Detrás de la puerta, esto
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martes, 26 de julio de 2011
La vereda no es del peatón
Me anoto entre la gente positiva; soy de los que ven las cosas preferentemente por el lado bueno, no por eso soy ciego de la realidad, al menos de mi propio entorno. Hay temas que no quiero tocar porque, digo, no sé qué gano con hacerme mala sangre. Luego, me pongo a reflexionar y digo que yo también soy no tanto el protagonista con derecho sino el protagonista con responsabilidad en la sociedad de la que formo parte. Entonces me veo obligado a decir algunas cosas.
Por ejemplo, que entre nosotros hay mucha gente irresponsable. Personas que no meditan sobre sus derechos y obligaciones. Personas atrevidas, irresponsables, necias.
¿Qué me pasa?....
Lo que puede pasarle a cualquiera con un dedo de frente. Estoy indignado contra quienes violan con toda impunidad; hasta con alevosía, el derecho de los demás. Me refiero, para hacerla corta, a los que se adueñan de las veredas. A los que sin importarle un pito el peatón construyen murallas, instalan feroces planteras, o, sencillamente estacionan sus coches porque "la vereda es mía".
¿A usted no le molesta que en la vereda por la que va caminando alguien está lavando su coche porque es “su” acera?
A mi me molesta, lo confieso, y mucho.
También están los que roban el derecho de los demás extendiendo sus negocios en las veredas instalando en ese espacio público heladera, lavarropas, muebles, bicicletas, motos en oferta, edredones, vestidos, pantalones, bombachas, zapatos, como si fuera salones de venta.
Desde luego, están también los que les importa un cuerno las ordenanzas municipales y sus veredas pueden estar como cuando llegó Juan de Salazar a estas comarcas y que si a alguien le molesta que se vaya a quejarse a su abuela.
¿Y qué me dicen de los vecinos que amontonan sus basuras en las veredas de las plazas?; ¡las plazas!, ¡pobres espacios públicos!, llenos de vendedores ambulantes, abandonados, sucios, miserablemente tratados, invadidos por indecentes por días, semanas y meses a cuentas de sus respectivas pobrezas sin que una autoridad sea capaz de mover un dedo a favor de la comunidad afectada y dañada.
Pero vuelvo a las veredas ¿Y qué me dicen de los bares de medio pelaje instalados en ese espacio destinado a los que caminan? Conozco uno, en la esquina de Azara y Antequera de Asunción; una guarida de borrachos. Anímese a caminar por ahí a ver cómo le va. Ya me dirá. Por de pronto les deseo buena suerte y que Dios les acompañe.
Los mal educados, atrevidos, ignorantes, necios, palurdos, golfos están entre nosotros y nos prohíben caminar por las veredas ¿El intendente?, ¿los concejales?, bien nomás, les manda saludos ¿Les importa esto de que los peatones deben caminar sin andar eludiendo mercaderías, borrachos sentados en sillas y mesas fijas?, si les importaba las calles debían haber vuelto a ser de los peatones; por ahora, están en manos de los sinvergüenzas, atrevidos, mal educados, de los necios.
¿Ciegos, ancianos y paralíticos?, pues chúpense el codo; anden como puedan y que Dios se apiade de ustedes. No. La vereda no es ni para nosotros ni para ustedes. Es para los marginales de la sociedad, de los indios urbanos que les da igual comer con la mano o con los cubiertos, vivir en una casa o un árbol, hacer sus necesidades en el water o en la calle, andar con ropa o desnudos. Indios.
Están entre nosotros. Algunos tienen carné de socio de clubes importantes; otros, ejercen la enseñanza en universidades, son funcionarios públicos, políticos y son empresarios. Sus hijos van a los mismos colegios a los que van los nuestros. Algunos de los invasores de las veredas van de vacaciones a Punta del Este; otros, no van nunca de vacaciones ni a su pueblo de origen. Les da igual.
Entre estos ocupantes ilegales de los espacios públicos están representantes de nuevas como de viejas generaciones. No aprendieron nunca ni les importa aprender que la vereda es pública; que es para caminar y que por haber pagado el costo de la construcción de ella no le autoriza a hacer de ella lo que le cante. No tiene la más mínima responsabilidad.
Habiendo gente de esta calaña me cuesta desarrollar mi preciado lado optimista. Ya dirán de mi que soy un viejo plagueón y no faltarán quienes crean que los invasores tienen razón. Es lo que hay, es la sociedad que hacemos.
Y una acotación final: la foto que acompaña fue tomada en una sociedad seria, donde se respetan los derechos de la demás; no es una fotografía captada, lamentablemente, en Paraguay.
(Foto: Fotolia.com)
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