• Pero los médicos hacen la guerra, sobre todo a los curanderos.• El katuava, yerba mil hombre y el ginseng son super apreciados por los varones adultos.• El ka´a rê ya casi no dan las mamás a los hijos antes del desayuno. “Es cosa de ignorantes”, he´i algunas.
Me gusta andar por el interior de nuestro país. Aprendo un montonazo de la gente de campo en todas las áreas, en todo sentido. El domingo pasado fui con mi amigo Marcial González a la casa de nuestro amigo Silvio Segovia, en San Alberto, Alto Paraná a tomar mate, muy temprano. En su casa, en un pequeño espacio, en el jardín, tenía varias plantas medicinales y agarré viaje…
La esposa de Silvio, que es brasileña, planta un poco de todo en el jardín, incluso el sauco, ese mágico yuyo para los dolores de panza o para cuando la digestión se viene esquiva. Marcial, que tiene un patio grande en Villa Elisa, también planta hierbas medicinales para su consumo, mientras que yo traje unos gajos regalados por los dueños de casa para plantarlos en planteras.
Esto de curarnos con hierbas medicinales era la constante en mi niñez en Villarrica. Después nomás vinieron los remedios de farmacia, y las recetas médicas, y las exigencias ape ha epe para que los doctores ganen más a cuentas de nuestros dolores.
El otro día me contó una mamá que internó a su hija en un hospital del Estado que le costó una barbaridad sacarla del internado porque una médica se tomó con ella. Dice que la profesional le dijo que seguramente ella le sacará de la atención médica para llevarla a esas médicas ñaná nomás. Y bueno, antes las curanderas nomás sanaban.
Bueno, tomo y retomo he´i Calé, la señora de Silvio me regaló unos gajos de ginseng, cuyas hojas puestas en el mate ayudan a energizarse; o sea, es afrodisiaco y entonces, en medio del entusiasmo, le dije que yo quería comprarle toda la planta. Ella se rió nomás y comprendió mi ansiedad porque algunas canas ya llevo peinando mientras que algunas tejas ya, desde luego, me volaron a lo largo del temporal de la vida.
Los gajos de la hierba son para plantar en mi casa, claro.
En mi niñez mi mamá nos daba a tomar, en ayunas, a todos los hermanos el ka´a rê, santo remedio para combatir la lombriz. En aquellos tiempos andábamos descalzos nomás entonces el sevo´i nos entraba por los pies para alojarse en la barriga. Tenia saginata me parece que le llaman.
Vervena, sepacaballo, jaguareté ka´a, jaguareté i ka´a, burrito, suico, poleo í, yerba buena, yerba lucero, etc., que nuestra gente conoce y que usan en las casas para sanarse. La gente del interior sabe más de estas cosas que los de la capital y es lo que procuro aprender de ellos. Conocí a un cacique indígena, hace años, en Alto Paraná que se sabía de medicina natural como ninguno. Un día, tereré de por medio me explicó las bondades medicinales de algunos árboles.
Los médicos indígenas son verdaderos maestros de la sanación con hierbas. Desde luego, como son peligrosas competencias para los médicos egresados de las universidades, estos atacan a aquellos, todo por el interés no tanto de curar sino de ganar más dinero. Y suelo preguntarme hasta cuando será este sordo ataque a los que también curan y, tantas veces, mejor que los vestidos de blanco.
Como la enfermedad de moda de estos tiempos son el estrés, la hipertensión y toda esa onda, bien vale entonces, por ejemplo, tomar un buen mate diario con ginseng, o jaguareté ka´a, verbena, suico. Ñande gordo pama y mucha gente se muere joven porque el colesterol les hace pomada. Los paraguayos últimamente comemos muy mal, a lo mejor por esa moda venida de los Estados Unidos , hamburguesas umía, comidas chatarras.
Para cada caso hay un yuyo para curar. Los viejos, los que ya no dan más, deben tomar a más del ginseng, el milagroso katuava, este es otro remedio purete para por si la patrona anda demasiado exigente. Jaikua´a voi ningo.
En las ciudades vamos dejando de contar con plantas medicinales porque se los sustituye con lo que compramos de los supermercados en envases de polietileno, como burrito, Romero, etc.
En Villarrica mi mamá nos lavaba los piés todas las tardecitas luego del baño con zumo de tapekué para curar el pychai, llagas en los dedos de tanto tropezarnos. Esto del py chai, a propósito, era de no acabar porque por aquel tiempo andábamos descalzos. El tape kue, pues, era el santo remedio para curarnos.
Amoivo ape la despedida paraje del guabirá les diría que no dejemos de lado la idea de plantar hierbas medicinales en nuestras casas; que procuremos saber las propiedades de cada planta que tengamos en casa, y que las aprovechemos.
Las hierbas son fuentes de salud desde el génesis y seguirán siendo hasta el apocalipsis de manera que cualquier cosa que lean o escuchen por ahí contra aquellas no son sino posturas interesadas para beneficio de unos pocos contra la mayoría. Así nomás es este asunto.
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