver el fracaso de una gestión que se le encomienda.
Pero, que yo sepa (bendita ignorancia si estuviera equivocado) nadie la declaró "buena" - no digo ni siquiera la mejor - funcionaria pública. No vi en las ediciones de diciembre un reportaje a doble página para que desarrolle los logros paraguayos en asuntos turísticos, ni vi por la tele.
No sé si la Unión Industrial Paraguaya la envió una carta de reconocimiento por trabajar tanto este año para traer turistas, algunos de los cuales, seguro, han mostrado interés en invertir en el sector.
Quizás, calladamente, la Asociación Rural del Paraguay, el gremio de los ganaderos, la haya enviado una carta por estas navidades para agradecerla el esfuerzo a favor del turismo rural y desearle felices fiestas. Puede que yo nomás no sepa que los dueños de estancia han sido gratos con ella.
Me dirán que los funcionarios públicos están en sus cargos para hacer bien sus tareas no para esperar un premio. Seguro estoy que ella no estará esperando un premio, que para eso tiene la dureza de un Cramer, la de un lapacho imperial.
Y me pueden decir, incluso, que estos no pasan de ser sino melindres mios. Libres somos de decir.
Dicen que lo cortés no quita lo valiente. Podemos ser corteses y reconocer con un gracias sincero a quién trabajo duro en pos de un objetivo colectivo. No debemos ser pobres en agradecimientos.
Y me dirán que el problema es el gobierno, que Lugo, que su entorno, que la mar en coche. Que por eso retaceamos reconocimientos a Liz. No sé. El mismo presidente de la República debiera reconcerla porque sencillamente tenemos una ministra de lujo, ¡qué andar dando vueltas...!
Francamente, pensé que alguna asociación, gremios, empresas, la reconocería este año, los cuatro que lleva de poner hombro desde la Secretaría de Turismo.
Desde luego, no es problema de ella, es de la sociedad infiel e ingrata. Sin reconocimientos Liz hizo un montonazo; lo que haría si la gratitud de los paraguayos le hiciera un guiño. Para ser gratos no necesitamos sino de la predisposición del corazón.
Me hubiera gustado leer en el diario, en la mañana de Navidad, que Liz Cramer fue elegida una de las paraguayas más guapas de Paraguay a lo largo del 2010. Pero parece que me quedaré con las ganas.
Nadie se dió por aludido como quién deba tomar la iniciativa de reconocer el mérito del trabajo de la compatriota que puso gente extranjera en hoteles, comercios, restaurantes, taxis, en todo el país. ¿Donde están los dómines? ¿Nos hemos amancebado con la ingratitud, con el "maerá pió", el "oi porama ningo"?
Entre tanto, tengo la certeza que no se detendrá: seguirá agradeciendo el mérito de los demás.
El año que viene, quizás, con un poco de suerte y viento a favor, la ministra, egregia compatriota, ya tenga un premio en las manos. No sé ....