Lucas, un sanpedrano, jugaba al fútbol con otros compatriotas cuando, de pronto, cayo fulminado por un golpe cardiaco. Murió en el acto ante el asombro, susto y estupor de los presentes. Fue en Málaga el 7 de diciembre. A la tragedia se sumo otra: la falta de medios económicos para repatriar sus restos hasta Choré, su pueblo. La colectividad de nuevo se puso en acción.
El caso del compatriota fallecido en un campo de fútbol de Málaga bien vale para reflexionar. Es bueno preguntarnos si hasta cuando podremos solucionar la repatriación de nuestros paisanos fallecidos, y si hemos encontrado la solución para, según estimaciones oficiales, los 500 paraguayos que fallecen al año actualmente en España.
Todas las contribuciones periódicas, los eventos organizados por clubes, discotecas y asociaciones, las rifas y las modestas cuotas a los que apelemos no serán suficientes para hacer frente a la repatriación de nuestros muertos y que, fácil, demanda al año unos 3.500.000 euros (500 féretros por 7.000 euros cada uno).
Si en España formamos parte de una colonia de 150.000 paraguayos, aunque esta cantidad no está avalada oficialmente, somos muchos como para tener al día, al menos, un compatriota fallecido y cuyos restos deben ser enviados al Paraguay.
Entonces, la única solución pronta y segura es el seguro personal que cada uno de los paraguayos deben adquirir de cualquiera de las casas de seguro que existen en España y cuyo precio anual no supera los 75 € (6.25 euros al mes).
Si todos los paraguayos pagáramos este seguro no tendremos que desesperarnos por la repatriación de los restos del compatriota. Será un problema solucionado en menos que cante un gallo por la empresa aseguradora. Y terminará la triste como desagradable opción de mantenerlos restos en un frigorífico forense o incinerarlo cuando se cumpla el corto plazo fijado por las autoridades sanitarias.
La prevención es hija mimada de la prudencia.
Asumiendo cada uno, rigurosamente, nuestras respectivas responsabilidades personales, habremos de sacarnos una buena carga social de nuestras espaldas, como a las de los demás. Nos hacemos de un seguro y ya está. Se trata de una cuestión de sentido común. No pensar en un seguro personal es exactamente un desatino.
El caso del compatriota fallecido en un campo de fútbol de Málaga bien vale para reflexionar. Es bueno preguntarnos si hasta cuando podremos solucionar la repatriación de nuestros paisanos fallecidos, y si hemos encontrado la solución para, según estimaciones oficiales, los 500 paraguayos que fallecen al año actualmente en España.
Todas las contribuciones periódicas, los eventos organizados por clubes, discotecas y asociaciones, las rifas y las modestas cuotas a los que apelemos no serán suficientes para hacer frente a la repatriación de nuestros muertos y que, fácil, demanda al año unos 3.500.000 euros (500 féretros por 7.000 euros cada uno).
Si en España formamos parte de una colonia de 150.000 paraguayos, aunque esta cantidad no está avalada oficialmente, somos muchos como para tener al día, al menos, un compatriota fallecido y cuyos restos deben ser enviados al Paraguay.
Entonces, la única solución pronta y segura es el seguro personal que cada uno de los paraguayos deben adquirir de cualquiera de las casas de seguro que existen en España y cuyo precio anual no supera los 75 € (6.25 euros al mes).
Si todos los paraguayos pagáramos este seguro no tendremos que desesperarnos por la repatriación de los restos del compatriota. Será un problema solucionado en menos que cante un gallo por la empresa aseguradora. Y terminará la triste como desagradable opción de mantenerlos restos en un frigorífico forense o incinerarlo cuando se cumpla el corto plazo fijado por las autoridades sanitarias.
La prevención es hija mimada de la prudencia.
Asumiendo cada uno, rigurosamente, nuestras respectivas responsabilidades personales, habremos de sacarnos una buena carga social de nuestras espaldas, como a las de los demás. Nos hacemos de un seguro y ya está. Se trata de una cuestión de sentido común. No pensar en un seguro personal es exactamente un desatino.