Detrás de la puerta, esto

Detrás de la puerta, esto
Procuro que mi blog sea agradable como lo es un buen vino para quién sepa de cepas; como un buen tabaco para aquellos que, como Hemingway, apreciaban un buen libro, un buen vino, un buen ron y un buen puro. Es todo mi intento para cuando abra esta puerta (Foto: Fotolia.com).

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martes, 2 de febrero de 2010

La tilinguería de los parlamentarios que crearon una ley

A lo mejor soy uno de los miles de paraguayos, acaso millones, que se preguntan si para qué se prende la luz de los vehículos, con luz solar, en las rutas nacionales. Sé que es porque hay una ley que lo obliga. Y sé lo que dice la ley respectiva, la 1.939/02, en su artículo 39: "Todo vehículo que circule en las rutas nacionales e internacionales de la República, están obligados a llevar encendidas las luces reglamentarias (luz baja o luz corta) durante las veinticuatro horas del día".
¿En qué se basaron los responsables de semejante artículo?, ¿en la ley de los argentinos, los brasileños, los coreanos? Si así fuera, ¿cuántos muertes se evitaron con las luces prendidas en aquellos países y, sobre todo, evitan los accidentes a la luz del día?
Lo que me queda claro es que las luces prendidas en las rutas nacionales durante el día no han disminuído el índice de accidentes y que sí han aumentado las rabietas de los conductores que por prenderlas queman focos y quedan a oscuras cuando circulan en horarios nocturnos; que se acaban las baterías en menor tiempo y que, la verdad de la milanesa es que la ley mencionada no hace sino crear dificultades a los que conducen y, oportunidad para los efectivos coimeros de la Caminera, que nunca faltan.
Si yo fuera el director de la Policía Caminera no solo me aferraría a lo que dice la ley, sino procuraría porque la misma sea derogada no para cosechar simpatías entre la gente sino porque a mi también, como conductor, me parece una tontería prender la luz en la ruta en horas diurnas.
Se entiende que cuando hay menos visibilidad en días brumosos o con lluvias, las luces son prendidas porque así lo dicta el sentido común que no necesita de ninguna ley para que actúe. Nadie que tenga dos dedos de frente conducirá un día de lluvia y poca visibilidad sin las luces activadas. Esto cae de maduro. A eso se llama sentido de supervivencia.
Toda ley debe servirnos; la 1.939 del año 2002 no nos sirve ni para tranca de puerta. En casi ocho años de aplicación no conseguimos sino dolores de cabeza a la hora de sentarnos junto al volante. Es lo que deben entender Eduardo Petta, los de Obras Públicas todos, los parlamentarios, los policías y cuantas autoridades que asumen la responsabilidad de manejar las cosas públicas.