Al actor norteamericano John Travolta las cosas le vienen atravezadas este año: primero se le muere un hijo mientras la familia estaba de vacaciones y; ahora, va a tener que enfrentar ante el juez a un médico y a una ex senadora por extorsión, un antiguo mal que afecta a la humanidad.
El caso, a ventilarse en la isla de Gran Bahama, vuelve a poner en las redacciones de los diarios un cáncer que afecta incluso al periodismo.
Las agencias noticiosas dan mucha importancia al caso Travolta, no solo porque él sea un famoso artista de cine, cuya última película está próximo a proyectarse en las pantallas, sino porque a la muerte de su hijo Jett, de 16 años, acaecida en enero último, se sumó la extorsión de un médico técnico de ambulancias, Tarino Lightbourn, y; de la ex parlamentaria Pleasant Bridgewater, quienes le reclaron 25 millones de dólares a cambio de no hacer público un documento firmado por él.
Pasó que estando de vacaciones, el hijo del actor cayó en crisis por lo que intervinieron los servicios médicos de emergencia. Interín, Travolta habría firmado un documento en el cual hacía constar que si el paciente se negaba ser llevado a hospital alguno se liberaba de toda responsabilidad a los encargados de transladar al paciente.
Así las cosas, el culpable del fallecimiento sería el padre.
Sin embargo, se supo después que el menor falleció por un problema cardiaco complicado con su asma. Murió de ataque al corazón sin posibilidad de reanimarlo.
Dos semanas después del suceso, John Travolta denunció que Lightbourn y Bridgewater por intentar venderle el documento, aunque después estos se declararon inocentes.
La prensa es un buen mazo con el cual dar a la cabeza, incluso a los decentes e inocentes. Debido a la vigencia del chantaje por medio del periodismo, éste no es muy creíble y mucho menos apreciado por muchísima gente en el mundo.
En el caso de Travolta, el desprecio a la prensa viene de la mano de terceros, pero en la prensa, debemos reconocer los periodistas, también están los que a la amenaza y al silencio convirtieron en florecientes industrias capaces de generar multimillonarias ganancias.
El propietario de una cadena televisiva de Brasil jamás tuvo empacho para decir que él ganó más dinero con su silencio que con lo que publicaba.
En Paraguay hay periodistas, como Héctor Guerín, que adoptaron el chantaje como una de sus herramientas para llegar al dinero.
A Guerín denunciaron no pocos referentes de Ciudad del Este, como Satvino Urunaga, Ali Saioum, Rubén Careaga, Óscar Schouten y varios otros. Su plan es sencillo: publica todo lo que le viene en ganas contra quiénes no responden a sus exigencias. Chantaje puro.
En Paraguay hay periodistas chantajisas que dejan bastante mal parada a la prensa paraguaya en general. Al chantajismo de estos comunicadores se suma la limitadísima capacidad académica que acrecienta su peligrosidad.
El chantajista aprovechado de la prensa tiene algunas ventajas en manos a las cuales apela cuando las papas queman, como cuando no existen testimonios escritos ni verbales (ilegalidades de este calibre no se documentan).
Así, el periodista que amenaza con hacer público algo contra alguien a fin de obtener de él dinero u otro provecho, sigue campante, planificando y ejecutando nuevos ataques a antiguos o nuevos "clientes". Siempre se declara inocente, hasta que, en algún momento, se lo filme en una de sus operaciones.
Es saludable un contraataque, como el de Travolta, a los chatajistas, así sea a un médico, una ex parlamentaria, o a un periodista; así como también han practicado Saioum, Careaga y Schouten contra Guerín, aún cuando éste crea que no es un extorsionador.
El caso, a ventilarse en la isla de Gran Bahama, vuelve a poner en las redacciones de los diarios un cáncer que afecta incluso al periodismo.
Las agencias noticiosas dan mucha importancia al caso Travolta, no solo porque él sea un famoso artista de cine, cuya última película está próximo a proyectarse en las pantallas, sino porque a la muerte de su hijo Jett, de 16 años, acaecida en enero último, se sumó la extorsión de un médico técnico de ambulancias, Tarino Lightbourn, y; de la ex parlamentaria Pleasant Bridgewater, quienes le reclaron 25 millones de dólares a cambio de no hacer público un documento firmado por él.
Pasó que estando de vacaciones, el hijo del actor cayó en crisis por lo que intervinieron los servicios médicos de emergencia. Interín, Travolta habría firmado un documento en el cual hacía constar que si el paciente se negaba ser llevado a hospital alguno se liberaba de toda responsabilidad a los encargados de transladar al paciente.
Así las cosas, el culpable del fallecimiento sería el padre.
Sin embargo, se supo después que el menor falleció por un problema cardiaco complicado con su asma. Murió de ataque al corazón sin posibilidad de reanimarlo.
Dos semanas después del suceso, John Travolta denunció que Lightbourn y Bridgewater por intentar venderle el documento, aunque después estos se declararon inocentes.
La prensa es un buen mazo con el cual dar a la cabeza, incluso a los decentes e inocentes. Debido a la vigencia del chantaje por medio del periodismo, éste no es muy creíble y mucho menos apreciado por muchísima gente en el mundo.
En el caso de Travolta, el desprecio a la prensa viene de la mano de terceros, pero en la prensa, debemos reconocer los periodistas, también están los que a la amenaza y al silencio convirtieron en florecientes industrias capaces de generar multimillonarias ganancias.
El propietario de una cadena televisiva de Brasil jamás tuvo empacho para decir que él ganó más dinero con su silencio que con lo que publicaba.
En Paraguay hay periodistas, como Héctor Guerín, que adoptaron el chantaje como una de sus herramientas para llegar al dinero.
A Guerín denunciaron no pocos referentes de Ciudad del Este, como Satvino Urunaga, Ali Saioum, Rubén Careaga, Óscar Schouten y varios otros. Su plan es sencillo: publica todo lo que le viene en ganas contra quiénes no responden a sus exigencias. Chantaje puro.
En Paraguay hay periodistas chantajisas que dejan bastante mal parada a la prensa paraguaya en general. Al chantajismo de estos comunicadores se suma la limitadísima capacidad académica que acrecienta su peligrosidad.
El chantajista aprovechado de la prensa tiene algunas ventajas en manos a las cuales apela cuando las papas queman, como cuando no existen testimonios escritos ni verbales (ilegalidades de este calibre no se documentan).
Así, el periodista que amenaza con hacer público algo contra alguien a fin de obtener de él dinero u otro provecho, sigue campante, planificando y ejecutando nuevos ataques a antiguos o nuevos "clientes". Siempre se declara inocente, hasta que, en algún momento, se lo filme en una de sus operaciones.
Es saludable un contraataque, como el de Travolta, a los chatajistas, así sea a un médico, una ex parlamentaria, o a un periodista; así como también han practicado Saioum, Careaga y Schouten contra Guerín, aún cuando éste crea que no es un extorsionador.