Detrás de la puerta, esto

Detrás de la puerta, esto
Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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martes, 8 de septiembre de 2009

Manuel E. B. Argüello

Hoy falleció el profesor Manuel E. B. Argüello, el que formara a tantos actores, locutores, escritores, periodistas de Paraguay en los últimos 40 años; y, desde luego, formó actores de teatro, alentó a nuevos dramaturgos a escribir nuevas obras y subió al tablado. Se nos fue un gran maestro.
En la Escuela de Locutores y Arte Escénico "Roque Centurión Miranda", en la esquina de Oliva y Montevideo, lo veíamos llegar, por los primeros años de la década de 1970, presuroso, para dictar sus clases a los que queríamos ser locutores de radio y televisión y artistas de teatro.
Sus clases eran sencillamente magistrales.
Es que el profesor Argüello era muy culto, se sabía todas las cosas que permitieran, a nosotros sus discípulos, a prender con facilidad todo cuanto nos enseñaba. Con él casi no escribíamos, practicábamos, así sea en el escenario de la clase o en nuestras charlas entre compañeros.
El profe, como le decíamos, nos transfería su sabiduría con la que empezábamos a manejarnos en la dialéctica, el arte de la oratoria. Dicen que el mejor orador es aquel que sabe de lo que está hablando y, especialmente, de su propia experiencia.
Manuel E. B. Argüello, nos enseñó como generar experiencias y cómo rescatarlas. ¡Vaya maestro el que tuvimos!
Me cuenta mi compadre Juan Evangelista Aguiar que el profesor era amigo suyo y que ambos vivieron muchos años en el mismo pueblo, San Juan Nepomuceno y que éste adoptó a San Juan como el suyo, habiendo nacido en Iturbe. "Es uno de los pocos quijotes de la cultura genuinamente paraguaya que iban quedando y que de a poco van desapareciendo, dejando un gran vacío que cada vez es más difícil llenar", me escribió Juan.
No sé, creo que un teatro, una calle, una biblioteca, un club de lectores, deberían llevar su nombre. Y todavía sería muy poco para recordarlo siempre.
Se nos fué un gran profesor, un gan patriota.