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Esto del plan educacional en el Paraguay de hoy es una broma de mal gusto. Digo “educación” porque así le llaman al programa encarado por el Estado, prefiero llamarlo “instrucción”, de instruir, del caudal de conocimientos que deben adquirir los educandos, los alumnos.
Educación, como educación ni de instrucción no es. Eso me queda claro.
Me parece una broma de mal gusto, decía, porque ni los maestros ni los alumnos (hablo de las mayorías) hacen bien sus tareas. Tampoco la autoridad encargada de la instrucción pública.
Lo de la escuela y los colegios se convirtió últimamente solo en un factor comercial. Todo es negocio. La instrucción, si así se lo puede llamar a eso que se imparte en las aulas, es un mostrador como el del almacenero de antes.
Empezamos por lo que se lee en la Constitución Nacional. (Art. 76) “La educación escolar básica es obligatoria, en las escuelas públicas tendrá carácter gratuito”. Gratuito era en mis tiempos, ahora, incluso en las escuelas públicas es todo negocio: el cuaderno, el libro (si así se puede llamar a un cuestionario), el lápiz, el champión, el uniforme, la entrada a tal función, el cobro por tal cuestión, ¡uf!, la caja escolar obligatoria que no es sino la cuota solapada que debe pagar el padre.
Ni el Himno Nacional se canta más, me cuentan, en las escuelas. Claro, un buen día siendo ministro de Educación, el siempre nunca bien ponderado ex periodista de Ultima Hora, Nicanor Duarte Frutos, ordenó que no se cante más el Himno. Cuando fue presidente haciéndose del ñembo socialista, se juntó con su par (por lo impresentable, digo) el “pajaritico” Chávez;¿y qué aprendió de ese delincuente?, nada, solo a manosear a la ciudadanía.
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Con Nicanor se plantó a la niñez y la juventud actual un aipó “nuevo curriculum” mbaembo que no sirve ni para tranca de puerta. Ahí está la mayoría de maestros y alumnos con las orejas largas hasta por aquí sin saber si “haber” es con h o sin h y; dándole igual escribir “aquí” o “akí” por influencia del chateo y por el mismo desinterés de los maestros.
Las escuelas y colegios privados y públicos del Paraguay mueven plata, menos el buen juicio de los alumnos ¿Cómo será la clase de políticos, empresarios, parlamentarios, jueces del futuro inmediato?, ni quiero pensar. No quiero decir que los egresados de hoy, incluyendo a los de las “universidades”, son unos burros, pero por ahí cerquita nomás andan.
Debemos parar esta oleada de mediocridad filtrada a través de las escuelas, colegios y universidades. Debe preocuparnos seriamente este bastardeo a la instrucción pública. El nuevo presidente electo debe sacudir la alfombra educacional, así lo tenga de asesor al principal causante de la desgracia actual de la instrucción pública, Nicanor Duarte Frutos. Esto, francamente, no va más.
El plan de instrucción encarado por el Ministerio de Educación y Cultura (debiera llamarse como corresponde a su función, Ministerio de Instrucción Pública) no es sino una total falta de respeto al presente y futuro de la nación. El Estado, a través del Ejecutivo, está jugando con fuego y las secuelas de su irresponsabilidad ya lo sentimos ahora, leyendo lo escrito en las redes sociales, escuchando a nuestros políticos, notando la bajeza de la mayoría de nuestros parlamentarios, leyendo las correrías de nuestros altos funcionarios, escuchando a nuestros locutores de radio, hojeando los diarios…
De nuestras escuelas y colegios no salen sino mal educados, atrevidos, ignorantes. A ver si nos sacudimos de las roñas que hunden a nuestro plan educativo, a nuestros hijos y nietos, a la sociedad toda ¿O es que no nos importa nomás luego la instrucción pública para dejar que unos cuantos osados hagan lo que se les cante en las aulas de escuelas y colegios?