La charata (Ortalis canicollis), ave del Chaco paraguayo (Foto, Internet).
Fui al Chaco y aprendí muchas cosas. Cuando se sale de la
casa se prende cosas de esas sencilleces que están en la naturaleza. No hace falta
ser doctor para saber sino aprender de lo que enseña la creación. Volví
reconfortado de esa academia de quebrachales, palmares y extensos llanos.
Un amigo me explicó que la corteza del quebracho blanco, que
existe en abundancia en la región occidental del país, cura los más intensos
dolores de garganta, que es cicatrizante, que incluso sana las úlceras
estomacales, que es excelente para los intensos dolores de cabeza, baja las
intensas fiebres, combate el paludismo y
que es tonificante.
Andando por ahí me acordé de cuando en Madrid anduve con los
intensos ataques de alergia que llegó al extremo de dificultades la respiración.
Me sentía morir. La alergia es provocada por el polen al principio de cada
primavera. Como la “pireca” del tallo del quebracho blanco cura la alergia
antes que cante un gallo ya me muniré de un buen puño de este vegetal para
cuando vuelva a Madrid.
Telar de araña en un amanecer chaqueño (foto, EMC).
Observé andando por el Chaco la paciencia de las arañas. Una
de las últimas mañanitas noté que muchas telarañas había entre las barandas de
un extenso puente de madera sobre el Río Negro, lo mismo que en los ramajes de
los bosques cercanos.
¿Qué hacen las arañas? Y, como los pescadores tienden sus
redes para atrapar piezas con las cuales comer. Aprendí de las arañas la paciencia
porque hay que ser perseverante y calmo para esperar porque es eso lo que hace
la araña, esperar por la presa.
A los humanos nos falta la paciencia de las arañas; somos
atropellados, calentones, desarmonizados porque todo queremos ahora, aquí y
ahora. La araña, en cambio, teje su red a la tardecita cuando el sol empieza a
esconderse y, durante toda la noche, aguarda pacientemente, con la prudencia
con que le formó la naturaleza.
Aprendí de las charatas convivir en grupo, no así de las
cotorras que viviendo juntas saracutean todas al mismo tiempo. De todas maneras
también del desprolijo de los loros aprendo que no debo hablar mientras los
demás hablan. Asimilo pues del barullo de estas aves el respeto que debo
practicar hacia el semejante cuando hace
este uso de la palabra.
Las charatas están alertas entre sí. El primero que canta en
las madrugadas provoca al de al lado despertarse y a cantar para que al rato
todo el bosque se vista de su gorjeo agudo, fuerte y monocorde. Esta especie sabe vivir y cantar en grupo.
Los carpinchos se alimentan de hierbas y su carne es una de
las más sanas del mundo. La grasa de este roedor es mucho más sana que la del
cerdo. Aprendo de estos animales de la fauna chaqueña que es mejor ser
vegetariano.
El quebracho blanco (aspidosperma quebracho blanco) del Chaco paraguayo (Foto, EMC).
Aprendo del peón chaqueño a no preocuparme por la lejanía,
ni por la falta de gente en el entorno; practico vivir en calma como ellos,
colmados de silencio. Y aprendo de ellos a trabajar en temperaturas extremas, a
ser guapo bajo 45 grados de calor o con cuatro a cinco grados bajo cero.
No hace falta haber egresado de las universidades para
asimilar conocimientos. El Chaco es un gran maestro que en sus bosques, sus
tajamares, sus faunas, floras e insectos tiene reservada algo para enseñarnos,
si queremos. La verdad está al alcance de nuestras manos. Para que nos ayude a
ser mejores solo hay que buscarla en el entorno, incluso en el extenso Chaco.